En pleno Tras-os-Montes,
la pequeña localidad portuguesa de Miranda de Duero es visitada por miles de
turistas todos los años para disfrutar de su envidiable entorno: el Parque
Natural do Douro Internacional. Una excursión típica es hacer un recorrido enbarco por los Arribes del Duero, frontera natural entre España y Portugal, y
luego subir a Miranda a comer, visitar sus monumentos y echar la tarde de
compras.
Calles empedradas
llenas de casas bajas encaladas te llevarán por un bonito y tranquilo paseo que
recuerda la importancia que la ciudad tuvo en el pasado como paso fronterizo,
llegando hasta a convertirse en sede episcopal. Hoy, Miranda ha perdido su
importancia política, pero continúa siendo un enclave comercial y turístico
valioso.
Qué ver en
Miranda do Douro
1. Menino da
Cartolinha: se trata de la figura más venerada en
Miranda do Douro. Un Niño Jesús del siglo XVII que puedes ver en la Catedral.
Cuenta con un amplio armario y se le va cambiado de ropa según los distintos
momentos litúrgicos. Según la leyenda, este Niño Jesús se les apareció a las tropas portuguesas para animarlas
cuando estaban perdiendo contra las españolas.
2. Catedral:
construida en el siglo XVI, es el templo más grande la región de Tras-os-Montes
y Monumento Nacional de Portugal desde 1910. Es enorme en comparación con el
resto del pueblo. Su interior está dividido en tres naves en las que hay una
gran colección de altares barrocos y renacentistas. En el suelo destaca la
lápida del obispo Aleixo de Miranda Henriques, para que todo el mundo la pise,
por haber abandonado la ciudad llevándose la sede episcopal a Braganza,
despojarla de sus riquezas y relegar la Catedral a Concatedral. Su lápida hoy sigue
siendo el resultado de la venganza mirandesa.
2. Palacio Episcopal:
detrás de la Concatedral hay una zona ajardinada en la que descansan los retos
del antiguo Palacio Episcopal. Los primeros obispos de Miranda tenían que
residir en su castillo, pero, en 1601, empezaron a construir su propio palacio.
Hoy puedes ver sus arcos y su patio central.
3. Ménsulas
eróticas: la Casa de las cuatro esquinas pertenece al siglo XIV y tiene en su
fachada dos voladizos con formas un tanto peculiares, sobre todo para aquella época.
Uno de ellos es un perro que acaricia los genitales de una mujer con la lengua
y el otro, simboliza a Saturno, quien se comió a sus hijos por miedo a que lo
destronaran como Dios del universo. Ambas dan cuenta del posible oficio que se
ejercía aquí antaño.
4. Murallas y
castillo: en el siglo XII el primer rey de Portugal, Alfonso Henriques, decidió
construir aquí una fortaleza debido a su estratégica posición fronteriza. Desgraciadamente,
durante la Guerra de los siete años contra España y Francia, el almacén de pólvora
del castillo explotó quedando este muy deteriorado. Hoy se pueden ver las
ruinas libremente. Se conserva la torre del homenaje, parte de los lienzos de
la muralla y el pozo en el centro del patio de armas.
5. Museu da
Terra de Miranda: en la plaza de Don Joao, con las estatuas de dos mirandeses
en medio y el Ayuntamiento al fondo, se halla este museo dedicado a mostrar las
tradiciones de esta región: su carnaval mirandés, sus utensilios de trabajo, cómo
se fabrican sus mantas…
6. Iglesia la
de la Misericordia: data de 1589 y la hicieron justo al lado de la Santa Casa
de la Misericordia, creada por el Obispo Rodrigo de Carvalho. Su fachada
neoclásica es del siglo XVIII.
7. Rua do Mercado
y Rua 25 de Abril: fuera del centro histórico, en
estas calle puedes encontrar restaurantes y tiendas especializadas en textiles
mayoritariamente, aunque también hay tiendas de mobiliario y decoración. Donde
todo el mundo echa un rato viendo toallas (por la tradición) y otros productos. Antiguamente era habitual ver a gente que vivía en la zona fronteriza con España, cruzar la frontera los fines de semana para hacer compras aquí. Mucho antes del euro, cuando los precios estaban realmente regalados. Ahora las cosas siguen siendo baratos, pero no tanto.