Por la mañana
temprano cogí un vuelo en la isla coreana de Jeju para volar hacia Fukuoka. Lo
contraté con Asiana Airlines y no había ninguno directo. Así que tuve que hacer
escala en Taegu, para aterrizar en Fukuoka a las 15’00. El precio del billete
fue de 180€ en clase turista.
Nada más
llegar al aeropuerto, justo en el hall de llegadas, ya vi mi restaurante japonés
favorito: Yoshinoya. Me había encantado en mi primera visita a Japón y he
estado en sus locales de Siem Reap (Camboya) y Shanghai. Es un clásico de la
comida de estudiantes: barato, rápido y rico; tal y como anuncia su lema.
Después de
comer un delicioso plato de ternera con jengibre y arroz, cambié dinero en el banco,
alquilé un wifi portátil y me fui directamente al metro. El aeropuerto de Fukuoka está relativamente cerca del
centro de la ciudad: a tan sólo 2'6 km de Hakata Station y a 4'6 km de Tenjin, por
lo que el metro es el mejor medio para llegar allí.
Después me
dirigí a la Terminar de Autobuses (Tenjin Bus Center) y compré el billete para
ir a Kurokawa Onsen dos días después y cambié mi JR Pass por el original. Había
comprado el JR Pass Northern Kyushu por internet. Éste me permitía viajar en
los trenes JR del norte de la isla, pero primero tenía que canjearlo por el
pase y reservar los asientos en los trenes en los que quería viajar: para ir y
volver a Nagasaki , para ir de Aso a Beppu en el tren de edición especial Aso Boy y para volver de Beppu a Fukuoka en el tren especial Yufuin no Mori.
Con todos los deberes hechos y los
tickets en la mochila, me fui para el hotel. Descansé un poco, aproveché para
la lavar la ropa en una lavandería y me dispuse a visitar la zona comercial de
Tenjin. Yendo para la estación ya vi lo primeros yatais de Fukuoka. Y es que
esta ciudad es famosa por ser una de las que más puestos callejeros de comida
tiene del país.
Tenjin es un distrito comercial
enorme. Está lleno de tiendas, cafeterías, restaurantes, centros comerciales…
desde gangas, hasta el más puro lujo. La zona que me enamoró fue la sencilla
Shintencho Shotengai. Una galería comercial cubierta que está a escasos metros
de la estación y que se fundó en 1946. Tiene cerca de 90 negocios. Allí me
perdí entre librerías (acabé comprándome los libros para prepararme el Kanken
7) y deliciosos taiyakis.
Dejé atrás la estación para
adentrarme en Nakasu, el barrio rojo de Fukuoka y una de las zonas rojas más
grandes del país. En ella abundan los karaokes, love hotels y un montón de
locales dedicados al sexo. Pese a estar dedicado a estos menesteres, es uno de
los lugares más visitado de Fukuoka y para nada peligroso (¡Esto es Japón!).
Los canales iluminados son preciosos
y allí se encuentra uno de los mejores sitios de la ciudad para lanzarse a comer
la especialidad local (Hakata Ramen) en un auténtico yatai. No te preocupes,
la mayoría tienen menú en inglés. Al final acabé entablando conversación con el
cocinero y me invitó a un sake. Mi primera noche en Japón, la tierra que tanto
había añorado.