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Rusia: Cómo llegar al aeropuerto de Vladivostok


El aeropuerto internacional de Vladivostok es el aeropuerto más grande del Lejano Este ruso. Está a 44 km del centro. Para llegar desde la ciudad tienes varias opciones:

🚍 En autobús

Autobús 107: sale de la estación de tren de Vladivostok hacia el aeropuerto. Tarda una hora, más o menos. Horarios: 06:40 07:30 07:40 09:00 10:20 10:30 11:00 12:00 13:20 14:00 14:30 15:00 16:20 17:45 18:10 18:30

El ticket cuesta 100 rublos. 


🚆 En tren

El Express Primorye es una especie de Aeroexpress que te llevará al aeropuerto en 55 minutos exactos.

El ticket cuesta 350 rublos y lo tienes que comprar en las taquillas. 

Aquí tienes información actualizada sobre los horarios: 



🚖 En taxi

La compañía de taxis oficial que opera en el aeropuerto es Primavtolayn. Una carrera desde el centro cuesta unos 1000 rublos. Yo negocié con los de mi hotel y lo conseguí por 850, aunque no era oficial.

En Vladivostok, Yandex.Taxi y GetTaxi funcionan muy bien y también la aplicación inDriver

Rusia: Cómo llegar del aeropuerto al centro de Vladivostok


El aeropuerto internacional de Vladivostok es el aeropuerto más grande del Lejano Este ruso. Está a 44 km del centro. Para llegar a la ciudad tienes varias opciones:

🚍 En autobús

Autobús número 107. Sale desde fuera del restaurante que hay en el parking del aeropuerto y lleva a la estación de tren, que está justo en el centro histórico.  Tarda, más o menos, una hora. Horarios: 08:10 08:50 09:30 10:30 11:50 12:10 12:30 13:30 14:50 15:50 16:20 16:40 17:45 19:30 20:00 20:30   

El ticket cuesta 100 rublos. 


🚆 En tren

Express Primorye es una especie de Aeroexpress que te llevará al centro en 55 minutos exactos.

Precio del ticket: 350 rublos. Se compra en la taquilla. 

Aquí tienes información actualizada sobre los horarios: 



🚖 En taxi

La compañía de taxis oficial que opera en el aeropuerto es Primavtolayn. Una carrera al centro cuesta unos 1200 rublos. 

En Vladivostok, Yandex.Taxi y GetTaxi funcionan muy bien y, también, la aplicación inDriver



Rusia: Día 14 – Mi último día en Irkutsk descubriendo la línea verde


Después de un gran desayuno en el hotel, dejé el equipaje allí gratuitamente hasta que fuera a recogerlo por la tarde y empecé mi caminata por Irkutsk. Quería darle otra oportunidad, después de la mala impresión que me había dado al principio.

Lo primero que hice fue pasear por el Mercado Central, allí había de todo. Incluso aproveché la ocasión para comprar nueces porque me gustó la bolsa en la que las echaban.


Continué caminando por la céntrica calle Uritskovo. Esta calle comercial también estaba llena de gente. Allí aproveché para hacerme una foto con una mini Torre Eiffel, que recordaba que Irkutsk era conocida como la París de Siberia.



Desde la esquina de la calle, decidí seguir una línea verde que había encontrado en algunos lugares del centro y que llevaba a diversos puntos numerados pintados en la acera. La hice de principio a fin, visitando todos los lugares por fuera, y algunos, como el museo, también por dentro. En total, medía 5 km. Su comienzo estaba en el Monumento de Alejandro III, en el Boulevard Gagarin y su final, en Sedov Street, delante de la Iglesia de Krestovozdvijenskaya. Si la recorres entera, te llevará a 30 lugares importantes en la historia de Irkutsk (calles, plazas, monumentos, iglesias...).


Tras descansar un poco en el Distrito 130, comí en el sitio que había descubierto dos días antes, frente al paso de peatones que había delante de la estatua de este distrito, y pasé la hora de la siesta al fresquito del aire acondicionado del centro comercial.



Tras el descanso, dejé atrás la línea verde para coger mi plano y explorar algunos lugares que no estaban numerados en ella. Una cosa quedaba clara: si no te salías en ningún momento de esta línea, no tendrías la oportunidad de ver el otro Irkutsk. En cuanto te salieras un poco, ya era un continuo de casas destartaladas, ratas, perros, polvo… Lo mismo que me había echado para atrás el día que llegué a esta ciudad y por lo que no entendí cómo era Patrimonio de la Humanidad si todo se encontraba en este estado. Por suerte, no todo era así. Y para eso estaba la línea verde.



Por la tarde volví al hotel para recoger mi equipaje y cogí el autobús hacia el aeropuerto, que me costó 20 rublos. Allí hice hora hasta que salió mi vuelo a Vladivostok, que hacía escala en Jabarovsk.

Un apunte: en el aeropuerto de Irkutsk no hay nada en inglés, ni lo hablan las azafatas, ni el personal. Ni siquiera la información relativa a los vuelos está en inglés. Hay que estar muy pendiente de los números y echarle un poco de imaginación con el cirílico.





Rusia : Día 13 – Regresando de Khuzir a Irkutsk


Contraté mi transporte de vuelta Irkutsk en el hostal de Khuzhir por 800 rublos el billete. La furgoneta llegó a las 10’00, pero no salimos del pueblo hasta las 11’00, porque estuvimos recogiendo a más gente albergue por albergue. A cada uno le cobraba una cosa distinta, dependiendo de dónde se alojara. Los que más pagaron fueron los que estaban alojados en el Hostal de Nikita.

El conductor, muy amable por las narices, nos dijo que las mochilas grandes tenían que ir en la baca, pero que él no las iba a subir. Empezábamos bien el viaje. Entre los extranjeros, una pareja alemana y otra americana, hicimos lo que pudimos por subir todas las mochilas. Las rusas que también iban en la furgoneta, no movieron un dedo y simplemente esperaron a que se las subiéramos. Nuestro querido conductor sólo se subió para poner la red.


Íbamos súper apretados en la furgoneta, con gente y mochilas por todos lados. Y una música estridente de discoteca que nos acompañó durante todo el viaje. Cuando llegamos a la terminal del ferry, nos tuvimos que bajar y hacer la cola de los autobuses y furgonetas, que es distinta de la de coches. Como ves en esta foto, la cola de coches parecía interminable. Nosotros sólo tuvimos que esperar una media hora.




Hicimos nuestro viaje en el ferry y nos montamos rápido porque el conductor pasaba de avisar y teníamos miedo de que se fuera dejándose a gente allí (y no me hubiera extrañado dadas las circunstancias).



De repente, empezó una tormenta inmensa. Llovía muchísimo y todos los mochileros temíamos por nuestro equipaje y por las velocidades que seguía llevando nuestro amigo por esas carreteras siberianas. A medio camino paramos en un restaurante. Aprovechamos para decirle que nuestras mochilas se estaban mojando y que queríamos que le pusiera una funda, como había en todas las demás furgonetas que estaban paradas también allí. Nos dijo que luego, que ahora tenía hambre.

Se puso a comer y beber con unos amigotes que se encontró allí y pasó de nosotros. Empezó a granizar. Nos acercamos todos los viajeros a su mesa y le dijimos que si no quería poner la funda él porque no quería mojarse, que nos la diera y que ya la poníamos nosotros; o que, simplemente, nos dejara bajar las mochilas y ponerles nuestras propias fundas impermeables. Se rio y nos mostró en el traductor de Google que la funda estaba rota y que tenía que comprar una nueva. Otra excusa que se había marcado el colega improvisando. Hablaba con sus amigos y no paraban de mirarnos y de reírse. Las rusas que iban con nosotros estaban mucho más mosqueadas, supongo que porque ellas sí que entendían lo que estaban diciendo.

Cuando “el señor” acabó de comer tranquilamente, volvimos todos al minibús y vuelta a poner el chunda-chunda a tope y a conducir como un loco.

Sanos y salvos llegamos a la estación de autobuses de Irkutsk. Con la cabeza como un bombo y con mi mochila chorreando, inicié mi camino al hotel. Y me tiré el resto de la tarde secando a ratos la ropa con el secador del hotel, para no quemarlo.

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Rusia: Día 12 – Mi excursión por Olkhon Island


A pesar del desengaño que me llevé con una excursión que no era la que había contratado, los paisajes que vi no fueron para nada desdeñables. De hecho, en otras condiciones, la excursión hubiera estado interesante, al menos.

Mi conductor buriata me recogió en mi hotel en su furgoneta. Allí estaban ya todas las plazas ocupadas y me tocó en la parte de atrás, encima de la rueda (ideal para marearse por los caminos de Olkhon). Primeramente, llegamos a la entrada del Parque Nacional y allí estuvimos montados en la furgoneta durante media hora mientras nuestro guía se las entendía con los guardas. Al final volvió y nos pidió 400 rublos a cada uno. En un cartel vimos que la entrada costaba 300, así que nuestro querido abuelete se estaba embolsando su propia propina de antemano. Nadie nos había dicho que teníamos que pagar nada y todos los de la furgoneta nos quedamos igual de asombrados.


A partir de allí, el camino se convirtió en esto:


El abuelo se lo pasaba divinamente haciendo rally por aquellos boquetes, mientras la gente se mareaba. De hecho, dos potaron en cuanto nos bajamos. La primera parada fue en Peschanaya Village, a una hora de Khuzhir. Es un antiguo pueblo abandonado, que se utilizó en la época soviética para que los prisioneros trabajaran en la industria pesquera. Hoy hay allí un café, en el que paran todos los tours como el nuestro, que tiene un aseo y una tienda de souvenirs. Además, hay algunos puestecillos cerca de la playa.




Después de media hora allí, volvimos a la furgoneta y nos dirigimos hacia la bahía de Uzuri. Allí, nuestro guía empezó a hacer una hoguera y nos cocinó una sopa de pescado. Sacó té, pan y caramelos. Mientras se hacía la sopa, estuvimos dando vueltas por la bahía. Quisimos subir hasta la cima de la montaña Raba para ver el paisaje desde allí, pero nos llamó el señor diciendo que la comida estaba lista.




Ya comidos, recogimos y vuelta a la furgoneta. Esta vez, hacia el Acantilado del Amor (Love Cliff). La cima de este acantilado dicen que tiene forma de piernas abiertas, como si una mujer estuviese dando a luz. El pequeño camino que lleva hacia la supuesta rodilla izquierda es para los chicos, y el que lleva a la derecha es para las chicas.



Nuestra siguiente parada fue el Cabo Khoboy (Hoboy le llaman ellos).  El punto más al norte de la isla se parece a una meseta de mármol blanco. Está situado cerca del punto más ancho del Baikal: 79’5 km.


La última visita fue en el Cabo Sagaa-Khushun, que significa “Cabo Blanco” en la lengua buriata. Está situado a 4 km de Khoboy. Se le conoce como Cabo Blanco, porque el agua refleja una masa rocosa que parece de mármol. Desde allí se pueden ver Los Tres Hermanos: según la leyenda allí vivían tres hermanos que fueron convertidos en águilas por su padre. Éste les dijo que lo único que tenían que hacer para mantener su poder era no comer carne de animales muertos. Sin embargo, cuando el hambre apretó, rompieron su promesa. El padre, furioso por ello, los convirtió en estas tres rocas que miran al Baikal.



Al atardecer llegamos a Khuzhir y aproveché el tiempo para hacer mis últimas compras en el pueblo y comer unos cuantos manjares siberianos más.