Por la mañana
temprano fui andando desde el hotel hasta la estación de Tenjin y cogí el tren
hacia Dazaifu. En la estación de Nishitetsu Futsukaichi Station hice trasbordo
hacia la línea de Dazaifu y llegué en nada a la ciudad. El tren estaba casi
vacío, pero las calles que rodeaban la estación ya estaban llenas de turistas, y
eso que las tiendas estaban abriendo en ese momento.
Justo en
frente de la estación, vi un montón de gente haciendo cola para comer una de
las especialidades de la zona: el bocadillo de mentaico (huevas de bacalao o abadejo).
Lo que más me
gustó del pueblo fue Dazaifu Tenmangu Sando, una calle comercial de unos 400
metros, que está llena de tiendas para comprar productos típicos y omiyages. Lo
más famoso del lugar es el umegae-mochi, un dulce hecho a base de pastel de
arroz y que está relleno de azuki. Los venden en un montón de tiendas y están riquísimos.
También hay obradores en los que poder ver el proceso de elaboración desde el
mismo escaparate. Comer uno recién hecho y aún caliente es una delicia.
La gente se
arremolinaba en torno a estos obradores y a los de dangos. Pero también hay otras tiendas famosas, como una oficial del Estudio
Ghibli, establecimientos donde venden los pasteles casutera (Castella), típicos
de Nagasaki, tejidos, cristales, figuras de Hakata…, cafeterías (incluyendo un
Starbucks -¡Cómo no! Hasta en la sopa)…
Al final de
esta calle peatonal está la entrada al santuario. Antes de llegar, vi a un
montón de gente en hilera esperando para hacerse una foto con el buey de la
entrada. Éste se supone que es el que llevó los restos del poeta Michizane (hoy
convertido en la deidad Tenjin) hasta el lugar donde se construiría su tumba y
donde, más tarde, se ubicaría este templo. Se dice que tocar a este buey da
suerte, de ahí el gentío.
Hecha la foto
de rigor, atravesé el estanque Shinji-ike por un puente que está dividido en
tres partes y que simbolizan el pasado, el presente y el futuro.
Todo estaba
lleno de japoneses jóvenes, supongo que estudiantes, rezando, comprando
omikujis y omamoris, y escribiendo sus deseos en los ema (placas de madera que
traen buena suerte). Todos ellos le piden al Dios de la Educación, la
Literatura y la Investigación, que le ayude con sus estudios.
Recorrí el interior
del templo observando los ciruelos que lo han hecho tan famoso y que fueron los
árboles favoritos de Michizane, y sus piedras.
A la vuelta,
me quedé más tiempo por la calle de las tiendas curioseándolo todo y comprando
muchísimos dulces de allí que merecieron la pena. Paseé un poco más por la
ciudad y cogí el tren de vuelta a Fukuoka.
De repente,
después de hacer el trasbordo, el tren se paró. Empezamos a escuchar sirenas,
vino la policía y se montó un gran jaleo fuera. Nos informaron de que se había
tirado una persona a las vías y que se había suicidado. La gente que estaba
allí no pareció asombrada y la mujer que estaba sentada a mi lado y que me lo
estaba explicando todo, me dijo que era algo normal. Nos dieron la opción de
esperar en el tren, aunque no sabían cuándo se iba a reanudar el servicio, o
bajarnos y pedir que nos devolvieran el dinero.
Viendo que no
estaba tan lejos del centro de Fukuoka, me bajé. Allí había venido hasta la
tele y nos estaban grabando a todos, parando a algunos viajeros para
entrevistarles. En la taquilla me devolvieron unos pocos yenes sueltos y empecé
a andar bajo un sol temible.
Me llamó la
atención un anuncio de Mos Burguer, que estaba por todos lados, y en acabé
comiendo en el más cercano. Mos Burger es famoso por sus platos extravagantes,
como la hamburguesa de ramen, el pan de hamburguesa hecho con arroz y alga
para sushi, o con pasta. Ese mes, lo original era el Nan Karee Doggu, un
perrito caliente con pan indio y curry.
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