Otra de las maravillas
que esconde la comarca burgalesa de Las Merindades es el pueblo de Frías,
considerado como uno de los pueblos más bonitos de España. Bueno, ciudad. Y es
que, a pesar de tener una población de 270 habitantes, tiene el orgullo de ser
la ciudad más pequeña de España, un título concedido por el rey Juan II en 1435
y que aún sigue manteniendo.
Su nombre procede
de Aguas Fridas y se sabe de ella por primera ven en el siglo IX durante la
ocupación del Alto Ebro. Con motivo de las luchas entre Navarra y Castilla, se
irán poblando estos territorios, pasándolos de mano en mano y construyendo
castillos defensivos, como el de Pancorbo, Tejeda o el impresionante Castillo
de Frías, levantado sobre un increíble peñasco.
Toda la
población se organiza bajo la defensa del castillo, aprovechando la estructura
rocosa de la peña y dando lugar a un conjunto medieval impresionante.
Paséate por sus calles empedradas para descubrir todos los rinconcitos que esta pequeña ciudad guarda, ve de compras por sus tiendas de productos típicos y souvenirs, y disfruta de la gastronomía local en los numerosos bares de su vía principal, la calle del Mercado. Eso sí, ve pronto para tener sitio, porque esta ciudad es un hervidero de visitantes que vienen a contemplar la belleza de Las Merindades.
Qué ver en
Frías
1. Casas
Colgadas: Frías es famoso por su espectacular conjunto medieval levantado sobre
el Cerro de la Muela. Al borde de la roca pende una hilera de construcciones
que parece que se están suspendidas sobre el vacío. Las viviendas se diseñaron siguiendo
los cánones de la arquitectura tradicional de la zona y dando solución a un
problema de espacio. Por ello, si caminas por el centro del pueblo verás que se
trata de edificios de dos o tres plantas, pero si observas su fachada desde la
parte exterior (la que aparece colgada), verás que son pisos de cuatro plantas.
2. Casa
Cuartel y Palacio de los Salazar: está situado en la plaza de Alfonso VIII, en
la actualidad acoge la Oficina de Turismo de Frías. Conserva el escudo con las trece
estrellas de los Salazar. Su exterior está decorado con el cordón de San
Francisco.
3. Iglesia de
San Vicente Mártir y San Sebastián: junto al castillo tienes este templo,
también situado en un extremo del precipicio. Originalmente fue románico,
aunque de esta época queda poco. En 1904 se cayó su torre y se tuvo que
levantar otra iglesia en su lugar. Para ello contaron con la financiación del
Museo de los Claustros de Nueva York (The Cloisters), a quienes le vendieron la
portada románica a cambio del dinero para construir un nuevo templo. Y ahí
permanece, en pleno Manhattan.
4. Castillo de
los Duques de Frías: es el monumento más representativo del pueblo y el que
destaca sobre todo el conjunto. Su construcción ya parece un imposible, allí
subido sobre el roque más alto del cerro. Se levantó a finales del siglo XII
sobre una fortaleza anterior para defender a la villa y controlar todas las
vistas sobre el valle y el paso del Ebro. A su interior se accede a través de
un puente levadizo sobre un foso excavado en la roca. El conjunto de la torre
del homenaje está separado del resto de la edificación manteniendo su propio
sistema de defensa.
5. Mirador el
Peñasco: para obtener las mejores vistas de Frías suspendido sobre su cerro, acércate
al mirador que se encuentra en la BU-504 en dirección a Tobera. Allí se han
habilitado unos peldaños con unas cuerdas como barandilla para que disfrutes de
este genial espectáculo. Detrás del mirador, junto al río Molinar hay un extenso
aparcamiento para autocaravanas.
6. Puente
Medieval: para verlo tendrás que coger el coche y dirigirte hacia la BU-504
durante 1’5 km. Allí mismo tienes un aparcamiento para que disfrutes de uno de
los monumentos más valiosos de Frías y uno de los mejores ejemplares de puente
fortificados de España. Tiene su origen en una antigua calzada romana que salvaba
aquí el Ebro y que mantenía el comercio entre la meseta y la costa cantábrica.
Su construcción como estructura defensiva se realizó durante la repoblación de
Alfonso VIII y la torre puede que se la añadieran en el siglo XIV para cobrar
el pontazgo.
Antes de
abandonar este lugar, acércate a la aldea de Tobera (a tan sólo 2 km) para caminar
por su Paseo del Molinar mientras contemplas la explosión de cascadas y saltos
de agua que lo recorren.
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