Un mes antes
de mi visita a Ushuaia contacté con la empresa Che Turismo Alternativo para
hacer una excursión en barco por el Canal de Beagle. La experiencia fue un
desastre. En todo momento me dijeron que estaba confirmada, incluso el día de
antes me mandaron una nueva confirmación avisándome de que estuviera a las 9’30
en su garita. Reservé un remis que me llevara allí desde el hotel y una vez
allí, ese mismo día, me dicen en la garita que lo sienten mucho, pero que hace
viento y que no saben si van a navegar. Que me dé una vuelta por el paseo y que
vuelva en un rato a ver. Me quedé a cuadros. A la media hora volví y me dijeron
lo mismo.
El día era
claro, no hacía viento y el resto de las garitas estaban preparando sus
excursiones. Me dio la impresión de que no tenían a nadie más para esa
excursión y que estaban esperando llevar a alguien más en el barco. Si me lo
hubieran dicho antes, la hubiera cancelado y no hubiera pasado nada. Pero torearme
de esa manera me sentó fatal. Fui a otra garita y le expliqué al dependiente lo
que me había pasado. Me dijo que ellos salían sí o sí, que el tiempo era muy
bueno y que no había viento. Que le extrañaba que me hubieran contando eso. Así
que la contraté con ellos y fue lo mejor que pude hacer.
La empresa se
llamaba Patagonia Adventure Explorer. Me dieron mi ticket y nos fuimos al puerto
a pagar las tasas de embarque. Allí nos montamos en un barquito pequeño y
empezamos el recorrido. En la mesita del barco, nos pusieron té y café con
pastas.
Ver Ushuaia
desde el mar fue maravilloso, todas las montañas nevadas y el mar en calma. Desde
este punto, el paisaje era una combinación de mar y montañas, y se podían ver
los montes Olivia, Cinco Hermanos, las Estancias Fique y Túnel, Los montes
Escarpados y el Río Encajonado
Nuestro guía, Lucas,
fue un encanto. Lo explicaba todo con pasión, se notaba que sabía y que
disfrutaba contándolo. De vez en cuando nos íbamos a otra zona del barco en la
que desplegaba sus mapas y nos mostraba por dónde íbamos y lo que íbamos a ver,
nos enseñaba fotos y libros de los antiguos pobladores y nos habló de la última
mujer Yámana que aún vivía. La última de su raza.
El Canal
Beagle sirve de frontera natural entre Argentina y Chile. El sector argentino
pertenece a Ushuaia y el chileno pertenece a Cabo de Hornos. La controversia
entre ambos países respecto de la soberanía de las islas del canal Beagle fue
resuelta mediante la firma del Tratado de Paz y Amistad en 1984. Acuerdo alcanzado
por mediación del papa Juan Pablo II. Su nombre se debe al buque británico HMS
Beagle, en el que el comandante Fitz Roy (del que ya me hablaron en El Chaltén) fondeó estas aguas descubriendo este canal a principios del XIX. Luego
se haría más famoso aún porque sería en el buque en el que viajaría Darwin.
En febrero de 1830 un grupo de indígenas kawésqar robó un
bote que el HMS Beagle no pudo recuperar y en represalia Fitz-Roy embarcó a
tres rehenes, kawésqar, y luego en mayo embarcó un cuarto joven de la tribu
yagán. Decidió llevarlos hasta Inglaterra y traerlos de regreso en una próxima
oportunidad después de que hubieran aprendido el idioma inglés y otras materias
propias de la civilización occidental
Nuestro primer
punto importante fue en la Isla Alicia, la isla de los lobos. Conforme nos
íbamos acercando ya se iba notando un olor fuerte que ya había descubierto yo
por primera vez durante mi viaje a Nueva Zelanda, hacía ya unos añitos. Pronto apareció una gran colonia de leones marinos de un pelo.
Dejando la
colonia atrás, llegamos a la Isla de los Pájaros, habitada por cormoranes
magallánicos reales e imperiales. Y a otro islote donde nos fue posible ver otra
colonia de leones marinos, pero esta vez de dos pelos.
En este
Archipiélago Les Eclaires se sitúa también el Faro Les Eclaireurs, icono de Ushuaia.
Su nombre significa Los Iluminadores en francés. Erróneamente se le ha
identificado mucho con el Faro del Fin del Mundo que daba nombre a la obra de
Julio Verne. Sin embargo, el faro en el que se inspiró el escritor fu el Faro
San Juan de Salvamento, enclavado en la Isla de los Estados, mucho más al este. Por allí, incluso pudimos ver cóndores.
El barco
atracó en la Isla Bridges. Allí nos bajamos y recorrimos un sendero para ver la
flora de la isla y los concheros antropogénicos yámanas más grandes de la región.
Los yámanas habitaban esta zona tan fría totalmente desnudos. Cuando Darwin los
descubrió, quedó totalmente impresionado y llegó a pensar que eran el eslabón perdido.
La realidad es que casi no tenían vestimenta para evitarla saturación por
humedad, que acelera la pérdida de calor corporal, y se cubrían el cuerpo con
unos aceites.
Subimos al
barco de nuevo, nos tomamos un licor, sortearon la bandera de la embarcación (que gané) y llegamos al puerto un poco después. La actividad duró en torno
a unas cuatro horas y fue una de las experiencias más bonitas que pude tener en
Ushuaia.
Si te decides
a hacer la actividad en verano, es posible llegar hasta la isla pingüinera,
cosa que invierno pude hacer por los hielos.
Ten en cuenta que la tasa portuaria se debe pagar en todas las excursiones y tiene que ser en efectivo y en pesos argentinos.
Otras entradas que te pueden interesar: