Parecen encantadores, pero aprovechan el más mínimo descuido para robar lo que puedan. Cámaras, móviles, bolsas, mochilas, comida… Todo les sabe a poco. Aparecen de los techos de los templos, o corriendo entre la hierba y donde más los podemos encontrar es en la entrada del impresionante Angkor Wat.
La táctica que más me impresionó: dos monitas dando
de mamar a sus crías mientras un montón de turistas nos agolpamos para sacarles
fotos y grabarlas. Entretanto, un mono grande nos observa desde la distancia
y…¡empieza a correr hacia nosotros!
Como todos estamos embelesados mirando a las monas, él aprovecha para agarrar lo que pilla y luego repartirlo con los demás. Estrategia que usan todos los días para coger comida. Sin palabras.
Hay que tener cuidado con ellos y no empezar a forcejear. Su mordedura puede transmitir enfermedades como la rabia y arruinarnos nuestro viaje.