Por la mañana temprano, después de haber visto la Procesión de las Ánimas y de haber tenido el incidente con el desayuno del hotel, me fui a la agencia en la que había comprado la excursión a las Pak Ou Caves.
De salir a las 8’00, al final acabé saliendo más
de media hora después. Allí me sentaron en unas sillas y no me hicieron ni
caso hasta que apareció un tuk tuk destartalado que me llevó al embarcadero… De haberlo sabido, no hubiera reservado nada con la agencia, porque mi hotel estaba cerquísima del embarcadero ése y había hecho el camino en vano.
Además, me habría salido más barato si hubiera comprado el billete en el
propio embarcadero.
Allí me dieron un ticket con un número (que luego
no se respetó para nada) y estuve esperando otra media hora a que
organizaran los barcos. Finalmente, conseguí montarme en uno. Toda una experiencia.
Es más bonito que las cuevas en sí mismas. Un barco muy estrecho, algo difícil
para montarse en él, subiendo por tablas, barro… todo destartalado, pero con el
aire encantador que inunda Laos.
Daba un poco de miedo cuando venía la corriente
fuerte pero, al rato, te olvidabas y disfrutabas del paisaje salvaje, viendo a
los niños y a los perros jugando en el agua, gallinas salvajes, gente viviendo
en el río… todo tranquilísimo.
A medio camino paramos para echar gasolina. Nunca había
visto una gasolinera en mitad de un río. Curioso.
Una parada en Whiskey Village - Ban Xang Hai
Un poco más adelante hicimos una parada en este
poblado. El pueblo está construido en la ribera del Mekong, a 20 km de Luang
Prabang si vas por carretera.
Nada más bajarnos, vienen a saludarnos algunos
habitantes. Uno de ellos, mayor, sabía hablar un inglés bastante aceptable para
estar dónde estábamos. Allí nos enseñó las instalaciones donde hacían el famoso
lao lao. Un licor que es consumido a todas horas en este país. Nos dio a probar
tres mezclas distintas, en función de su graduación. La última sabía a
aguardiente del fuerte.
Las botellas de lao-Lao normalmente contienen
pezuñas de oso, huesos de tigre o cualquier otro trozo de algún animal, porque
creen que esto incrementa la virilidad masculina. Y también porque quieren dar
morbo a los turistas. No compres estas botellas ya que perpetúa el serio problema
que hay en el país de furtivos y caza ilegal de animales amenazados. Exige que
no lleven nada de esto dentro. Es una pena.
Después de beber todo eso con el estómago casi
vacío, hacía un calor y un mareo… nos adentramos un poco en el pueblo, donde
todo el mundo estaba aletargado. No hacían ningún ademán por vender, parecía no
importarles nuestra presencia allí. Raro, y más cuando es un pueblo orientado
principalmente al turismo. Su única calle polvorienta está llena de talleres y
tenderetes donde venden telas, bufandas, gorros… hay mujeres tejiendo in situ,
pero muchos de los artículos están hechos en fábricas de China o de Vietnam.
Al principio de la calle hay un templo muy bonito
al que merece la pena echar un vistazo después de haberles comprado algo a esta
pobre gente.
Todas las visitas que van a las cuevas hacen la
parada de rigor en Whiskey Village (Lao Lao Village), aunque también se puede ir por carretera o
alquilando un viaje privado en alguna embarcación. Sin embargo, ir
exclusivamente a este lugar no merece mucho la pena, tan sólo sirve de excusa
para estirar la piernas antes de continuar el camino a las cuevas.
Visitando las Cuevas de Pak Ou
A 25 km de Luang Prabang, río arriba, se encuentran
estas cuevas que llevan siendo lugar de culto desde hace más de mil años. Cuando
los peregrinos lograban llegar a ellas, era tradición dejar atrás una
estatuilla de Buda. Con el tiempo las cuevas se fueron llenando de estas
estatuillas, y ahora hay miles de ídolos de todos los tamaños y estilos.
Las cuevas consisten en dos oquedades realizadas en
un acantilado de 15 metros de altura sobre el río. La primera que te encuentras es Tham Ting. Allí sí que hay luz natural y un montón de velas, por
lo que se puede ver sin problemas. Es más un abrigo, que una caverna. Hay algunos
carteles que nos enseñan el significado de las estatuas y de los altares que la
llenan. Seguridad no hay ninguna. Hay que mirar muy bien donde se pisa.
La primera pintura que se conoce de esta cueva se
le atribuye a Francis Garnier, que describe su viaje explorando el Mekong desde
1865 a 1867.
Una vez vista, seguimos el camino donde hay algún
que otro vendedor de champiñones, ofrendas… y una niña de unos 4 años que
vendía muñequitas. Al final del camino aparecen unos escalones que hay que
subir para llegar a la cueva de Tham Theung, unos diez minutos subiendo. Hay descansar
de vez en cuando para no ahogarse y disfrutar del paisaje.
Arriba hay una cueva sin luz. En la entrada
alquilan linternas o puedes usar el flash de las cámaras o del móvil. Dentro hay un montón de imágenes de Buda de un modo mucho más tranquilo, pues no está
tan llena de turistas como la de abajo. Muchos no quieren subir tanto escalón.
Abajo hay un servicio con una pinta sospechosa. No me
atreví a entrar en ellos. Parecía mejor la jungla, la verdad. Una señora
tumbada (literalmente) en el suelo, cobraba 5000 kip por entrar en él mientras
se le abría la boca. Muy estresada no parecía.
Las cuevas no son muy espectaculares, todo hay que
decirlo. Lo que es encantador es el viaje en sí mismo, disfrutando del paisaje
del Mekong y de la visión de tanto ídolo en su interior, y a oscuras. Aun así,
merece mucho la pena dedicarle media mañana.
Cómo llegar a las Cuevas de Pak Ou
🚢 En Barco: comprando el ticket en el embarcadero. No hace falta ir a ninguna agencia, así te saldrá más barato. Está en frente del Saffron Café. Se tardan 2 horas en llegar a las cuevas, con una pequeña parada en Whiskey Village. De vuelta, como sólo hay que seguir la corriente, se tarda una hora y media.
🚘 Por carretera: cualquier tuk tuk del centro te puede llevar por un camino sin asfaltar que sale de la carretera 13, cerca del km 405. Se tarda una hora y hay que cruzar el río en un barco desde el pueblo más cercano (Ban Pak Ou).
PRECIO:
- Barco ida y vuelta: 60.000