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5 lugares imprescindibles que ver en San Martín de Valdeiglesias



A tan sólo 68 km de Madrid, San Martín de Valdeiglesias suele ser un destino muy escogido en verano para salir de la capital e ir a darse un baño en el Pantano de San Juan. El pueblo se fundó en el siglo XIII alrededor de la ermita de San Martín de Tours gracias al Monasterio de Santa María de Valdeiglesias en Pelayos de la Presa, cuyos monjes se dedicaron a impulsar la colonización de todo el valle. Sin embargo, en 1430 los campesinos se rebelaron contra el monasterio y Don Álvaro de Luna acabó adueñándose de la villa incorporándola en su señorío.


Sus bonitas calles medievales han servido de escenario para tres películas: James Bond, Sólo para tus ojos; La ardilla roja y El oro de Moscú. Y también para series como Los hombres de Paco o Águila Roja.


Paséate por ellas y disfruta de la gastronomía de la tierra, ya que el pueblo, a pesar de tener poco más de 8.000 habitantes, cuenta con numerosos bares. Aprovecha para pasarte por allí durante la Feria de la Tapa, cuando los recintos están llenos de peñas con sus pañuelos al cuello y el pueblo se llena de actividades. Además, los vinos que salen de las bodegas de San Martín de Valdeiglesias forman parte de la Denominación de Origen “Vinos de Madrid, junto con los de Navalcarnero y Arganda del Rey.


Qué ver en San Martín de Valdeiglesias

1. Castillo de la Coracera: no se sabe muy bien cuándo se construyó, pero se cree que fue cuando Don Álvaro de Luna se hizo con la villa, en el siglo XV. Realmente su nombre era Castillo de Corcuera, porque así se llamaba uno de sus propietarios. Debido a una errata en un folleto turístico de los años setenta, acabó llamándose de la Coracera. En su interior se alojó Isabel la Católica cuando fue proclamada heredera de la Corona de Castilla.


2. Iglesia de San Martín Obispo: en lo alto de un cerro se construyó este templo en el siglo XVII sobre las ruinas de una antigua iglesia después de una gran revuelta de la población. Los habitantes de San Martín de Valdeiglesias denunciaron al Consejo de Castilla a los preceptores de los diezmos por no cumplir con su obligación de mantener la iglesia original. Dándoles la razón, el Consejo condenó a los preceptores a financiar la construcción la una nueva iglesia. En su interior se encuentra una figura de la Virgen de la Estrella esculpida en mármol y que se cree que perteneció a Alfonso X, el Sabio.


3. Plaza Real: data de 1834 y está presidida por el Ayuntamiento. Al otro lado de la plaza, sobre unas escaleras, se levanta la Iglesia de San Martín Obispo y un bonito mirador. En una de las esquinas está el antiguo bar La Plaza, recientemente adquirido por el Ayuntamiento para ponerlo en valor, ya que se han encontrado en su fachada unas singulares columnas de granito de las que nadie tenía noticia y que parecen pertenecer a los antiguos soportales de la plaza.  


4. Café-Teatro: en el casco antiguo se encuentra este edificio de 1864 en el que unos vecinos formaron la Sociedad Café - Teatro de San Martín de Valdeiglesias. Durante años, fue el único centro cultural de la comarca y hasta acabó funcionando como primer cine del pueblo. En la actualidad, cuenta con una cafetería, dos salas de exposiciones y un teatro con capacidad para 200 espectadores.

5. Ermitas: el nombre del pueblo proviene de las numerosas ermitas que existían en esta zona. Por ellas, el valle era llamado Valle de las Iglesias. De todas las existentes, hoy se conservan seis: Ermita del Cristo, Ermita del Ecce Homo, Ermita de la Salud, Ermita de la Virgen de la Nueva, Ermita del Rosario y Ermita de la Sangre, cuyo nombre se debe a los sangrientos enfrentamientos que se produjeron en el siglo XVI entre el Duque del Infantado, Don Diego Hurtado de Mendoza, y los habitantes de San Martín de Valdeiglesias, que no quería someterse a él.

Si aún te queda tiempo, puedes pasar el resto de tu día envuelto de la naturaleza mágica de El Bosque Encantado o dándote un chapuzón en la Playa de Madrid, en el Pantano de San Juan.







Corea: Día 8 – La noche en la que acabé en un Love Hotel coreano





A la mañana siguiente tenía que tomar un vuelo muy temprano en el Aeropuerto Internacional de Gimhae. Bajé a la recepción de mi hotel y el hijo del dueño me atendió con una gran desgana. Le pedí que si me podía reservar un taxi para las 4’30 – 5’00 de la mañana, porque desde las aplicaciones del móvil me pedían registrarme y los datos de la tarjeta de crédito y no quería darme de alta en ninguna de estas empresas coreanas. El chico bostezó e hizo como que no me entendía (por la mañana había hablado perfecto inglés conmigo). Seguí insistiendo y me dijo que no podía hacer nada porque los taxis no funcionaban tan temprano.

Tan decepcionada me quedé que me puse a dar vueltas por las cercanías de Busan Station a ver si veía algún taxi y lo reservaba in situ. Pero, al ser tan tarde, no pasó ninguno.

Aún estaba a tiempo, así que cogí todas mis cosas, hice el check out y me fui en el último metro al aeropuerto. Pensé que sería mejor pasar unas cuantas horas de noche en el aeropuerto, que arriesgarme a que no pasara ningún taxi a esa hora y perder mi vuelo.

En el metro todos parecían zombies enganchados a una pantalla.


Llegué al aeropuerto y me senté en el hall. Al poco rato, un guardia vino y nos echó a todos los que estábamos allí. Nos quedamos en la puerta y los taxis empezaron a acercarse insistiendo en que nos llevaban al centro. Justo de donde yo venía.

Muchos de los que habían estado en el hall conmigo acabaron cogiendo un taxi y unos cuantos nos quedamos pensando qué hacer. De repente, la luz de la entrada del aeropuerto se apagó y sólo se quedaron encendidas las farolas. Un taxista que sabía inglés vino y me dijo que… ¡el aeropuerto cerraba por la noche! Era la primera vez que veía un aeropuerto tan importante que cerrara de noche. Me aconsejó que me fuera de allí en cuanto pudiera y me señaló dos coches de policía que acababan de venir y que estaban patrullando la zona. Recordé mi mala experiencia con la policía de Moscú y me acojoné. 

Le conté el problema que tenía y se comprometió, por un módico precio, a llevarme a un hotel cercano y a regresar a por mí a las 5’00 para llevarme al aeropuerto de nuevo.

No tenía otra opción. De reojo miré de nuevo a los coches de policía y me metí en el taxi. Acordé con el taxista que le pagaría la mitad de lo que me había dicho y que la otra mitad se la daría a la mañana siguiente cuando me recogiera. Asintió y puso rumbo al hotel.

Acabé en un polígono. El taxista paró el coche en una pequeña casita llena de luces. ¡Bien! Había llegado a lo que en mi tierra parecería un puticlub.

Cómo son los Love Hotels Coreanos

Los Love Hotels empezaron a hacerse famosos en Japón por ser hoteles discretos, cuyas habitaciones se alquilaban por horas y en los que no había ningún contacto (ni siquiera visual) con el personal que allí trabajaba. Poco a poco se fueron extendiendo por otros países y Corea no iba a ser menos.

La principal característica de estos hoteles es su compromiso con la discreción. Muchas veces hay en el hall una máquina con fotos de las habitaciones y sus precios y se pagan allí mismo, sin que intervenga ningún personal. La máquina te da la llave de la habitación y subes sin ver a nadie. Están pensados para parejas que no quieren ser vistas entrando a un sitio así. Allí no hay putas. De hecho, allí no ves a nadie. 

Hay habitaciones normales y otras tematizadas. Las luces estridentes o discretas de neón lo inundan todo y suele haber un tocador con gomina, laca, pañuelos, cepillos… En la tele hay canales para adultos y se pueden alquilar películas.


Cuando llegué al hotel, el taxista me acompañó al interior al ver mi cara de asombro. Entramos y me quedé a cuadros. Estaba nada más y nada menos que… ¡en la casa de un loco obsesionado con Hello Kitty! Todo, absolutamente todo, estaba lleno de objetos de Hello Kitty: lámparas, paredes, cuadros, figuritas por doquier, un sofá... hasta el techo estaba decorado así. Y en medio de todo: máquinas de condones, de tangas, de pelis porno… Nada tenía sentido entre esa amalgama de cosas.

El taxista se acercó a recepción, que consistía en un mostrador con una ventana cuya persiana estaba echada. Tocó una campanilla riéndose y una voz de mujer muy amable sonó detrás. El taxista contestó y la persiana se subió. Pero la voz no era de una mujer, era de un hombre medio disfrazado de Hello Kitty. Esto ya estaba resultando surrealista total.

El hombre se puso a hablar con el taxista. Acordaron algo, éste se fue y el recepcionista hizo lo que pudo por hablarme en inglés. Que lo sentía mucho y que era una pena todo. Dando pequeños saltitos por el pasillo, me llevó al ascensor y me dio la tarjeta de mi habitación, insistiéndome en que me tenía que quitar los zapatos antes de entrar. Educación, ante todo.

A casi oscuras, a través de pasillos iluminados sólo con tenues luces azuladas y rojas, llegué a mi habitación. Me quité los zapatos y… ¡tachán! Me encontré con tres camitas coreanas en el suelo. ¡Tres! Y un pedazo de jacuzzi en el baño. Todo limpísimo. Ya hubiera querido yo que mi último hotel hubiera estado así.


Nada más cerrar la puerta, llamaron. Me asusté muchísimo. ¡Mira que si venía alguien más a dormir allí! Pero no, era el recepcionista. Vio que tenía los zapatos quitados y sonrió muy orgulloso. Me dijo, muy apurado, que lo perdonara porque se le había olvidado darme el set de la habitación. ¿?

El set de la habitación consistía en un neceser con una cuchilla de afeitar, cepillo y pasta de dientes, peine y toallitas íntimas. Ya me estaba partiendo de la risa.


Le pregunté que si iba a venir alguien más a la habitación y me miró muy sorprendido. No sé qué se pensó. Me dijo que no, pero que no tenía más habitaciones libres y, como lo mío era un asunto especial, me había hecho el favor de alquilarme esa.

Me despedí de él y me fui a dormir las tres horas que me quedaban ya para que fueran las 5’00 de la mañana.

Justo a esa hora, bajé a la puerta del hotel. Salí y no había nadie esperándome. Esperé y esperé y a las 5’30, desesperada, fui a recepción y empecé a aporrear el timbre. El taxista me había engañado. El recepcionista salió muy asustado. Se dio cuenta de lo que pasaba y empezó a dar vueltas por el pasillo, corriendo y saltando de un lado a otro mientras decía cosas en coreano. Le faltaban las alas, os lo juro, para salir volando. Yo ya no sabía si llorar o reírme con lo que estaba viendo.

Cuando se calmó (él estaba más nervioso que yo), cogió su móvil y me dijo que si me llamaba a un taxi. Le dije que sí y me dijo que lo esperara en la puerta, que iba a tardar 10 minutos. Salí a la puerta y, al poco rato, volvió a salir el recepcionista para enseñarme en el móvil por dónde venía el taxi, para que viera que él si era decente y que era verdad lo que me había dicho. Se despidió de mí con un efusivo movimiento de mano y se volvió al hotel pegando saltitos.

Al poco vino mi taxi, me llevó por fin al aeropuerto y me cobró muchísimo menos que lo que le debía al taxista que me había dejado tirada.

No perdí mi vuelo, pero fue una noche de locos y de risa.


Opinión del restaurante ruso Las noches de Moscú


Meses después de mi desventura rusa, busqué por Madrid algún restaurante que me recordara lo que más me gustó de este país: la comida. No fue una tarea fácil. La mayoría de los restaurantes que encontraba era de alguna ex-república (comida de Georgia, Ucrania...). Al final me decanté por éste, pese a haber salido en el programa de Chicote, pero tenía buenas opiniones en Internet.

El restaurante está en pleno barrio de Malasaña y lleva abierto desde hace más de 30 años. Según el programa de La Sexta, su dueño fue un Niño de la Guerra, uno de los chicos que se encontraba en el área republicana cuando empezó la Guerra Civil y que, como tantos otros, fue exiliado a Rusia. 


La decoración está muy cuidada y se nota mucho la reforma que llevó a cabo el equipo de Pesadilla en la cocina. Como cuando fui era temprano y todavía estaba el local vacío, pude elegir sentarme en un rinconcito muy coqueto junto a la ventana. 


Me atendieron dos camareras, una de ellas fue Tania, la dueña. Ambas fueron muy agradables y me recomendaron algunos platos. Mientras llegaba la comida, pusieron un pequeño aperitivo.

De primero pedí una ensalada de pollo y nueces, y unos blinis (especie de crêpes): 



De segundo, unos pelmeni (pasta rellena con carne, con caldo y crema agria) y pollo estroganof:



Como para el postre tenía bastantes dudas, al final la camarera me sugirió pedir un plato de degustación que incluía tarta Napoleón, syrniki (rellena de requesón, arándano y nata), un blini dulce, tarta medovik. Y, para rematar, algunos chupitos de vodka de sabores


Mi experiencia en general fue buena. Me gustó la decoración, el ambiente, el trato y la comida.  Quizás, si no hubiera estado un mes comiendo en Rusia, me hubiera quedado más satisfecha pero, lo cierto es que no me recordó mucho a los sabores que comí en ese país. A lo mejor es por la dificultad de traer los mismos ingredientes que se usan en Rusia, o que cada maestrillo tiene su librillo. Pero, sobre todo, los pelmeni y los blini, no se parecieron en nada a los que me comía casi a diario cuando andaba por allí. ¿Repetiría? Probablemente sí. Parece que a día de hoy es de lo más cercano que se puede estar en Madrid de la gastronomía rusa y la comida está buena.


Por cierto, los shashlik (una especie de brochetas), que tanto horrorizaron a Chicote, siguen siendo la estrella del local y la mayoría de la gente que fue al restaurante cuando yo fui, se los pedía para hacerse la foto. Sin duda, muy a pesar de la opinión del chef, este plato se mantiene y es el rey de la carta. 

Aquí puedes ver la aparición de Las noches de Moscú en Pesadilla en la cocina.

Horarios:

▪ De 13:00 a 17:00
▪ De 20'30 a 00:00



   LAS NOCHES DE MOSCÚ   
c/ Marqués de Santa Ana, 37  Madrid
Teléfono: 915 310 411
Os recomiendo reservar antes.



Qué es el samovar y cómo se celebra la ceremonia del té ruso


El té llegó a este país por medio de las rutas de caravanas que partía desde Kiajta, en Mongolia, y atravesaban toda Siberia hasta llegar a la capital.

En el centro de la ceremonia del té ruso se encuentra el Samovar, un invento del siglo XVII, que sólo se hizo popular en Rusia a finales del XIX. Antes, tomar el té estaba reservado sólo a las clases altas por su elevado coste.

¿Qué es el samovar?

No sé sabe muy bien dónde nació este instrumento. Algunos dicen que viene de Europa, otros que viene de China. Lo que sí se sabe es que en 1778 se empezaron a fabricar los samovares de Tula (ciudad importante por sus yacimientos de hierro), hoy considerados patrimonio nacional. Su nombre significa “hervir solo”, es decir, un instrumento capaz de hervir el agua por sí mismo. Sus ventajas era muchas, sobre todo: calentar el agua más rápido que las teteras y mantenerla caliente durante más tiempo.

El samovar está compuesto por un recipiente de cobre que contiene el agua que se va a hervir. En medio hay un tubo por el que se mete el combustible para calentarlo, como pequeños palitos (los modernos tienen una resistencia eléctrica) y en la parte inferior hay un surtidor para servirla.

En la parte de arriba hay un espacio reservado para colocar la tetera. En ella hay té muy concentrado, llamado zavarka.

La Ceremonia del té ruso

No hay nada tipificado como tal en Rusia. De hecho, al ofrecer té a los invitados, los rusos suelen decirles “Siéntanse como en su casa, sin ceremonias”. No hay rituales, como en Japón; ni hay horas convenidas, como en Inglaterra. Se puede tomar a cualquier hora del día y sirve para relajarse y charlar con la gente tranquilamente.



Al lado del samovar, se coloca siempre una tetera. El té sale tan concentrado, que la gente se echa en la taza un poquito y luego lo diluye al gusto con el agua de la tetera.

El té se sirve tan caliente que, antiguamente, incluso daban a la gente que se lo iba a beber unas toallitas para que se secaran la cara cuando sudaban por los vapores y al bebérselo. Hoy ya no es costumbre.

Otra característica de esta bebida es que se tiene que tomar con azúcar. Originariamente se bebía colocándose un terrón en la boca y, después, bebiéndose el té haciéndolo pasar por el terrón que estaba en nuestros dientes. Hoy se sirve echándose un poquito de azúcar en la taza.

Además del samovar, la tetera, el azúcar y las tazas, en la mesa siempre hay otros acompañamientos, como frutos secos, rodajas de limón, miel, pequeñas rosquillas de pan muy seco, pasteles, mermeladas…

A mí me enseñó a disfrutar de esta “ceremonia” Irena en su dacha de Moscú y fue una experiencia muy agradable. Te aconsejo que si estás por la zona, no pierdas la oportunidad de contratar con ella una visita para que te muestre todos los secretos del té ruso. 


¿Qué pasa si caduca mi visado en Rusia?


Cuando fui a la Central de Visados rusos en Madrid, solicité un visado para los días que duraba mi viaje. Mi vuelo de vuelta salía el día 14 a las 23'35, llegaba a Moscú a la 01'25 para hacer una escala y salir a las 6'15 hacia Madrid. Mi visado me lo concedieron hasta el día 14. Le pregunté a la chica de allí que qué pasaba si el vuelo se retrasaba, daban las doce de la noche y ya nos encontrábamos en el día 15 o que si me iban a poner pegas en la escala de Moscú. Me dijo que no pasaba nada porque era una viajera en tránsito. Aún así no me fié y le pedí que me expidiera el visado hasta el día 15. Me dijo que eso era imposible, porque mi vuelo de salida del país era el día 14, aunque por la noche. Se lo repetí, pero me dijo que no tendría ningún problema, que ese caso estaba recogido y seguía insistiendo en lo de viajera de tránsito.

Y, así, fui viajando por Rusia tan feliz, hasta que llegó el fatídico día. Cogí mi vuelo en San Petersburgo, llegué a Moscú y... ¡tachán! ... me convertí en una ilegal en el país. 

A diferencia de lo que ocurre en otros países, en Rusia a los ilegales no les dejan salir. Se pueden quedar dando vueltas por allí, pero no pueden cruzar la frontera para volver a su tierra.

En el control de visados, vino un señor de uniforme, con muchos galones y me llevó a una sala. Me informó en inglés de que tenía problemas: estaba de ilegal allí. Me  dijo que me sentara y esperara. 

A las dos horas, vino un representante de mi compañía aérea. Me dio el teléfono del cónsul ruso y hablé con él. Me dijo que lo único que tenía claro a esas horas de la madrugada, era que yo no iba a salir del país hasta que no se regularizara mi situación y que mi vuelo de las 6'25 ya estaba perdido. 

El representante buscó el teléfono del consulado español. Un señor muy amable me informó de que las situaciones en ese momento entre la Unión Europea y Rusia estaban muy tensas. Habían ayudado a un montón de españoles así en las últimas semanas. Todas las noches había alguien allí como yo porque en la central de visados le habían contado el mismo cuento. Así que tendría que estar allí retenida hasta que decidieran soltarme y, entonces, acercarme al consulado para que me ayudaran.

Me retuvieron allí hasta las 4 de la mañana. Entonces, una señora me llamó y empezó a hacerme preguntas personales. Me volvió a decir que era ilegal y que me iban a poner una multa. Me imaginé un pastizal. Le pregunté que a qué hora me iban a soltar y me dijo que en unos cuantos minutos.

Unos cuantos minutos resultaron ser exactamente 5 horas. Hasta las 9'00 estuve allí sentada. A las 9'00 me llamaron y me dieron mi multa de... ¡2000 rublos!  ¡Estábamos allí por 27€! Con el papel de la multa tenía que ir a un banco ruso y pagarla en rublos, en efectivo, buscar al cónsul ruso y darle el resguardo de haberla pagado en persona.

Corrí con todas mis fuerzas y cogí el tren para llegar al Consulado Español. ¡Menos mal que estaba cerca de la estación! Allí me trataron súper bien. Me dejaron un ordenador para que contratara un vuelo por internet y me explicaron el procedimiento (más bien una gymkana):

📌 Ellos iban a hacer todas las gestiones necesarias para que me sacaran de allí. Burocracia a mansalva y llamadas telefónicas a altas personalidades españolas y rusas.
📌 Yo tenía que comprar un vuelo nuevo para Madrid para ese mismo día.
📌 Rellenar un papel en inglés que pusiera como causa de mi estancia allí: "I caught a flight from Saint P. to Madrid with a stopover at Moscow and I had not enought time to pass the passport control on time." (Luego el cónsul ni lo querría leer).  
📌 Debía ir al aeropuerto a buscar mis maletas.
📌Los vuelos de ese día para Madrid salían del otro aeropuerto, Sheremetyevo, así que tenía que ir en taxi de uno a otro.
📌 Al llegar al aeropuerto tenía que ir a un cajero, sacar efectivo, buscar un banco, pagar la multa y coger el resguardo.
📌 Dentro del aeropuerto tenía que buscar un teléfono rojo. Este teléfono es el que tiene línea directa con el cónsul ruso. 
📌Llamar al cónsul, quedar con él para verlo en persona y darle el resguardo de haber pagado la multa, más la prueba de que me quería ir de ese país: el billete del vuelo que había comprado.  
👉 Y todo antes de las 18'00, hora de salida de mi vuelo.

Parecía de película. Sobre todo cuando me dijeron lo de buscar un teléfono rojo... 😒

En Domodedovo, fui a por mi equipaje. Pero yo no sabía que también para esto se requería una burocracia de 1 hora rellenando papeles. Con mi mochila a cuestas, fui al mostrador de taxis. Tampoco sabía que necesitaría rellenar dos papeles para ello. 

El taxi de un aeropuerto a otro tardó más de una hora en llegar, y eso que pagué más para ir por la autopista. Pero los atascos eran increíbles.

El teléfono fue fácil de encontrar, pero difícil que alguien lo cogiera. No contestaban o colgaban. Desesperada, no dejé de llamar hasta que apareció un señor por el pasillo, muy arreglado y que parecía un modelo, y un señor lo llamó cónsul. Fui hacia él, me presenté y le pregunté si él era el susodicho. Me dijo que sí y le expliqué mi situación. A pesar de que nuestro consulado había hablado esta mañana con él, no tenía ni idea de lo que le estaba contando. Se llevó mis papeles, menos el de la multa (que no lo quiso) y me dijo que volviera a llamar por el teléfono rojo 20 minutos después.

Allí me quedé sentada. Llamé a los 20 minutos y vuelta a empezar. Me lo cogieron mucho tiempo después y me dijeron que el cónsul saldría a hablar conmigo en media hora. El tiempo apremiaba y yo estaba de los nervios. 

A la media hora salió pero... no a hablar conmigo, sino a pasearse. Fui hacia él y le dije que si ya estaba arreglado lo mío. Me miró y me dijo... "Pero, ¿tú quién eres?" Me quedé a cuadros. Se estaba riendo de mí en mi cara. Se fue paseando y al rato volvió. Me pidió el papel de la multa y me dijo que a qué hora tenía mi vuelo. Le dije que a las 18'00. Miró su reloj y dijo "Uy, son las 17'00. ¿Tienes que estar nerviosa, verdad? No sé si te dará tiempo a cogerlo. Ya te avisaré, me voy a pensar otro rato tu caso, porque es complejo".

Llamé desde mi móvil al consulado español y le expuse lo ocurrido. Me dijeron que llevaban hablando con él y mandándole fax toda la mañana. Teníamos tres posibles resultados:
  • 1. Que en el último momento se lo pensara y pudiera coger el vuelo.
  • 2. Que se lo pensara cuando ya hubiera salido mi vuelo y entonces volvería a convertirme en ilegal y tendríamos que empezar todo el proceso de nuevo: comprar otro billete, pagar otra multa... Un dineral que me había dejado ya; pues, repetirlo.  
  • 3. Que la resolución fuera negativa. En ese caso sería ilegal, pero tendría que ir a juicio contra el estado ruso. (¿En serio?) Me convertiría otra vez en ilegal y tendría que vivir en Rusia durante una semana o dos mientras se resolvía lo del juicio...    Yo ya sólo quería que me deportaran   🙁
Media hora antes de que saliera el vuelo, el cónsul apareció. Me dio mis ansiados papeles y se fue riéndose. Llegué corriendo al mostrador de la compañía, hice el check in, pasé el control de equipajes, pasé el control de pasaportes... y llegué a la cola para entrar en el avión justo cuando ésta se estaba acabando. Me pareció un sueño.

Llevaba sin dormir más de 36 horas; sin comer, ni beber 20 horas, lo juro. Ni siquiera me había dado cuenta de que llevaba tanto tiempo sin comida, ni bebida. Con tantos nervios...


Bueno, la verdad es que se me han quitado las ganas de volver a este país, a pesar de los paisajes tan bonitos que he visitado. Pero, viajar es lo que tiene.

Por si te ves en algún apuro, aquí tienes varios teléfonos importantes:


Consulado General de España en Moscú

Atención a españoles: de 8'00 a 15'30
Teléfono: +7 495 958 25 47
Fax: +7 495 234 22 86
cog.moscu.nac@maec.es

Emergencias consulares: 24 horas.
+7 499 136 39 02
+7 903 136 39 02


Rusia: Día 17 - Opinión de Apartments Horizon en Petropavlovsk


Lo mismo que me pasó en Vladivostok me acabó pasando también en Petropavlovsk. La oferta hotelera de la ciudad se reduce a unos cuantos hostels y unos nueve o diez hoteles pequeños. Los hoteles son carísimos para ser bastantes viejos y los servicios que ofrecen; los hostels son caros y en habitaciones compartidas en su mayoría.

Para todo el turismo que está recibiendo Kamchatka últimamente, las plazas hoteleras son pocas y todo se llena muy rápido. Otros aventureros contratan un paquete de excursiones y muchos de los días los pasan en un campamento en plena naturaleza, y luego los devuelven al hotel.

No soy muy fan de los apartamentos, pero no tuve más remedio. Contacté a través de Booking con un apartamento en la ciudad. Cada vez están proliferando más. Ante la afluencia de turistas y la falta de habitaciones, la gente está haciendo negocio restaurando sus pisos antiguos y poniéndolos a la disposición de los turistas.


Mi vuelo llegó por la mañana temprano y la dueña del piso no puso ningún impedimento para que entrara antes de la hora del check in. Del aeropuerto a la ciudad, cogí una marshrutka  que nos llevó muy apelotonados hasta una parada que creía que estaba cerca. En el mapa parecía que sí, pero Petropavlovsk es una ciudad muy desperdigada, que discurre entre serpenteantes caminos y cuestas. Tuve que atravesar descampados, calles que parecían de barrios chaboleros… Luego me di cuenta de que Petropavlovsk es así.


La dueña me esperó en el sitio acordado en su coche y me llevó hasta su piso. El barrio era deprimente. Al ser mis primeras vistas de la ciudad, me llevé las manos a la cabeza porque aún no sabía que eso era lo normal.

El exterior daba a una calle sin asfaltar, con un montón de baches, de agua estancada, incluso había muebles tirados por allí. El portal era deprimente. Pero el piso estaba impoluto. Todo renovado. Parecía sacado de otro mundo en comparación con todo lo que lo rodeaba. La mujer fue amabilísima. Me dijo que su marido me podía llevar en su jeep a hacer cualquier excursión cercana a unos precios increíbles y me mostró varios ejemplos. Al final acabé contratándole una excursión al volcán Avacha para dos días después. Me pasó por whatsapp una aplicación para saber el horario de los autobuses y me recomendó ir a algunos sitios.




Booking.com

El piso era de una habitación, estaba totalmente equipado y el wifi funcionaba muy bien. Lo reservé para tres noches y me cobró 12.000 rublos, a pagar en efectivo a la llegada. 

Cerca del apartamento había una parada de autobús y un pequeño centro comercial (Piramida) con un supermercado (al que haríamos varias visitas) y algunos restaurantes. Antes de entrar en el supermercado también había un cajero. 

Productos españoles en el supermercado de Petropavlovsk - Kamchatky

Después de un día entero sin dormir, estuve toda la mañana reponiendo fuerzas. Por la tarde fui al comprar al supermercado algunas delicias rusas para cenar y para desayunar. Allí me encontré con mucha variedad de productos coreanos y algunos españoles. Los precios eran mucho más baratos que en otras ciudades, como San Petersburgo o Moscú, a pesar de ser un lugar tan aislado.

Cogí el autobús que me llevó al centro de Petropavlovsk y empece a pateármelo. No tiene mucho que ver. La ciudad merece la pena por su entorno. Desde la plaza de Lenin se pueden ver a lo lejos varios volcanes rodeándonos.


Vi la playa, el lago, varias iglesias, fui a sacar dinero y visité un mercado local, al lado de Correos. Se hizo de noche muy pronto y cogí el autobús de vuelta. No me hacía ninguna gracia recorrer a oscuras el camino que separaba la parada de autobús del piso. Por calles levemente iluminadas. Algunas ni eso, y tuve que ir con linterna alumbrándome por un caminito lleno de vegetación a ambos lados.

Acabé el día haciendo la cena en la casa y acostándome temprano para cumplir el sueño de ir a Kuril Lake y pasar un día entre osos.


   APARTMENTS HORIZON - PETROPAVLOVSK  
 Ulitsa Kavkazskaya 38, 683000
Petropavlovsk-Kamchatskiy, Rusia