1. Pasear por sus calles: el ambiente colonial y tranquilo de esta ciudad es digno de que disfrutes de él lentamente, sin prisas. Aquí no hay estrés, no hay barullo, nadie va corriendo… hasta las motos va lentas. Entre lo tradicional y lo moderno, lo urbano y la selva, un tranquilo paseo hará las delicias de cualquiera.
2. Participar en el Tak Bat (Procesión de las
ánimas): todos los días, a las 5’30 de la mañana, aunque llueva, los monjes
realizan su procesión pidiendo comida. Hay bastantes, en su mayoría jóvenes y
niños. Por un módico precio puedes alquilar un sitio en la acera y comprar un
poco de arroz para dárselo como ofrenda.
3. Visitar el Palacio Real: un museo que se ve
rápido, pero cuyo salón principal asombra por la majestuosidad de sus paredes. La
pieza más importante es la Phabat de oro, una imagen de Buda, del siglo XIV,
que se saca en procesión una vez al año, durante el año nuevo budista. De ella
deriva el nombre de la ciudad: Luang Prabang.
4. Hacer un recorrido por los Wat (templos) de la
ciudad. Hay un montón.
5. Subir a Phu Si: una colina que se encuentra en
mitad de Luang Prabang, desde allí se obtienen unas vistas impresionantes. Para
acceder a ella hay que armarse de paciencia y subir 328 escalones en zig zag.
6. Comprar gangas en el Mercado Nocturno: el
mercado más tranquilo de Asia, así es como lo llaman. Y tienen razón. Sin
apretujarse, sin gritos, sin prisas. Se regatea un poco y a seguir comprando
souvenirs.
7. Cenar en los buffetes de la Food Street en el
Mercado Nocturno: en una de las callejuelas alejadas del centro del Mercado
Nocturno, aparece esta calle estrechita, cubierta con toldos. En ella hay un
montón de puestos de comida, destacando los buffets. Por 1$ puedes comer todo
lo que te quepa en el plato. Siempre está a reventar de turistas.
8. Probar los dulces laosianos: herencia de la
época colonial francesa. Sus dulces están para chuparse los dedos. Hay un
montón de pastelerías que harán que se te vayan los ojos mirando escaparates,
como la famosa Le Banetton. A la salida del Mercado Nocturno, hay un
puestecillo con dulces baratos y deliciosos.
9. Apuntarse a un curso de cocina: la cocina laosiana
es muy peculiar y especiada. Muy rica en vegetales. En muchos hoteles y
restaurantes del centro se dan clases de cocina o demostraciones. También en
las agencias de Tourist Street os pueden informar sobre éstas.
10. Darse un masaje en Tourist Street: en la
prolongación de esta calle hay un montón de centros de masaje. Pequeñitos,
acogedores y con un toque zen muy agradable.
11. Cruzar un puente de bambú: si tienes la suerte
de ir en la época seca (yo no la tuve), hay que cruzar uno de estos
puentes de quita y pon. Se pagan unos céntimos y se siente la experiencia.
12. Visitar algún centro de artesanía: aunque hay
muchas tiendas de artesanía en Luang Prabang, siempre es bueno ir a ver cómo
hacen estos artículos in situ. Hay varios centros que se pueden visitar.
13. Visitar una granja: en los alrededores de la
ciudad hay varias granjas en las que se puede entrar y dónde te enseñan cómo es su
vida diaria. Incluso puedes plantar o cosechar arroz con ellos. Suelen ser algo
caras para los precios de la zona.
14. Alquilar una bici: casi no hay tráfico y la
zona turística la cierran, incluso a los tuk tuk, cuando es fin de semana. Esto
lo hace ideal para que puedas dar una vuelta tranquila disfrutando de los
monumentos y de la ribera del río.