En el hotel de Siem Reap contraté un tuk tuk para que me llevara al aeropuerto. Mi vuelo salía a las 14’00 y en un aeropuerto tan pequeño no había mucho que hacer. Por lo menos había wifi gratis y decente.
El vuelo lo contraté a través de Travelgenio.com
y me costó 115€. Aquí me timaron, pues en el billete ponía
que el vuelo tardaba 1 hora en llegar al destino y que hacía una parada
técnica. Para nada. Volamos durante 40 minutos, llegamos al aeropuerto de Pakse
con una parada técnica encubierta (pues se bajaron y se montaron nuevos
pasajeros) y otra vez volamos durante 40 minutos para ir, por fin, a Luang
Prabang.
Se supone que la diferencia entre una parada
técnica y una escala está en que en la primera no se suben nuevos pasajeros. El
avión para para hacer una revisión, echar combustible, dejar correo… Al hacer
una escala encubierta, nos cobran más por el billete porque es un vuelo en el
que no vas a perder el tiempo con escalas, pero lo pierdes igualmente.
En el aeropuerto de Pakse nos dejaron en una sala
con una tienda minúscula y un servicio cutre. Pequeñísimo todo. Parecía más una
estación de autobuses.
Mi vuelo lo hice con Lao Airlines, en un avión
pequeñísimo, de hélices. Nunca había montado en un avión así. Impresiona la
velocidad con la que despega y aterriza. El personal muy amable y me dieron un
pequeño aperitivo con sándwich en los dos tramos. Las vistas, increíbles. Parecía todo selva virgen.
Al final, con las tonterías, llegué a Luang
Prabang más tarde de las 18’00. Ya casi de noche y con llovizna. Saqué el
visado, pagando en dólares, y fui a cambiar dinero. Imposible. Ya estaba
todo cerrado. Me dijeron que me cambiaban en el puesto de taxis, pero el
cambio era orientativo. Vamos, que se pensó un rato a cuánto ponía el cambio el
tío del mostrador. Me lo escribió en la calculadora como diciendo “Esto es. Por ejemplo.” Como se lo había inventado y en los carteles de las casas de
cambio que había cerradas ponía otro, pasé del tema.
Cogimos una minivan allí mismo, que pagué al
mismo tío del puesto. Me metió en el coche con otro extranjero y nos llevó al
hotel, aunque se equivocó dos veces de camino. Empezamos con buen pie la noche.