Si hay algo característico de Oamaru es el Steampunk. Desfiles, fiestas, espectáculos, exposiciones, geste vestida así por la calle… es casi una forma de vida.
Pero, ¿qué es el Steampunk?
Es algo bastante raro. Empezó como un subgénero dentro de la
ciencia ficción en los ochenta y su creador fue K. W. Jeter, un escritor cuyos
relatos estaban ambientados en el siglo XIX pero con un extraño estilo histórico
lleno de retrofuturismo: la civilización ha tomado una camino científico
diferente al actual, reemplazando los modernos avances científicos de ahora por
la tecnología del vapor (steam) y el carbón. Algunos incluso mezclan criaturas
mitológicas, terror, elementos mágicos con los elementos tecnológicos y
anacrónicos propios del Steampunk.
El Steampunk HD de Oamaru
Esta galería de arte merece una visita obligada si pasas por esta ciudad. La verdad es que me sorprendió muchísimo. En la entrada hay
una locomotora que se enciende si le echas un dólar. Me asomé un poco para
ver la puerta y salió un señor muy extraño: bastante gordo, con el pelo blanco largo y
la barba también, y vestido como un motero americano. Se ahogaba hablando y no
paraba de fumar. Me hizo muchas preguntas y me convenció de que entrara a
la galería para verla, contándome todo lo que iba a ver dentro (unas tres o
cuatro veces). Con tal de no escucharlo más, entré.
En el hall había varias figuras raras de toros que valían
una milloná. Dentro, sonaba una música extraña a todo volumen y sonidos
electrónicos, y una voz de mujer que cada minuto decía “Welcome to Steampunk HD”,
una y otra vez. Rayante a tope.
Entré por una de las puertas y todo estaba en penumbra,
con esa música y un ambiente raro de narices. Máquinas oxidadas,
esculturas terroríficas, inventos
extraños que se podían activar… y un denominador común: el polvo. Yo no sé si
era para crear ambiente, si es algo característico del Steampunk (que poco
sabía yo – y sé – del tema), o si el hombre llevaba sin pasar una escoba por
allí desde que se creó el movimiento en los ochenta. A saber…
A través de otra puerta salí al patio. Allí había una
amalgama de cosas varias oxidadas, desde un misil hasta una moto enorme. Daba
cosa tocarlas por si te cortabas y pillabas el tétanos.
De vuelta adentro, bajé por unas escaleras estrechitas de
caracol, llenas también de polvo. Abajo me esperaba lo más raro de la exposición.
El ruido taladrador allí taladraba mucho más y, en mitad del sótano, había una
antigua silla de dentista en la que te podías sentar para ver una proyección en
la pared de ladrillo de la habitación. La proyección era de elementos geométricos
mareantes. Al otro lado de la silla había una mesa de bar con sifones y con una
nevera de calavera.
El estar allí metida en ese sótano, con la música,
sin luz, con la proyección de formas raras, rodeada de polvo y calaveras, y,
encima, la silla de dentista presidiendo la sala… imagínate el panorama.
Cuando salí de la galería, el hombre me paró otra vez y
me preguntó si me había gustado. Le dije que sí y… ¡me volvió a repetir
otra vez el discurso de lo que había dentro de las habitaciones! Ya no sabía cómo iba a salir de allí.
Una experiencia única, sin duda. Aunque… no me quedó muy
claro a mí ni lo que vi, ni lo que realmente pasaba por la mente de ese
señor 😕
Aquí dejo unas fotos para que te hagas una idea de esta
famosa galería: