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Cosas raras y curiosas que me encontré en Japón V - Dazaifu y Nagasaki

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El anuncio más raro de una autoescuela que he visto en mi vida

 Primer día en Japón: el tren se para por un suicidio. Vino hasta la tele. Lo que nos cuentan es cierto

 Zapatillas con suela de goma usadas por los obreros japoneses

Procesiones de barcos que llevan las fotos de los difuntos, acompañados de petardos, para ayudarlos a irse al Paraíso

Desgraciadamente, la jubilación aquí o no existe, o es tan baja que los ancianos tienen que ingeniárselas. Esta abuela tan enternecedora se dedica a vender su comida en la puerta de su casa. Más casero imposible. Otros siguen trabajando para sentirse útiles.

 No se puede comer, ni beber andando por la calle para no molestar. Por eso las máquinas tienen hasta wifi, para que te pares ahí y te lo bebas parado. No hay papeleras por la calle, sólo al lado de las máquinas y tiendas de comida. 

Único sitio de todo el tren en el que se puede hablar por el móvil. 
Aquí no se molesta a nadie.

Bebida de té con instrucciones

Los famosos pasteles Castela, llevados por los españoles y los portugueses hace cientos de años.

Única parte que quedó en pie del templo tras la caída de la bomba atómica en Nagasaki

Haciendo dulces en Dazaifu

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Japón: Día 9: Kyushu – La Procesión de los barcos de los espíritus en el Shourou-Nagasaki Matsuri



Después de visitar los Jardines Glover y la Iglesia de Oura, me dirigí de nuevo al barrio chino de Nagasaki para ver uno de los festivales más importantes de la prefectura.

Se trata de un festival de Obon, una celebración budista que honra el retorno de los espíritus de los ancestros.

La gente, cuando sale de trabajar, va a visitar las tumbas de sus familiares, las limpia, les pone flores y reza por ellos. Hasta aquí sería algo parecido a nuestro día de Todos los Santos.

Los budistas tienen la creencia de que durante el Obon los espíritus vuelven a la Tierra y hay que recibirlos con celebraciones y bailes a los que están invitados vivos y muertos. La última noche de celebración es en la que los espíritus se marchan y se encienden velas y hay fuegos artificiales para despedirlos.

Lo original que tiene la fiesta en esta ciudad es el Nagasaki Shōrō Nagashi, la Procesión de los barcos de los espíritus, que se celebra cada 15 de agosto por la noche y que está influenciada por tradiciones de origen chino.

Durante semanas, los familiares de los fallecidos durante ese año construyen barcos llamados shouroubune y que están hechos de bambú y otros materiales. Estos barcos se decoran con la foto del difunto y con cosas que eran características de éste (cosas de su trabajo, de sus aficiones, de sus gustos…) y con farolillos japoneses y el blasón de la familia. Por ejemplo, éste es el de una profesora que va paseado por sus estudiantes.






La elaboración de los barcos es bastante costosa, llegando a sumar cifras de más de 22.000€. Hay muchas familias que no tienen ese dinero y se unen para construir un moyaibune, un barco más largo que está realizado por los vecindarios, diversas organizaciones o por el gobierno local. Estos barcos del barrio están adornados con el emblema de la ciudad y un montón de linternas de papel con los nombres de las familias.


Los participantes en la procesión llevan los barcos desde la casa del fallecido y lo pasean por las calles del centro de la ciudad hasta llegar a Nagashiba. Para ello, muchos llevan un happi con el emblema de su familia u organización, pañuelos en la cabeza y los tabi con suelas de goma. 


El ruido es ensordecedor. Hay música, gongs y miles de petardos para acompañar a los espíritus a Sukhavati (el paraíso). Por eso, es recomendable llevar tapones para los oídos para no acabar sordo.




Me llamó la atención la cantidad de cerveza que bebían los participantes de la procesión. En la parte de atrás de los barcos o en un carrito auxiliar, llevaban neveras llenas de cerveza que iban sacando de vez en cuando entre petardo y petardo.

También me llamó la atención que no cortaran las calles para realizar el acto. Los guardias iban delante e iban cortando el tráfico conforme llegaba la procesión y cuando dejaban de pasar barcos, volvía a abrir el tráfico. Todo ello para no alterar demasiado la vida de las personas que no estaban celebrando este matsuri.


Aunque vi gente preparando los barcos durante todo el día que pasé en Nagasaki, el desfile lo vi en Kenchozaka. Desde allí se puede ver muy bien la procesión y estaba bastante cerca de la estación de tren para poder volver a Fukuoka.

Aquí dejo algunos vídeos sobre esta curiosa celebración:






Japón: Día 9: Kyushu – Visitando los Jardines Glover de Nagasaki



Después de mi caminata por el Parque de la Paz y el centro de Nagasaki, dediqué la tarde a pasear por los Jardines Glover. Para llegar a ellos se atraviesan algunas cuestas y, las más próximas a la entrada, están llenas de tiendas de souvenirs y productos típicos donde puedes comprar todas las variedades de Pastel Castella que encuentres (Kasutera). Desde el tradicional bizcocho, hasta los helados de sabor kasutera. También hay tiendas donde Totoro y el mundo Ghibli son la estrella. El complejo tiene dos entradas: una se encuentra cerca de la Iglesia Oura y la otra en el Glover Skyroad, un ascensor que ahorra la subida.


Tras comprar algunos de estos omiyage, subí la última cuesta para llegar a los jardines que, desde 2015, figuran en la lista de Patrimonio de la Humanidad dentro del apartado de Sitios de la revolución industrial del Japón Meiji: hierro y acero, astilleros y minería de carbón.



Son un vestigio de los comerciantes europeos que vinieron a hacer negocios en 1859, cuando el puerto de la ciudad se abrió al comercio internacional. Thomas Blake Glover, el hombre al que están dedicados estos jardines, fue uno de estos hombres que pasó a la posteridad por facilitar el derrocamiento del Shogunato durante la Restauración Meiji y la introducción de nuevas tecnologías en Japón. Su fama es ampliamente conocida, pues la historia de su romance con una joven japonesa inspiró la obra Madame Butterfly de Puccini.

Este escocés fundó Glover & Company en 1862, construyó el muelle de Kosuge (también incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad) y contribuyó a crear la primera mina moderna de carbón del país (Takasima Colliery). Más tarde Iwasaki Tataro, fundador de Mitsubishi, adquiriría la mina para la que Glover acabaría trabajando como consejero.



Otra de sus hazañas fue contribuir a la creación de la Japan Brewery Company, del que llegó a ser su presidente, y que más tarde vendería a unos inversores que la renombraron con su nombre actual: la famosa Kirin Brewery Company.

Pero en esta zona de la ciudad también vivieron otros importantes empresarios y visionarios de la época, como:

➤ Frederick Ringer: quien contribuyó al desarrollo económico e industrial de Nagasaki.

➤ William John Alt: quien dio a conocer el té japonés al mundo exterior.

➤ Kusano Jokichi: quien aprendió los secretos de la cocina europea mientras trabajaba en la fábrica de Dejima y la exportó al resto de Japón abriendo restaurantes en Osaka y en Kyoto.


Todas estas casas de madera y de estilo colonial europeo no fueron dañadas por la bomba atómica. A muchas de ellas se puede acceder a su interior y ver objetos de la época. Dentro del recinto, además, hay dos cafeterías y una tienda de recuerdos. Todas ellos son bastante caros.


Al final de la visita se encuentra el Museo de artes tradicionales de Nagasaki, en el que se exponen objetos usados en las fiestas y bailes tradicionales de la ciudad.

Los jardines son una rareza dentro del mundo asiático y merece la pena visitarlos para conocer más sobre la historia y la cultura de Nagasaki.


Precio de la entrada a los Jardines Glover: 610 yenes

Horario: de 9’00 a 18’00.

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Japón: Día 9: Kyushu – Recorriendo el Parque de la Paz de Nagasaki



Desde la Catedral de Urakami bajé una pequeña cuesta atravesando el Parque Tenshu hasta llegar al Parque de la Paz . El complejo está dividido en cinco grandes partes, aunque dos de ellas, Zona de Juego y Zona de la Plaza, contienen sólo instalaciones deportivas. 

Qué ver en el Parque de la Paz de Nagasaki

1. El Parque de la paz o Zona de los deseos

Esta gran zona contiene la estatua más reconocida de la ciudad de Nagasaki: La Estatua de la Paz. Está realizada en bronce y su autor es Kitamura Seibo. La imagen está llena de simbolismo. Así, sus ojos cerrados expresan la oración por las víctimas, su dedo índice señalando al cielo señala la amenaza de las armas nucleares y su brazo extendido simboliza la paz mundial.


Alrededor de esta obra tan reconocida hay muchas otras esculturas que hacen referencia a la paz y que puedes se pueden ver a lo largo del camino hacia la Campana para la Paz mundial, que suena del 6 al 9 de agosto a las 11’02, hora en la que cayó la bomba atómica. En ese mismo momento las campanas de los templos de Nagasaki replican todas a la vez.


En sus alrededores están también los restos de la antigua prisión de Nagasaki y la cripta con las víctimas de la bomba atómica cuyos cuerpos nadie reclamó.


Un poco más adelante está la Fuente de la Paz, cuyos chorros de agua representan las alas de la paloma de la paz. Su construcción tuvo lugar en 1969 con donaciones de todo el país.


2. El Parque del epicentro de la bomba atómica o Zona de las plegarias

A éste se llega bajando por unas escaleras mecánicas desde el Parque de la Paz. En él, un cenotafio marca el lugar exacto en el que cayó la bomba atómica.


A la izquierda se encuentras las linternas de piedra del Templo Shotokuji (a 1’5 km de epicentro). Éste quedó devastado tras el desastre y lo único que quedó en pie fueron estas linternas que donaron al parque en 1949.


A la derecha se pueden ver los restos del muro original de la antigua Catedral de Urakami. El trozo que se ve aquí expuesto es lo único que quedó en pie del templo.


Caminando un poco más hacia delante hay un gran ventanal desde el que se ven los restos materiales que dejó la bomba. Se trata de un trozo de tierra que se mantuvo tal cual quedó tras la tragedia para mostrar el horror causado: ladrillos, cristales, restos de casas…

Junto al río me llamó la atención ver El Guernica de los niños, un montón de obras murales infantiles del tamaño del Guernica de Picasso. Hoy hay 350 obras de niños de más de cincuenta países.

Otros monumentos importantes que se pueden ver en esta zona del parque son el dedicado a las mujeres de Nagasaki para la paz mundial o el que recuerda a las víctimas coreanas del desastre.

3. La Zona del aprendizaje

Aquí se encuentra el Museo de la bomba atómica y el Museo de Takashi Nagai, un médico afectado por leucemia y que hizo muchos avances de investigación en este campo. Yo lo paso mal con este tipo de museos. He estado en algunas ciudades donde había este tipo de museos de los horrores (como en Camboya o Vietnam), en los que se siente lo peor del ser humano, y siempre los evito. Eché un vistazo a su puerta y a su mascota y subí hasta el Pabellón Nacional de la Paz de Nagasaki.


En la parte alta, al lado de la entrada, hay un bonito mirador y la famosa escultura de las Dos niñas con Kimono, que recuerda a la pintura Una triste despedida, cuya autora (Hiroshi Matsuzoe) reflejó a dos niñas que habían muerto tras el desastre y cuyos cuerpos habían vestido con bonitos kimonos los vecinos de la ciudad. Una visión de esperanza rodeada de los horrores de los cadáveres que llenaban las calles.


El Pabellón para la paz es una obra de 2003 de Kuryu Akira bastante minimalista. La parte de arriba está compuesta por un gran estanque que representa a la gente que murió mientras buscaba agua tras la caída de la bomba. Su iluminación nocturna, con más de 70.000 luces, recuerda del número aproximado de las víctimas de la tragedia.

Tras dar una vuelta al estanque en sentido contrario a las agujas del reloj para calmar mi mente, tal y como sugieren los carteles, bajé a la parte del pabellón que se encuentra bajo tierra. Allí está el Salón del recuerdo, con un registro de 27 repisas con 9 volúmenes cada una que contienen los nombres de todas las víctimas. Hoy se tiene noticia de 172.230.

En una de las salas se estaba proyectando un documental sobre uno de los supervivientes de la bomba. Su cuerpo había quedado quemado para siempre y, tras años de recuperación, se dio cuenta que había perdido a su familia, su trabajo y que no le quedaba nada. Sus recuerdos y sus marcas le impidieron encontrar un trabajo nuevo y cayó en el alcoholismo, del que salió reforzado para crear una asociación de afectados por el desastre y que ejerció labores de información, divulgación y promoción de la paz.

Uno de los asistentes me enseñó una foto del hombre que salía en el documental. Intentaba decirme algo, pero se echó a llorar. Fue muy emotivo. Sigo diciendo que yo lo paso muy mal en estos sitios por lo empática que soy. Lo consolé como pude entre lágrimas y me despedí de él.

Con el alma en un puño salí del pabellón y continué mi camino hacia el Barrio Chino de Nagasaki. Entre medias me encontré con el Torii de un pilar, único vestigio del Santuario Sanno. Un milagro que aún quede en pie.


Desde allí, continué andando hasta llegar al Monumento a los 26 mártires. Comí en el barrio chino y paseé por la zona holandesa de Dejima Machi. Entre que su entrada eran 510 yenes y que ya no me iba a dar tiempo para ver tantas cosas, me encaminé hacia la cuesta de Oranda-Zaka en busca del Jardín Glover y la Iglesia de Oura.  


Mapa del Parque de la paz de Nagasaki


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Por si te sirve de inspiración, éste es el recorrido que realicé durante mi visita a Nagasaki. El centro es muy asequible a pie si estás acostumbrado a patear ciudades. Si no, la red de transporte público de Nagasaki (autobuses y tranvías) te puede servir de ayuda.

Yo llegué a la estación de tren JR de Nagasaki en el tren Kamome 9 de las 8'51 y llegué a las 10'50. Desde allí, me dirigí hacia la zona 0 de la bomba atómica viendo monumentos como el Torii de un pilar, el Parque de la Paz o la Catedral de Urakami.

A la hora de comer me desplacé hacia el centro, probé algunos de sus platos típicos (como los Kakuni Manju) y visité la zona holandesa. Más tarde subí hasta el Jardín Glover por unas calles preciosas y llenas de tiendas de souvenirs. 

Y para acabar, me paseé por el barrio chino y por la estación de Tsukimachi para ver la Procesión de los barcos de los espíritus durante la celebración del Shorou-Nagasaki Matsuri (en agosto).

Por último, llegué a la estación de tren para volver a Fukuoka.

                                       1. Estación de tren de Nagasaki
                                       2. Catedral de Urakami
                                       3. Parque de la Paz
                                       4. Epicentro de la Bomba Atómica
                                       5. Pabellón Nacional de la Paz de Nagasaki
                                       6. Torii de un pilar
                                       7. Monumento conmemorativo a los 26 mártires
                                       8. Tsukimachi Station
                                       9.  Dejima machi
                                      10. Oranda-zaka dori
                                      11. Iglesia de Oura
                                      12. Glover Garden


Japón: Día 9: Kyushu – Visitando la Catedral de Urakami de Nagasaki



Cogí el tren Kamome 9 en la estación de Hakata (Fukuoka) a las 8’57 y a las 10’50 ya estaba en Nagasaki. Salí de la estación y comencé a andar hacia la Catedral de Urakami, a unos 40 minutos andando. Existen autobuses y tranvías que llevan allí, pero yo preferí ir caminando para callejear un poco. El camino no es difícil y es casi recto.

La Catedral de Urakami se encuentra sobre una pequeña colina desde la que se obtienen buenas vistas de Nagasaki. Su historia se remonta a la persecución que sufrieron los cristianos de la aldea de Urakami (al norte de Nagasaki) durante los años 1869 y 1873, época en la que muchos tuvieron que emigrar y otros fueron martirizados. Al abolirse esta persecución, los cristianos volvieron a sus casas y decidieron construir su propia catedral.

Para ello compraron los terrenos en los que había tenido lugar las pruebas de fe con la que interrogaban a los sospechosos de cristianismo, como pisar imágenes de la Virgen o de Jesús. Y erigieron una catedral que tardó en construirse medio siglo. En 1925 era la catedral católica más grande de Asia oriental.


Poco duró la alegría. La caída de la bomba atómica veinte años después detonó a medio kilómetro de distancia de la catedral, destruyéndola por completo.

Años más tarde los cristianos quisieron construirla de nuevo, pero el gobierno de Japón se empeñaba en preservar sus ruinas como símbolo del horror pasado. Finalmente lo consiguieron en 1959. Al ser el proyecto llevado a cabo por las autoridades municipales el lugar no ha sido incluido dentro de la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco dentro de la candidatura de Sitios de los Cristianos Ocultos en la región de Nagasaki



Hoy, en la cuesta que lleva al templo se pueden ver algunas estatuas de la catedral original. También quedan expuestos algunos restos en el Parque de la Paz, el Museo de la Bomba Atómica y en la sede de la ONU en Nueva York, en la que se exhibe la estatua de St Agnes de Nagasaki.

Su interior es bastante austero, no se pueden tomar fotos y la entrada es gratuita.

Siguiendo las señales que parten de la base de la colina que da acceso a la catedral, se llega al pequeño Parque Tenshu, donde hay aseos tradicionales gratuitos, y al Parque de la Paz en unos diez minutos andando. 

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