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7 lugares imprescindibles que ver en Ampudia

En la comarca palentina de Tierra de Campos, a unos veinte kilómetros de Palencia, Ampudia es un destino obligatorio si estás recorriendo esta provincia.

Con una población que no llega al millar de habitantes, su historia está ligada a los Rojas, quienes poseyeron el antiguo feudo de Fuent Pudia y consiguieron elevarlo a villa en el siglo XV. En 1965, sus vestigios medievales hicieron que fuera declarada Conjunto Histórico-Artístico.

Qué ver en Ampudia

1. Castillo de Ampudia: está considerado el castillo mejor conservado de la provincia de Palencia. Fue mandado construir en 1461 por García López de Ayala, el primer titular del Mayorazgo de Ampudia y bajo el auspicio del Duque de Lerma albergó las cortes generales de España en unas cuantas ocasiones. En 1960 fue comprado por Eugenio Fontaneda (el de las galletas) para albergar su colección de arte y antigüedades, en cuyo interior puedes visitar. Precio: 4€. La entrada hay que concertarla antes llamando por teléfono al 699 484 555 o poniéndose en contacto con la Oficina de Turismo.


Lo que más te llamará la atención será el entorno en el que se encuentra situado, un pequeño cerro sembrado de zarceras que asoman por todos lados y que muestran la cantidad de bodegas subterráneas que rodean al castillo. 

2. Ermita de Santiago: esta bonita y pequeña construcción del siglo XVI se levanta justo al lado del castillo, en el mismo cerro. Originalmente estaba unido a la muralla, pero hoy vemos el resultado de la reconstrucción que llevaron a cabo a mediado del XIX.

3. Colegiata de San Miguel: ya en el centro del pueblo, destaca este edificio cuya torre, de 62 metros de altura, está considerada la Giralda de Campos. La obra data del siglo XV y en su interior destaca la Capilla de Santa Ana y la de San Ildefonso, donde se encuentran los sepulcros de los fundadores. A principios del siglo XVII adquirió el rango de Colegiata, gracias al patrocinio de Francisco de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma.

4. Museo de Arte Sacro: está situado frente a la Colegiata, en el antiguo convento de San Francisco del siglo XVII, del que aún queda su iglesia de estilo renacentista y decoraciones mudéjares. En su interior se halla una gran colección de piezas que van desde el siglo XII hasta el XVIII y que muestra ejemplares escultóricos, pinturas, obras de orfebrería, muebles y ropajes relacionados con la liturgia. Precio: 3€

5. Calles porticadas: de todo el conjunto medieval destacan la calle Ontiveros y la calle Corredera, ambas porticadas con postes de madera del siglo XVII, aunque también se conservan algunos del XIII. La mayoría de las casas de estas calles son de dos pisos, están hechas de adobe y ladrillo y poseen también un desván. El origen de estas calles se remonta a la época de Felipe III, cuando se celebraba una feria franca en la localidad y los comerciantes se ponían debajo de los pórticos para protegerse del sol o la lluvia.

6. Pósito Real: construcción del siglo XVI que actuaba como almacén de grano. Hoy funciona como sala de exposiciones.  

7. Hospital de Santa María de la Clemencia: este antiguo edificio alberga la Oficina de Turismo y un curioso museo dedicado a la medicina y que se puede visitar en su piso superior. Los utensilios que se exponen han sido cedidas por el Colegio Oficial de Médicos de Palencia. Dentro del antiguo hospital también puedes ver una serie de maquetas que forman parte de la colección de Sebastián Vaquero.

Si te ha quedado tiempo, puedes aprovechar también para visitar el Monasterio de Nuestra Señora de Alconada, que se encuentra a 2 km del pueblo y que está habitado por las hermanas cistercienses. Sus planes futuros incluyen la creación de una hospedería. También puedes acercarte a Dueñas y comprar chocolates Trapa


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Cómo son los Jardines de la Quinta del Pardo

Uno de los lugares más olvidados y no incluidos en las visitas tradicionales que se hace a El Pardo son los Jardines de la Quinta del Duque de Arco, un recinto no muy extenso, con amplio aparcamiento y que te puede proporcionar una sobremesa tranquila después de disfrutar de todas las delicias gastronómicas y paisajísticas que tiene este entorno.

A tan sólo 3 km del centro de El Pardo, se encuentra el desvío hacia el monte que alberga este singular enclave. En la misma carretera de la entrada tienes un merendero en frente del cual también puedes aparcar. Desde allí, la carretera te lleva hasta el arco de la Puerta de Madrid, que da acceso al conjunto. Una vez atravesado el arco, el camino te lleva directamente a la parte baja de los jardines. 

En sus orígenes este lugar no era más que una casa de labor llamada la Quinta de Valrodrigo, perteneciente a Francisco Quirivia. El duque del Arco, Alonso Manrique de Lara y Silva, Caballerizo Mayor de Felipe V y alcaide de El Pardo, la compró en 1717 y construyó en sus tierras un palacete, un jardín y varias huertas. A su muerte, su viuda cedió la propiedad a Felipe V, quien la incorporó al Real Sitio de El Pardo, integrándolo en el Patrimonio Real.

En el siglo XX fue residencia del Presidente de Estado, Manuel Azaña, en la época en la que fue declarado Monumento Nacional. De hecho, fue aquí donde le sorprendió el golpe de estado de 1936. Hoy pertenece a Patrimonio Nacional.

A ambos lados del camino que va desde la entrada hasta los jardines se pueden ver los restos de la huerta original, hoy está llena de hileras de olivos y árboles frutales, que te acompañan hasta la parte baja. 

Su diseño se debe a Claude Truchet, siguiendo las influencias francesas de la época y añadiéndole algunos rasgos españoles e italianos. Su creador concibió un espacio delimitado a través de distintas rampas y escaleras aprovechando la fuerte pendiente del terreno, dividiendo en terreno en cuatro grandes terrazas. Cada una de ellas está ajardinada con parterres de estilo francés.

En el centro del jardín inferior se encuentra la Fuente de los delfines. Justo en frente, se halla una bonita escalinata que lo une con el Plano de la Cascada, formado por cuatro cuadrados de boj y una cascada de piedra

Subiendo por la escalera del lateral, llegarás al tercer plano del jardín. Antiguamente contaba con varias estatuas, pero éstas y otras ornamentaciones originales ya han desaparecido. En el centro de los cuatro cuadros que lo componen, se encuentra la Fuente Ochavada.

Otra escalera lleva al plano superior, en la que destacan dos secuoyas rojas, que fueron añadidas posteriormente durante el reinado de Amadeo de Saboya, en el último tercio del siglo XIX. 

El jardín acaba en el Plano del Estanque. Es curioso que al final de todo el conjunto no se encuentre el palacio, sino que el camino termine en un gran estanque con una gruta artificial, defendida por diez hornacinas decoradas con grandes jarrones y por una gran verja de hierro en la que aparece la corona real.

El Palacete de la Quinta

A la izquierda de los jardines, sobre un collado al que se accede por una bonita escalinata, se puede ver el Palacio de la Quinta, desde el que se obtiene una visión completa del conjunto y de parte de las huertas. 


En su interior hay quince estancias, distribuidas en un sótano utilizado por los sirvientes, la planta noble y una buhardilla. Su decoración está realizada con papeles pintados franceses de 1820 (la mejor colección que tiene Patrimonio Nacional) y aún quedan restos de mobiliario y alfombras de la época de Fernando VII e Isabel II.

Lo que ves actualmente es fruto de la reconstrucción que se llevó a cabo en los años cuarenta para albergar a la Sección Femenina, especializada en formadoras para música, cultura y bellas artes de la Academia de Mandos Isabel la Católica, que fue inaugurada por Franco en 1942, época en la que el estanque se utilizó como piscina recreativa. Posteriormente, durante los años setenta, se utilizó para celebrar las audiencias del príncipe Juan Carlos y Sofía.

Hoy, los pabellones de servicios para guardas y oficinas que se construyeron en frente del palacio, se han habilitado como Colegio Público de Educación Especial de la Comunidad de Madrid.

Visitas:

➤ Desgraciadamente, el interior del palacete no se puede visitar. Tan sólo es posible pasear por sus jardines. Aunque sí que puedes alquilarlo para fiestas privadas. 😒

Horario: todos los días, de 8'00 a 18'00.

Entrada: gratuita.


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7 lugares imprescindibles que ver en Torrijos

Habitada desde el Paleolítico, la zona de Torrijos estuvo poblada por celtas, romanos, visigodos, árabes y cristianos. Su nombre procede de la palabra latina turris, que hace mención a la torre romana que existía antiguamente en este lugar.

Fue Alfonso VI quien la reconquistó en 1085 y a partir de ahí empezó a cobrar mayor importancia, contando a lo largo de los años con una mezquita, un templo gótico-mudéjar y dos sinagogas. Todo ello estaba rodeado por una gran muralla que se perdió en el siglo XIX.

Hoy sigue siendo un importante núcleo cuya población ha ido aumentando año tras año, hasta llegar a tener más de 13.000 habitantes y se espera que siga aumentando debido al gran número de licencias de construcción urbanística que se están concediendo últimamente.


Qué ver en Torrijos

1. Colegiata del Santísimo Sacramento: es el monumento más imponente de Torrijos. Teresa Enríquez (prima de Fernando el Católico), lo mandó construir en el siglo XVI en estilo gótico de transición.  El retablo de su portada exterior ha sido atribuido al torrijeño Alonso de Covarrubias y en él destaca la figura de un pelícano como símbolo de la eucaristía, quien se quita su comida para dársela a sus hijos. En su interior se puede ver la reja que existe en un piso superior desde donde Teresa asistía a misa sin ser vista por nadie, de acuerdo con la vida monacal que eligió tras la muerte de su marido. También puedes observar las tumbas de este matrimonio, aunque los restos de Teresa descansan en el Convento de la Concepción y las de su esposo no se saben dónde están.  

2. Palacio de Pedro I de Castilla: iniciado frente a una de las puertas de acceso al pueblo por Alfonso VI, fue su hijo Pedro quien lo terminó de engalanar con elementos mudéjares y quien lo ofreció como regalo a su amante María de Padilla. En el siglo XV pasó a manos de Gutierre de Cárdenas, quedando convertido en un gran palacio gótico-renacentista. Tras su muerte se lo quedó su mujer, Teresa Enríquez, transformándolo en el Convento de la Purísima Concepción y dotándolo de una serie de pasadizos que lo comunicaban con la colegiata, para poder ir de un edificio a otro sin que tuviera que salir a la calle, ya que ella misma se impuso un encierro voluntario.

Las monjas vivieron en él hasta 1970. Hoy es propiedad del Ayuntamiento y dentro podrás ver la Sala del Refectorio (actual sede de la Oficina de Turismo), el Patio de Armas, la iglesia del palacio (convertida en Auditorio Municipal) y la antigua Sala Capitular (ahora Salón de Plenos) en la que se dice que estuvo Gila encarcelado durante la Guerra Civil y donde se encontró con Miguel Hernández.

3. Ayuntamiento: este edificio de principios del siglo XX está situado en la Plaza de España y sirvió como Casa Consistorial hasta que el Palacio I fue restaurado.

4. Estación de tren: de estilo historicista neomudéjar con muros de ladrillo y mampostería, se construyó en el siglo XIX.

5. Plaza de la Libertad: en ella se encuentra el Rollo Jurisdiccional que se levantó en Torrijos en 1482, cuando Gutierre de Cárdenas le concedió el título de villa.

6. Capilla del Cristo de la Sangre: Teresa Enríquez también mandó construir el Hospital de la Santísima Trinidad sobre los restos de una antigua sinagoga, siendo el primer hospital higienista de toda la península. En su interior se encuentra la Capilla del Cristo de la Sangre, que cuenta con unos impresionantes frescos y cuyo cristo se esculpió en México usando pasta de maíz.

7. Depósito de Agua: ejemplo del patrimonio industrial del Torrijos del siglo XX, esta curiosa torre octogonal se levanta hasta los 25 metros de altura y fue usada para almacenar agua.  


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Ruta de Senderismo - Subida al Castillo de Barcience

Una visita complementaria al increíble Monumento Natural de las Barrancas de Burujón es la visita al bonito castillo de Barcience. Su titularidad es privada, pero el acceso es público. 

El coche lo puedes dejar en el aparcamiento que hay justo delante del cementerio del pueblo. Desde allí sale una pista que discurre entre frondosos pinos. El camino, de medio kilómetro, es por una suave cuesta arriba.

De planta cuadrada, lo que más llama la atención es el imponente león de cinco metros de altura que aparece grabado en la torre del homenaje, emblema de los Silva, condes de Cifuentes, quienes lo mandaron construir en el siglo XV. Hasta finales del XVI se sabe que se mantenía en uso, pues hay escritos que atestiguan que el Conde de Cifuentes nombraba alcaides y les asignaba un sueldo. Aunque fue provisto de guarnición y artillería para la defensa de éstos, por lo que se sabe, su función principal siempre fue la de mansión señorial. 

A lo largo de los siglos la construcción pasó por manos del Infantado, de la casa de Osuna y de la de Pastrana, quien lo acabó donando al Papa León XIII. Fue este último quien vendió todo el pueblo, incluido el castillo, a Cirilo Calderón en el XIX. Hombre de negocios, Calderón llegó a tener un gran emporio agropecuario en la zona. Actualmente la propiedad sigue en manos de sus herederos

Es curioso que a pesar de que el edificio estuvo en uso durante bastantes años, éste nunca llegó a terminarse completamente, dado que no tiene algunos de los elementos característicos de los castillos de la época. Esto se puede apreciar, por ejemplo, en el hecho de que no tenga almenas, ni tampoco haya un camino que lleve hasta la torre del homenaje. 

Su interior se encuentra claramente destruido. El acceso se realizaba por una única puerta y se sabe que tenía dos plantas. Sus murallas de mampostería fueron reforzadas con cuatro torres, una en cada esquina. Dos de ellas son caballeras, una es rectangular y la última es la del homenaje. 

La visita es totalmente libre. Dentro puedes recorrer su gran patio cuadrado e imaginar el foso y la barrera que lo protegían. 

Una vez visto el castillo, el sendero continúa rodeándolo y se comienza el descenso por los pinares hasta llegar de nuevo al cementerio por una vía paralela a la utilizada para subir. 

                            🏃  Lleva siempre agua, crema solar y un buen calzado. 
                            🏃  Longitud: 1 km 
                            🏃  Dificultad:  muy fácil
                            🏃  Duración: unas 20 - 30 minutos.
                            🏃  Recorrido circular.
 


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Suecia: 27 sitios imprescindibles de Estocolmo



Estocolmo es una gran ciudad a la orilla del lago Mälar compuesta por catorce islas y un archipiélago que cuenta con 221.800 más. La capital de Suecia es preciosa, pero cara. Y es que su región está en el top ten de las regiones europeas con un PIB per cápita más alto. Aun así, hay muchos museos y actividades de las que puedes disfrutar gratuitamente o por poco dinero.

Lo más representativo es bastante accesible a pie. A mí me llevó visitarla tres días y el cuarto lo dediqué a hacer una ruta hasta Sigtuna. Si vas en invierno, abrígate mucho y anda con cuidado. Por mañana temprano y cuando está anocheciendo es fácil escurrirse con el suelo helado, a pesar de que hay gravilla por el suelo para evitarlo.


El lugar más pintoresco de Estocolmo es su centro histórico (Gamla Stan), que está lleno de callejuelas empedradas y coloridos edificios. La zona está llena de atractivos turísticos y está formada por las tres islas: Helgeandsholmen, Stadsholmen y Riddarholmen. Si sales de ahí, te encontrarás con una ciudad moderna repleta de enormes edificios.


Qué hacer en Estocolmo

1. Tomar el té en la Casa de la Nobleza – Riddarhuset: justo a la entrada de Gamla Stan te sorprenderá este inmenso edificio de ladrillo con unos bonitos jardines. Se trata de la Casa de los nobles, algo parecido a la Cámara de los Lores británica. Desde el año 2003 es una institución privada que actúa como grupo de interés en nombre de la nobleza sueca, cuyo objetivo principal es mantener las antiguas tradiciones y la cultura. La construcción data de 1660 y en su interior se pueden ver estancias lujosamente decoradas. Existe una entrada especial que incluye el menú del té (Afternoon Tea Entry). www.riddarhuset.se/sprak/espanol


2. Comprar souvenirs en Vansterlangatan: es la calle de los souvenirs por excelencia. Antiguamente seguía el curso de la muralla defensiva del siglo XIII, hoy demolida. Entre sus edificios famosos destaca el Demokrativerkstaden (Taller de Democracia) o el Apoteket Korpen, una farmacia que lleva abierta desde 1674. Hoy la calle es un lugar muy turístico, lleno de restaurantes y tiendas.  


3. Entrar en la Tyska Kyrkun: la Iglesia Alemana o Iglesia de Santa Gertrudis data del siglo XIV. Su exterior está realizado en ladrillo y su interior es puramente barroco. Las bodegas del edificio original del gremio de mercaderes alemanes que promovió su construcción todavía se encuentran bajo el actual suelo de mármol. www.svenskakyrkan.se/deutschegemeinde/die-kirche


4. Cenar a lo vikingo en Aifur: si quieres pasar una noche original, no puedes pasar por alto uno de los restaurantes más turísticos de Estocolmo. Eso sí, reserva con mucha antelación. 


5. Intentar atravesar Marten Trotzigs Gränd: este claustrofóbico callejón sólo mide 90 centímetros de ancho y es raro no encontrar turistas en sus escaleras. Su nombre proviene de un famoso mercader alemán del siglo XVI que tenía diversas propiedades en la zona. El callejón estuvo vallado desde el XVIII hasta 1945. A pesar de ser un lugar histórico, me entristeció ver lo poco mantenido que estaba.


6. Comer en el segundo restaurante más antiguo del mundo (según el Guiness):  Den Gyldene Freden es el segundo restaurante de sus características más antiguo del mundo. Su entorno no ha cambiado nada desde que abrió sus puertas en 1722, lo que lo convierte en un ejemplo único de taberna sueca del siglo XVIII. Todos los jueves la Academia Sueca (quienes nominan a los Premios Nobel) se reúnen aquí para cenar. gyldenefreden.se


7. Hacerte una foto en Stortorget Plaza: el sitio más fotografiado de Estocolmo es un lugar bastante concurrido. Entre sus fachadas de colorines destacan la Academia Sueca, el Museo Nobel y la Biblioteca Nobel.


8. Aprender en el Museo Nobel: si ves mucha gente agolpada en la puerta y queda poco para la hora de la cena es que has llegado en la happy hour. Yo fui un viernes, una hora antes del cierre y no tuve que pagar nada. En el interior hay una curiosa exposición sobre los ganadores de este reputado premio, su creador y objetos pertenecientes a ellos, como cartas manuscritas de Einstein. nobelprizemuseum.se


9. Visitar la Catedral de San Nicolás: la Catedral de Estocolmo (Storkyrkan) es el templo más antiguo de la ciudad. La iglesia figura por primera vez en una fuente escrita en 1279. Su estilo original era gótico, pero el exterior se fue remodelando hasta acabar en el barroco actual. www.svenskakyrkan.se


10. Ver la estatua más pequeña de Estocolmo:  Järnpojken o el Niño de Hierro es una bonita escultura realizada por Liss Eriksoon que tan sólo mide 15 centímetros de alto. Encontrarla puede ser un poco complicado. Toma como referencia el Palacio Real y busca la parte trasera de la Iglesia Finesa. Allí, en una callejuela empedrada muy estrecha, verás un jardincillo con una valla. El jardín no está cerrado al público, por lo que puedes entrar y ver la estatua que está justo entre los árboles. A mí me encantó.


11. Ver el cambio de guardia en el Palacio Real: de lunes a sábado a las 12:15 y los domingos a las 13:15 tiene lugar el cambio de guardia en la explanada que hay frente al palacio. También puedes comprar la entrada y acceder a esta fortaleza del siglo XIII (Kungliga Slottet) que cuenta con más de seiscientas habitaciones a lo largo de sus siete pisos. Es la residencia oficial de los reyes. www.kungligaslotten.se


12. Admirar el Parlamento Sueco – Riksdag: el Parlmento se halla a orillas del islote de Helgeandsholmen, en pleno centro de Estocolmo. De estilo neoclásico y con una fachada central neobarroca, su construcción se realizó a finales del XIX.


13. Subir al Ayuntamiento: la fachada roja del Stadshused destaca a orillas de la isla Kungsholmen. En sus salones se celebra cada año el banquete de los Premios Nobel. Puedes subir los 365 escalones de su torre para obtener una de las mejores vistas de la ciudad. stadshuset.stockholm


14. Comprar dulces en la Estación Central: inaugurada en 1871, es la estación más transitada del país. En el complejo también se encuentra la terminal T-Centralen, que la conecta con el Metro de Estocolmo, y la Cityterminalen, la estación de autobuses de Estocolmo. Frente al edificio de la estación hay una estatua de Nils Ericson. Su interior está lleno de supermercados, bares, tiendas y restaurantes.


15. Pasear por la calle de la Reina: la calle Drottninggatan es una delicia peatonal llena de tiendas y restaurantes que la convierte en la principal arteria comercial de la ciudad. Recorriéndola te encontrarás con la plaza Sergels Torg en la que se puede ver el Kulturhuset, la Centro Cultural Sueco.


16. Tomarte algo en la Plaza Hotorget: esta céntrica plaza alberga un mercado de frutas y verduras todos los días, menos los domingos, cuando se celebra el mercadillo. En uno de sus laterales se encuentra la Sala de Conciertos de Estocolmo y bajo ella podrás disfrutar del Hötorgshallen, un mercado subterráneo. También podrás disfrutar de los locales de copas del Hotel Haymarket.


17. Pasar el rato en el NK: los grandes almacenes Nordiska Companiet pueden ser un gran lugar para resguardarse cuando aprieta el frío, nieva o llueve a raudales. Son todo un símbolo de Estocolmo y llevan abiertos desde 1902.


18. Deleitarte en el Museo Hallwylska: encontrarme con este bonito museo señorial fue todo un descubrimiento durante mi visita. Toda la colección se debe a la condesa Wilhelmina von Hallwyl, apasionada coleccionista de arte. Cuenta con más de 50.000 objetos entre cuadros, tapices, mobiliario, plata, porcelana, armaduras… Wilhelmina dejó todos los objetos catalogados en un inventario con fotografías y descripciones. Constituye en su conjunto un testimonio del estilo de vida y decoración del periodo victoriano sueco y de un palacio privado del siglo XIX. La entrada es gratuita. hallwylskamuseet.se/en


19. Ver el inmenso barco del Museo Vasa: en la isla de los museos, uno de los más visitados es el Museo del Vasa. Este barco se hizo a la vela en 1628 y en su primera travesía, cuando sólo llevaba navegados unos 300 metros…se hundió. Después de 333 años en el fondo del mar, se consiguió rescatar íntegro. Es el único navío del siglo XVII que ha sobrevivido casi intacto hasta nuestros días. Es impresionante verlo en el interior de este gigantesco museo. La entrada es cara, pero merece la pena. www.vasamuseet.se


20. Aprender en el Museo de historia:  el Historiska Museet es un museo gratuito que guarda más de diez millones de piezas que recorren desde la prehistoria sueca hasta el presente. Tiene la colección más grande del mundo de objetos escandinavos, con una gran colección de material vikingo. La sala dorada es impresionante. historiska.se


21. Admirar las vistas desde el Skyview: el Ericsson Globe o Globen es uno de los lugares modernos más representativos de Estocolmo. Se trata del edificio esférico más grande del mundo y puedes subirte a sus góndolas acristaladas para disfrutar de las vistas de la ciudad. Está algo alejado del centro. Yo fui dando un cómodo paseo recto desde Gamla Stan para conocer otras partes de la ciudad, pero he de decir que el tramo final es bastante aburrido porque discurre al lado de la carretera y no se ve nada. Tardé un poco menos de una hora en llegar. www.stockholmlive.com/vara-arenor/ericsson-globe


22. Hacer un crucero: existen multitud de rutas en barco que recorren la ciudad o trayectos más largos que visitan otras islas cercanas. Ten en cuenta que Estocolmo está compuesta por catorce islas distribuidas por el Lago Mälaren y el Mar Báltico. Las rutas más turísticas recorren las orillas del centro de la capital sueca, sus puentes y la isla de Djurgarden en una o dos horas o llevan a la ciudad vikinga de Birka.


23. Comprar objetos de decoración sueca: hay vida más allá del IKEA. La decoración sueca está de moda, así que no dejes de visitar tiendas tan famosas en el país como Svenskt Tenn o Designtorget.


24. Hacer un tour por el Metro de Estocolmo: el metro de Estocolmo está considerado uno de los más originales del mundo. Te recomiendo que dediques una tarde a visitar las estaciones más representativas. Déjate llevar por esta enorme galería de arte que cuenta con noventa de sus cien estaciones decoradas por reconocidos artistas internacionales mientras te desplazas por sus vagones limpios y puntuales y sus escaleras luminosas.


25. Disfrutar del fika: A los suecos les encanta el dulce. Durante tu viaje vas a ver pastelerías por todos lados. Además, el fika es toda una tradición en Suecia. Esta “pausa del café” consiste en dejar de hacer la actividad en la que estés afanado para tomarte un café con tus amigos, compañeros o familiares. Y siempre acompañado de algo ligero, como un dulcecito o algo salado. Dicen que esta pausa para socializar y despejar la mente está detrás de la felicidad laboral de los suecos, por lo que muchas empresas tienen fijadas estas pausas como método para aumentar la productividad.


26. Amar el café en Löfbergs: Los suecos están, junto con el resto de países nórdicos, entre los mayores consumidores de café del mundo. El amor por la cafeína es tanto, que empresas cafeteras tradicionales como Löfbergs tienen una amplia variedad de agua de sabores con cafeína cuyas botellas pequeñas equivalen a tomarte dos tazas de café.


27. Hacer una excursión cercana: puedes dedicar un día a visitar lugares cercanos como Uppsala, Sigtuna, el Palacio de Drottningholm o el de Rosenberg.