El té llegó a este país por
medio de las rutas de caravanas que partía desde Kiajta, en Mongolia, y atravesaban
toda Siberia hasta llegar a la capital.
En el centro de la ceremonia del té ruso se encuentra el Samovar, un
invento del siglo XVII, que sólo se hizo popular en Rusia a finales del XIX.
Antes, tomar el té estaba reservado sólo a las clases altas por su elevado
coste.
¿Qué es el samovar?
No sé sabe muy bien dónde nació este instrumento. Algunos dicen que viene de
Europa, otros que viene de China. Lo que sí se sabe es que en 1778 se empezaron
a fabricar los samovares de Tula (ciudad importante por sus yacimientos de
hierro), hoy considerados patrimonio nacional. Su nombre significa “hervir solo”,
es decir, un instrumento capaz de hervir el agua por sí mismo. Sus ventajas era
muchas, sobre todo: calentar el agua más rápido que las teteras y mantenerla caliente
durante más tiempo.
El samovar está compuesto por un recipiente de cobre que contiene el agua que
se va a hervir. En medio hay un tubo por el que se mete el combustible para
calentarlo, como pequeños palitos (los modernos tienen una resistencia eléctrica) y en la parte
inferior hay un surtidor para servirla.
En la parte de arriba hay un espacio reservado para colocar la tetera. En ella
hay té muy concentrado, llamado zavarka.
La Ceremonia del té ruso
No hay nada tipificado como tal en Rusia. De hecho, al ofrecer té a los
invitados, los rusos suelen decirles “Siéntanse como en su casa, sin
ceremonias”. No hay rituales, como en Japón; ni hay horas convenidas, como en
Inglaterra. Se puede tomar a cualquier hora del día y sirve para relajarse y
charlar con la gente tranquilamente.
Al lado del samovar, se coloca siempre una tetera. El té sale tan
concentrado, que la gente se echa en la taza un poquito y luego lo diluye al
gusto con el agua de la tetera.
El té se sirve tan caliente que, antiguamente, incluso daban a la gente
que se lo iba a beber unas toallitas para que se secaran la cara cuando sudaban por los vapores y al bebérselo. Hoy ya no es costumbre.
Otra característica de esta bebida es que se tiene que tomar con azúcar. Originariamente se bebía colocándose un terrón en la boca y, después, bebiéndose el té
haciéndolo pasar por el terrón que estaba en nuestros dientes. Hoy se sirve
echándose un poquito de azúcar en la taza.
Además del samovar, la tetera, el azúcar y las tazas, en la mesa siempre
hay otros acompañamientos, como frutos secos, rodajas de limón, miel, pequeñas
rosquillas de pan muy seco, pasteles, mermeladas…
A mí me enseñó a disfrutar de esta “ceremonia” Irena en su dacha de Moscú
y fue una experiencia muy agradable. Te aconsejo que si estás por la zona, no
pierdas la oportunidad de contratar con ella una visita para que te muestre
todos los secretos del té ruso.