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22 Souvenirs típicos de Argentina - ¿Qué comprar de recuerdo?


Argentina es sinónimo de buenos alimentos, dulces y artesanía. Esta es una muestra de los souvenirs más típicos que me encontré durante mi viaje al este rico país. En las ciudades turísticas vas a encontrar tiendas de recuerdos por todos lados. Además, siempre hay algún paseo o feria en los que los artesanos muestran sus trabajos. Aparte de las figuritas y objetos típicos que puedes encontrar en cualquier lugar del mundo, aquí te dejo algunas ideas para que encuentres un recuerdo original.

Qué comprar en Argentina

1. Fernet: bebida bastante amarga a base de Coca-Cola y un 70% de Fernet, un licor hecho con varios tipos de hierbas maceradas en alcohol de vino. Tiene una graduación de entre 39º y 45º. Es muy usual en Argentina. El Fernet Branca es uno de los más famosos y lo puedes encontrar en cualquier supermercado.

2. Mate y mate cocido: infusión hecha con hojas de hierba mate (Ilex paraguariensis), planta originaria de las cuencas del Paraná, del Paraguay y del curso superior del Uruguay. Es muy amargo y contiene mucha cafeína. Para tomarlo se necesita un recipiente para echarlo y una bombilla (la especie de pajita por la que se sorbe). El mate cocido consiste en mate metido en bolsitas de té, para que te hagas una infusión en una taza.


3. Alfajores: no tienen nada que ver con los españoles. Son unos pequeños pasteles base de mantequilla, huevo, azúcar, maicena, harina, galleta, dulce de leche y chocolate. Están por todas partes, hay un sinfín de marcas y variedades.

4. Dulce de leche: en Argentina está hecho a base de leche de vaca, azúcar, esencia de vainilla y una pizca de bicarbonato de sodio. Los hay de muchas marcas y sabores, incluido el de menta, que puedes encontrar en La casa del Dulce de Leche, en Buenos Aires.


5. Submarino: un vaso de leche calentito en el que se mete una barra de chocolate negro y se remueve hasta que se disuelve. Una delicia. Las barritas se pueden comprar en las chocolaterías.


6. Artículos de lana: gorros, guantes, bufandas… ropa calentita para el pasar el invierno.

7. Artesanía de madera y cerámica: las ferias y los paseos de artesanos están llenas de puestos en los que los artistas exponen sus productos

8. Fileteados: dibujos porteños caracterizados por líneas que se convierten en espirales, colores fuertes y un uso sobrecargado de la superficie. Son Patrimonio cultural Inmaterial de la Humanidad. 

9. Productos de cuero: zapatos, camperas, cinturones, objetos decorativos… de excelente calidad y a muy buen precios puedes encontrar en Buenos Aires en la Plaza Serrano, en la Feria de San Telmo y en la calle Murillo, en la que hay alrededor de cincuenta locales dedicados a la marroquinería. 

10. Set de mate: compuesto por un mate (de calabaza, plata, loza, madera...) y una bombilla para beber. Algunos más completos también llevan una yerbera, un termo y una matera para llevarlo todo a modo de bolso. 


Iguazú

11. Artesanía guaraní: las artesanías más características de la zona de Iguazú están realizadas principalmente por los pobladores de la etnia Mbyá-Guaraní. Están especializados en tallas de madera, tejidos de algodón, cestería, collares, aros y pulseras de madera y semillas. 

12. Alfajores Regionales de Yerba Mate: la empresa Leyendas de mi tierra son todo un reclamo en Puerto Iguazú. De elaboración totalmente artesanal, su basa es el extracto de yerba mate y y su relleno se compone de dulce de leche. Todo ello bañado en glacé.  


Bariloche

13. Figuras de gnomos y duendes: en Bariloche y en Colonia Suiza hay multitud de tiendas que venden figuritas de Duendes de Bariloche.

14. Peluches de perros San Bernado: si no quieres hacerte una foto turística con el icono de la ciudad, siempre puedes comprarte uno de juguete. 

15. Chocolates y bombones: los bombones son el producto estrella de Bariloche. Puedes ir de tienda en tienda probando lo que ofrezcan (siempre hay algo) y luego lanzarte a comprar (porque acabarás comprando, como todos). El Turista, el Reino de los Chocolates, Rapa Nui, Mamuschka… son ejemplos de marcas bien conocidas en Argentina.


El Calafate

16. Merchandising del Perito Moreno: lo más visitado de la zona es aprovechado para poner a la venta todo tipo de objetos con su imagen. Imanes, camisetas, gorras, cuadernos, chapas…

17. Objetos de guanaco: el guanaco es un animal salvaje, parecido a una llama, que puebla la estepa patagónica. Su carne es consumida en forma de empanadas, guisos y hamburguesas. Sus huesos y dientes son aprovechados para hacer collares y otros objetos tallados.

18. Dulces y licores de Calafate: alfajores, mermeladas o licores, son productos que se hacen en esta tierra aprovechando el fruto azul que da nombre a la región.


Ushuaia

19. Chocolates y dulces: una caja de bombones, dulce de leche, alfajores o chocolate de la Fábrica de chocolate más austral del mundo. No dejes de entrar en la chocolatería La Laguna Negra.

20. Faro del Fin del Mundo: ver el Faro Les Éclaireurs mientras recorres el canal Beagle es algo que no te puedes perder si viajas al fin del mundo. Figuritas de este emblema fueguino se venden por doquier.

21. Sello postal del fin del mundo: puedes comprar una postal con sello y echarla en los buzones de las tiendas para mandar a tu recuerdo desde un sitio tan austral. También puedes ir Correos a que te pongan el matasellos, incluso acercándote a la aislada oficina que hay en el Parque Nacional Tierra del Fuego.

22. Torta Fueguina: hecha con huevo, azúcar, chocolate, almendras, harina, manteca y frutas del bosque, la puedes encontrar en cualquier tienda de souvenirs de la ciudad.


Día 6: Argentina – Un día visitando la ciudad de Ushuaia



Salí de El Calafate con Aerolíneas Argentinas a las 9’25 y llegué a Ushuaia a las 10’45. Las vistas todas nevadas ya auguraban el frío que iba a hacer durante toda mi visita.





El aeropuerto de Ushuaia es muy pequeñito y la pista de aterrizaje estaba helada. Como no hay transporte público que lleve a la ciudad, tuve que pedir que me arreglara el traslado el hotel, aunque se olvidaron y allí no había nadie esperándome. El error lo arreglaron rápido y pronto llegó mi coche. El aeropuerto está a unos escasos 5 kilómetros del centro de Ushuaia, pero mi hotel quedaba un poco más alejado.

Las calles estaban totalmente cubiertas de hielo. Cuando me bajé del coche en qué me vi de salir y llegar a la puerta del hotel. Y más aún con el equipaje que llevaba.


Descansé un poco y me dispuse a recorrer Ushuaia. Mi idea era ir andando, pero me había asustado el estado de las calles. Le eché valor e intenté llegar al supermercado de La Anónima, que estaba a tan sólo unos cuantos minutos minutos. Pero lo pasé bastante mal. Después, le pregunté a un hombre que dónde podía coger el bus al centro y allí esperé al siguiente. 




Usé la tarjeta SUBE que había comprado en Buenos Aires y llegué cerca de la Avenida San MartínEn esta calle prácticamente no había hielo y se podía andar bien. Aunque no había prácticamente nadie. Como me pasó en El Calafate, por la mañana todo está sin casi vida y el ambiente comienza por la tarde-noche, cuando llegan los turistas de las excursiones. Descansé un poco viendo las tiendas que había por allí y comí en el restaurante Quinquela una ensalada y un lomito (los bocadillos típicos argentinos).


Después me compré otra tarjeta para el móvil en la tienda de la empresa Claro. Allí, aunque no había casi nadie, eché bastante rato. En la misma Avenida de San Martín vi varios edificios emblemáticos, aunque la calle en sí misma ya es bastante pintoresca. Y mirar hacia arriba y ver las montañas al fondo ya es reconfortante.



El edificio que más destacaba en la calle era el de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, un edificio de 1898 muy sencillo y colorido, con una torre campanario con reloj y cuya construcción fue impulsada por los salesianos.


La típica casa fueguina originalmente era de chapa, madera y de planta rectangular o cuadrada. Estaba revestida de zinc y tenía el techo a dos aguas también de chapa o tejas con forma de rombo.

Continué mi paseo viendo edificios tradicionales, como la Casa de Gobierno, el Bar Ideal, el Edificio de la Municipalidad, la oficina de Correos… hasta llegar a una casa que llamó mucho mi atención. En la puerta había una reseña histórica y su casa de té estaba abierta. Hablaba de los pioneros de Ushuaia: 

El pionero José Salomón puso en marcha un almacén en 1913, cuando arribó a Ushuaia tras un largo viaje desde el Líbano. Durante muchos años este almacén sirvió de abastecimiento y lugar de encuentro social y cultural, cumpliendo un rol fundamental en el proceso de construcción de la ciudad de Ushuaia. Hoy es una cafetería y restaurante . La casa que tenía delante era un antiguo almacén de Ramos Generales, llamado El Recreo, que permaneció abierto hasta 1983. A su cargo estaba Manuel Olmo, de ahí su nombre actual Casa Olmo. En la casa de al lado viven sus descendientes. Entré y me tomé un submarino con un alfajor para descansar un rato.


A la vuelta, me pasé por pasé por el Museo Fueguino, cuya interior estaba lleno de figuras que reproducían cronológicamente la vida de las distintas comunidades que han poblado estas tierras. En la parte de arriba tenía un gran restaurante.


Acabado mi paseo por la Avenida San Martín, bajé hasta la cercana Avenida Maipú, la otra arteria principal de Ushuaia. Ahí ya empecé a pasarlo otra vez mal con el hielo. Todo estaba otra vez congelado y vuelta a escurrirme por doquier. Mientras bajaba, empecé a ver gente andando, e incluso corriendo, por donde yo sólo sobrevivía por no escurrirme. Paré a un señor y le pregunté que cómo andaba tan bien por el hielo. Me dijo que llevaba crampines y me indicó dónde podía comprarlos, justo en la esquina. No lo dudé y me compré unos.


Con ellos puestos me fui a la Costanera. Las vistas de la bahía eran preciosas.




Las estatuas del Paseo de los Pioneros estaban congeladas y a ver quién se atrevía a tumbarse en las hamacas de piedra a tomar el sol.




A medio camino encontré la Plaza Cívica. Parecía una pista de patinaje, toda helada. En su centro destacaba la bandera argentina y, a un lado, el monumento en honor a los primeros pobladores.


Dejé los crampines a un lado y entré en la Oficina de Turismo. Había leído en una guía de viaje que allí te ponían gratis un sello en tu pasaporte que indicaba que habías estado en el Fin del Mundo. Y así fue. Se lo dije a la amable señora que me atendió y me sacó varios modelos distintos para que eligiera. También aproveché para coger folletos del Parque Nacional.

Con mis crampines de nuevo puestos, crucé la calle y seguí hasta la Plaza 25 de Mayo. En ella estaba el Paseo de los Artesanos, pero todos los puestos estaban cerrados. Esta plaza es famosa por contener una Cápsula del Tiempo, cuyo interior guarda videos con los que pretenden contar a los habitantes de dentro de 500 años cómo éramos y cómo vivíamos ahora.


Costanera hacia abajo, atravesé el puerto y vi encallado el famoso Remolcador Saint Christopher, un gran barco que perteneció a la Royal Navy, participó en batallas como la del Desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial y fue posteriormente adquirido por la Marina de Estados Unidos. En 1953 se le encomendó la tarea de reflotar al buque Monte Cervantes, pero encalló en la costa y ahí se quedó.




Camino adelante encontré la Plaza Islas Malvinas y el cartel de Ushuaia, único sitio donde vi unos pocos turistas. Hice la foto de rigor y continué hacia la Reserva Natural Urbana Bahía Encerrada. Este es un precioso entorno ecológico en el que habitan más de 50 especies de aves, muchas migratorias. En ese momento, estaba totalmente congelada.



Dejé la reserva a un lado y pronto apareció en mi paseo la característica Casa Beban, una construcción de principios del siglo XX, que perteneció a Fortunato Beba, un europeo dedicado al comercio marítimo. Es de origen sueco y estaba concebida para ser vendida por catálogo y construida en puertos de ultramar (como si fuera una casa Ikea). Actualmente se utiliza como sede de eventos culturales.


Ya se estaba haciendo de noche. Pensé en coger un remis para llegar al hotel pero, como me había comprado los crampines y les quería dar uso, continué caminando. La iluminación de las calles era muy tenue, había gente haciendo ejercicio, pero no demasiada. Conforme caía la noche, el hielo se hacía cada vez más duro y empezó a serme difícil andar hasta con eso puesto. Finalmente llegué al hotel. El resto de los días que estuve en Ushuaia me desplacé en remis. 😓



Argentina: Opinión de la chocolatería Laguna Negra de Ushuaia



En la calle más céntrica y famosa de Ushuaia se encuentra una de las chocolaterías más famosas de toda Argentina. Los chocolates de Laguna Negra están disponibles en todo el país, pero lo mejor es visitar sus locales, cálidos y agradables, en el que puedes disfrutar de un buen submarino y un alfajor.

No sólo le han dado fama la calidad de sus productos, sino también el hecho de ser la Fábrica de chocolate más austral del mundo. No hay ningún lugar más al sur en el que se fabrique este rico manjar.


Durante mi viaje a Argentina, visité sus locales en Buenos Aires, El Calafate y Bariloche. Pero, en el que más ilusión me hacía entrar era en el de su tierra natal: el de Ushuaia.

El local es pequeñito y siempre lo vi abarrotado. La fila para entrar por la tarde es enorme, cuando los turistas vienen de sus excursiones y el centro de la ciudad se llena.


La parte de fuera está reservada a la tienda. Un gran mostrador y estanterías llenas de productos dulces argentinos. Al final están las mesas, aunque hay muy pocas, por eso se llena pronto.

👉 Un consejo: si vas a subirte en el Tren del Fin del Mundo, aprovecha para ir después a la chocolatería, porque puede que den un vale de descuento. Además, si vas antes de que vengan los turistas de las excursiones, podrás entrar sin tener que esperar tanto.



   LAGUNA NEGRA   
Av. San Martín 513, V9410
Ushuaia, Tierra del Fuego, Argentina
Teléfono: +54 2901 43-1144
www.lagunanegra.com.ar

Argentina: Día 5 - Paseando por la costanera de El Calafate



Después de un día muy ajetreado en el Perito Moreno, el minibús me llevó de vuelta a El Calafate. Cuando hizo la primera parada para dejar a turistas en un hotel, vi un paisaje que me encantó. Miré en el maps que no estaba muy lejos del centro de la ciudad y decidí bajarme también allí para hacer el camino que me llevaba paseando.


Se trataba del Paseo de la Costanera Calafate, un camino muy bien acondicionado y que recorre la bahía Redonda, un brazo del Lago Argentino. Este lugar es frecuentado por los lugareños en verano para pasear mientras disfrutan de las vistas. En invierno, cuando las aguas se congelan, vienen aquí a practicar patinaje sobre hielo. 

Normalmente el lago está en calma, aunque suele hacer mucho viento por allí. Sin embargo, cuando ocurre la famosa ruptura del Glaciar Perito Moreno, éste aporta un gran caudal de agua al cuerpo principal de Lago Argentino y se pueden producir increíbles crecidas, afectando a la costanera.


Las vistas a la bahía eran excepcionales. Llena de flamencos y otras aves. Era un vergel, una extensión de lo que ya vi en la reserva de la Laguna Nimez.


Cuando llegué al hotel ya había anochecido. Estaba muy cansada de tanta tralla y de todas las emociones que había vivido ese día en el glaciar. Mi estancia en El Calafate fue maravillosa y decidí acabarla con un buen plato de cocina al disco. Al día siguiente, me esperaba la ciudad más austral del mundo: Ushuaia.