Este hostal es un típico backpackers neozelandés. El personal es muy amable y están acostumbrados a atender a mochileros jóvenes con poco presupuesto. Al haber tanta oferta hotelera en este pequeño pueblo, los hostales parece que se matan por ver quién ofrece más. Éste me llamó la atención por las buenas opiniones en internet y su precio.
Su localización es muy buena, porque desde la entrada ya tienes unas geniales vistas de las montañas al fondo. Ver desde allí el amanecer y el anochecer es increíble.
El backpackers está dividido en varios edificios de dos plantas, conectados entre sí, con una terraza interior y otra exterior. En recepción hay mucha información turística y gestionan cualquier tipo de reserva de manera gratuita. Además, en horario de oficina tenían una oferta para que llamases a casa gratis, a cualquier país.
Al lado de la recepción hay una terraza cubierta donde hay un palomitero y un cuenco lleno de maíz para que te hagas las palomitas que quieras, cuando quieras.
A través de esta terraza se accede a la zona de la comida. Muy bien decorada, con ese estilo mochilero que me encanta, tiene unos bancos de madera y unos sofás. La cocina está llena de cacharros que puedes usar, siempre que los laves después en el fregadero y los pongas en su sitio. Por la tarde, me ofrecieron varias bandejas de aperitivos y pusieron un perol con sopa de verduras para que la gente se echara, hasta que se acabó el perol 😋
En las zonas anexas a este edifico hay dos lavanderías bastante baratas y los dormitorios comunitarios tienen precios de risa. Como saben que aquí siempre se lía más jaleo, las tienen apartadas del resto de las habitaciones.
En medio del patio hay un hot tub. Está abierto hasta las 00:00. No lo usé porque no tenía ganas de pasar más frío. Con todo nevado… no había pasado tanto frío hasta entonces (bueno, me comería estas palabras cuando llegara a Dunedin).
En el otro edificio están las habitaciones dobles. La mía era bastante pequeña y un poco cutre. Lo normal en la mayoría de backpackers. Pero me sirvió para pasar allí una noche.
Allí también hay una sala de televisión, un comedor y una cocina amplísima mucho mejor equipada que la otra: varios hornos, varios microondas, ollas, fogones, sartenes… Y un futbolín.
El desayuno consistió en tostadas de mantequilla y mermelada con varios tipos de pan, leche aguada (no sé yo la manía de la leche aguada en este país, la encontré en un montón de sitios así. Con tanta vaca… no entiendo lo de la leche aguada, ni lo de su precio exorbitante), café, cacao, varios tipos de cereales y galletas. Todo estaba colocado en bandejas en mitad de la cocina de al lado de recepción y cada uno se servía lo que quería, lavando después los cacharros. Todo muy cooperativo.
Lo que más me llamó la atención es que a las 19:00 vino una pedazo de limusina blanca a invitarnos a una fiesta en otro hostal cercano. Estaba reventada y la limusina se llenó de guiris ya borrachos y potando… No tuve ganas de unirme. A la mañana siguiente me esperaba el ascenso al Glaciar de Fox y el largo camino a Te Anau.
💲 Precio: Habitación doble con baño privado, desayuno incluido, aperitivos por la tarde, sopa de verduras a las 18:00, palomitas siempre que se quiera y derecho a usar el hot tub: 41’60€
👉 Cómo llegar: se continúa la SH6 hasta el pueblo de Franz Josef. Se da la vuelta en la gasolinera y se sigue la calle de la derecha, Cron Street, hasta el final. Esa calle está llena de backpackers. Al final de la calle hay unas vistas preciosas de las montañas nevadas.
CHATEAU FRANZ BACKPACKERS
8 – 10 Cron Street
Franz Josef Glacier