La Vía Verde
del Tajuña está compuesta por 49 km que recorren la vega del río Tajuña a lo
largo de seis tramos. La ruta comienza en Arganda del Rey y sigue el trazado del
antiguo ferrocarril del Tajuña, un tren remolachero, hasta terminar en Ambite. Aunque
también existe la posibilidad de desviarse y acabar en Estremera. Durante el
recorrido el camino atraviesa pueblos tradicionales como Tielmes, Morata de
Tajuña y Carabaña. También está conectada con el Camino de Santiago y con el Camino de Uclés.
El Tramo II de
la ruta se llama Secretos de la Vía Verde del Tajuña y une las localidades de
Morata de Tajuña y Perales de Tajuña. El camino comienza en el camino del
cementerio, en la Avenida Príncipes de España. Si continuas por esta calle, pronto
verás el cartel con el inicio de ruta. Siguiendo el trazado rojo, llegarás a
Perales de Tajuña.
La vía está
llena de recuerdos del pasado minero e industrial de la zona, de las canteras y
de la batalla del Jarama durante la Guerra Civil, en 1937. En este tramo se
puede ver un nido de ametralladora de la Segunda Línea de Defensa del Jarama,
construido por el bando republicano, y una cueva en la que se guarecían las
tropas.
Durante tu
paseo puedes ver los cultivos agrícolas de la zona, como olivares o cereales, y
matorrales entre los que predominan tomillo, romero y esparto. De la 1600
hectáreas de olivar que rodean morata de Tajuña se extrae cada año el 25% de la
producción de la Comunidad de Madrid.
La fauna que
te puedes encontrar por el camino está compuesta por aves (pardillos, perdices,
mochuelos, gorriones, abubillas, codornices…), mamíferos (erizos, liebres,
comadrejas, conejos, jabalíes, zorros, jinetas…) y reptiles (culebras, salamanquesas
y lagartijas ibéricas).
Tomando un
pequeño desvío, te puedes parar en el Complejo Isla Taray. Actualmente es una
residencia de ancianos regentada por Mensajeros de la Paz, pero su origen se
remonta a un antiguo molino de rodezno que fue adquirido por el Marqués de
Leganés y Conde de Altamira allá por el siglo XVII.
En el siglo XVIII
se convirtió en un batán, en el que se transformaban los tejidos abiertos en
otros más tupidos con ayuda de la fuerza de la corriente del agua. Este hecho
favoreció que se estableciera en el pueblo la Real Fábrica de Tejidos e Hilados
y que estuvo en funcionamiento hasta la invasión francesa de 1808.
Poco después
se convirtió en fábrica de papel continuo para periódicos y en el siglo XX en ella
se llegó a elaborar regenerados de algodón y luz eléctrica, pasando a albergar
la sede del Estado Mayor Republicano durante la Guerra Civil y un taller de
cerámica.
Finalmente, el
Padre Ángel inauguró una residencia de ancianos que sigue hoy en
funcionamiento.
En medio del
complejo puedes ver un enorme platanero de 180 años y que está inventariado en
el Catálogo de Árboles singulares de la comunidad de Madrid.
La Isla Taray
se encuentra más o menos a mitad de la Vía Verde. Siguiendo de nuevo el camino
rojo llegarás a Perales de Tajuña. Allí puedes tapear en sus bares o comer en
sus restaurantes. Si estás visitando la zona durante fechas señaladas, como la
Feria de la Palmerita, no olvides comprar algunos de estos manjares y reservar
con tiempo en los restaurantes, porque se llenan incluso para tapear.
Perales de Tajuña
Pastelerías de Morata de Tajuña
Mi
recomendación es desayunarte unas palmeritas, hacer la ruta y comer algo en el Lagar
de Nemesio. Un lugar muy bien decorado y con unas raciones, tostas y bocadillos
que merecen la pena. Después, para bajarlo, vuelta andando por la vega, porque
la ruta es lineal.
🏃 Distancia: 6’8
km. En los folletos que cogí en el puesto de Turismo de Morata de Tajuña
aparece como distancia 3,16 km. Yo no sé cómo, pero yendo lineal por la
senda roja y sin ni siquiera desviarme por Isla Taray, yo siempre he hecho
alrededor de 7 km (ida) y he tardado hora y media en llegar a Perales.
🏃 Toda la vía es
fácil de seguir, está asfaltada, pintada de rojo y señalizada.
🏃 No pueden pasar vehículos a motor por muchos tramos.
🏃 No hay fuentes.
🏃 Es una ruta sencilla, con poquísimo desnivel.