Llegué al aeropuerto de Luang Prabang en el tuk tuk que
había reservado en el hotel. El vuelo salía a las 13’00. Lo había reservado a través de la web de Travelgenio. Aquí también me la volvió a jugar Travelgenio. En mi vuelo
de Siem Reap a Luang Prabang tuve problemas con la supuesta “escala
técnica”, que era una escala encubierta en toda regla. Y en el viaje desde
Luang Prabang a Hanoi me dieron una escala breve pero adecuada. Tenía el
tiempo justo para
pasar de la terminal doméstica a la internacional en el
aeropuerto de Vientiane.
Pero unos días antes me avisaron por email de que mi vuelo va a salir con retraso. Así que ya no me daba casi tiempo a poder pasar de
una terminal a otra. Intenté contactar con Travelgenio, pero no hubo manera.
Sólo aparecía un número de teléfono y no atendían vía email. En el otro
lado del mundo no se puede depender sólo de un número de teléfono. ¿Cuánto
dinero me iba a costar intentar hablar con ellos?
Por eso lo intenté por otra vía. En el aeropuerto
avisé a la compañía (Lao Airlines) de lo que me pasaba. Las azafatas
hablaban perfecto inglés, pero me dijeron que no me preocupara, que daba tiempo
de sobra porque el aeropuerto de Vientiane era muy pequeño. Aun así les
pregunté que, si había algún problema por su culpa y no podía coger el
vuelo de enlace que qué pasaba. Me respondieron que eso era muy raro, pero que
intentarían reubicarme en el de por la noche a Hanoi, pero… lo tendría que
pagar íntegro yo.
Yo no me lo podía creer. Si es culpa suya por retrasar el
viaje… pues, nada, que no hubo manera. Ellas estaban empecinadas en que daba
tiempo de sobra.
Efectivamente, el vuelo salió retrasado. Llegué a
Vientiane con tan sólo media hora para poder embarcar bien. Claro, tiempo de
sobra si… sólo llevas el equipaje de mano. En cuanto tuve que esperar a que
llegara mi equipaje, pues no me dio tiempo.
Cuando llegué al mostrador de Lao Airlines se lo
expliqué a la azafata de allí. Ella ni se inmutó, dijo que estaba ya todo
cerrado. Menos mal que a un señor mayor que estaba con ella le di mucha pena
y me hizo el favor. Llamó por teléfono a los de los controles y me fue
pasando colándome delante de todo el mundo. No tuve ni que facturar, porque ya no
les dejaba el programa. Cogieron mi equipaje y lo metieron en cabina.
Todo corriendo a toda hostia.
Menos mal que al final pude llegar justo cuando estaban cerrándolo todo. Ahogada, pero llegué. Todo gracias al señor mayor que se apiadó de mí. Siempre hay gente buena...
En ambos vuelos me dieron una botella de agua y un
aperitivo, que es de agradecer.