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Dinamarca: 19 lugares imprescindibles que ver en Copenhague



Copenhague es una ciudad bastante asequible paseando y usando la red de transporte público. Su centro es pequeño y se puede ver bien en un par de días, por lo que te recomiendo que aproveches tu estancia en la ciudad para hacer visitas a lugares cercanos. Las entradas de los museos y sitios más famosos son bastante caras, tenlo en cuenta para tu visita.

Qué ver y qué hacer en Copenhague

1. Hacerte una foto con La Sirenita: el símbolo de Copenhague es una de las imágenes más fotografiadas de la ciudad. La estatua la mandó construir a principios del siglo XX el dueño de la fábrica de Calsberg y su autor fue el escultor Eriksen. Muchos se decepcionan al verla porque es muy pequeña (mide algo más de un metro) y las colas para poder hacerte una foto con ella son desalentadoras.


2. Endulzarte en La Glace: la pastelería más antigua de toda Dinamarca hará las delicias de cualquiera que se acerque a su escaparate. Hans Christian Andersen la visitaba asiduamente, así como la familia real danesa. Su chocolate servido en jarra y acompañado de leche batida, no se puede dejar escapar.


3. Subir a la cúpula de la Iglesia de Mármol: este templo luterano barroco fue construido en la época de Frederik V (s. XVIII) para conmemorar los trescientos años del reinado de los Oldemburgo. Con sus 31 metros de diámetro, su cúpula es la más grande los países nórdicos. La entrada es gratuita.


4. Comer en el barrio cosmopolita de Nørreport: atravesando el largo Puente de la Reina, te encontrarás con un barrio lleno de tiendas y restaurantes multiculturales baratos. Si quieres comer algo más elaborado o el famoso Smorrebrød típico de la ciudad, no dudes en llegar al Mercado de Torvehallerne.


5. Visitar Rosenborg Slot y Amalienborg: estos dos palacios parecen sacados de un cuento danés. Rosenborg fue construido en el XVII y tienen unos amplios jardines justo delante de su entrada. Amalienborg es la residencia oficial de invierno de la familia real danesa y está formado por cuatro palacios distintos. Dos de ellos (el de Moltke y el de Levetzau) están abiertos al público. Sus precios no son nada baratos, pero existe una entrada conjunta con la que se obtiene algo de descuento.



Precio de la entrada a Rosenborg Slot: 105 DDK
Precio de la entrada a Amalienborg: 95 DDK
Precio de la entrada conjunta: 145 DKK

6. Ver el desfile de la Guardia Real: sólo cuando la reina está en el Palacio de Amalienborg, tiene lugar el desfile del cambio de la Guardia Real. Comienza a las 11’30 y recorren el camino entre el Palacio de Rosenborg y la Plaza de Amalienborg.


7. Pasear por Stroget: la calle peatonal más larga de Europa está llena de restaurantes y tiendas. A través de ella y de sus ramificaciones se une la Plaza del Ayuntamiento con la Plaza de Kongens Nytorv.


8. Comprar Legos: en una de las ramificaciones de la calle Stroget, verás la famosa Lego Store, con un mural gigante de Copenhague realizado con piezas de Lego. Comprar aquí es llevarte un buen souvenir danés a casa.


9. Curiosear por Christiania: el barrio antisistema de Copenhague dice que está al margen de cualquier tipo de gobierno exterior y que no depende de la Unión Europea. Sus territorios de engloban en la llamada Ciudad Libre de Chistiania. Está a media hora caminando desde el centro de Copenhague. Sus calles se han convertido en uno de los lugares más visitados de la ciudad.


10. Entrar al Tívoli: su apertura en 1843, lo hacen uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo. Cierra entre temporadas para preparar las atracciones para los nuevos visitantes. Tenlo en cuenta para planificar tu visita y mira antes en su web si está abierto en las fechas que quieres ir a visitarlo.


11. Aprender sobre la cerveza Calsberg: en 1847, J.C. Jacobsen elaboró la primera Calsberg y hoy es una de las más consumidas del mundo. Su antigua fábrica cuenta con un museo en su interior a través del cual se va mostrando su historia. ¿Sabías que su logotipo original era una esvástica? Aunque su elección poco tuvo que ver con los Nazis…


12. Ver las casitas del puerto de Nyhavn: el lugar más fotografiado de Copenhague y por cuyas casitas de colores es identificada la ciudad, es un ir y venir de turistas que pasean por sus tranquilas calles peatonales en donde vivió Hans Christian Andersen. Su mala reputación de antaño (pues era frecuentado por prostitutas y marineros) han dado paso a un gran canal lleno de restaurantes y cafeterías.


13. Abrazar a Hans Christian Andersen: en la plaza Rådhuspladsen puedes ver la estatua del gran escritor danés, justo al lado del ayuntamiento, Andersen sostiene un libro y un bastón mientras mira hacia la entrada del Tívoli.


14. Asistir a una sesión de chillout en una iglesia: Iglesia de Nuestra Señora (Vor Frue Kirke) pasa a llamarse la Iglesia de Natkirken por la noche y ofrece sesiones de chillout en sus llamadas God goes Deep sessions. En el altar colocan una mesa de mezclas y el suelo se llena de grandes cojines para que la gente se retrepe y disfrute de la música y de las luces rojizas que lo inundan todo. En su web puedes ver el horario de sus sesiones. La entrada es gratuita. http://www.natkirken.dk/


15. Andar por el Kastellet: la ciudadela de Copenhague es una de las mejores conservadas del norte de Europa. Su origen se remonta a 1626 para la defensa de la muralla de la ciudad. Hoy la zona se ha convertido en un gran parque público, aunque muchas de sus construcciones también tienen uso militar.


16. Dar una vuelta en bici: cientos y cientos de bicicletas recorren la ciudad cada día. Sus calles están perfectamente preparadas para los ciclistas y cuentan con un servicio público de alquiler bastante interesante (bybyklen.com). Conviértete en un local y haz lo que ellos.


17. Subir a la Torre de la Iglesia de San Salvador: 400 escalones son los que hace falta subir para llegar a la cima, 150 de ellos se hacen por su exterior. Esta torre barroca ofrece constituye uno de los mejores miradores de la ciudad. Precio de la entrada: 40 DDK.


18. Hacer una visita a un lugar cercano: existen multitud de empresas que hacen viajes de un día a lugares cercanos, como a la ciudad vikinga de Roskilde, y a los castillos de Frederiksborg y Kronborg. Es una buena manera de conocer otros sitios por poco dinero y en poco tiempo para que puedas disfrutar más de tu visita.


19. Cruzar el puente hasta llegar a Suecia: una de las salidas típicas desde Copenhague es cruzar el puente para llegar a Malmo. Desde la Estación Central de Copenhague tardarás 35 minutos en llegar a la ciudad sueca en tren atravesando el puente de Oresund, que cuenta con dos líneas de tren y cuatro carriles de carretera, siendo el puente combinado tren-carretera más largo de Europa.


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Dinamarca: Cómo es la visita a la Ciudad Libre de Christiania, en Copenhague



Paseando desde el centro de Copenhague llegué andando a la Ciudad Libre de Christiania en una media hora, con un frío y una lluvia considerable. La verdad es que me decepcionó un poco. Me esperaba otra cosa. Me encontré con algo que me pareció bastante decadente. La idea original de su creación me atrajo por lo atractivo de su utopía y por curiosidad. Tenía mil preguntas: ¿cómo puede existir esto en la Unión Europea? ¿Cómo lo permite el gobierno danés?... Y me fui con más duda aún.


Christiania empezó a funcionar en 1971 cuando unos okupas derribaron la valla de unos terrenos militares abandonados. La razón original fue que querían un sitio donde pudieran jugar sus hijos. A esta primera okupación, se le unió el movimiento político y cultural provo, una contracultura que atacaba las estructuras sociales del Estado y que, a diferencia de los hippies, no lo hacía de forma impulsiva, sino también de forma consciente y racional, despertando a la sociedad con preguntas y sentido del humor.



Así, los provo promueven la okupación ilegal de este terreno para hacer una comuna y crear espacios culturales. Yo no sé cómo, pero el gobierno se lo permitió. Y, en 1989, lanzó la Ley de Christiania, transfiriéndole parte de la supervisión del área de la municipalidad de Copenhague al estado danés, y aceptando conservar el asentamiento supeditado a una futura legalización y normalización.

Después de varios altercados e intentos de evacuación, en 2012 los okupas aceptaron comprar a precios muy bajos estos terrenos para convertirlos en legales y propios, pero supeditados a la comuna creada, por lo que no pueden venderse de manera individual.

Actualmente se trata de un barrio autogobernado e independiente. De hecho, cuando entras en Christiania, lo primero que te encuentras es con el letrero “Está saliendo de la Unión Europea”. Aquí las drogas blancas se permiten, no así los coches. Y cada uno puede hacer lo que le dé la gana (en teoría).

Los antisistema, que viven del sistema

Entre los residentes de Christiania hay músicos, pintores, obreros, profesores de universidad y algún médico. La mayoría paga sus impuestos como cualquier ciudadano, y un 40% recibe algún tipo de ayuda del Estado, en una curiosa contradicción con sus críticas al sistema.

Cobran el paro, las pensiones, los niños (como en el resto del país) reciben cada tres meses 300 euros para ropa, y los universitarios un salario de 750 euros al mes. Al mismo tiempo gozan de ciertos privilegios (entre otros, no pagan impuestos de bienes inmuebles ni recogida de basura).” (El país)


Sus casas, aunque sean comunales, penden de hipotecas solicitadas a los bancos, por lo que también pagan intereses al estado capitalista…

Hoy, la droga impera en Christiania. El espíritu original de este movimiento no está tan claro y, lo que empezó siendo una comuna utópica, acabó convirtiéndose en un negocio para los narcotraficantes.

En 2014, la policía danesa cifraba en 150 millones lo que mueve allí la marihuana cada año. Redadas, altercados violentos con la policía, tiroteos…, incluso simpatizantes con el Estado Islámico vivían allí. Todo esto hizo que sus propios habitantes, los originarios y los que vinieron más tarde que comparten sus ideales, se reunieran y condenaran el alto índice de criminalidad que tenían. Hicieron incluso un llamamiento a los visitantes para que no compraran cannabis allí, por el bien de Christiania.

Cómo es la visita a Christiania

Nada más pasar el arco de Christiania, la ciudad cambia completamente. En una pared tienen pintado su mapa en el que se ve cómo está organizado el territorio. Alrededor de un bonito lago se van situando las casas de sus habitantes, cada una construida y decorada como le viene en gana. El asfalto se va mezclando con los tramos adoquinados y con los caminos de tierra.


La primera calle con la que te vas a encontrar es la famosa Pusher Street, la Calle del Traficante. Aquí es donde se vende droga y donde no se pueden hacer fotos. Ni lo intentes. En cuanto entres en la calle, varios “Christianios” vendrán a pedirte amablemente que no hagas fotos. Si insististes, ese “amablemente” se convertirá en gritos. Están muy organizados y vigilan a todos los visitantes que pasean por allí.


Cerca de la entrada principal verás puestecillos de merchandising de Christiania, como camisetas, banderas, chapas, postales… con su símbolo “oficial”: la bandera roja, con tres círculos amarillos.

También encontrarás puestos de artesanía hecha allí y todos los instrumentos que quieras para fumar cannabis. A mí me dijeron que tampoco hiciera fotos de ningún puesto de venta.
En mitad de la plaza hay varios restaurantes. Yo no pasé. No sé yo las medidas higiénicas alimentarias que tienen acordadas en común los habitantes de este lugar…



Al final de la calle está el mercado central. Una gran nave llena de tiendas en las que puedes encontrar de todo, no sólo objetos relacionados con Chrisitania. Sobre todo, lo que más vi fueron herramientas y bazares. Y muchas Christiania bikes, unas bicis artesanales, que tienen un cajón delante para llevar a los niños. Las construyen ellos mismos y las venden allí.


Entre sus servicios también tienen salas de exposiciones, una guardería, tiendas y lugares para conciertos. Gente como Bob Dylan, Green Day o Eric Clapton, han actuado en su plaza. Incluso tienen su propio sistema de correo y un sistema de venta de acciones por si quieres ayudarles con los intereses de los bancos a los que pidieron las hipotecas para comprar sus casas. Antiguamente tenían hasta su propia moneda. Pero ya no es necesaria. Ah, aceptan tarjeta de crédito en todos lados.


Personalmente, no me gustó mucho la visita. Además de verme intimidada por tanta vigilancia alrededor de Pusher Street, que parecía yo una delincuente, había mucha basura por los rincones y todo estaba como en decadencia. Casas medio caídas, palés arrumbados en cualquier sitio, paredes pintarrajeadas sin sentido, jardines sin cuidar…y muchas contradicciones.

Visto el lugar, sólo te queda volver a Copenhague atravesando el arco que indica “You are now entering the EU”.



Algunas fotos de Christiania