Después de mi
viaje a la Colonia Suiza, el resto del día lo pasé en Bariloche. El autobús me
dejó en la Plaza de las Ciudades Hermanas y desde allí comencé mi paseo. Aunque
es la ciudad más visitada de toda la Patagonia, no había mucha gente porque la
mayoría de los turistas llenan Bariloche por la tarde, cuando vuelven de sus
excursiones. En invierno el lugar ofrece gran cantidad de actividades de nieve
y viene muchísima gente a esquiar.
El centro de
Bariloche es muy pequeño y de casitas bajas. La vida gira en torno a las calles
Mitre y Moreno. Cuanto más de alejes de ellas, menos gente verás.
San Carlos de
Bariloche oficialmente tiene unos 130 años. Su nombre deriva de la palabra
mapuche vuriloche, que significa gente de atrás de la montaña. El primer
argentino que llegó a la región, no pudo ser otro: el gran Perito Moreno.
Su centro
actual es el fruto de la década de 1930, cuando el gobierno federal decidió
impulsar el desarrollo en esta parte de la Patagonia y se construyen el Centro
Cívico, la iglesia catedral y el Hotel Llao Llao, cuyo camino fue el primero
asfaltado de la región. Ten en cuenta que hasta los años setenta, la ciudad no
contaba con una carretera asfaltada que la uniera a Buenos Aires.
En la misma
plaza donde me había bajado del autobús había una Feria Artesanal donde compré
algunos souvenirs. Si te gustan este tipo de mercadillos, en Bariloche hay varios
que abren todos los días.
Desde allí, recorrí
la calle Moreno y aproveché para comer algo argentino en el restaurante La Alpina. Siguiendo la calle hacia delante, me dirigí hacia un pasaje cerrado en
el que se encontraba la Agencia de Viajes Lippi, que me habían recomendado mis
amigos de la Colonia Suiza, por ser una de las más baratas de la ciudad. Como
se habían chafado mis planes de ir a Villa Angostura y a San Martín de los
Andes por el temporal, pregunté por otras opciones y acabé reservando una
excursión para Isla Victoria y el Bosque de los Arrayanes.
Mi siguiente
destino fue la calle Mitre, el paraíso de los golosos. Bariloche es famosa
internacionalmente por su chocolate. Y toda esta calle está llena de
chocolaterías cuyos productos dan a probar a los turistas que pasan a sus
tiendas, compres o no. Acabas lleno. Fui entrando en las más famosas y acabé
comprando algo en cada una de ellas. Si pensáis hacer turismo de chocolates, no
esperéis a que sea tarde. Después, cuando la gente viene de sus excursiones,
las colas son enormes y tardas mucho en comprar.
Me paré en Del
Turista. Hoy tiene muchos locales, pero el primero se inauguró en esta misma calle
de Bariloche. La tienda es enorme y tiene también un área dedicada sólo a la
cafetería. Sus empleados llevan puestos unos originales uniformes.
Tras comprar (y
degustar) bombones en Rapa Nui, El Reino de los Chocolates, Mamuschka, Chocolates
Torres y Frantom Chocolates, entré en la Galería del Sol, una galería comercial
bastante bonita llena de tiendas de souvenirs.
La calle Mitre
acaba en el Centro Cívico cuyo conjunto está declarado Monumento Histórico Nacional.
Alrededor de la plaza se encuentran la biblioteca, la municipalidad, la sala de
exposiciones de El Correo, la policía, el Museo Patagónico y la aduana. Presidiendo
la plaza, inspirada en el medievo centroeuropeo, está la estatua de del General
Julio Argentino Roca, artífice de la conquista del Desierto y dos veces
presidente de Argentina.
La
torre ubicada sobre el edificio de la Municipalidad tiene un gran reloj que, cuando
da las 12’00 y las 18’00, saca cuatro figuras: un indígena, un misionero,
un conquistador y un labrador.
Después de una
visita al Museo Patagónico, inicié mi camino hacia la Costanera. Justo en
frente del Centro Cívico, bajando las escaleras, está el cartel con el nombre
de la ciudad.
La costanera
va paralela a la Avenida 12 de Octubre y separa la
ciudad de Bariloche del lago Nahuel Huapi, un lago de origen glaciar enorme (557
km²). A finales del siglo XIX surgió la leyenda de Nahuelito, un supuesto
monstruo que habita el lago, parecido a Nessie, sobreviviente de la época de
los dinosaurios.
Los
vientos eran tan fuertes, que las olas que había me recordaban al mar. Allí había
correteando unos perretes, con un gran San Bernardo en medio. Éste se convirtió
en el icono de la ciudad a mediados del siglo XX, y hay gente que se dedica a
hacerte fotos con ellos por unos dólares. Actualmente esto está en proceso de
regulación por las autoridades de la ciudad para garantizar la seguridad de los
perretes.
Costanera
hacia adelante está el antiguo Puerto San Carlos, utilizado en 1895 para
comercializar productos con Chile a través del Paso Pérez Rosales.
Pronto
llegué al edificio que más sobresale de la ciudad: la Iglesia Catedral Nuestra
Señora del Nahuel Huapi. construida en 1946 es considerada Monumento
Histórico Nacional. En su interior se pueden ver 45 vitrales con temas
religiosos e históricos vinculados a la historia de la Patagonia. Las imágenes
de este templo católico muestran las raíces indigenistas de la evangelización
de la región. La entrada a la iglesia es gratuita.
Realizada
en estilo gótico por el arquitecto Alejando Bustillo, su nombre recuerda a la
virgen que acompañó al jesuita Mascardi en la primera misión evangelizadora por
la zona, allá por el 1670.
La
noche se me había echado encima. Así que volví al Centro Cívico, en el que
estaban dando un concierto de Heavy Metal, cené algo en el Morfys y un dulce postre
en Rapa Nui.
Otras entradas que te pueden interesar: