El ferry más común llega desde Wellington a Picton en tres
horas y media. Picton es un pueblo de
unos 400 habitantes que en verano se llena de bullicio. Para ser el principal
punto de destino de viajeros que vienen de la isla norte en barco, asombra que
sea tan pequeña y que tenga tan pocos servicios.
Yo llegué a las 6’30 de la mañana. Aún de noche, no
había ni una cafetería abierta. Esperé un poquito a que amaneciera y me di una vuelta por el puerto. Es bastante bonito, con unas casitas pequeñas
que forman las calles principales: London Quay, Dublin Street y High Street.
La población se encuentra alrededor de un barranco, al
inicio del fiordo Queen Charlotte. Y las vistas desde la orilla son preciosas. Aparte
de esto, el pueblo no ofrece mucho: unas cuantas caminatas y dos museos algo
caros: Edwin Fox Maritime Museum (10$ para ver el interior de un antiguo barco)
y Picton Museum (5$ por ver la historia de Picton y fotografías antiguas).
Al final, me harté de esperar a que abriera algo y me fui a Blenheim, a 29 km, mucho más grande (más de 26.000 habitantes), pero
con los edificios más desperdigados y sin tanto encanto.
Mi viaje para ese día era bastante largo: atravesar
desde Picton todas las montañas de los Alpes Neozelandeses para llegar a
Westport. Para ello, lo primero que tuve que pasar fue la región vinícola de
Marlborough, donde se producen tres cuartas partes del vino de toda Nueva
Zelanda en sus más de 140 bodegas. Más de 40 permiten la entrada turística, pero
son bastante caras. No obstante, disfrutar de la carretera plagada de viñedos a
ambos lados ya merece la pena.
Nelson Lakes
Los viñedos se van acabando y el paisaje cambia completamente
conforme te acercas al Parque Nacional de los Nelson Lakes. Las hayas y las
montañas con sus cumbres nevadas rodean los lagos Rotoiti y Rotoroa.
Desde Murchinson, para seguir bajando hacia la costa oeste,
hay dos caminos desde Inangahua Junction: seguir por la SH6 hasta
Westport o coger la SH69 para ir Gerymouth atravesando Reefton. Yo decidí seguir la primera ruta porque quería atravesar el puente colgante
más largo de todo el país.