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Corea: Opinión del Kostay Guest House Seoul



La localización de este hostal es una de las mejores cosas que tiene. Está a un minuto de la salida 1 de la estación de metro de Sook-Myoung Woman's University, en la línea 4. Seúl Station está tan sólo a 780 metros.

Para llegar a él, basta con salir de la estación, subir las escaleras y subir la primera cuesta que veas a la derecha. Es una gran cuesta, pero corta. El alojamiento se encuentra en el primer callejón. La zona está llena de grandes edificios y es muy tranquila. Su precio fue de 88.000 W, unos 70€ por dos noches.

Su propietario me mandó un email una semana antes de que llegara, para confirmar conmigo la hora del check in. Le dije la hora a la que llegaba mi vuelo y la hora aproximada que llegaría al hotel.

De nada sirvió. Cuando llegué me encontré con la puerta cerrada. Había un sobre a nombre de una china, pero nada para mí. Estuve con la mochila en la puerta un buen rato. Le escribí un email, pero tampoco me respondía nadie.

Después de unos veinte minutos allí esperando, vino Andy, el joven que lleva el hostal. Fue muy simpático durante toda mi estancia y hablaba muy bien inglés, pero no me hizo ninguna gracia tener que estar esperando tanto habiendo quedado con él con tanta antelación.

El hostal es una casa que ha sido reformada para convertirla en alojamiento. En la planta baja está el sitio de Andy, donde está siempre con el ordenador enganchado (a no ser que se haya ido y haya dejado eso solo), y una pequeña zona en la que se sirven los desayunos por la mañana. El desayuno es sencillo, pero viene muy bien: tostadas, cereales, café y leche.


Mi habitación estaba en el piso de arriba. Estaba limpia, pero era bastante vieja y estaba descuidada, sobre todo el baño. Pero bueno, me hizo el apaño durante las dos noches que pasé allí.



Tenía tele y aire acondicionado y, aunque no tenía nevera, podías usar el frigorífico del pasillo para guardar tus cosas. Las camas no tenían sábanas, tan sólo un cubre colchón y un edredón. Algo común en los hostales coreanos.

Lo mejor de este hotel: la localización y el precio.



   KORSTAY GUESTHOUSE SEOUL STATION 
(코 스테이 게스트하 우스 서울역 )   
3-6, Hangangdaero 92-gil, Yongsan-Gu, Yongsan-Gu, Seoul, 04334
용산구 한강대로92길 3-6, 용산구, 서울특별시
Teléfono: +82 2 778 4407


Corea: Opinión del hotel Gudeok Guesthouse en Jeju



El hotel está situado en la ciudad de Seogwipo, al sur de la isla. A mí me gustó mucho esta zona porque se escapa de los hoteles mamotreto que hay en Jungmun Resort y tienes muchas atracciones turísticas cerca.

Bajando la calle, en unos pocos minutos se llega al puerto andando y, justo al lado del puerto se encuentra la cascada de Cheonjiyeon y unas escaleras que llevan hasta un camino muy pintoresco y lleno de zonas preciosas para sacar fotos del monumento natural de Oedolgae. La cascada de Jeongbang también está muy cerca andando.

En la calle que hay arriba, justo antes de llegar al hotel, hay un montón de cafeterías y restaurantes especializados en barbacoas coreanas cuyo ingrediente estrella es la carne de cerdo negro, especie única de la isla. También hay un conbini, cruzando la calle, en la esquina.

El hotel no tiene parking, pero es fácil aparcar cerca.

En la planta baja está la sala de estar, la recepción y la cocina compartida. En ella te puedes servir el desayuno gratis todas las mañanas a las horas indicadas, para no molestar a los demás huéspedes. Hay tostadas, leche, té y café.




Contraté una habitación con baño privado a través de Booking.es por KRW 101.250, unos 80€ en total por las tres noches que pasé allí. Realmente barato. La habitación era pequeña, pero merecía la pena. La cama era cómoda, todo estaba limpísimo y tenía aire acondicionado y wifi gratis.



El personal fue excepcional. Varias veces fui a ver si podía usar la lavadora que tienen la planta baja, pero o estaba ocupada o no había espacio en el tendedero de la terraza. Los dueños no se atrevieron a quitar la ropa seca de la gente (que llevaba ahí días) y me acompañaron a la lavandería que había en la esquina, que costaba lo mismo que en el hostal.

También me ayudaron mucho al contratarme un taxista que me llevara de madrugada al aeropuerto a un precio más que razonable. Incluso me regalaron unos llaveros con forma de dolharubang, las estatuas típicas de Jeju.

Si volviera a la isla, lo contrataría de nuevo



   GUDEOK GUESTHOUSE (구덕 게스트하우스 )   
20,Soldongsan-ro 22beon-gil, Seogwipo City, Seogwipo, 63596, Corea del Sur
솔동산로22번길 20, 서귀 포시, 서귀포시
Teléfono: +82 10 3697 6300


Corea: Día 8 – La noche en la que acabé en un Love Hotel coreano





A la mañana siguiente tenía que tomar un vuelo muy temprano en el Aeropuerto Internacional de Gimhae. Bajé a la recepción de mi hotel y el hijo del dueño me atendió con una gran desgana. Le pedí que si me podía reservar un taxi para las 4’30 – 5’00 de la mañana, porque desde las aplicaciones del móvil me pedían registrarme y los datos de la tarjeta de crédito y no quería darme de alta en ninguna de estas empresas coreanas. El chico bostezó e hizo como que no me entendía (por la mañana había hablado perfecto inglés conmigo). Seguí insistiendo y me dijo que no podía hacer nada porque los taxis no funcionaban tan temprano.

Tan decepcionada me quedé que me puse a dar vueltas por las cercanías de Busan Station a ver si veía algún taxi y lo reservaba in situ. Pero, al ser tan tarde, no pasó ninguno.

Aún estaba a tiempo, así que cogí todas mis cosas, hice el check out y me fui en el último metro al aeropuerto. Pensé que sería mejor pasar unas cuantas horas de noche en el aeropuerto, que arriesgarme a que no pasara ningún taxi a esa hora y perder mi vuelo.

En el metro todos parecían zombies enganchados a una pantalla.


Llegué al aeropuerto y me senté en el hall. Al poco rato, un guardia vino y nos echó a todos los que estábamos allí. Nos quedamos en la puerta y los taxis empezaron a acercarse insistiendo en que nos llevaban al centro. Justo de donde yo venía.

Muchos de los que habían estado en el hall conmigo acabaron cogiendo un taxi y unos cuantos nos quedamos pensando qué hacer. De repente, la luz de la entrada del aeropuerto se apagó y sólo se quedaron encendidas las farolas. Un taxista que sabía inglés vino y me dijo que… ¡el aeropuerto cerraba por la noche! Era la primera vez que veía un aeropuerto tan importante que cerrara de noche. Me aconsejó que me fuera de allí en cuanto pudiera y me señaló dos coches de policía que acababan de venir y que estaban patrullando la zona. Recordé mi mala experiencia con la policía de Moscú y me acojoné. 

Le conté el problema que tenía y se comprometió, por un módico precio, a llevarme a un hotel cercano y a regresar a por mí a las 5’00 para llevarme al aeropuerto de nuevo.

No tenía otra opción. De reojo miré de nuevo a los coches de policía y me metí en el taxi. Acordé con el taxista que le pagaría la mitad de lo que me había dicho y que la otra mitad se la daría a la mañana siguiente cuando me recogiera. Asintió y puso rumbo al hotel.

Acabé en un polígono. El taxista paró el coche en una pequeña casita llena de luces. ¡Bien! Había llegado a lo que en mi tierra parecería un puticlub.

Cómo son los Love Hotels Coreanos

Los Love Hotels empezaron a hacerse famosos en Japón por ser hoteles discretos, cuyas habitaciones se alquilaban por horas y en los que no había ningún contacto (ni siquiera visual) con el personal que allí trabajaba. Poco a poco se fueron extendiendo por otros países y Corea no iba a ser menos.

La principal característica de estos hoteles es su compromiso con la discreción. Muchas veces hay en el hall una máquina con fotos de las habitaciones y sus precios y se pagan allí mismo, sin que intervenga ningún personal. La máquina te da la llave de la habitación y subes sin ver a nadie. Están pensados para parejas que no quieren ser vistas entrando a un sitio así. Allí no hay putas. De hecho, allí no ves a nadie. 

Hay habitaciones normales y otras tematizadas. Las luces estridentes o discretas de neón lo inundan todo y suele haber un tocador con gomina, laca, pañuelos, cepillos… En la tele hay canales para adultos y se pueden alquilar películas.


Cuando llegué al hotel, el taxista me acompañó al interior al ver mi cara de asombro. Entramos y me quedé a cuadros. Estaba nada más y nada menos que… ¡en la casa de un loco obsesionado con Hello Kitty! Todo, absolutamente todo, estaba lleno de objetos de Hello Kitty: lámparas, paredes, cuadros, figuritas por doquier, un sofá... hasta el techo estaba decorado así. Y en medio de todo: máquinas de condones, de tangas, de pelis porno… Nada tenía sentido entre esa amalgama de cosas.

El taxista se acercó a recepción, que consistía en un mostrador con una ventana cuya persiana estaba echada. Tocó una campanilla riéndose y una voz de mujer muy amable sonó detrás. El taxista contestó y la persiana se subió. Pero la voz no era de una mujer, era de un hombre medio disfrazado de Hello Kitty. Esto ya estaba resultando surrealista total.

El hombre se puso a hablar con el taxista. Acordaron algo, éste se fue y el recepcionista hizo lo que pudo por hablarme en inglés. Que lo sentía mucho y que era una pena todo. Dando pequeños saltitos por el pasillo, me llevó al ascensor y me dio la tarjeta de mi habitación, insistiéndome en que me tenía que quitar los zapatos antes de entrar. Educación, ante todo.

A casi oscuras, a través de pasillos iluminados sólo con tenues luces azuladas y rojas, llegué a mi habitación. Me quité los zapatos y… ¡tachán! Me encontré con tres camitas coreanas en el suelo. ¡Tres! Y un pedazo de jacuzzi en el baño. Todo limpísimo. Ya hubiera querido yo que mi último hotel hubiera estado así.


Nada más cerrar la puerta, llamaron. Me asusté muchísimo. ¡Mira que si venía alguien más a dormir allí! Pero no, era el recepcionista. Vio que tenía los zapatos quitados y sonrió muy orgulloso. Me dijo, muy apurado, que lo perdonara porque se le había olvidado darme el set de la habitación. ¿?

El set de la habitación consistía en un neceser con una cuchilla de afeitar, cepillo y pasta de dientes, peine y toallitas íntimas. Ya me estaba partiendo de la risa.


Le pregunté que si iba a venir alguien más a la habitación y me miró muy sorprendido. No sé qué se pensó. Me dijo que no, pero que no tenía más habitaciones libres y, como lo mío era un asunto especial, me había hecho el favor de alquilarme esa.

Me despedí de él y me fui a dormir las tres horas que me quedaban ya para que fueran las 5’00 de la mañana.

Justo a esa hora, bajé a la puerta del hotel. Salí y no había nadie esperándome. Esperé y esperé y a las 5’30, desesperada, fui a recepción y empecé a aporrear el timbre. El taxista me había engañado. El recepcionista salió muy asustado. Se dio cuenta de lo que pasaba y empezó a dar vueltas por el pasillo, corriendo y saltando de un lado a otro mientras decía cosas en coreano. Le faltaban las alas, os lo juro, para salir volando. Yo ya no sabía si llorar o reírme con lo que estaba viendo.

Cuando se calmó (él estaba más nervioso que yo), cogió su móvil y me dijo que si me llamaba a un taxi. Le dije que sí y me dijo que lo esperara en la puerta, que iba a tardar 10 minutos. Salí a la puerta y, al poco rato, volvió a salir el recepcionista para enseñarme en el móvil por dónde venía el taxi, para que viera que él si era decente y que era verdad lo que me había dicho. Se despidió de mí con un efusivo movimiento de mano y se volvió al hotel pegando saltitos.

Al poco vino mi taxi, me llevó por fin al aeropuerto y me cobró muchísimo menos que lo que le debía al taxista que me había dejado tirada.

No perdí mi vuelo, pero fue una noche de locos y de risa.


Corea: Opinión del Plus Motel Busan



Contraté este hotel a través de Booking.es para dos noches por KRW 81.900, unos 65€ con desayuno incluido.

El hotel está situado a unos diez minutos andando de la estación de metro de Busan y de la estación de tren del KTX. Realmente esto es lo único bueno que le vi.

Nada más llegar a recepción, un señor mayor muy amable me dio un mapa y me indicó los lugares turísticos más cercanos y el mando del aire acondicionado y de la tele. La recepción consiste en una ventanilla en el pasillo que da al ascensor, al lado del parking. Pronto te darás cuenta de que es un Love Hotel que, por su buena localización, se ha vuelto popular también entre mochileros. El objetivo de tener la recepción así es que no tengas que ver la cara de quien te está atendiendo y de que éste no te vea a ti, para poder ir con tu pareja. Las llaves se dejan después en un hueco en el ascensor y listo.

Los pasillos eran deprimentes, con una alfombra sucísima y raída. Mi habitación era enorme y tenía todos las amenities de un Love Hotel: laca, gomina, cepillos usados… Todo sucísimo. La colcha igual. Como no me fié, puse mi toalla encima y dormí sobre ella.




En el cuarto de baño me duché con chanclas. Todo estaba con manchas de óxido. 


Por la tarde fui a la terraza a usar la lavadora, pero estaba tan oxidada, que no me atreví a meter nada en ella. 

A la mañana siguiente subí al último piso a tomar el desayuno. Donde se sirve no deja de ser la casa de los dueños. Es self service, pero por allí rondaba una señora mayor, que no me quitaba el ojo de encima (no había nadie más) y que no paraba de farfullar cosas en coreano. Ya me estaba quedando claro que molestaba. Supongo que en los Love Hotel no están muy acostumbrados a que sus huéspedes, que no quieren ser vistos, se paseen por allí para desayunar. Pero, entonces, que no pongan desayuno gratis si no quieren que vaya nadie.

El desayuno consistió en café, té y tostadas.


Al día siguiente, por la noche, bajé a recepción para ver si me podían reservar un taxi para ir al aeropuerto a las 4’30 de la mañana. Me atendió el hijo de la familia, con una desgana increíble. O no me entendía, o no quería entenderme. Me dijo que no podía hacer nada porque los taxis no operaban a esa hora.

Tanto miedo me entró con aquello y la seguridad que lo dijo, que acabé cogiendo el último metro para pasar la noche en el aeropuerto. Pero lo que yo no sabía era que éste cerraba por la noche. Una odisea.

Este motel sólo lo recomiendo si quieres un alojamiento barato cerca de la estación KTX. Pero, tienes que tener claro que no deja de ser un Love Hotel anticuado.
  
   PLUS MOTEL BUSAN   
          5, Jungang-daero 241beon-gil, Dong-gu, Dong-Gu, Busan,              
              (플러스 모텔) 동구 중앙대로241번길 5 ,동구 부산광역시                    
Teléfono: +82 51 462 2178

Corea: Cómo es dormir en un hanok, la casa tradicional coreana


El hanok 한옥 coreano es el equivalente al ryokan japonés, casas tradicionales, algunas de las cuales tienen cientos de años. Un estilo único, que comenzó en la época de los Tres Reinos (57 a.C. a 668 d.C.) y que se utilizó con normalidad hasta la dinastía Joseon (1291-1910).

Últimamente se están renovando muchas para orientarlas a un turismo que cada vez está más interesado por visitar Corea.


Disposición de la casa

El hogar está construido sobre el nivel del suelo y puede tener forma de L o de I, en las zonas cálidas y forma cuadrada en las zonas más frías para retener el calor.

Las habitaciones (nunca demasiado decoradas) normalmente rodean a un patio interior, al que todas tienen acceso, y algunas están conectadas entre sí por dentro a través de puertas correderas. 

Este patio está prácticamente vacío, no se utiliza de jardín. Esto se debe a la creencia tradicional de que el entorno que lo rodea es considerado su verdadero jardín, por lo que no necesitan otro. Lo único que necesitan para llegar a éste es abrir su puerta.

Las ventanas de las estancias son muy pequeñas para evitar que se vea mucho desde fuera y dan a la parte de atrás, conformando la fachada exterior.


La importancia de la naturaleza

Para la construcción de la vivienda era muy importante respetar la naturaleza y estar en armonía con ella. Todo ello está representado en su construcción.

Tradicionalmente los tejados están construidos con tejas (giwa), en el caso de las familias adineradas, o con materiales naturales, como juncos, paja, arcilla… Las tejas tienen formas puntiagujas y curvas y se disponen de modo que controlen la luz que entra en la casa.


La madera es usada para las columnas y los techos, mientras que la arcilla cubre el suelo, las paredes y también los techos. Con estos materiales la casa queda aislada tanto en invierno, como en verano.  Además, todo se recubre con Hwangto, un tipo de tierra coreana que dicen que purifica y que emite rayos infrarrojos. El Hwangto puede caer del suelo y de las paredes, pero no es dañino.


Otro elemento aislante es el hanji, un papel coreano poroso, que es utilizado en paredes y puertas, principalmente. Su naturaleza porosa hace que la estancia pueda estar ventilada sin necesidad de abrir puertas, ni ventanas. Asimismo, también permite que entre luz a la estancia. Lo normal es que este papel esté pintado con aceite. Hoy, en muchos hoteles, encontraremos una segunda puerta mosquitera que se coloca después de la de hanji.

El sistema de calefacción ondol 온돌

Las casas tradicionales coreanas están dotadas de un sistema de calefacción parecido a nuestro suelo radiante. La cocina está construida a un nivel inferior que el resto de la casa. Allí se encuentra la chimenea, cuyo fuego se utilizaba para cocinar y para calentar el resto de la vivienda.

Para ello, toda la casa contaba con unos canales que discurrían por debajo de las estancias. La parte superior de estos canales estaba construida con piedras lisas (gudulchang), argamasa y barro. El humo y el calor del fuego los atravesaba calentando estos materiales y eran expulsados por una chimenea colocada al otro extremo de la casa. De este modo, el suelo de las estancias se iba calentando. Algo muy importante para los coreanos, que solían hacer su vida sentados y acostados en el suelo.

El sistema de refrigeración maru

Al lado de las estancias que estaban dotadas de ongol, muchas casas construían otras dotadas de maru, en las que hacían su vida diaria en las épocas más calurosas. Estas habitaciones podían tener un porche estrechito de madera (toenmaru) o un suelo de madera (marubang), levantado un poco del suelo para facilitar que el aire circulara y que se intercambiara el aire caliente por aire fresco, permitiendo la ventilación.

También podía darse el caso de viviendas que tenían un porche antes de entrar a las estancias, y todas éstas estar dotadas de ongol, combinando ambas construcciones.


De este modo, la casa quedaría dividida en tres espacios fundamentales: Maru, ongol y cocina. La gente se descalza en las escaleras que llevan al porche, deja sus zapatos allí, atraviesa el porche, o la estancia con el suelo de madera y entra en la estancia con ondol pisando descalzo sobre el suelo radiante.

Mientras que antiguamente el ondol era pura necesidad para sobrevivir a los duros inviernos, el maru era un lujo que se construía en casas grandes.

Hoy, las habitaciones cuentan con ventiladores y con aires acondicionados.

Las camas que te vas a encontrar en los hanok 

Las camas coreanas están formadas por un yo, que hace las veces de colchón, y un ibul, que sería la colcha. No hay más. Tan sólo la almohada. Están hechos para dormir calentito aprovechando el calor del suelo.

Esta especie de futón se enrolla o se dobla y se deja en un rincón de la habitación o se guarda en un armario para dejar la estancia libre durante la mañana.

Las almohadas tradicionales se llamaban pyogae y estaban rellenas de cáscara de trigo. Aunque hoy, te acabarán dando cojines. 😉



💤 Hoy puedes vivir la experiencia de dormir en un hanok moderno en barrios tradicionales, como Bukchon en Seúl, o aldeas. Algunos de estos alojamientos los puedes encontrar en:

                                                          ✱ Andong
                                                    ✱ Centro histórico de Gyeongju
                                                    ✱ Icheon
                                                    ✱ Namsa Yedamchon
                                                    ✱ Namsangol
                                                    ✱ Seonbichon
                                                    ✱ Seongeup
                                                    ✱ Yangdong

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Corea: Opinión del Hanok Sodamjeong en Gyeongju



Este alojamiento está ubicado en un barrio muy tranquilo dentro del centro histórico de Gyeongju, en el que la mayoría de las casas que lo rodean tienen arquitectura tradicional. A tan sólo 10 minutos andando, se encuentra la zona turística del observatorio de Cheomseongdae. A la estación de autobuses se puede llegar en 5 minutos en taxi, pero también es fácil hacerlo andando.

El hotel tiene la estructura tradicional de un hanok coreano. Las habitaciones se organizan en torno a un patio común. Éste está lleno de plantas y tiene mesas para sentarse a disfrutar del fresquito de la noche veraniega.



Mi habitación era pequeñita. Contaba con tele, una cama tradicional coreana (parecida al futón japonés, pero mucho más dura), cuarto de baño y aire acondicionado. Suficiente para pasar la noche.



El suelo era de madera y estaba equipada con Ondol, un sistema ancestral coreano de calefacción, parecido a la tarima flotante. Las paredes estaban decoradas con papel coreano hanji.

Me llamó la atención que en la pared había un papel con las normas de la casa que también avisaba del Hwangto. El Hwangto es un tipo de tierra coreana que dicen que purifica y que emite rayos infrarrojos. El cartel avisaba de que este componente podía caer del suelo y de las paredes, pero que no era dañino. No me hacía nada de gracia estar durmiendo en el suelo y levantarme porque me estaba cayendo el Hwangto ése…


Una de las habitaciones del hanok albergaba la cocina común. Estaba muy limpia, había muchos cacharros para usar y podías coger té, botes de noodles y pan mientras estuviera abierta. El problema es que una de sus puertas daba a una habitación de huéspedes. Pensé que a quien le tocara dormir en ella… pues sería una putada, con tanto movimiento de gente. Una de las veces vi salir de allí a un señor mayor, todo despeinado y con cara de estar hasta las narices, que se fue a la terraza a fumar mientras farfullaba.

El personal fue muy amable. Por la noche, cuando llegué cansada de pasar todo el día recorriendo Gyeongju, la dueña se empeñó en darme un barreño y empezar a bombear agua manualmente para que me refrescara los pies. Fue curioso, porque no nos entendíamos para nada, pero ella no dejaba de sonreír y su voz sonaba muy amable.


En general fue una buena experiencia y aprendí cómo se duerme en un hanok más tradicional que en el que previamente había estado. 

A través de Booking.es su precio para una noche fue de KRW 85.000, unos 67€.


   HANOK SODAMJEONG (한옥 소담정)   
17, Cheomseong-ro 49beongil, Gyeongju, 38167, Corea del Sur
첨성로49번길 17, 경주시
Teléfono: +82 10 3540 7171
https://hanok-sodamjeong-kr.book.direct/es-es

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Corea: Opinión del Serroa Guesthouse en Gyeongju



La ubicación del alojamiento no puede ser mejor. Está en pleno centro histórico de Gyeongju y, nada más doblar la esquina, ya sales a la calle principal llena de establecimientos. El conbini 7- Eleven también está muy cerca. A 600 metros ya aparece el observatorio astronómico de Cheomseongdae y un kilómetro más arriba, el estanque Anapji. A pesar de estar tan cerca de los sitios monumentales, la calle donde se encuentra es muy tranquila.

El alojamiento es tipo hanok, las casas tradicionales coreanas. La entrada está en un pequeño patio alrededor del cual se van distribuyendo las habitaciones. Por fuera no da la impresión de que las habitaciones vayan a ser muy grandes, pero lo son.


La mía era amplísima y tenía un espacio reservado para la cocina, un cuarto de baño también grande, televisión, aire acondicionado y ventilador.


La cama es la tradicional coreana, es decir, en el suelo. No he dormido en sitios tan duros como en los suelos de Corea, ni siquiera los futones japoneses son tan duros. En mi caso, como la habitación estaba preparada para cuatro personas, puse todos los futones que encontré juntos, haciendo una cama con ellos e incluso puse debajo la especie de edredón que encontré. Total, con el calor asfixiante que hacía… mucho no me iba a tapar. Pues ni por esas, pobres huesos. El suelo no era de tablas, ni nada. Era piedra o cemento (no sé) que habían recubierto con pegatina, para que diera el aspecto de tradicional.


El dormir en el suelo y tenerlo todo a esta altura al final hace que te acostumbres a estar todo el día tirado por ahí, para leer, para planificar itinerarios con las guías, para organizar la ropa, para comer…

El personal es muy amable, aunque sabe poquísimo inglés, pero hacen todo lo posible por entenderte. El desayuno se sirve en la primera de las habitaciones y consiste en té, café, leche, huevos, fruta y tostadas. Está bastante bien.

Al segundo día, al ir a desayunar, las dueñas no paraban de reírse y hablar entre ellas mirándose de reojo. Supongo que cuando fueron a arreglar mi habitación, vieron mi megaestructura y se estarían descojonando.

La habitación la reservé a través de Booking.es y pagué allí con la tarjeta de crédito. Me costó KRW 108.000, unos 86€ las dos noches, con el desayuno incluido.


⚠ ¡Cuidado! ⚠  Existe un error con su dirección en internet. Si lo buscas en Google Maps, te llevará a una zona verde de colinas, al lado de un riachuelo. Está equivocado. Allí no hay nada. En qué me vi de llegar al sitio correcto, muerta de calor y con la mochila a cuestas.

Aunque aparezca en el mapa (y en páginas como Booking.es) como Serroa Guesthouse, 429-8 Wolseong-dong, Gyeongju, Gyeongsangbuk-do, Corea del Sur NO LE HAGAS CASO.

La ubicación correcta es la calle Poseok-ro. En Naver sí que aparece bien.


   SERROA (세로아)   
#39, 1050, Poseok-ro, Gyeongju, 38166, Corea del Sur
포석로1050번길, 경주시
Teléfono: +82 10 4385 4680