Los refollau, dulce típico de Ayerbe


A la vuelta de Riglos, tu visita se puede combinar con un rápido paseo por Ayerbe. Este pueblo, de unos 1100 habitantes, se llena durante los fines de semana y festivos. Su núcleo gira en torno a dos plazas entre las que se encuentran el palacio de los Marqueses de Ayerbe, del siglo XVI.

Una de las plazas está presidida por el busto de Ramón y Cajal, el orgullo del pueblo, pues este Premio Nobel estuvo viviendo aquí durante diez años. Detrás del busto, se levanta la Torre del reloj, de 1798.


Otros monumentos dignos de una visita a Ayerbe son la Torre de San Pedro (s. XII), el Hospital viejo, la Iglesia de San Pedro y los restos de un castillo musulmán en lo alto del cerro.


Pero si algo hace original este pueblo, es su repostería. Ayerbe cuenta con muchas confiterías, obradores y panaderías, en las que se vende su plato estrella: el refollau (re-doblado).



La Panadería César Ascaso de Ayerbe lleva elaborando desde hace 45 años los famosos Refollaus de Ayerbe, un dulce que se parece a un dobladillo y que tiene una forma casi octogonal. El nombre viene de “folla”, hoja en aragonés, pues es consiste en una masa de pan, aceite, azúcar, harina, levadura y sal, cuya masa se estira y se hacen los dobleces antes de hornearla. Se trata de muchas hojas dobladas varias veces.

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