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Rusia: Día 11 – Cuidado con los hoteles de Khuzhir (Sobreviviendo en el Baikal)


Dos meses antes de llegar al Baikal empecé a organizar los alojamientos de mi viaje. La isla de Olkhon está súper saturada en verano y ya había alojamientos enteros completos. No fue una tarea fácil y me costó tres intentos contratar algo que pensaba decente: 

Intento 1 – Nikita’s Hostel

Intenté por todos los medios contactar con el famoso hostal de Nikita (toda una referencia en la isla) durante los dos meses anteriores a mi visita. La verdad es que fue un desengaño: tardaban mucho en contestarme, no se enteraban de nada y había que escribirles de nuevo, no tenían un sistema de reservas online y había que ir preguntando habitación por habitación para ver si estaban disponibles… Y, al final, casi me mandan a la mierda por no querer contratar una habitación con baño compartido. ¡Qué decepción! Será que la fama le viene grande y está saturados de clientes…

Luego descubrí que cobraban más a sus clientes por reservarles una plaza en el autobús que lleva de vuelta desde Khuzhir hasta Irkutsk. Entre los viajeros que íbamos en él, los que venían con el ticket del Nikita habían pagado mucho más que los demás.

Intento 2 – Robinzon i Pyatnitsa

Aparentemente un lugar paradisíaco. Así es como se anunciaba este camping a las afueras de Khuzhir. Las fotos en todas las webs de reservas eran excepcionales. Todo increíblemente bueno. Tan increíble, que resultó ser mentira.

En las fotos aparecían estas tiendas de campaña estilo glamping. Me puse en contacto con el alojamiento a través de Booking para ver si ellos organizaban excursiones por el Baikal y me podían reservar un transporte para la vuelta a Irkutsk. Contestaban rapidísmo. Muy amables en todo.



Conforme fueron pasando los días, el rating en Booking empezó a bajar escandalosamente y a tener comentarios malísimos. Todos los comentarios decían que no era un glamping, que las fotos nada tenían que ver con la realidad y que, una vez allí, los habían metido en unos barracones con catres mugrientos. ¡¡¡!!!


Nuevamente contacté con ellos preguntándoles directamente que cómo eran las tiendas de campaña en las que iba a dormir y qué tenían dentro. Sorprendentemente nunca me contestaron. Así que cancelé la reserva.

Intento 3 – Natalia Guest House 

Un hotel bastante bonito, que consistía en unas cuantas cabañas colocadas en el jardín de la casa de Natalia. El desayuno se compone de productos sacados de su huerta personal. A priori parecía bonito, pero tuvo muchísimos inconvenientes:

● Aunque yo sólo vi las cabañas, allí entraba gente de la calle (no sé de dónde venían) a ducharse y a usar el baño.

● El baño era un pozo ciego, como todos los de Khuzhir. A primera hora de la mañana estaba limpio, pero por la noche el olor era insoportable porque no limpiaban ni las papeleras.


● Internet sólo llega hasta su casa, no hay en el jardín, ni en las cabañas.

● La dueña y sus amigas hacían una hoguera en el jardín por la tarde y se ponían hasta el culo de alcohol hasta las doce de la noche o así. Las cabañas están en el jardín, por lo que las voces y las risotadas se escuchaban sí o sí.


● A veces alternaban y se ponían a beber en el comedor desde el que cogíamos el wifi. Cada vez que entrabas en el comedor a por el wifi, allí tenías a la dueña o a sus amigas detrás, vaso en mano, vigilando como si les fueras a robar algo.

● La dueña dice que habla inglés, pero lo único que hace es buscar en el traductor de Google. Y en ruso, al menos, no es bueno. Te lo aseguro.

Incidente con mi excursión:

Cuando contraté el alojamiento a través de Booking, le hice las mismas preguntas que a los del camping: que si me podían organizar la vuelta a Irkutsk y que si había alguna manera de ver las focas del Baikal contratando alguna excursión en barco. A todas las preguntas me respondieron que sí y les pedí que me lo prepara todo.


Cuando llegué al hostal le pregunté si lo tenía todo organizado para mí y me volvió a decir que sí. Me pidió el dinero por adelantado y quedamos en que me recogería una camioneta al día siguiente para llevarme a ver focas.

Ciertamente, la furgoneta apareció. Íbamos con todas las plazas ocupadas y un viejo señor que nos llevó por los caminos de Olkhon pegando botes por los baches. Hicimos varias paradas en el camino y llegó mediodía y nada de barco. Se paró en una playa y pensé que allí lo íbamos a coger, pero tampoco. Hizo una hoguera en el suelo y nos preparó una sopa de pescado. 😨No entendía nada. Busqué  fotos por internet de barcos y focas y se echó a reír. Nosotros no íbamos a hacer nada de eso.

Desde allí me puse en contacto con Natalia contándole lo que me ocurría y que no había barco por ningún lado. Y ésta fue la respuesta:

¿Que sólo había contratado el alojamiento? ¿Y quién le había pagado la excursión si no había contratado ninguna excursión? ¿Y quién me había prometido que iba a hacer un viaje en barco para intentar ver focas? Pues ella, que me había mandado el mensaje diciéndome que ella lo prepararía todo. O tenía pérdidas de memoria, o me estaba vacilando. 

Al llegar al hotel, salió enfurecida del comedor y en medio del jardín empezó a gritarme en ruso. La gente de las cabañas salió para ver el porqué del escándalo. Lo que más me sorprendió es que no paraba de decir que no entendía lo que era una SEAL. O sea, que todo este tiempo se había comprometido a prepararme una excursión para hacer algo que no tenía ni idea de lo que era. No sé cómo llegó a la conclusión de que lo que yo quería era ir con un señor mayor a comer sopa de pescado en mitad del campo!!!!! 😡😡😡


Después de todo el bochorno, me fui a mi cabaña y la dejé allí en el jardín gritando. Porque ella seguía gritando.

Por la noche, cuando pensé que la cosa estaba un poco más calmada, fui a aclarar lo de mi traslado a Irkutsk al día siguiente. Eso sí que me preocupaba. ¡Mira que si había entendido otra cosa y me llevaba a no sé dónde! ¡O me quedaba tirada en mitad del bosque por el berrinche que había cogido!

La interrumpí en su reunión de amigas y le pregunté. Nada, que no se enteraba. Le hice el siguiente dibujito:


Y no sabía a qué ferry  me refería. Pues al único que me puede llevar de vuelta a Irkutsk, si no hay otro. Se lo escribí en ruso. Nada. Inútil. De corazón no se enteraba. Cuando por fin lo pilló, le pregunté que cuánto me costaba. Me dijo que 800. Le pregunté que si por persona o en total. Nuevamente no se enteraba. Le hice los muñequitos de abajo y me dijo que no, que era por persona y que le tenía que dar al conductor 1500, porque eran 800 por dos personas que íbamos a ir. Me estaba tratando como mongola, pero la tuve que convencer con la calculadora del móvil de que 800 rublos x 2 personas = a 1600 rublos. Por eso está modificado en el dibujo que ves arriba. Para tirarse de los pelos.

Al día siguiente, para desayunar, no me agradó con los productos de su huerta (mejor para mí, porque el Centro de Vacunación Internacional de Madrid me había aconsejado no comer nada que hubiera crecido en huertos locales por lo insano del riego). Me deleitó con este exquisito plato, mientras a los demás huéspedes les ofrecía otra cosa. Obviamente, estaba cabreada conmigo.



Para beber, me intentó convencer su compañera (ella ya se había largado) de que la forma que tienen los rusos de beber café es parecida a la de los turcos, es decir, con todos los posos dando vueltas en la taza. Echas café en la taza y luego el agua hirviendo y te lo bebes sin colar. Sería una buena teoría de aspectos culturales, si no hubiera visto el café soluble y los sobres de Nescafé que se estaban bebiendo ellos para desayunar. Los posos para los turistas, que esto está más rico (que pensarían ellas). Yo le pedí una tetera. De perdíos, al río. 



En fin, mi experiencia con el hotel que elegí finalmente no fue muy afortunada. Los habitantes de Khuzhir se han sumado al carro del turismo y todo el que tenía una casa allí se ha convertido en hotelero, sin tener ni idea de regentar nada. Al menos esa fue mi impresión. Espero que otros hayan tenido más suerte.

Rusia: Día 11 - El duro camino hacia Khuzhir desde Irkutsk


A las 8 de la mañana había quedado con mi conductor para que me llevara a Khuzhir por 5000 rublos.  Puntual, como es común en Rusia, llegó Iván, un fornido joven rubio prototipo del típico ruso grande que viene a la cabeza cuando piensas en porteros de discoteca.

El coche estaba impoluto. Iván me llevó durante 4 horas y media por la carretera que va de Irkutsk al ferry a  más de 140 km/h. Al principio íbamos despacio porque había un tráfico inmenso, pero cuando salió el primer desvío, la carretera se volvió mucho peor y más solitaria. Entonces empezó a correr como si no hubiera mañana, no había nada que lo detuviera: ni baches, ni líneas continuas, ni vacas en mitad de la carretera...

Cuatro horas después de baches interminables, y con un dolor de cuello importante, llegamos al ferry. Allí paró, vio la cola de coches que había esperando para montarse y... de repente, dijo que no me llevaba, que él se daba media vuelta y que ya me buscase yo la vida la vida para cruzar. Me quedé pasmada. Pero, mi  querido Iván se fue dejándome allí tirada. La cola no era para tanto a esas horas de la mañana. Como mucho hubiéramos tenido que esperar unos veinte minutos. 





Desconcertada, cogí mi mochila y me puse a la entrada del ferry. No hay que hacer cola si vas andando, tan sólo esperar a que llegue el barco, descargue y entrar. Es totalmente gratuito. El viaje dura unos cuantos minutos y el paisaje es inmejorable.



Cuando llegamos al otro lado, ya en Olkhon Island, toda la gente que venía conmigo en el ferry se empezó a organizar y a montarse en sus coches y en minibuses y autobuses que los estaban esperando. Intenté hablar con algunos y me dijeron que lo tenían todo contratado y que no cabía en ningún sitio. Vamos, que sus "Ivanes" sí que habían cumplido y los llevaban directamente a su hotel, no como el mío que había salido corriendo.

Desolada, entré en una de las tiendas que había allí. Compré algo de comer y pregunté a la dependienta cómo podía ir a Khuzhir. Me dijo que había un autobús que venía de Irkutsk, pero que no tenía hora fija. Que esperara allí hasta que viera alguno. Pero me advirtió que podría estar lleno y que a lo mejor no me cogía. La cosa se iba poniendo cada vez más interesante. 

Al rato aparecieron dos minibuses y varios coches que estaban esperando para recoger a los viajeros que llegaban en el próximo ferry. Todos me dijeron que no cabía, menos uno. Me dijo que por 4000 rublos me llevaba. Le dije que sí y me monté. Cuando le fui a pagar me dijo que había entendido mal, que eran 12000 rublos y se empezó a reír. Obviamente, me bajé. Que me timasen tan descaradamente y, encima, riéndose... Buff. 


A las dos horas de estar allí esperando llegó, por fin, el minibús de Irkutsk. No había plaza, pero le di  tanta pena al conductor que me dejó que subiera apretujándome. Yo me tuve que sentar abriéndome hueco entre el conductor y el copiloto. Haciendo maniobras para caber en el sitio, al lado de la palanca de cambios y compartiendo ese asiento con otro chico. Me cobró 2000 rublos.


El viaje desde donde llega el ferry hasta Khuzhir duró una hora. La carretera se acabó y empezamos a conducir por caminos de grava muy deteriorados. El conductor tenía que hacer mucha fuerza para sujetar el volante y, a veces, se le iba y patinábamos. Una gracia.

Después de un susto tras otro desde que salí de Irkutsk, había conseguido llegar a Khuzir. El autobús me dejó en la parada de en frente del supermercado. Y desde allí inicié mi camino por las polvorientas calles buscando mi hotel. El viaje por Olkhon había empezado mal, pero todavía me quedaban más sorpresas que pasar.


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Rusia: Día 10 - Mi primer día visitando Irkutsk


Al principio, mi primer día en Irkutsk me dejó bastante mal sabor de boca. El jet lag, la falta de sueño y la mala suerte al elegir las calles por donde paseaba me hacía preguntarme una y otra vez el porqué de ser llamada la París de Siberia


A poco que te desvíes un poquito del centro histórico, ya tienes calles y casas hechas polvo y jaurías de perros abandonados peleándose en los callejones. Seguía sin entender cómo esto era Patrimonio de la Humanidad.


Mi paseo me llevó al Boulevard Gagarin, un remanso de calma en comparación con lo que había visto hasta entonces. Allí hay un gran paseo junto al río que tiene su centro en la estatua de Alejandro III. Había buen ambiente, gente paseando, niños jugando, quioscos de helados haciendo su agosto con muchísimos chinos comprando y agotando sus productos...



En la otra orilla vi pasar un tren. ¿Sería el mítico Transiberiano?


Seguí andando por el paseo hasta llegar a un gran puente que atravesé para visitar Konny Island. Allí había una bonita estatua de las focas del Baikal. Me recordó cuánto ansiaba verlas, pero nunca lo conseguí.


En Konny Island había una zona de playa salvaje, donde  algunos atrevidos se pegaban un remojón en el río, varios quioscos, un restaurante, una ginkana para niños y, al final de paseo, un trenecito que recorría una parte de la isla. No había mucha gente paseando por allí, pero era bonito. Aunque luego me dijeron que era un sitio bastante peligroso para andar cuando oscurecía. 




Mi siguiente camino me llevó a la Avenida Lenin y, como teníaya bastante hambre, entré a Pizza Domino, un sitio que venía recomendado en mi Lonely Planet. La verdad es que fue un fracaso. Se trataba de una pizzería en la que no entendían ni papa de inglés y en la que todo estaba en el mostrador y, cuando pedías, lo recalentaban en el microondas. Hasta las patatas fritas. Comí lo justo y me fui.


Siguiendo la Avenida Lenin hacia arriba, llegué al Arbat. Me llamó mucho la atención el gentío que salía de allí, así que entré en el llamado Distrito 130, unas callecillas peatonales con edificios que imitan la arquitectura tradicional siberiana de madera pero que, en realidad, tienen muy pocos años. Las calles están llenas de restaurantes, pubs, tiendas de souvenirs, puestos de helados, músicos callejeros, un planetario... Cuando se acerca la hora de la comida, sale un dragón del restaurante chino animando a la gente. A la entrada, da la bienvenida un Babr, la figura mitológica (mitad tigre de Siberia, mitad castor) que aparece en el escudo de la ciudad. 





Al final de todo hay un enorme centro comercial de varias plantas. Con servicios gratuitos y aire acondicionado que me vinieron muy bien para los 40º que hacía en Irkutsk a las 15'00 h. En la planta baja había un gran supermercado en el que encontré un montón de productos típicos de Siberia a muy buen precio. En la primera planta había tiendas de ropa y algún restaurante y, en la última planta, sólo había restaurantes. Estaba prohibido beber alcohol en esa planta. Lo más llamativo que vi fue un bocadillo-gofre.


Después de descansar, crucé el paso de peatones que hay al principio del distrito para visitar la Iglesia de la Santa Cruz (Krestovozdvizhensky). Ésta es una magnífica muestra de barroco siberiano y tenía un bonito jardín fuera. La entrada era gratuita.


Toda esa calle hacia adelante, encontré un gran parque con un cartel a la entrada que ponía Cementerio de Jerusalén. El parque estaba hecho polvo: el suelo estaba agrietado, los setos y los árboles hacía siglos que no se podaban, y los borrachos campaban a sus anchas. De vez en cuando, un coche de policía hacía su ronda apareciendo por los caminos de tierra. No tranquilizaba mucho que un parque no muy grande tuviera que estar tan vigilado por los agentes rusos. Parque arriba, parque abajo. En uno de los laterales, vi la Iglesia de Jerusalén. También estaba bastante deteriorada y no se podía ni cruzar la verja. Con lo bonita que salía en las fotos publicitarias que había visto de Irkutsk, no se parecía en nada...




Conforme me fui acercando a la salida del parque, empecé a sentir un olor intenso y asqueroso. Al principio no supe de dónde venía, luego me di cuenta de que salía de un pequeño edificio que decía ser zoo. Daba un aspecto tan triste, que no me quité de la cabeza la imagen de los pobres animales que habría allí enjaulados. 

Justo al lado del zoo estaba el Teatro de Marionetas, con espectáculos para niños y también para mayores. Parece ser que a los rusos les encantan las obras de marionetas, porque vi muchos teatros con obras para mayores de edad en muchos sitios. No me paré mucho allí. Un "pintas" no paraba de rondarme y decidí dejar el parque a un lado e ir en busca de los siguientes dos edificios que tenía en mente visitar: la mezquita y la sinagoga. 


Como ya estaba anocheciendo y, con lo poco que había comido, ya tenía hambre de nuevo. Volví sobre mis pasos para comer en la esquina que daba a la entrada al Distrito 130. Allí había visto un restaurante tranquilo, barato y que contaba con todas las delicias rusas que quería degustar. Fue un éxito y mi sitio de referencia desde entonces para comer en Irkutsk. 



Andar por las calles de esta ciudad por la noche de vuelta al hotel no es muy placentero, te lo aseguro. Los perros callejeros no paraban de aparecer cuando dejaba a un lado algún descampado y, otras veces, eran gente borracha de dudosa pinta la que me seguía. 


Sana y salva llegué a mi hotel con una impresión de Irkutsk un poco mejor que la que tenía al principio, pero tampoco mucho mejor. El espejismo de Distrito 130 no se correspondía con lo demás que había visto hasta ahora. Tendría que esperar hasta mi vuelta a la ciudad desde Olkhon Island, para descubrir la belleza de la Línea Verde. 









Rusia: Día 9 – Opinión del Matreshka Hotel de Irkutsk


Cogí el avión desde Moscú a las 17’25 y llegué a las 4’00 de la mañana del día siguiente, aunque con el cambio de huso horario, el vuelo tan sólo duró 5’35 horas. El precio fue de 272€ por billete con la compañía Aeroflot, que me ha sorprendido gratamente cómo han mejorado sus aviones y sus vuelos en los últimos años.

En la actualidad, el aeropuerto de Irkutsk está conectado por comunicación aérea con 60 ciudades y 10 países del mundo. La red de rutas internacionales incluye más de 20 destinos, desde Corea del Sur y China hasta Bulgaria. Se encuentra constantemente entre los mejores veinte aeropuertos del país. El flujo de pasajeros de este aeropuerto alcanza a 1,7 millones de personas.

Pese a eso, el aeropuerto de Irkutsk es muy pequeño y en el hall no hay apenas asientos. Hay un pub, una tienda de recuerdos, una farmacia y dos o tres pequeños restaurantes.

Allí estuve haciendo hora hasta que llegaron las 6’00 para que empezara a operar el servicio de transporte público. A esa hora, salí del aeropuerto y cogí un autobús en la parada que hay justo delante, pasado el parking. Está muy señalizada. El autobús al centro me costó 20 rublos.

Opinión del Matreshka Hotel en Irkutsk

No fue fácil encontrar un hotel con buenas opiniones, céntrico y barato en Irkutsk. Al final elegí éste y mereció la pena. El hotel tiene 35 habitaciones, cuatro plantas y está cerquísima del Mercado Central, la estación de tren está a 15 minutos en coche y el aeropuerto está a 5’5 km. Tienen un servicio de transporte al aeropuerto por 700 rublos, pero sólo lo recomiendo si tu vuelo sale por la noche. Justo delante del hotel está la parada de autobús que te lleva desde y hasta el aeropuerto.


Es cierto que las vistas desde la habitación dejan mucho que desear, pero esto es Irkutsk, donde estás disfrutando de la belleza de unos monumentos en un calle y, de pronto, te das de bruces con casas medio derrumbadas, calles sucias, malas pintas… para pasar la siguiente esquina y volver a las tiendas de lujo. 😮


Lo mejor del hotel es que todos hablan inglés perfectamente y te pueden asesorar turísticamente sin problema.

Además, cuenta con una sauna rusa que cuesta 1000 rublos por persona (2 horas). 

Mi habitación era una doble económica, que me costó 42€ la noche con el desayuno incluido.




Para desayunar había un buffet pequeñito, pero adecuado: ensaladas, verduras, huevos, pasteles, yogures, cereales, embutido, kéfir, zumo, café…

El personal fue realmente agradable. Al hacer el check out me dijeron que si me hacía una foto delante del hotel y la subía a Facebook me regalaban unas postales de la ciudad. Me hice la foto, pero luego…¡No tenían Facebook! Me reí un montón con ellos.

También tiene un servicio gratuito de consigna de equipaje. La verdad es que fue todo un acierto.

   MATRESHKA HOTEL IRKUTSK   
Ulitsa Sofyi Perovskoy 31
664007 Irkutsk, Russia
Teléfono: +7 395 250 05 65
matreshkahotel@mail.ru