Cogí el tren Kamome
9 en la estación de Hakata (Fukuoka) a las 8’57 y a las 10’50 ya estaba en
Nagasaki. Salí de la estación y comencé a andar hacia la Catedral de Urakami, a
unos 40 minutos andando. Existen autobuses y tranvías que llevan allí, pero yo preferí
ir caminando para callejear un poco. El camino no es difícil y es casi recto.
La Catedral de
Urakami se encuentra sobre una pequeña colina desde la que se obtienen buenas
vistas de Nagasaki. Su historia se remonta a la persecución que sufrieron los
cristianos de la aldea de Urakami (al norte de Nagasaki) durante los años 1869
y 1873, época en la que muchos tuvieron que emigrar y otros fueron
martirizados. Al abolirse esta persecución, los cristianos volvieron a sus
casas y decidieron construir su propia catedral.
Para ello
compraron los terrenos en los que había tenido lugar las pruebas de fe con la
que interrogaban a los sospechosos de cristianismo, como pisar imágenes de la
Virgen o de Jesús. Y erigieron una catedral que tardó en construirse medio
siglo. En 1925 era la catedral católica más grande de Asia oriental.
Poco duró la
alegría. La caída de la bomba atómica veinte años después detonó a medio
kilómetro de distancia de la catedral, destruyéndola por completo.
Años más tarde los cristianos quisieron construirla de nuevo, pero el gobierno de Japón se
empeñaba en preservar sus ruinas como símbolo del horror pasado. Finalmente lo
consiguieron en 1959. Al ser el proyecto llevado a cabo por las autoridades
municipales el lugar no ha sido incluido dentro de la lista de Patrimonio de la
Humanidad de la Unesco dentro de la candidatura de Sitios de los Cristianos Ocultos en la región de Nagasaki.
Hoy, en la
cuesta que lleva al templo se pueden ver algunas estatuas de la catedral
original. También quedan expuestos algunos restos en el Parque de la Paz, el
Museo de la Bomba Atómica y en la sede de la ONU en Nueva York, en la que se exhibe
la estatua de St Agnes de Nagasaki.
Su interior es
bastante austero, no se pueden tomar fotos y la entrada es gratuita.
Siguiendo las señales que parten de la base de la colina que da acceso a la catedral, se llega al pequeño Parque Tenshu, donde hay aseos tradicionales gratuitos, y al Parque de la Paz en unos diez minutos andando.
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