La verdad es que durante mi viaje por la provincia de Burgos no esperaba encontrarme yo con una capilla noruega en mitad del bosque de Arlanza.
La historia de
Kristina, un culebrón de la época
Aunque la capilla es de construcción reciente, su origen hay que buscarlo en el siglo XIII, cuando la princesa Kristina de Noruega llegó a Castilla para casarse con Felipe, infante de Castilla. Sin embargo, la leyenda cuenta que realmente había sido propuesta para contraer matrimonio con Alfonso X el Sabio, quien no conseguía tener descendencia con su mujer, Violante de Aragón (hija de Jaime I el Conquistador), decidió repudiarla y buscar otra esposa con los que poder tener hijos. Así, mandó una embajada a la corte de Noruega para pedir la mano de Kristina, la única hija de Haakon IV el viejo.
Aceptada la propuesta, Kristina emprendió su viaje en 1257 desde Tønsberg (pueblo que regaló una estatua de la princesa a Covarrubias en 1978 y que hoy puedes ver delante de la excolegiata). No se sabe muy bien, pero desembarcó en Inglaterra, cruzó a Francia y continuó por tierra hasta el Rosellón. Desde allí pasó por Gerona, Barcelona, Soria, Burgos, Palencia y, por fin, llegó a Valladolid un año después de haber salido de Noruega.
Estando en
Valladolid recibió una oferta de matrimonio de Jaime I de Aragón para
convertirla en reina de Aragón, pues se había prendado de su belleza durante su
visita a Barcelona. Pero era bastante viejo para Cristina y lo que a su familia
verdaderamente le interesaba era establecer alianzas con Alfonso X y convertirse
en emperadora algún día. Así que lo rechazó.
Desgraciadamente,
los sueños de Cristina se vieron truncados por un acontecimiento: la esposa de
Alfonso X se había quedado embarazada y ya no podía repudiarla. Su largo viaje
no había servido para nada. Aunque, como a ambas partes les interesaba una
alianza Castilla-Noruega consideraron que Cristina se merecía casarse con uno
de los hermanos de Alfonso: Fadrique, Sancho, Felipe y Enrique.
Pero Cristina
era de gustos refinados. Fadrique no le interesó porque tenía una cicatriz en
el labio y lo vio feo (bueno, también es que tenía una esposa en Italia, pero
estaba muy lejos). A Enrique no lo eligió porque no había podido verlo en
persona, ya que se encontraba de viaje por Inglaterra. Quedaban Sancho y
Felipe, pero los dos estaban estudiando para ser curas.
Tanta tontería
desesperó a Alfonso X, que al final decidió que se iba a casar con Felipe y
punto. Lo mandó llamar, ordenó que dejara su vida religiosa y apañó el enlace
el 31 de marzo de 1258 en la Colegiata de Santa María de Valladolid.
Después del
enlace se fueron a vivir a Sevilla y cuatro años después Kristina se murió.
Algunos dicen que de melancolía porque echaba de menos su tierra, otros que de
meningitis y otros dicen que nunca llegó a acostumbrarse al calor. Vamos que le
dio un sofoco de los grandes. ¿A quién se le ocurre llevar a una princesa
noruega a vivir a Sevilla? Seguro que en Burgos hubiera estado más fresquita 😅.
Felipe decidió
que la enterraran en la Colegiata de Covarrubias, donde él había sido abad. Y
allí sigue su sepulcro, que hoy puedes ver en el claustro. Podía haberla
mandado aquí antes para que no sufriera los calores sevillanos, pero bueno, al menos
la eternidad la pasará a mejor temperatura.
El caso es que, antes de morir, mandó que su marido le hiciera una promesa: que le construyera una capilla en su honor a San Olav, el único santo cristiano noruego. Pero, por lo que sea no lo hizo (no le vendría bien, lo fue dejando...) y, tanto el personaje de Kristina, como la promesa de la iglesia, quedaron en el olvido… unos 800 años. Ahí es ná 😒
Kristina tan
sólo estaba esperando su momento. Que llegó en 1958, cuando unos investigadores
abrieron un sepulcro que se encontraron en la colegiata de Covarrubias y vieron
los restos de una mujer muy alta y rubia, y pensaron que ésta de castellana de
la época tenía poco. Entre sus manos tenía un pergamino con versos de amor y
una receta médica para curar el mal de oídos (¿quién entierra a alguien con una
receta? 😩) y llegaron a la conclusión de que, como parecía nórdica, pues sería
Cristina de Noruega. Y así quedó la cosa.
Cómo es la visita a la Capilla de San Olav
Desde que se
encontrara el sarcófago se empezaron a estrechar lazos con la localidad noruega
de Tønsberg y se creó la Fundación Princesa Kristina de Noruega, cuyo principal
objetivo fue cumplir el sueño de la princesa: hacerle una capilla a San Olav.
En 2011 se
inauguró la capilla en medio de un bosque en el Valle de los Lobos, a 3 km de
Covarrubias. Llama mucho la atención encontrarte esta construcción ahí. A mí,
la verdad, no me gustó ese mamotreto allí en medio. Pero para gustos, colores 😁.
El edificio
ostenta con orgullo ser la primera ermita construida en España en el siglo XXI.
Su estructura es tan extraña porque imita la forma de un drakkar vikingo
realizado en madera y acero (un barco largo, vamos). Para su diseño se convocó un concurso entre el Ayuntamiento
de Covarrubias, la Escuela de Arquitectura de Oslo y la Escuela de Arquitectura
de Valladolid, y la Real Embajada de Noruega en España. Y ganó éste.
El proyecto
ganador fue el de Pablo López Aguado y Jorge González Gallego, que crearon un
espacio cultural para dar a conocer la figura de San Olav en sus tres facetas:
como vikingo, como rey y como santo.
Nada más
llegar, te sorprenderá su porche de madera que da acceso de una manera curiosa
a su interior. Dentro todo está realizado en madera, incluso las vigas. La luz
es escasa, prácticamente te encontrarás viéndolo todo en penumbra y el espacio
es demasiado amplio y vacío, siguiendo el estilo austero nórdico.
A lo largo del
pasillo principal verás diversos paneles en el que se cuenta la vida y los
milagros de San Olav. E incluso un certificado de haber realizado el Camino de
San Olav, una especie de compostelana para los que vayan en peregrinaje. 👉 Más información.
El pasillo se abre
hacia un enorme espacio interior, casi vacío. Primeramente, hay una zona
reservada para los bautismos, después hay un espacio para que se sienten los
fieles o asistentes de los actos culturales. Y al fondo, elevado, aparece el
altar con la efigie de San Olav. En uno de los laterales, también elevado,
tienes una especie de coro.
De nuevo en el
exterior, fíjate en todos los pequeños detalles que tiene la fachada y que
hacen referencia a los pueblos vikingos, como hachas o lanzas.
Pero lo que a
mí me resultó más sorprendente de todo está justo detrás de la ermita. Allí hay
una gran torre exenta, que yo cuando la vi de lejos pensé que era de una
mina. Pero no, es la torre de la iglesia, su campanario. En el proyecto decían
que iba a ser también un mirador e iba a estar abierta al público, pero eso
nunca llegó a llevarse a cabo.
Para hacer más
extraño el conjunto, delante de esta torre, también dando la espalda a la
iglesia, hay un graderío con forma de auditorio. El interior de la capilla
tiene una capacidad de 100 personas y empleando su espacio exterior de unas
200.
Antes de irte,
no olvides refrescarte en la Poza de Félix, lo que mas me gustó del complejo 😊
👉 La entrada es
gratuita y la enseñan voluntarios.
Cómo llegar a
la Ermita de San Olav
● Sal de Covarrubias en dirección al Monasterio de San Pedro de Arlanza.
● A 1’5 km verás
un desvío a la izquierda, hacia una pista de tierra.
● Continúa por
esta pista durante un kilómetro y verás la iglesia.
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