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Qué ver en San Andrés y Sauces – Uno de los pueblos más bonitos de La Palma



El municipio de San Andrés y Sauces está dividido en dos tramos principales que antiguamente configuraban dos localidades distintas separadas por pocos kilómetros de distancia. Los Sauces se encuentra en el interior de la isla y tiene más servicios y población al pasar por allí la carretera del norte.  Su gran iglesia  conserva pinturas y tallas flamencas renacentistas.


San Andrés está en la costa y está considerado como uno de los pueblos más bonitos de La Palma. Rodeado de bosques de laurisilva, profundos barrancos, bancales y plataneras, San Andrés es un paraíso en el que se ha detenido el tiempo.

Paseando por sus tranquilas calles empedradas te embelesarás con los ejemplos de arquitectura tradicional que presentan sus casas de amplios ventanales y balconadas y que están consideradas de las más antiguas de la isla. Son prueba del pasado glorioso de sus habitantes, vinculados a los cultivos de caña de azúcar, ñame y plátano. De hecho, éste fue el núcleo comercial más importante de la comarca Noreste de la isla, que llegó a adquirir en los siglos XVI y XVII el título de villa. Hoy las únicas producciones de azúcar están vinculadas a la destilería de Ron Aldea, que se puede visitar por dentro.





El epicentro del núcleo es la bonita Iglesia de San Andrés, construida en el siglo XVI en estilo renacentista. Dentro alberga las imágenes del Cristo del Gran Poder y Nuestra Señora del Rosario.


Caminando hacia abajo en dirección al mar, pronto encontrarás el sendero que lleva hasta las Piscinas Naturales del Charco Azul. Desde el camino podrás ver amplias plantaciones de plataneras y, al fondo, el impresionante Puente de Los Tilos, un viaducto de 350 metros de largo que salva el Barranco del Agua y que está considerado como el puente más grande de España de un solo arco.


Este paseo marítimo discurre por encima de las zonas de El Varadero, La Cuevita y el Horno de Cal, hasta llegar al Charco Azul





El complejo está integrado por una piscina grande, una infantil y una pequeña cala de piedra volcánica que se conoce como el Charco de las Damas



Un poco más adelante se encuentra el núcleo pesquero del municipio: Puerto Espíndola. Antiguamente fue un importante puerto comercial. Hoy cuenta con dos pequeñas playas de arena negra y un puerto reformado con barcos deportivos y de pesca.

Si te ha sabido a poco, puedes aprovechar tu visita para realizar la ruta de senderismo de Las Aguas, también conocida como la del Canal de Marcos y Cordero. El canal de agua está compuesto por trece túneles excavados en la roca. A la salida del túnel número doce aparece el naciente de Marcos con su espectacular brote de agua. El naciente de Cordero lo componen tres cascadas.


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Qué ver en Santa Cruz de La Palma



Habitada originariamente por la tribu benahorita de los Tedote, conquistada por los españoles en 1493, saqueada y destruida por el pirata Pata de Palo (Françoi Le Clerc… La capital de la isla está rezuma historia por todos los rincones. Está declarada en su totalidad Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico-Artístico.  De todas las ciudades canarias que he visitado hasta ahora, ésta se ha convertido en una de mis favoritas. Pasear por sus calles centrales, llenas de tranquilidad y edificios coloniales, y tomarte un barraquito en una de sus plazas no te dejará indiferente.

 Qué hacer en Santa Cruz de La Palma

1. Disfrutar de su arquitectura popular: a veces resulta difícil aparcar en Santa Cruz de la Palma. Te aconsejo buscar sitio por la Avenida de los Indianos e iniciar el camino dejando el mar a la derecha hasta llegar a la Plaza de la Constitución, donde comienzan las calles peatonales. Su calle principal es la calle Real, que está dividida en tres tramos: O’Daly, Anselmo Pérez Brito y Doctor Pérez Camacho.


Tanto estas calles, como las callejuelas aledañas están llenas de tiendas, restaurantes y coloridos edificios coloniales, como la Casa Salazar o la Casa Pinto, representaciones de la arquitectura tradicional de la isla. La ciudad posee un rico patrimonio artístico de estilo renacentista, barroco y neoclásico.



2. Comprar souvenirs y productos palmeros: la Calle O’Daly recibe su nombre de un comerciante irlandés que consiguió crear el primer Ayuntamiento democrático de España. Y lo hizo aquí, en Santa Cruz de La Palma en 1773, imponiéndose a las familias terratenientes que gobernaban bajo el Pleito de los Regidores Perpetuos. 



Esta calle peatonal está plagada de edificios coloniales de vivos colores y te ofrece una gran oportunidad para comprar souvenirs en las múltiples tiendas que hay repartidas por ella.

Otra buena oportunidad para comprar productos canarios la tienes en el Mercado de La Recova (Mercado Nuestra Señora de África), que lleva en funcionamiento desde 1943.

3. Descansar en sus plazas: la plaza más importante de la ciudad es la Plaza España, que cuenta con el mejor conjunto renacentista de Canarias, teniendo a su alrededor el edificio del Ayuntamiento, varias casas señoriales y la iglesia del salvador, cuyo interior está formado por llamativos artesonados mudéjares.


Otras plazas que no puedes dejar de visitar son las de San Francisco y Santo Domingo. Ambas cuentan con mucho encanto y presentan edificios tradicionales, como el Real Convento de la Inmaculada Concepción (hoy sede del Museo Insular de La Palma), el Convento de San Miguel de las Victorias o la Iglesia de Santo Domingo.




4. Visitar el Barco de la Virgen: en la popular Plaza de la Alameda, ajardinada y con numerosos restaurantes, verás un gran barco que alberga el Museo Naval. Es una reproducción de la Santa María, embarcación con la que Cristóbal Colón llegó a América. Precio de la entrada: 4€


5. Contemplar el Castillo de Santa Catalina: muy cerca del Museo Naval, están los restos del antiguo sistema defensivo de la ciudad. La obra actual se levantó para homenajear al primer castillo de 1683, que ubicaba un poco más al norte y que era una copia del Castillo de San Cristóbal de Santa Cruz de Tenerife. Originariamente se creó un castillo de madera pintada que era usado en las fiestas de la Bajada de La Virgen. Posteriormente, en 1820, el comerciante don José Gabriel Martín construyó a sus expensas el terraplén, la casa almacén, y lo dotó con 21 cañoncitos de hierro. Hoy es Monumento Histórico Artístico.


6. Deleitarte con las Casas con balcones de la Avenida Marítima: la imagen más representativa de Santa Cruz de La Palma se encuentra en la Avenida Marítima, allí se reúnen en un espacio muy corto distintos ejemplos de balcones, entre los que destacan los balcones dobles, de influencia lusitana. Su función era la de ventilar las viviendas de la Calle Real por su parte trasera aprovechando los vientos que vienen directamente del mar. Algunos tienen en los extremos un tablero de cubrición donde se alojaban los escusados o retretes, cuyas aguas fecales caían a la calle para desembocar en la orilla del mar.

  

7. Tomarte un barraquito en sus terrazas: el café más popular de las islas es una delicia y suele estar compuesto de diversas capas con leche condensada, Licor 43, café, leche, corteza de limón y canela.


8. Ver a los enanos palmeros: la danza de los Enanos de La Palma es una tradición que data de 1905 y tiene lugar durante las fiestas de La Bajada de la Virgen de las Nieves, que se celebra cada 5 años durante los meses de verano. Esta danza la realizan 24 hombres disfrazados de enanos al son de una polca y es todo un acontecimiento.










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Día 3 – Hacia el oeste de la isla

1. Mirador de la Cumbrecita: muy temprano, empecé mi tercer día en La Palma con la subida en coche hacia La Cumbrecita. No quería irme de la isla sin ver algo del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. Para acceder tuve que reservar el aparcamiento un mes antes en la web de Parques Nacionales. Una vez arriba, con un frío que asombraba, realicé los dos senderos más fáciles y cortos del entorno porque no disponía de mucho tiempo: el del Mirador de La Cumbrecita y el del Lomo de las Chozas. Ambos ofrecen una de las mejores vistas del Parque Nacional.


2. Puerto de Tazacorte: mi visita a la Caldera de Taburiente tuvo que ser rápida porque había reservado una visita en velero para ver cetáceos. El barco partió del Puerto de Tazacorte y recorrió su costa dando unas bonitas panorámicas del pueblo pesquero de Porís de Candelaria, de Cueva Bonita y de la Playa de la Veta. Por suerte, durante gran parte del trayecto estuvimos acompañados por delfines y pudimos ver algunas ballenas a lo lejos, así como el fenómeno de La Cascada bajando sobre las laderas de las montañas.


Después de 3 horas de navegación, aproveché el buen tiempo para comer en una de las terrazas de Tazacorte, bañarme un poco y pasear por su playa.



3. Porís de Candelaria: después del baño, me dirigí a este pintoresco pueblo pesquero. Para llegar a él sufrí como hacía tiempo que no sufría por una carretera. Tanto a la ida, como a la vuelta. El camino que lleva hasta él está lleno de curvas de infarto, con el enorme desnivel que supone salvar el gran acantilado que lleva hasta las cuevas en las que se ubican las casas de los pescadores. El resto de la tarde-noche la pasé reponiendo fuerzas en un chiringuito de Puerto Naos, comprando algo en el gran Hiperdino de El Paso y cenando en Santa Cruz.


Día 4 – Por el este de la isla


1. Bosque de Los Tilos: mi último día en La Palma lo comencé visitando otro de sus maravillosos parajes naturales, el Bosque de Los Tilos, donde se encuentra la mayor representación de los bosques de laurisilva de todo Canarias. Yo quería ver la famosa Cascada de Los Tilos, pero como el camino estaba en obras, en el Centro de Interpretación me recomendaron realizar la ruta hacia el Mirador de las Barandas, una subida de 700 escalones bajo una increíble vegetación.


Al volver, me paré en el restaurante del parque. Mi idea era tomarme un pequeño aperitivo después de la caminata, porque no había desayunado mucho. Cuando le pregunté a la cocinera que qué era el gofio escabechado, me dijo que eso no se explicaba, que se probaba. Y, aunque eran las 11:00, se dispuso ha hacerme media ración para que degustara un plato tradicional canario. Mereció la pena y me quitó el hambre de inmediato. El gofio… es lo que tiene. 😊

2. Santa Cruz de la Palma: aunque había visitado ya varias veces la capital de la isla, siempre había sido de noche y para cenar. Por eso, antes de irme hacia el aeropuerto, dediqué el tiempo que me quedaba en La Palma para pasear por una de las ciudades que he visto en Canarias. Me quedé prendada de ella. Sus callejuelas, su ambiente tranquilo, sus edificios coloniales… me gustó todo.


Un añadido ➨ El Cubo de La Galga: lo añado aquí porque puedes visitarlo si tienes más tiempo en La Palma. Si mi avión hubiera salido un poco más tarde ese día, hubiera aprovechado el tiempo después del Bosque de Los Tilos y hubiera realizado la parte corta de este sendero que dejar el coche en el túnel de La Galga (donde se encuentra un Punto de Información Ambiental), entrar a pie en el Cubo de la Galga y volver a salir por donde mismo.

Mapa de la ruta



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Día 2 – Recorriendo el Norte de la isla

1. Observatorio Astronómico Roque de los Muchachos: el pico más alto de la isla alberga uno de los observatorios astronómicos más prestigiosos del mundo. En él se ubican 15 telescopios fruto de la colaboración internacional de 19 países. Meses antes de mi visita a la isla reservé una visita guiada al complejo y al GRANTECAN, el Gran Telescopio Canario. Sin duda, merece la pena conocer este observatorio por dentro.


2. Mirador del Roque de los Muchachos: una vez acabada la visita al observatorio, otra carretera llena de curvas lleva al cercano aparcamiento del mirador. Desde allí sale un pequeño sendero hasta el Espigón del Roque, desde donde hay unas magníficas vistas.


3. Dragos de Buracas: una hora de carretera recorriendo el interior de La Palma, me llevó hasta Las Tricias, una pequeña población agrupada en torno a una plaza, una iglesia y algunos restaurantes.



A las afueras del pueblo se encuentra el Museo del Gofio y el inicio del sendero que lleva a la zona con mayor concentración de dragos del archipiélago. Enormes dragos aparecen a los lados de la senda, siempre hacia abajo y con el océano al fondo. Es un paisaje realmente bello. En medio de este peculiar camino me topé con El Bio Café Finca Aloe, un restaurante muy particular en el que aproveché para comer.


4. Parque Cultural La Zarza: después de ir al Porís de Santo Domingo y ver que no merecía nada la pena el camino hasta allí, emprendí el rumbo hacia la parte más al norte de la isla para conocer más sobre su historia. Por el camino, me topé con unos caminos llenos de almendros en flor y de viñedos. Parecía estar en cualquier otro sitio, menos en la imagen que se tiene típica de Canarias.


Tagalguén (nombre prehispánico de Garafía) pudo ser uno de los cantones más poblados de toda la isla, posiblemente con más de mil benahoaritas a finales del siglo XV. Las estaciones de grabados rupestres que tiene Garafía suponen más del 70% de los yacimientos arqueológicos de este tipo que se conocen en La Palma. El parque ofrece una sencilla ruta para conocer la vida de estos habitantes. Precio de la entrada: 2€


5. La Fajana: las carreteras del norte y del interior están llenas de curvas, de niebla y de verde. Un paisaje precioso que me acompañó hasta llegar de nuevo a nivel del mar.


Las piscinas naturales de La Fajana ofrecen un cuidado complejo compuesto por tres charcos protegidos del oleaje y varios chiringuitos. El charco más grande tiene una bonita cascada que se activa en verano. Los tres son preciosos y están llenos de pececillos. Las playas del norte son mucho más salvajes y frías que las del sur, pero aún así, en días buenos suelen llenarse pronto.


6. Laguna de Barlovento: no hacía tiempo para bañarse. De hecho, hacía un viento y un frío tremendo, por lo que después de deleitarme un poco con las vistas de La Fajana, me fui un poco más al interior para pasear por una de las áreas recreativas más famosas del norte de La Palma, la Laguna de Barlovento. La laguna es un embalse situado en un cráter y que estaba tapiado cuando yo fui (y seco). Pero, en frente, está el área recreativa que cuenta con una pequeña lagunilla, un restaurante, un camping y varias zonas de paseo y descanso en plena naturaleza.



7. San Andrés y Sauces: mi última visita del día la hice a una de las villas más bonitas de la isla y el que fuera el núcleo comercial más importante del noreste de La Palma. Su iglesia renacentista, su plaza y sus hermosas casonas recuerdan su glorioso pasado.


Descendiendo por sus calles hasta el mar, pronto aparece el sendero que lleva hasta el famoso Charco Azul. El complejo está integrado por una piscina grande, una infantil y una pequeña cala de piedra volcánica que se conoce como el Charco de las Damas.


De vuelta al pueblo, emprendí la el camino por las carreteras que lo rodean llenas de plataneras, hasta llegar a Santa Cruz para cenar.


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