Argentina: Día 8 - Viajando en el Tren del Fin del Mundo



La Estación del Tren del Fin del Mundo está a unos 10 km del centro de Ushuaia. Antes de llegar a la ciudad me puse en contacto con la Oficina Turismo para que me dijeran si había un servicio de transporte público que llegara hasta la estación o hasta el Parque Nacional. Desgraciadamente, me dijeron que no.

A través del hotel reservé un transfer que me llevara por la mañana a la Estación del Tren del Fin del Mundo, al Parque Nacional Tierra del Fuego y que me recogiera por la tarde para volver a Ushuaia.

El Ferrocarril Austral Fueguino es el tren en funcionamiento más austral del mundo. Su historia se remonta a 1902, cuando se empezó a construir el penal de Ushuaia con materiales de la zona y la mano de obra de los presos. Para trasladar los materiales se montó un xilocarril, un tren que circulaba sobre rieles de madera. En 1952 dejó de circular, hasta que en 1994 una empresa privada lo quiso reavivar con fines turísticos.





En la estación de tren hay un pequeño museo, una tienda de recuerdos y una cafetería. Allí se compra el billete y se hace cola para entrar. Aunque esto no garantiza tu sitio. Por lo que no pierdas el tiempo haciendo fotos o acabarás en un lugar poco agraciado, pues los asientos no van numerados.

El tren recorre los últimos 8 kilómetros del recorrido original, que era de 25 km. Los vagones están calefactados y te dan unos auriculares para que escuches la historia del ferrocarril mientras viajas.



Los paisajes nevados del invierno dentro del Parque Nacional son impresionantes y quitan el habla. Por eso es tan importante hacerse con un buen sitio en el vagón. El tren atraviesa el Cañadón del Toro y cruza el Río Pipo sobre el Puente Quemado, río que se forma por aguas de deshielo y que desemboca en el Canal Beagle.



El tren hace una parada en la Estación La Macarena, lugar en el que se paraba el tren original para proveer de agua a los tanques de la locomotora de vapor. Allí hay un mirador desde el que se ve el valle, el Cerro Guanaco, el Cerro la Portada y el Monte Susana. En la parte alta se encuentra la cascada La Macarena, que da nombre a la estación.





Después de 15 minutos, nos subimos otra vez al tren y seguimos nuestro camino atravesando ya la frontera del Parque Nacional Tierra del Fuego. Bordeando el río, llegamos al Cementerio de árboles. Aquí encontramos el resultado del casi medio siglo que los presos estuvieron talando los árboles de la zona. Sólo los tocones quedan en pie. Impresiona aún más el verlo todo congelado, con la tierra humeante al fondo.






La última parada se realiza en la Estación del Parque Nacional. Aquí es donde esperan los autobuses de las excursiones que han contratado su viaje guiado al parque. También puedes adentrarte en el parque andando y hacer senderismo desde aquí. En mi caso, me bajé del tren y esperé a que viniera otro para volver a la estación de origen, porque era donde me estaba esperando mi autobús para llevarme a la otra entrada del parque.

Aunque sea un viaje caro, merece mucho la pena el ver los paisajes tan imponentes que puedes ver durante el recorrido.


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