El camino desde la Estación de Ueno al templo Senso-ji, se hace muy ameno. Asakusa dori es una calle principal llena de tiendas, izakayas, cadenas internacionales, librerías… pero es uno de los barrios más tradicionales de Tokyo, por lo que nada más que escojas cualquier transversal y te pierdas por ella, te sumergirás en un mundo de farolillos y tiendas tradicionales que merece la pr. Y es que ellos, pese a tanta modernidad, no han perdido la costumbre a arreglar cosas y, así, hay talleres de todo, hasta para arreglar paraguas.
Una de las calles más famosos de
Asakusa es Kappabashi – el mayor
distrito del mundo de mayoristas de menaje de cocina. (Si es que los japoneses
tienen de todo). Esta calle está llena de farolillos a ambos lados y todas las
tiendas contienen cacharros de cocina de lo más variados. Pero, sin duda, lo
que más atractivo tienen para el turista es que aquí es donde se venden las
famosas reproducciones de cera que se exponen en los restaurantes. Y es que en
Japón, no soportan el engaño, por lo que los restaurantes ponen modelos de cera
de sus platos para que sepas exactamente lo que te vas a encontrar, el tamaño,
el color, la cantidad… todo. Desgraciadamente no me llevé nada, por los precios que tenían 😔.
Para llegar a Kapabashi desde
Ueno basta con seguir Asakusa-dori hasta ver el cartel de Kapabashi, es
bastante sencillo, no obstante, me perdí. Fui al koban de la esquina y
allí me orientaron.
Desde Kappabashi, unas cuantas
calles más hacia el este me encontré con Senso-ji, la zona más importante de
Asakusa, fundado en el s.VII. Es un sitio mágico, pero lleno de turistas, sobre
todo japoneses. Es un bullicio de ir y venir continuo. El recinto comienza con
el Kaminarimon, la puerta del
trueno, con el dios del viento a la derecha y el dios del trueno a la
izquierda. Así, me adentré en Nakamise-dori,
una calle comercial donde puedes encontrar de todo: souvenirs, kimonos,
yukatas, artesanía, miniaturas… Aquí probé mi primer matcha frío.
En un puestecillo, por 100¥ vendían vasos de té verde japonés. Te daban el vaso, pero tenías que pasar a un recinto que parecía un corral,
justo al lado del puesto, donde la gente se lo bebía de pie, encerrados entre
las cuerdas. Y todo eso para asegurarse de que luego tirabas el vaso en el
contenedor adecuado 😧 La verdad es
que fue un agobio. Pero su obsesión por el reciclaje a veces me asombra.
Continuando por la misma calle, casi en
la puerta del templo, comienzan los puestos de comida. Una japonesa bastante
mayor me intentó decir algo que no entendí, se enfadó y me sentó en una
mesa😕. Yo no tenía pensado comer aún, pero ante esa situación... pues ya aproveché. De todos modos, mereció la pena. Comí unos noodles buenísimos
y bastante baratos. Y de postre un helado estilo Shin-Chan, que me encantan. No
hubo día que me faltara desde que lo probé.
Dejando atrás Nakamise, llegué a la puerta Hozo-mon. Justo detrás
hay unas sandalias de 2500kg que donaron unos aldeanos al templo. En el patio, vi la majestuosa pagoda de cinco pisos, impresionante. La segunda
pagoda más alta de Japón.
Ya se olía el incienso que
provenía del caldero de la entrada, donde decenas de japoneses rezaban y hacían
sus donaciones. El humo del incienso se echa por el cuerpo para aliviar los dolores. Yo lo único que conseguí con esto fue un gran dolor de cabeza y un olor
a fritanga que me acompañó el resto del día.
Asakusa también es famoso por
tener, justo al otro lado del río Sumida, la famosa Tokyo Sky Tree y la sede de la cerveza Asahi. La Tokyo Sky Tree es la torre más alta de la ciudad y cuenta
con un restaurante y un mirador. Según Wikipedia es la torre más alta del
mundo, no considerando así a los edificios, superando a la Torre de televisión
de Cantón (600 m (1.969 pies)), la estructura más alta en una isla, más alto
que el Taipei 101 y la segunda estructura más alta del mundo después del Burj
Khalifa. Por la noche está llena de lucecitas que se mueven. Pero preparad el
bolsillo: 3000¥ para llegar al
pico, 2000¥ para el
observatorio principal.
El otro gran edificio es la sede
de la Cerveza Asahi. Diseñado por un francés, es uno de los edificios más feos de la
ciudad. Parece una caca. Aunque la Asahi es una marca muy respetada en Japón,
los japoneses llaman a este edificio la cagarruta dorada. Y no les falta razón.
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