Por la mañana, muy tempranito, ya tenía en la puerta del hotel a mi conductor, Saroh, para llevarme a los templos. Y es que más tarde, es imposible por todos los turistas que se agolpan en los recintos. Pero, tampoco puedes ir al amanecer, ni al atardecer, porque estarás en las mismas…
Ir a Angkor es bastante fácil: tan sólo hay que
seguir la carretera de la avenida en la que están los Jardines de la
Independencia y el Museo de Angkor. Todo recto, durante unos 5 km.
De los tres tipos de entradas que existen, yo opté por la de un día. Ni tenía mucho tiempo, ni tampoco quería dedicarlo todo a los templos. Y, es que, después de la impresión y el
entusiasmo inicial… luego ya me parecían muy repetitivos. Pero eso ya, depende
de cada uno.
Sarah me llevó a las taquillas. Allí me hicieron
una foto y me dieron impresas las entradas. En ellas aparecen los datos personales para que no se puedas falsificar.
A continuación, acordé con mi conductor que
iba a hacer el recorrido corto, viendo lo imprescindible. Y es que hay tres
complejos que no te puedes perder: Angkor Wat, Bayón y Ta Prom. Este circuito
tiene un recorrido de unos 17 km.
Angkor cuenta con el edificio religioso más grande
del mundo: Angkor Wat. Es Patrimonio de la Humanidad y el orgullo de Camboya.
Gracias a él, la zona se está revitalizando y están consiguiendo ganar algo de
dinero que invertir en el país. En su reconstrucción y mantenimiento están
participando otros países, como China o Corea.
Su construcción comenzó en el 802, con el rey
Jayavarman II, quien unificó los reinos que habitaban en Camboya e inició una
época que llevaría al florecimiento del imperio jemer. Desgraciadamente, su
declive comenzó en el siglo XIV y, en el XV, quedó olvidada hasta que un
explorador francés la descubriera en 1860. Allí tan sólo quedaba un monasterio
con monjes y esclavos.
1. Angkor Wat: es la estampa más bella de toda Camboya. Te pone
los pelos de punta. Se realizó a principios del siglo XII y representa el
universo según el hinduismo. En su centro se halla el Monte Meru: la torre
central de Angkor Wat. Todo ello rodea por un foso, que simula el mar.
2. Angkor Thom: se construyó junto al rio Siem Reap a finales del XII. Constituye la ciudad fortificada del complejo, que llegó a albergar a más de un millón de personas. Está lleno de templos, entradas, esculturas… Las puertas piramidales de 28 metros de altura muestran las cuatro caras de Avalokiteshvara, que protege la ciudad mirando a los cuatro puntos cardinales. Uno se puede perder fácilmente entre tanta jungla.
● El Bayon: mundialmente famoso por Tom Raider. Se halla
en el centro de la ciudad y es todo un misterio. Contiene más de 200 caras con
una enigmática sonrisa, que adornan 37 torres.
En frente de la entrada hay una zona de
restaurantes callejeros, con unas condiciones un poco… malas. Delante de ellos
se agolpan las decenas de tuk tuk aparcados, con los conductores descansando
mientras esperan a sus turistas. También hay un sitio donde contratar un paseo
en elefante. No lo recomiendo para nada. Los animales están en unas
condiciones pésimas y son muy maltratados.
● El Baphuon: dedicado a Shiva y simulando una
montaña.
● Phimeanakas: es el más antiguo del complejo. Fue construido
en el siglo X.
● La terraza de los elefantes: constituye un paseo de
350 metros por donde desfilaban las tropas reales.
En cada esquina de la ciudad fortificada verás un pequeño
templo Prasat Chrung, en el que la gente sigue dejando sus ofrendas, y pequeñas pagodas, como la de Preah Ngok:
3. Ta Phrom: otro de los imprescindibles. La naturaleza
ha echado raíces en el templo. Construcción y vegetación se unen resultando en
una belleza sin igual. Piedras inmensas se ha ido cayendo y depositando en el
suelo, entre los árboles, y siendo el único remanente de las pasadas
bibliotecas, salones de bailes, templetes… que llenaban el templo.
4. Ta Keo: justo antes de irte visitarás este
inacabado templo dedicado a Shiva. Su construcción se abandonó de repente por
razones desconocidas.
De vuelta a Siem Reap, con la llovizna,
aproveché para comer algo en Pub Street y darme una vuelta por el centro.
De postre, una parada en el único centro comercial de Siem Reap, Lucky Mall, para comprar un coco de gelatina.