De día, el barrio de Roppongi es bastante tranquilo, hay muchos rascacielos y japoneses de negocios de un lado para otro con su maletín. Pero de noche se transforma con strippers, discotecas, pubs, prostitutas...
Andando llegué a Roppongi Hills, una de las urbanizaciones
más impresionantes de la ciudad. Con un montón de esculturas de arte moderno en
plena calle, es una de las zonas más exclusivas para vivir. La Torre Mori, de 54 pisos, alberga
algunas de las primeras empresas del mundo (Ferrari, Yahoo, Google…), el Mori Art Museum y el mirador Tokyo City View, cuya entrada cuesta y no tiene nada que envidiar a las vistas en el Tocho, gratis.
En la plaza de abajo se encuentra
la sede central de la Televisión Asahi.
La verdad es que me pilló de sorpresa, pero entré gratis cobijándome del
calor asfixiante. Dentro puedes ver fotos y esculturas de estrellas de la
televisión, un Shin Chan dorado y sellos que tienes que ir recolectando sin
saber dónde se recogen ni para qué (algo usual, como ya me pasaría después en Odaiba). Al final, sólo conseguí coger un sello.
Dando vueltas por la zona de las
embajadas, muy perdida, decidí pararme en una pastelería enorme.
Disfruté de dulces típicos y me compré un dulce que había visto en muchas
fotos y que lo acompañaban con helado. Para mi sorpresa, tan sólo era pan de
molde, muy gordo, que se lo comen con helado en lo alto y decorado. Pero no
deja de ser pan… y encima muy muy insípido.
Siguiendo por las avenidas
llegué a la Tokyo Tower. Es 13
cm más alta que la Torre Eiffel, a la que tanto se parece, aunque está pintada
de rojo y blanco. El primer piso tiene un acuario (1000¥) y en el tercero un museo de cera (870¥). La visita no merece mucho la pena y se suele decir que es la
típica trampa para turistas. Allí vi otro concurso de bikinis
que no entendí muy bien, ya que toda la decoración era navideña. 😂
Terminada la mañana, decidí pasar la tarde visitando la parte más tradicional de Ueno: Yanaka.
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