Japón - Día 8: Un día en Kyoto


Desde la estación de Tokyo cogí el tren hasta Kyoto. Ten cuidado, con el JRP sólo vas a poder usar los Hikari (tarda 160 minutos) y los Kodama (4 horas). Los trenes en general son cómodos y silenciosos, por lo que uno se puede relajar y quedarse medio frito.

Una vez en la estación de Kyoto, merece la pena buscar la oficina de turismo, dentro de la misma estación. Es un poco caótica. Allí te informarán amablemente de todo. Te darán mapas, guías… y también podrás comprarte un pase para los autobuses. Con esta tarjeta puedes usarlos las veces que quieras a lo largo del día. Cuesta alrededor de 1.200¥. Gracias a esto, el metro ni lo pisé, aunque también hay pases para usar éste.

Kyoto es enorme y tiene muuuchas cosas que ver pero, como tenía poco tiempo, elegí visitar únicamente unos cuantos templos. Una lástima, porque Kyoto merece más días.

Saliendo de la estación ya verás la Torre de Comunicaciones y si andas unos quince minutos o así, podrás visitar el Templo Toji fundado en el 796. Su pagoda de cinco plantas en la más alta de todo Japón. Cada mes, el día 21 hacen un mercadillo en el templo.


  • Dirección: 1 Kujo-cho Minami-ku, Kyoto
  • 5 minutos a pie de la estación To-ji de Kintetsu Railway; parada de autobús To-ji-higashimon-mae; 15 minutos a pie de la estación JR de Kyoto (salida Hachijo-guchi).
  • Abierto todos los días de 08:30 a 16:30 horas.
  • Entrada: 500 yenes.  
De vuelta a la estación busqué los autobuses. Como no entendí nada de lo que me habían explicado en la oficina de turismo sobre los autobuses, al final tuve que preguntarle a un chico, que me llevó hasta el mío. 

Para llegar al Castillo Nijo cogí el autobús 101 que te deja en la puerta. Construido en 1603 es el reflejo del poder que tenía el sogunato Tokugawa. Sus jardines son muy bonitos. Dentro del castillo, descalzos, vi que lo más destacable eran los paneles pintados del salón principal.


  • Dirección: 541 Nijo-jo-cho Horikawa-nishi-iru Nijo-dori Nakagyo-ku, Kyoto
  • Parada de autobús Nijo-jo-mae (desde la estación JR de Kyoto o desde la estación Karasuma en la línea Hankyu Railway); estación de metro Nijo-jo-mae en la línea Tozai.
  • Abierto de 08:45 a 17:00 horas (última entrada a las 16:00 horas). Cerrado del 26 de diciembre al 4 de enero y los martes durante los meses de julio, agosto, diciembre y enero.
  • Entrada: 600 yenes 
Mi siguiente visita fue el Pabellón de Oro. Desde la entrada cogí el autobús 205, también puedes usar el 101 hasta la parada Kinkajuji-michi. Desde allí, sólo hay que seguir durante unos minutos a la masa de turistas, cámara en mano, para llegar al templo. 



Junto con Gion, fue lo que más me impresionó de Kyoto.  Está recubierto de hojas de oro. El jardín es mucho más bonito que el de Nijo, sus estanques, sus altares… todo es precioso. Y el templo en sí merece todas las fotos que se le puedan echar. No se puede entrar. Ni siquiera acercarte mucho, pero es una visita imprescindible.

Al final de la visita hay una casa de té muy acogedora.
  • Dirección: 1 Kinkakuji-cho, Kita-ku, Kyoto
  • Paradas de autobús Kinkakuji-mae o Kingaku-ji-michi.
  • Abierto todos los días de 9:00 a 17:00 horas.
  • Entrada: 400 yenes. 
Desde la puerta me dirigí hacia el Sanjusangendo. Un templo que no es tan visitado, pero que es precioso. Para llegar a él basta con coger el autobús 100 hasta Sanjusangendo-mae

Con sus 118 metros de largo, el edificio más largo del mundo, es famoso porque alberga una estatua de madera de Kannon con once caras. Es Tesoro Nacional y está rodeada de 28 estatuas de sus guardianes y mil estatuas más pequeñas. Es impresionante el paseo rodeado de estatuas.




  • Dirección: 657-Sanjusangenndo mawari-machi, Higashiyama-ku, Kyoto
  • 5 minutos a pie desde la estación Shichijo de Keihan Railway; 1 minuto a pie desde la parada de autobús Hakubutsukan-sanjusangendomae; 20 minutos a pie desde la estación de Kyoto.
  • Entrada: 600 yenes
  • Abierto todos los días de 09:00 a 16:00 horas
Desde allí llegué a Gion dando un paseo. Es un barrio tradicional donde aún viven geishas y, si tienes mucha suerte, puedes verlas pasear. Normalmente si de se dejan hacer fotos o saludar, no son auténticas. Son sólo chicas que se han disfrazado en una de las miles de tiendas de este tipo de ropa. Se han maquillado igual, tan sólo para que la gente las pare y se haga fotos con ellas. Para sentirse como si fueran estrellas por un día. Bueno, a mí me sirvió. Pillé a varias y les hice fotos. De las auténticas, sólo vi una de espaldas, que corría pasito a pasito desde una casa a otra y se escondió muy rápido.










Gion merece pasar allí bastante rato paseando entre sus jardines, visitar alguna casa de té, ver el santuario Yasaka Jinja… y descansar plácidamente después de un día tan cansado.

Cerca de Gion encontré a la abuela más vieja que he visto en mi vida. Toda encorvada y con más arrugas que una nuez, se asombró mucho de verme y le compré unos mochis bastante baratos.

Desde Gion, vuelta a la estación. No me enteré muy bien, pero de repente unos guardias vinieron a la parada y a los turistas nos montaron en otro autobús que no era el que nosotros íbamos a tomar. A toda hostia, por más que les decíamos que ese era nuestro autobús, ellos nada, que rápido, rápido, pero que nos metiéramos ya, que dejáramos de dar por saco y retrasar la cola (digo yo que diría…)

El tío llevaba razón, el bus nos dejó en la estación. Y de allí, vuelta a Tokyo. 

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