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Qué ver y dónde comer en Hornos de Segura



Enmarcado en un paisaje inmejorable, serrano y de olivos, Hornos de Segura se encuentra dentro del Parque Nacional más grande de España, el de Cazorla, Segura y las Villas. Y, aunque llegó durante un tiempo a pertenecer a la provincia de Murcia, hoy constituye uno de los pueblos con más encanto de Jaén. Con sus 700 habitantes, de los que muchos de ellos son gitanos serranos, aquí no hay jaleo, no hay contaminación, y todo rezuma calma.


Hornos está situado sobre un gran peñasco por lo que, desde sus miradores, las vistas del valle cubierto por las aguas del Tranco son inigualables. Los pinares suponen alrededor del 80% de su territorio.

Habitado desde la Edad del Cobre y abandonado un poco después de la Edad del Bronce, vuelve a aparecer en la historia como Fornus, durante la Edad Media. En 1239 fue conquistada por la Orden de Santiago, quitándosela a los árabes y construyendo el castillo que hoy corona al pueblo.

Durante el siglo XV, Rodrigo Manrique, comendador de Segura, habitó estas tierras y se autoproclamó Gran Maestre, luchando e intrigando contra don Álvaro de Luna y los reyes castellanos Juan II y Enrique IV. Para nosotros, siempre pasará a la historia por Las coplas a la muerte de su padre, de su hijo: Jorge Manrique.

Qué ver en Hornos de Segura

El coche lo tienes que dejar a la entrada para disfrutar de las estrechas calles a pie. Pronto llegarás al castillo, que hoy alberga un planetario y que realiza visitas tanto diurnas, como nocturnas para contemplar el cielo estrellado de la sierra, sin contaminación lumínica.




Bajando un poco, verás la Puerta de la Villa, probablemente de origen almohade, y los restos de la muralla.



Si continúas caminando en dirección contraria, llegarás a la Iglesia de la Asunción, obra del siglo XVI dirigida por Juan de Mújica. Anexa se encuentra su torre, a la que se accede desde el exterior a través de una escalera de caracol.


A un lado de la plaza del Ayuntamiento está el Mirador del Aguilón, que ofrece unas increíbles vistas del Tranco. En su fondo, se alza cubierta por las aguas, la torre de Bujarcaiz, que servía de punto vigía a Hornos y estaba en mitad de una pequeña aldea.




En medio del pantano, el Castillo de Bujaraiza se ve sobre una pequeña islilla, en estado ruinoso. Cuentan los antiguos que se llegó a usar como cárcel durante la Guerra de Independencia. Se puede contemplar perfectamente desde el mirador Félix Rodríguez de la Fuente, en el km 60,5. El acceso al castillo se puede hacer cuando el nivel del pantano está bajo y se puede caminar hasta él.

Plano de Hornos de Segura


Dónde comer en Hornos de Segura

Mi favorito es el Restaurante Raisa, que también es pensión. Tiene muy buena fama, la atención es inmejorable y las raciones enooormes. Lo normal es que nunca puedas acabártelo todo y siempre vienen a ofrecerme tuppers para que te lo lleves. Además, tiene un horno de leña en el que hacen unas pizzas de masa casera deliciosas, amén de otros guisos de la zona. En los días clave te recomiendo reservar, porque siempre está lleno.

Pizza Locura - Con espaguetis (suena raro, pero está buenísima) 



Fijo: 953 495 023 / 953 495 106
Móvil: 689 973 634 / 607 290 603



Visitando el mayor templo budista de España – Graus


A 3 km de Panillo, cuyo término que pertenece al municipio de Graus, se encuentra el templo budista más grande de España: el templo Dag Shang Kagyu. Pertenece a la rama del budismo tibetano y se puede visitar libremente a las horas estipuladas.

Este templo se fundó en 1984 y hoy es la casa de ocho Lamas, occidentales y tibetano-butaneses.


Hoy es un gran templo construido al estilo tradicional, que cuenta con una Estupa de 17 metros de altura, y en el que hay construidos otras 108 estupas distribuidas por todo el complejo, un Molino de Oraciones, y una casa de las velas, un albergue y varias habitaciones en distintos alojamientos, una Shedra (escuela) y una zona de retiro de 3 años  que no son visitables.


En un sitio aislado, al que no pueden acceder los visitantes, están ubicadas una zona de retiro, el Samten Ling, que también tiene con su propia Estupa; y otra zona para el retiro de larga duración, con alojamientos para hombres y mujeres.

A la entrada hay un gran aparcamiento y un cartel de bienvenida. Siguiendo la carretera puedes ver un buda yacente multicolor, que descansa entre los árboles. La tranquilidad es absoluta.



A través de unas escaleras accedes a la bumpa, símbolo de las siete ramas del despertar. Sobre esta cúpula sube una columna de trece anillos simbolizando los diez poderes y las tres atenciones esenciales de un Buda.  La cúpula está coronada por una especie de sombrilla con las representaciones del sol y de la luna, que simbolizan la desaparición de los sufrimientos y las luces de la compasión. Y en la cima, se coloca el norbu, una especie de joya que representa la realización de todos los deseos.


Allí, visitarás el Molino de la Plegaria. Éste se debe hacer girar en el sentido de las agujas del reloj para que obtengas los mismos beneficios que si recitaras todos los mantras que contiene. Es una especie de atajo.




La Estupa se puede visitar también, quitándose los zapatos. Es una especie de templo, pero mucho más pequeño que el principal.


Bajando las escaleras de nuevo, llegarás al gran templo. A un lado hay unos aseos y una tienda de recuerdos. El templo se puede visitar, descalzo y sin hacer fotos del interior. Si vas a las 19’00 podrás asistir a la pudjia diaria, cuando los monjes se reúnen a rezar y suena el gong. Consiste en prácticas rituales de recitación, visualización y meditación al que puede asistir cualquier interesado. Es un momento muy especial.  


Horario del templo budista Dag Shang Kagyu:

Todos los días: de 11’30 a 13’00 y de 18’00 a 20’00.
A las 19’00 se celebra la pudjia diaria (todos los días, menos el miércoles).


Precio de la entrada:

La entrada es gratuita.

Si se quiere solicitar una visita guiada, el coste es de 2€ por persona, pero solo se realizan para grupos de más de 10 personas. 



Dónde comer barato en Graus - Restaurante Stopive

Al final de tu visita, si no eres un auténtico budistas vegetariano, puedes pasarte por la localidad de Graus a probar una de las delicias oscenses: la butifarra de Graus. El pueblo cuenta con bastantes restaurantes de precio medio. En el que comí, el precio era muy asequible y las raciones muy respetables. 









Rusia: Día 6 - Opinión del Café Pushkin de Moscú


Uno de los lugares más elegantes para comer en Moscú es el famoso Café Pushkin. Cuando entras en él, parece que has viajado atrás en el tiempo. La decoración, la elegancia de su personal, la música, los colores… todo. Los camareros visten de época y sirven las mesas siguiendo las más estrictas normas de protocolo.

Un poco de historia

A pesar de mantener la esencia de un local del siglo XIX, su origen se remonta hace tan sólo unas décadas. El Café Pushkin abrió sus puertas en 1999 en lo que antiguamente era un palacete barroco. Todo empezó cuando se puso de moda en los años sesenta una canción del cantante francés Bécaud, Nathalie. En ella se mencionaba un tal Café Pouchkine, que impresionaba ampliamente al protagonista. Pero, realmente, ese café no existía. Era producto de su imaginación. Todo el que iba a Moscú en aquella época lo buscaba, quedándose decepcionado al encontrarse con la verdad.

La canción inspiró a un artista y restaurador con raíces franco-rusas y, en 1999, lo hizo realidad. Inauguró su mítico Café Pushkin en presencia del mismo Bécaud. Para ello eligió un local en Tversloy Boulevard, una calle que fue muy frecuentada por el escritor Alexander Pushkin y la alta sociedad de la época.



El edificio

A finales del siglo XVIII, un noble al servicio de Catalina la Grande se jubiló y se mudó a Moscú. Para construir su nueva residencia contrató a arquitectos italianos que diseñaran una mansión rusa llena de detalles barrocos.

A mediados del XIX, la casa pasó a manos de un aristócrata alemán como parte de la dote de su mujer. Sin embargo, debido a sus problemas financieros, tuvo que abrir una farmacia en la planta baja del edificio para ganar algo de dinero. De este modo, instaló la botica llena de medicinas y brebajes y, en la planta alta, colocó una biblioteca con libros especializados, que hoy contiene más de tres mil volúmenes.

En aquellos días, sus clientes podían tomarse algo allí mientras esperaban a que sus medicinas estuvieran preparadas. Así comenzó su andadura un pequeño café-farmacia.

Hoy, el café tiene varios lugares bien diferenciados. En la planta baja, un señor te saluda como si pertenecieras a la realeza. Entras y te encuentras con la cafetería, donde se puede disfrutar de unos desayunos inmejorables.

1. La farmacia: en ella hay una gran colección de bustos de filósofos de la antigüedad, una máquina de escribir alemana digna de estar en cualquier museo, una de las primeras máquinas de coser y tazas de plata para servir chocolate caliente. Los domingos y los lunes por la noche un cuarteto de cuerda ameniza la velada.

2. El salón de la chimenea: decorado con pinturas de Nike, la diosa de la victoria.

3. La librería: mi sitio favorito. Un salón totalmente barroco, lleno de grandes estanterías abarrotadas de libros, que llegan hasta el techo. Entre la amplia colección de antigüedades que expone, destacan telescopios, microscopios, astrolabios y relojes de péndulo. El centro de la sala lo ocupa un enorme globo terráqueo. Todas las noches (menos los domingos y los lunes), la comida viene amenizadas con música clásica en directo.

4. La terraza de verano: desde ella se pueden disfrutar las vistas de los árboles del Tverskoy Boulevard y las cúpulas de la Iglesia de la Natividad, en la que Pushkin contrajo matrimonio.

5. La pastelería: en 2006 abrió este local junto al café recreando una antigua pastelería francesa. Está unida al restaurante mediante un antiguo pasadizo. Su interior barroco está decorado con porcelana y sus pasteles son famosos en toda Rusia. Todos se hacen con productos traídos directamente de Francia.


La comida

La idea original fue crear una carta que representara platos de la cocina rusa y francesa de los años en los que Alexander Pushkin paseaba por el boulevard. El dueño contrató para ello al reputado chef Andrei Makhov, quien realizó una meticulosa investigación de recetas históricas y las adaptó a los paladares de nuestro siglo.

Los precios no son excesivamente caros para la importancia del sitio. Y merece darse un lujillo aquí si se viaja por Rusia. Su plato más famoso es el Strogonoff.




















Hay que reservar con antelación si vas a comer en cualquiera de los salones (siempre están llenos), aunque para entrar a la pastelería o a la cafetería, no es necesario.

Para reservar, tienes que decidir primeramente dónde quieres comer. En función del salón, el menú puede variar, así como las exigencias de vestimenta:

▪ En la cafetería y la pastelería, no se requiere ninguna vestimenta especial.
▪ En la farmacia y la terraza, es necesario vestir casual, pero formal.
En la biblioteca, es necesario vestir de etiqueta. No se pueden llevar deportivas, los hombres deben llevar camisa o polo y todos deben vestir elegantemente. Al menos, eso me indicaron cuando hablé con ellos por teléfono.


Para mí fue una experiencia única. Mereció la pena la visita entera. Si puedes combinarla con una noche en el Bolshoi, la velada moscovita será mágica.


   CAFÉ PUSHKIN   
Tverskou Boulevard, 26A
125009   Moscú
+7 495 739-00-33
cafe-pushkin.ru




Rusia: 12 imprescindibles que ver y que hacer en Moscú


La capital de Rusia, a pesar de ser muy visitada, es mucho más soviética y tiene un ambiente menos cosmopolita y europeo que San Petersburgo. Aunque es enorme, sus principales atractivos se pueden visitar en unos tres días y dedicar el resto de nuestra estancia a realizar visitas a otros lugares interesantes cercanos del Anillo de Oro, como las ciudades Patrimonio de la Humanidad: Vladimir y Suzdal.

La ciudad es un caos para conducir, sus carreteras están muy masificadas y la contaminación asusta. Por ello, te aconsejo que uses el metro o el tren siempre que puedas.

Aquí te dejo lo que para mí es lo más importante de Moscú. Yo dediqué a la ciudad 3 días y el cuarto lo pasé en el Anillo de Oro.

Qué hacer en Moscú




1. Pasar una mañana dando vueltas por el Kremlin: la gran fortaleza del país sigue siendo el símbolo del gobierno de Rusia. Hoy alberga cuatro catedrales y cuatro palacios rodeados por una gran muralla del siglo XII. Esta antigua residencia de zares actualmente sirve como sede del museo ruso más famoso, la Armería y por ser el lugar de trabajo de Putin.

Las colas son enormes. Las entradas se pueden comprar por internet (con una antelación máxima de 14 días) o en la taquilla. Precio de la Armería: 700 rublos. Precio para entrar a la Plaza de las Catedrales del Kremlin: 500 rublos. Horario: las taquillas abren desde las 9’00 hasta las 16’30. Cierra los jueves. Si queréis visitar también el fondo de diamantes, la entrada la tendrás que comprar allí mismo, aparte. 


2. Pasear por la Plaza Roja: justo al lado del Kremlin verás colas larguísimas para entrar al Mausoleo de Lenin en plena plaza. En ella también se alzan las catedrales de Kazán y de San Basilio, y las lujosas galerías GUM. En los alrededores también podrás ver la Tumba al Soldado Desconocido y la Plaza de la Revolución, presidida por un enorme Four Season Hotel. 


3. Visitar la Catedral de San Basilio: según la leyenda, el zar Iván el Terrible dejó ciego al arquitecto al que mandó construir la catedral para que nunca hiciera otra construcción que la superara en belleza. Hoy se ha convertido en el símbolo de Moscú y se pueden visitar sus nueve capillas y su campanario. Las entradas se pueden comprar allí mismo y su precio es de 500 rublos. La visita es bastante rápida.


4. Comprar algo caro en las Galerías GUM: este lujoso centro comercial comenzó su andadura en 1890. A pesar de haber sido privatizado y de que dentro sólo hay marcas caras, hoy está lleno de turistas curiosos, con ropa de turista y haciendo miles de fotos.


5. Comprar algo barato en el mercado de Izmailovo: nada más que para ver su original arquitectura ya merece la pena la visita. Está algo alejado del centro, por lo que es necesario que cojas el metro (Línea 3) hasta la parada de Partizanskaya. Aquí tendrás la oportunidad de hincharte a comprar souvenirs rusos a precios baratísimos. En los puestos se puede regatear y, en muchos de ellos, hablan español. 


6. Hacer un tour por el metro más elegante del mundo: con una longitud de 400 km, el metro de Moscú es el metro del mundo con mayor densidad de pasajeros en el que cada año se mueven unos 2450 millones de personas. Tiene 14 líneas y 243 estaciones. Algunas de ellas son preciosas. No pierdas la oportunidad de pasearos por el Palacio del Pueblo disfrutando de estaciones como la de Komsomolskaya, Krasnye Vorota o Mayakovskaya. 


7. Comer como en el siglo XIX en el Café Pushkin: uno de los lugares más elegantes para comer en Moscú es el famoso Café Pushkin. Cuando entras en él, parece que has viajado atrás en el tiempo. La decoración, la elegancia de su personal, la música, los colores… todo. Los camareros visten de época y sirven las mesas siguiendo las más estrictas normas de protocolo.  


8. Comer como en una piña debajo del mar en el Krusty Krab: en pleno centro de Moscú encontré esta joyita. Pasaría desapercibido en medio de la calle peatonal Arbat, si no fuera por las figuras que hay en la terraza para que la gente se haga fotos con ellas. Todos los camareros van vestidos de Bob Esponja y la comida está buenísima. 


9. Asistir a una obra en el Bolshoi: fundado en 1776, es el segundo teatro más grande de Europa. Existen tours guiados por el interior del edificio, pero lo más auténtico es poder disfrutar de un buen espectáculo de ballet sentado en una de sus elegantes sillas. Las entradas las puedes comprar por internet, aunque con mucha antelación para que no se agoten y para que te salgan más baratas.  


10. Disfrutar de la naturaleza en Kolómenskoye Park: este enorme parque al sur de Moscú, contiene varios museos, iglesias y el palacio de verano del zar Mijailovich. Es un lugar ideal para relajarse paseando entre sus cuidados árboles. Si tienes suerte, es muy normal que allí se celebren ferias, espectáculos y eventos en los que podrás aprender mucho más de Rusia. 


11. Aprender a usar un samovar en una Dacha: la dacha es una casa de campo perteneciente a una familia urbana, pero que se usa durante los festivos y los fines de semana. Las de Moscú fueron dadas a las familias durante la época de la URSS para que plantaran alimentos y no se murieran de hambre, aunque muchos de estos alimentos debían ser devueltos al gobierno. Hoy se han convertido en pequeñas casitas de campo, un refugio antiestrés en el que las familias se dedican a sus hobbies favoritos, como la jardinería. En la Soviet Dacha, Irina y su familia te muestran su casa y conocerás los secretos de cómo se realiza un buen samovar para disfrutar de una tarde de té en familia.
Precio: 2250 Rublos, con transporte desde y hacia la estación del metro más cercana, té y dulces incluidos. 



12. Hacer una visita cercana por el Anillo de Oro: el Anillo de Oro es una zona turística que incluye 20 ciudades al noreste de Moscú. Algunas están bastante cerca como para ir y volver en el mismo día. Siendo verdaderos museos al aire libre, estas villas medievales guardan la memoria de los acontecimientos más importantes de la historia rusa. Las catedrales, iglesias, conventos, monasterios y museos de bellas artes resultan asombrosos por su esplendor y son testimonio de la riqueza del patrimonio ruso.