Día 4 – Costa Calma y La Península
de Jandía
Mi primera parada para
desayunar la hice en Gran Tarajal, la segunda ciudad más importante de
Fuerteventura. No es muy turística, pero tiene una bonita playa de arena negra.
No me pude ir sin comprar el famoso Clipper, en su versión polo.
A 10 kilómetros escasos, está
el Faro de la Entallada. La carretera de acceso es todo un reto. Un camino
estrechito de 6 kilómetros, por el que es difícil que pasen dos coches, lleva
hasta lo alto de la montaña en la que se encuentra el faro sobre un acantilado
de 200 metros de altura. Es el punto geográfico de Canarias que más cerca está
de África, a unos 100 kilómetros.
El faro fue el último de los
construidos en España en tener una casa para la familia del farero. Su función
fue decisiva durante la contienda de Sidi Ifni, al servir de guía para los
junkers.
Bajando con miedo por la misma
carretera que me había llevado al faro, llegué a Costa Calma, un núcleo
turístico importante en Fuerteventura. Además de hoteles, cuenta con una playa
turística de dos kilómetros de arena blanca.
El mes anterior me había
puesto en contacto con la empresa Watersports Fuerteventura y había contratado
una excursión en kayak para hacer snorquel.
El acceso a la zona en la que había
quedado con ellos me fue muy difícil de encontrar y ya, cansada, los llamé por teléfono
y me tuvieron que ir guiando hasta el punto exacto, en una lugar fuera del
municipio y cerca del hotel R2.
Durante casi tres horas estuve
disfrutando del fondo del océano. En mi grupo sólo había cuatro personas y el
monitor nos fue guiando para que pudiéramos llegar a zonas de una increíble belleza
marina.
Después de pasar mucho frio,
aún con el neopreno, me sequé y comí en un restaurante de la zona. Todo estaba
lleno de alemanes, e incluso muchos menús sólo estaban en alemán.
El café lo tomé en Morro Jable, una ciudad muy turística, con un gran paseo marítimo lleno de ardillas.
Desde Morro Jable parten las excursiones organizadas para visitar la Playa de Cofete y el Faro de Punta de Jandía. También salen desde allí autobuses especiales que realizan este mismo recorrido, mucho más económico. Es una opción si no tienes coche o si no teatreves a meterlo por allí.
La carretera que va hasta el faro se termina y comienza un camino sin asfaltar. Las compañías de alquiler no suelen cubrir los accidentes en estos sitios, así que debes tener cuidado, sobre todo si el coche es bajo.
Me dijeron que no asfaltaban la carretera porque es Parque Natural, pero no sé yo si hay regulación en cuanto al número de vehículos que pueden recorrerla cada día, pues eso parecía una feria.
Después de recorrer un poco este camino, llegué al Puertito , donde dicen que se come el
mejor caldo de pescado de Fuerteventura. A mí me pareció un sitio abandonado
lleno de caravanas.
Continué mi camino un poco más adelante para llegar hasta el Faro de Jandía. El faro comenzó a funcionar en 1864 y esto lo hace uno de los más antiguos de Canarias. En él se encuentran los restos de un antiguo de Centro de Interpretación que ya cerraron.
Volviendo por el mismo camino por el
que había venido, llegué al cruce que divide el camino en la carretera que vuelve
a Morro Jable y el camino que va a la Playa de Cofete, una de las más
espectaculares del mundo. La decisión estaba clara, y más habiéndome quitado ya
un poco el miedo a esta carretera.
Pero, el camino se fue poniendo mucho
peor. Estaba lleno de piedras sueltas que hacían que el coche se escurriera, no
había quitamiedos y se veía la hostia que te podías dar mirando hacia los
acantilados, difícilmente cabían dos coches y todo repleto de curvas.
El camino mereció la pena y llegué a
Cofete, unas cuantas casas donde aún viven unas veinte personas y en el que hay
un único restaurante, a precios muy buenos para estar en un sitio tan inhóspito.
Históricamente, Cofete fue el primer asentamiento
de la Península de Jandía. Se fundó a principios del siglo XIX y lo habitaron
colonos dedicados a la agricultura y la ganadería. De esta época aún queda un
antiguo cementerio justo al lado de la playa. Los cuerpos están enterrados en
la playa, sin valla, bajo la arena, sujetos con gruesas piedras. El último
enterramiento data de 1956.
La playa de Cofete se extiende a lo
largo de 14 km. Su mayor atractivo es su impresionante estado virgen,
beneficiado por la dificultad de acceso al lugar, que ha evitado la
masificación de turistas. Además, bañarse aquí es bastante peligroso, por el
fuerte oleaje que hay siempre.
Una vez aparcado el coche (cuidado
con no quedarse encallado en la arena) se puede recorrer la playa hacia el sur
y llegar hasta el Roque del Moro (2’7 km) o hacia el norte y visitar el Islote
(5 km).
Desde la playa se puede ver otro de
los grandes atractivos del lugar (más por el morbo, que por su interés arquitectónico):
Villa Winter. Una villa llena de misterio, construida por el alemán Gustav
Winter, a quien Franco regaló el terreno. Hay historias para todos los gustos:
que si sirvió para la explotación minera de la zona, que se excavaron cuevas
para esconder submarinos alemanes… Incluso Vázquez-Figueroa
dedicó una de sus novelas a este lugar. Aquí puedes leer algunas de sus leyendas.
Ver el atardecer en la Playa de
Cofete es algo imprescindible cuando se visita Fuerteventura. Lo peor fue
volver por la misma carretera por la que había venido. Pero mereció la pena
para llevarme el último recuerdo de mi estancia en la isla.
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