Entre Covarrubiasy Hortigüela puedes ver uno de los monasterios más bonitos de todo Burgos. El río
Arlanza rodea las ruinas de este histórico lugar fundado por los condes de
Lara, Gonzalo Téllez y su Doña Lambra, en el año 912. Aunque la verdad es que a
día de hoy no se sabe muy bien a quién le debemos este convento.
Se supone que
en esta zona había una pequeña ermita dedicada a San Pelayo o San Pedro el Viejo
que tuvo gran importancia desde la Edad de Hierro y más aún, con los romanos.
Se cree que después esta ermita fue sustituida por un santuario tardovisigodo para
permitir el culto de los muchos anacoretas que vivían en cuevas de los alrededores,
por los cañones calizos del Arlanza y que formaban un grupo de ermitas
dispersas. Estos anacoretas, en algún momento del siglo X, deciden abandonar
sus cuevas y convertirse en monjes de un monasterio.
Existen dos documentos
fundacionales que atestiguan su origen, aunque ninguno de ellos es muy fiable.
El primero habla de Gonzalo Téllez y Doña Lambra como fundadores del lugar, acompañados
de Muniadora y Ramiro González. Si te suenan estos nombres, es que conoces la Leyenda de los siete
Infantes de Lara. Por las fechas, éste tendría algo más de veracidad.
El segundo,
otorga su fundación a Fernán González en el mismo año, 912. La leyenda cuenta
que estaba persiguiendo a un jabalí por la zona y se metió en una ermita. Allí encontró
a los ermitaños Pelayo, Silvano y Arsenio y les prometió construir un
monasterio si lograba la victoria contra los moros en la batalla de Hacinas. Este último documento fundacional parece ser
que fue una falsificación que se hizo en 1150.
También se dice
que en el siglo XII los cuerpos de Fernán González y Doña Sancha fueron
trasladados desde Santa María de Lara a este lugar para que descansaran. Aunque
actualmente se exhiben en la Colegiata de Covarrubias.
Realmente con
quien más importancia ganó el monasterio fue en el siglo XI gracias a todo lo
que invirtió en él Fernando I, el primer rey castellano. A partir del siglo
XIII empieza a perder importancia, quedando en la ruina con la Desamortización
de Mendizábal, cuando se vendió a particulares y todos sus tesoros fueron
vendidos y repartidos por todo el mundo.
Lo que ves
ahora cuenta sus largos siglos de historia. Un gigante junto al Arlanza que ha
sobrevivido a grandes incendios, a servir como cantera para obras públicas, a
inundaciones y a proyectos que lo hubieran hecho desaparecer bajo las aguas,
como la creación del pantano de Retuerta. En el siglo XIX la gente hasta raspó
los altares para hacerse con el oro de sus dorados y se hicieron voladuras en
sus rocas para cimentar la carretera que unió Hortigüela con Covarrubias. Bueno,
supongo que los romanos se echarían las manos a la cabeza de igual modo, si
hubieran visto cómo se utilizaban los restos su calzada romana para la
construcción original del monasterio 😕
La parte más
antigua de este complejo la tienes que buscar en la zona de la Ermita de San
Pelayo, sobre una pequeña peña a la que puedes subir andando. El coche lo
puedes dejar en el aparcamiento que hay justo en frente del monasterio. Se dice
que aquí se ubicaba la cueva donde Fernán González se encontró con los
eremitas.
En 1080,
Fernando I construyó una gran iglesia y un monasterio románicos ya en esta
parte más baja del valle, junto al río, aprovechando los muros laterales de un antiguo
templo prerrománico. En el siglo XII se levantó un claustro románico del que
sólo quedan restos de la sala capitular. Un siglo después se alzaría la torre
actual con fines defensivos.
Durante los siglos XV y XVI se fueron haciendo grandes modificaciones para ponerlo más a la moda gótica y tardogótica de la época, incluyendo algún elemento herreriano en el siglo XVII, como el claustro actual.
Con la Desamortización el monasterio se abandonó y muchos de sus elementos se repartieron por el mundo. Así, hoy puedes ver muchos de sus códices en el monasterio de Santo Domingo de Silos, una de las puertas de su iglesia en el Museo Arqueológico Nacional, el sepulcro de Mudarra en la Catedral de Burgos y algunas de sus pinturas murales en sitios tan lejanos como el Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard o el Museo Metropolitano de Nueva York.
Actualmente puedes visitarlo por fuera libremente. Si quieres entrar a su interior consulta sus horarios. En cualquier caso, la entrada es gratuita.
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