Conocida como la Villa de las tres mentiras, pues no es
santa, ni llana, ni tiene mar; fue declarada conjunto histórico-artístico en
1889. Está siempre repleta de turistas y hoy pertenece a la red de los Pueblos
más bonitos de España.
El primer problema que tendrás será aparcar y es que, el
aparcamiento a la entrada de Santillana del Mar es de pago todos los días del
año. Yo me encontré con que vi el pueblo por la mañana, me pareció precioso, y pensé
en ir a comer después al mediodía. Pero, cambié de idea porque tendría que
pagar dos veces por aparcar. Al final opté por comer en Santander.
Al día siguiente me dijeron en el hotel que aún se puede
aparcar gratis a las afueras del pueblo, al final de Avenida de Dorat, donde empieza
la calle Castío.
Qué ver y qué hacer en Santillana del Mar
El pueblo está completamente dedicado al turismo, como si se
tratara de un parque temático. Tiendas de souvenirs, restaurantes, bares y
hoteles se suceden uno tras otro. Aunque nada más que pasearse por sus calles
ya merece la pena.
El centro histórico se organiza en torno a las calles de
Juan Infante y Santo Domingo. Los caminos son adoquinados y las casas de
piedra, y datan de los siglos XIV y XVIII.
1. Probar las Tabletas de las Clarisas: dejando el coche cerca
de la parada de autobús, lo primero que no te puedes perder es el Monasterio de
las Monjas Clarisas. Se autodenominan artesanas de la cocina y se dedican a la
restauración de obras de arte y a la gastronomía. Su especialidad es la Tableta
de Santillana del Mar, un bizcocho hecho con huevos, harina, azúcar y
mantequilla. Se compra a través de un torno.
2. Disfrutar de las Casonas y Palacios: existen muchos edificios
históricos que no han perdido su esencia y que te trasmitirán a siglos pasados.
La Casa de los Villa, de la Parra, del Águila, de Cossío y de Quevedo son sólo
una muestra de ellos.
3. Visitar alguno de sus museos: la villa cuenta con el
Museo del Barquillero en la Casa de la Archiduquesa Margarita de Austria, quien
tuvo que emigrar al caer el Imperio Austro-Húngaro. Otras opciones son el Museo Diocesano,
el de la Inquisición, el de Jesús Otero o, también, su zoo.
4. Descansar en la Plaza Ramón Pelayo: una de las plazas más
bonitas del pueblo. En ella está el Ayuntamiento y dos de las construcciones
civiles más antiguas de la villa: la Torre de Don Borja (siglo XV), sede de la
Fundación Santillana, y la Torre del Merino (siglo XIII o XIV), donde habitaba
el merino, el juez medieval que imponía orden en la zona.
5. Atravesar todo el pueblo para llegar a la Colegiata de
Santa Juliana: la Colegiata sustituyó en el siglo XII a un antiguo monasterio y
hoy forma parte del Camino de Santiago del Norte. Lo más reseñable es su
claustro románico, uno de los más bonitos de España. Se puede visitar de martes a domingo 10:00 a 13:30 y de 16:00 a 19:30. Precio: 3€
6. Tomarse un vaso de
leche y un sobao en Casa Quevedo: en este local justo delante de la Colegiata, Doña
Mª Luisa se inventó la historia de que quien iba a Santillana y no se tomaba un
vaso de leche con un bizcocho, no se casaba. La leyenda sigue sesenta años
después. Su hija es la que continúa el negocio y cientos de visitantes acuden a
probar su estupenda leche de vaca hervida, servida con una jarra y en un vaso de cristal (nada de plástico) con un sobao por 2€.
7. Comprar souvenirs y productos típicos de Cantabria en sus
múltiples tiendas: sobaos, quesadas, anchoas, quesos, licores… es imposible irse
de aquí con las manos vacías. Todo parece rico. Los precios son muy similares
en todas las tiendas e incluso más baratos que en otros sitios turísticos cántabros.
De hecho, ha sido el sitio de Cantabria en el que más tiendas seguidas he visto.
Incluso venden lotes cántabros muy baratos. Fui dos días, y los dos acabé
comprando.
8. Ver cómo las vacas se pasean por las calles de las afueras del pueblo:
Santillana del Mar es, sin duda, uno de los pueblos más bonitos de España.