Después de un gran
desayuno en el hotel, dejé el equipaje allí gratuitamente hasta que fuera a
recogerlo por la tarde y empecé mi caminata por Irkutsk. Quería darle otra oportunidad, después de la mala impresión que me había dado al
principio.
Lo primero que hice fue pasear por el Mercado Central, allí había de todo. Incluso aproveché la
ocasión para comprar nueces porque me gustó la bolsa en la que las echaban.
Continué caminando por
la céntrica calle Uritskovo. Esta calle comercial también estaba llena de
gente. Allí aproveché para hacerme una foto con una mini Torre Eiffel, que
recordaba que Irkutsk era conocida como la París de Siberia.
Desde la esquina de la
calle, decidí seguir una línea verde que había encontrado en algunos
lugares del centro y que llevaba a diversos puntos numerados pintados en la
acera. La hice de principio a fin, visitando todos los lugares por fuera, y
algunos, como el museo, también por dentro. En total, medía 5 km. Su comienzo
estaba en el Monumento de Alejandro III, en el Boulevard Gagarin y su final, en
Sedov Street, delante de la Iglesia de Krestovozdvijenskaya. Si la recorres entera, te llevará a 30 lugares importantes en la historia de Irkutsk (calles,
plazas, monumentos, iglesias...).
Tras descansar un poco en
el Distrito 130, comí en el sitio que había descubierto dos días antes,
frente al paso de peatones que había delante de la estatua de este distrito, y
pasé la hora de la siesta al fresquito del aire acondicionado del centro
comercial.
Tras el descanso, dejé
atrás la línea verde para coger mi plano y explorar algunos lugares que no
estaban numerados en ella. Una cosa quedaba clara: si no te salías en ningún
momento de esta línea, no tendrías la oportunidad de ver el otro Irkutsk. En cuanto
te salieras un poco, ya era un continuo de casas destartaladas, ratas, perros,
polvo… Lo mismo que me había echado para atrás el día que llegué a esta ciudad
y por lo que no entendí cómo era Patrimonio de la Humanidad si todo se
encontraba en este estado. Por suerte, no todo era así. Y para eso estaba la
línea verde.
Por la tarde volví al
hotel para recoger mi equipaje y cogí el autobús hacia el aeropuerto,
que me costó 20 rublos. Allí hice hora hasta que salió mi vuelo a Vladivostok, que hacía escala en Jabarovsk.
Un apunte: en el
aeropuerto de Irkutsk no hay nada en inglés, ni lo hablan las azafatas, ni el
personal. Ni siquiera la información relativa a los vuelos está en inglés. Hay que
estar muy pendiente de los números y echarle un poco de imaginación con el
cirílico.
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