El último día que tenía para pasar en Murcia quería visitar Jumilla, la cueva del Puerto, Calasparra y Caravaca de la Cruz.
Empecé por Jumilla y su castillo. Desde la oficina de
turismo sale un autobús que por 1€ te lleva al castillo y así te ahorras la
subida, que no se puede hacer en coche. El autobús sale a las: 10:00, 11:00,
12:00 y 13:00.
👉 Importante: Sólo se puede visitar el castillo los sábados,
domingos y festivos.
Es una fortificación restaurada, pero bien hecha. La restauración no se nota
tanto como otros castillos que he visto. Aunque sus orígenes son muy
antiguos, en 1461 el marqués de Villena mandó construir esta fortaleza tal y
como la ves hoy: con tres pisos, sótano y terraza.
Desde Jumilla me dirigí a Calasparra. La verdadera joya
de la visita. Famoso por su arroz, el municipio en sí no tiene mucho que ver,
pero a 6 km se encuentra el Santuario Virgen de la Esperanza. En un cerro, rodeado de naturaleza y
totalmente integrado en la montaña.
Según el folleto que me dieron:
Cuenta la
leyenda que un pastor que guardaba su ganado en esas cuevas, excavadas sin duda
por las aguas del río encontró la imagen de la Virgen "La Pequeñica",
seguramente olvidada por algún caballero cristiano. El pastor
comunicó su valioso hallazgo a las autoridades eclesiásticas y civiles de
Calasparra que con los habitantes del pueblo vinieron alborozadas y quisieron
llevarse la imagen para ser venerada por el pueblo. Dice la
leyenda, que la Virgen se hizo tan pesada para su tamaño, que todos
comprendieron que era aquí donde deseaba ser venerada. Decidieron, por tanto,
acondicionarla. El por qué y
cuándo se le adosó a la virgen de la Esperanza (la grande) la
"pequeñica" (la aparecida) no se sabe con exactitud. Si conocemos que
el año 1.786 ya se veneraban juntas y que en 1.840, fue nombrada la Virgen de
la Esperanza Patrona de Calasparra.
Hay mucho aparcamiento gratuito en la entrada. Después del aparcamiento hay una zona ajardinada con muchos bancos y un arco de piedra
con el nombre del lugar.
La ermita es preciosa, toda en piedra, no deja de ser una
cueva. En un apartado anexo hay una tienda de recuerdos y se puede subir al
camarín y a la sala de ofrendas, con multitud de ellas.
Después de comer me fui a ver el Cañón de los Almadenes,
por hacer hora, ya que tenía la visita a la cueva del Puerto reservada para
las 5.
Y allí me llevé la segunda desilusión del viaje. Llegué al
aparcamiento de la cueva y no había nadie. Subí una pendiente de la hostia y
seguía sin haber nadie. Todo desierto, la cafetería: desmantelada, una
pena. A las 5’15 vi aparecer una
camioneta. Bajé toda la cuesta y le dije al conductor que tenía la visita
reservada a la cueva con la empresa que lo lleva: Qalat aventura. Yo había mandado
un email para reservar fecha y hora y me había respondido confirmándomelo. El tío me dijo que la cueva no se abría en esos días. Se negó a abrir, y ni se bajó de la furgoneta. Todo el
rato con el wasap liao y ni levantó la cabeza del móvil.
Al llegar a casa les mandé un email a la empresa quejándome, y me respondieron que la reserva claro que estaba confirmada, que no entendían lo que había pasado. Aunque ya le habían echado la bronca al guía. Pues vaya seriedad de empresa: os lo digo en serio, no la recomiendo para nada. No la contrataría en la vida. Supongo que el guía lo que quería era irse rápido a las fiestas de Caravaca de la Cruz.
Por culpa de haber tenido que esperar tanto con el asco de
cueva, llegué a Caravaca a las tantas. Ya no estaba abierto nada, así que lo
tuve que ver todo por fuera. El consuelo fue que estaban en la fiesta de Moros y
Cristianos y había buen ambiente:
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