Después de visitar
los Jardines Glover y la Iglesia de Oura, me dirigí de nuevo al barrio chino de
Nagasaki para ver uno de los festivales más importantes de la prefectura.
Se trata de un festival
de Obon, una celebración budista que honra el retorno de los espíritus de
los ancestros.
La gente, cuando sale de
trabajar, va a visitar las tumbas de sus familiares, las limpia, les
pone flores y reza por ellos. Hasta aquí sería algo parecido a nuestro
día de Todos los Santos.
Los budistas tienen la
creencia de que durante el Obon los espíritus vuelven a la Tierra y
hay que recibirlos con celebraciones y bailes a los que están invitados vivos y
muertos. La última noche de celebración es en la que los espíritus se marchan y
se encienden velas y hay fuegos artificiales para despedirlos.
Lo original
que tiene la fiesta en esta ciudad es el Nagasaki Shōrō Nagashi, la Procesión
de los barcos de los espíritus, que se celebra cada 15 de agosto por la noche y
que está influenciada por tradiciones de origen chino.
Durante
semanas, los familiares de los fallecidos durante ese año construyen barcos llamados
shouroubune y que están hechos de bambú y otros materiales. Estos barcos se
decoran con la foto del difunto y con cosas que eran características de éste
(cosas de su trabajo, de sus aficiones, de sus gustos…) y con farolillos
japoneses y el blasón de la familia. Por ejemplo, éste es el de una profesora
que va paseado por sus estudiantes.
La elaboración
de los barcos es bastante costosa, llegando a sumar cifras de más de 22.000€. Hay
muchas familias que no tienen ese dinero y se unen para construir un moyaibune,
un barco más largo que está realizado por los vecindarios, diversas
organizaciones o por el gobierno local. Estos barcos del barrio están adornados
con el emblema de la ciudad y un montón de linternas de papel con los nombres
de las familias.
Los
participantes en la procesión llevan los barcos desde la casa del fallecido y
lo pasean por las calles del centro de la ciudad hasta llegar a Nagashiba. Para ello,
muchos llevan un happi con el emblema de su familia u organización, pañuelos en
la cabeza y los tabi con suelas de goma.
El
ruido es ensordecedor. Hay música, gongs y miles de petardos para acompañar a
los espíritus a Sukhavati (el paraíso). Por eso, es recomendable llevar tapones
para los oídos para no acabar sordo.
Me llamó la
atención la cantidad de cerveza que bebían los participantes de la procesión.
En la parte de atrás de los barcos o en un carrito auxiliar, llevaban neveras
llenas de cerveza que iban sacando de vez en cuando entre petardo y petardo.
También me
llamó la atención que no cortaran las calles para realizar el acto. Los
guardias iban delante e iban cortando el tráfico conforme llegaba la procesión
y cuando dejaban de pasar barcos, volvía a abrir el tráfico. Todo ello para no alterar
demasiado la vida de las personas que no estaban celebrando este matsuri.
Aunque vi gente
preparando los barcos durante todo el día que pasé en Nagasaki, el desfile lo
vi en Kenchozaka. Desde allí se puede ver muy bien la procesión y estaba bastante
cerca de la estación de tren para poder volver a Fukuoka.
Aquí dejo algunos vídeos sobre esta curiosa celebración:
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