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Cómo hacer un auténtico café vietnamita



En el siglo XIX los franceses introdujeron el café en Vietnam y pronto se convirtió en uno de los mayores exportadores del mundo.

Ante la dificultad de encontrar leche fresca y fácil de almacenar, los vietnamitas adaptaron el típico café au lait a los recursos de su tierra. Para ello utilizaron leche condensada, mucho más fácil de almacenar en un clima tropical, y crearon su propia cafetera.

La cafetera vietnamita es individual: el phin. Consiste en un filtro metálico, una mini-cafetera por goteo hecha de metal que se coloca directamente sobre el vaso de vidrio. En los restaurantes y cafeterías vietnamitas, el café ya viene echado dentro de la cafetera y, al lado, colocan un termo con agua hirviendo para que el cliente se lo eche encima y se vaya filtrando.

En la ciudad de Hoi-An, por ejemplo, encontrarás este tipo de cafeteras por todos lados, como souvenir. 


 Cómo se hace un café vietnamita

⛾ Cosas que vas a necesitar:

▪ 2 cucharadas de leche condensada

▪ 2 cucharadas de café molido fuerte y grueso

▪ 1 taza de agua hirviendo

▪ 1 vaso transparente de cristal para ver cómo se filtra el café

 1 cafetera vietnamita (si la tienes)



 Preparación:

1. Echar la leche condensada en el vaso de cristal.

2. Colocar la cafetera encima del vaso.

3. Echar el café molido en la cafetera.

4. Coloca encima el filtro metálico que tiene la cafetera, para que prense el café.

5. Llenar la cafetera con agua caliente.

6. Cerrar la cafetera con la tapa que trae.

7. Dejar que se vaya filtrando el café lentamente.

8. Cuando se haya filtrado, disfrutarlo.

Algunas cafeteras vietnamitas traen un filtro que se ajusta con un tornillo, para prensar mejor el café y ajustar la forma (rápida o lenta) del goteo. Otras no. Realmente si no lo trae, no pasa nada.

Si no tienes una cafetera vietnamita, puedes prepararlo con un espresso normal. Aunque el sabor difiere un poco. Este tipo de cafeteras se pueden comprar en Amazon, por ejemplo.

Aquí te dejo un vídeo en el que se explican todos los pasos:




Los refollau, dulce típico de Ayerbe


A la vuelta de Riglos, tu visita se puede combinar con un rápido paseo por Ayerbe. Este pueblo, de unos 1100 habitantes, se llena durante los fines de semana y festivos. Su núcleo gira en torno a dos plazas entre las que se encuentran el palacio de los Marqueses de Ayerbe, del siglo XVI.

Una de las plazas está presidida por el busto de Ramón y Cajal, el orgullo del pueblo, pues este Premio Nobel estuvo viviendo aquí durante diez años. Detrás del busto, se levanta la Torre del reloj, de 1798.


Otros monumentos dignos de una visita a Ayerbe son la Torre de San Pedro (s. XII), el Hospital viejo, la Iglesia de San Pedro y los restos de un castillo musulmán en lo alto del cerro.


Pero si algo hace original este pueblo, es su repostería. Ayerbe cuenta con muchas confiterías, obradores y panaderías, en las que se vende su plato estrella: el refollau (re-doblado).



La Panadería César Ascaso de Ayerbe lleva elaborando desde hace 45 años los famosos Refollaus de Ayerbe, un dulce que se parece a un dobladillo y que tiene una forma casi octogonal. El nombre viene de “folla”, hoja en aragonés, pues es consiste en una masa de pan, aceite, azúcar, harina, levadura y sal, cuya masa se estira y se hacen los dobleces antes de hornearla. Se trata de muchas hojas dobladas varias veces.

Visitando el mayor templo budista de España – Graus


A 3 km de Panillo, cuyo término que pertenece al municipio de Graus, se encuentra el templo budista más grande de España: el templo Dag Shang Kagyu. Pertenece a la rama del budismo tibetano y se puede visitar libremente a las horas estipuladas.

Este templo se fundó en 1984 y hoy es la casa de ocho Lamas, occidentales y tibetano-butaneses.


Hoy es un gran templo construido al estilo tradicional, que cuenta con una Estupa de 17 metros de altura, y en el que hay construidos otras 108 estupas distribuidas por todo el complejo, un Molino de Oraciones, y una casa de las velas, un albergue y varias habitaciones en distintos alojamientos, una Shedra (escuela) y una zona de retiro de 3 años  que no son visitables.


En un sitio aislado, al que no pueden acceder los visitantes, están ubicadas una zona de retiro, el Samten Ling, que también tiene con su propia Estupa; y otra zona para el retiro de larga duración, con alojamientos para hombres y mujeres.

A la entrada hay un gran aparcamiento y un cartel de bienvenida. Siguiendo la carretera puedes ver un buda yacente multicolor, que descansa entre los árboles. La tranquilidad es absoluta.



A través de unas escaleras accedes a la bumpa, símbolo de las siete ramas del despertar. Sobre esta cúpula sube una columna de trece anillos simbolizando los diez poderes y las tres atenciones esenciales de un Buda.  La cúpula está coronada por una especie de sombrilla con las representaciones del sol y de la luna, que simbolizan la desaparición de los sufrimientos y las luces de la compasión. Y en la cima, se coloca el norbu, una especie de joya que representa la realización de todos los deseos.


Allí, visitarás el Molino de la Plegaria. Éste se debe hacer girar en el sentido de las agujas del reloj para que obtengas los mismos beneficios que si recitaras todos los mantras que contiene. Es una especie de atajo.




La Estupa se puede visitar también, quitándose los zapatos. Es una especie de templo, pero mucho más pequeño que el principal.


Bajando las escaleras de nuevo, llegarás al gran templo. A un lado hay unos aseos y una tienda de recuerdos. El templo se puede visitar, descalzo y sin hacer fotos del interior. Si vas a las 19’00 podrás asistir a la pudjia diaria, cuando los monjes se reúnen a rezar y suena el gong. Consiste en prácticas rituales de recitación, visualización y meditación al que puede asistir cualquier interesado. Es un momento muy especial.  


Horario del templo budista Dag Shang Kagyu:

Todos los días: de 11’30 a 13’00 y de 18’00 a 20’00.
A las 19’00 se celebra la pudjia diaria (todos los días, menos el miércoles).


Precio de la entrada:

La entrada es gratuita.

Si se quiere solicitar una visita guiada, el coste es de 2€ por persona, pero solo se realizan para grupos de más de 10 personas. 



Dónde comer barato en Graus - Restaurante Stopive

Al final de tu visita, si no eres un auténtico budistas vegetariano, puedes pasarte por la localidad de Graus a probar una de las delicias oscenses: la butifarra de Graus. El pueblo cuenta con bastantes restaurantes de precio medio. En el que comí, el precio era muy asequible y las raciones muy respetables. 









Qué es el samovar y cómo se celebra la ceremonia del té ruso


El té llegó a este país por medio de las rutas de caravanas que partía desde Kiajta, en Mongolia, y atravesaban toda Siberia hasta llegar a la capital.

En el centro de la ceremonia del té ruso se encuentra el Samovar, un invento del siglo XVII, que sólo se hizo popular en Rusia a finales del XIX. Antes, tomar el té estaba reservado sólo a las clases altas por su elevado coste.

¿Qué es el samovar?

No sé sabe muy bien dónde nació este instrumento. Algunos dicen que viene de Europa, otros que viene de China. Lo que sí se sabe es que en 1778 se empezaron a fabricar los samovares de Tula (ciudad importante por sus yacimientos de hierro), hoy considerados patrimonio nacional. Su nombre significa “hervir solo”, es decir, un instrumento capaz de hervir el agua por sí mismo. Sus ventajas era muchas, sobre todo: calentar el agua más rápido que las teteras y mantenerla caliente durante más tiempo.

El samovar está compuesto por un recipiente de cobre que contiene el agua que se va a hervir. En medio hay un tubo por el que se mete el combustible para calentarlo, como pequeños palitos (los modernos tienen una resistencia eléctrica) y en la parte inferior hay un surtidor para servirla.

En la parte de arriba hay un espacio reservado para colocar la tetera. En ella hay té muy concentrado, llamado zavarka.

La Ceremonia del té ruso

No hay nada tipificado como tal en Rusia. De hecho, al ofrecer té a los invitados, los rusos suelen decirles “Siéntanse como en su casa, sin ceremonias”. No hay rituales, como en Japón; ni hay horas convenidas, como en Inglaterra. Se puede tomar a cualquier hora del día y sirve para relajarse y charlar con la gente tranquilamente.



Al lado del samovar, se coloca siempre una tetera. El té sale tan concentrado, que la gente se echa en la taza un poquito y luego lo diluye al gusto con el agua de la tetera.

El té se sirve tan caliente que, antiguamente, incluso daban a la gente que se lo iba a beber unas toallitas para que se secaran la cara cuando sudaban por los vapores y al bebérselo. Hoy ya no es costumbre.

Otra característica de esta bebida es que se tiene que tomar con azúcar. Originariamente se bebía colocándose un terrón en la boca y, después, bebiéndose el té haciéndolo pasar por el terrón que estaba en nuestros dientes. Hoy se sirve echándose un poquito de azúcar en la taza.

Además del samovar, la tetera, el azúcar y las tazas, en la mesa siempre hay otros acompañamientos, como frutos secos, rodajas de limón, miel, pequeñas rosquillas de pan muy seco, pasteles, mermeladas…

A mí me enseñó a disfrutar de esta “ceremonia” Irena en su dacha de Moscú y fue una experiencia muy agradable. Te aconsejo que si estás por la zona, no pierdas la oportunidad de contratar con ella una visita para que te muestre todos los secretos del té ruso. 


Rusia: Día 6 - Opinión del Café Pushkin de Moscú


Uno de los lugares más elegantes para comer en Moscú es el famoso Café Pushkin. Cuando entras en él, parece que has viajado atrás en el tiempo. La decoración, la elegancia de su personal, la música, los colores… todo. Los camareros visten de época y sirven las mesas siguiendo las más estrictas normas de protocolo.

Un poco de historia

A pesar de mantener la esencia de un local del siglo XIX, su origen se remonta hace tan sólo unas décadas. El Café Pushkin abrió sus puertas en 1999 en lo que antiguamente era un palacete barroco. Todo empezó cuando se puso de moda en los años sesenta una canción del cantante francés Bécaud, Nathalie. En ella se mencionaba un tal Café Pouchkine, que impresionaba ampliamente al protagonista. Pero, realmente, ese café no existía. Era producto de su imaginación. Todo el que iba a Moscú en aquella época lo buscaba, quedándose decepcionado al encontrarse con la verdad.

La canción inspiró a un artista y restaurador con raíces franco-rusas y, en 1999, lo hizo realidad. Inauguró su mítico Café Pushkin en presencia del mismo Bécaud. Para ello eligió un local en Tversloy Boulevard, una calle que fue muy frecuentada por el escritor Alexander Pushkin y la alta sociedad de la época.



El edificio

A finales del siglo XVIII, un noble al servicio de Catalina la Grande se jubiló y se mudó a Moscú. Para construir su nueva residencia contrató a arquitectos italianos que diseñaran una mansión rusa llena de detalles barrocos.

A mediados del XIX, la casa pasó a manos de un aristócrata alemán como parte de la dote de su mujer. Sin embargo, debido a sus problemas financieros, tuvo que abrir una farmacia en la planta baja del edificio para ganar algo de dinero. De este modo, instaló la botica llena de medicinas y brebajes y, en la planta alta, colocó una biblioteca con libros especializados, que hoy contiene más de tres mil volúmenes.

En aquellos días, sus clientes podían tomarse algo allí mientras esperaban a que sus medicinas estuvieran preparadas. Así comenzó su andadura un pequeño café-farmacia.

Hoy, el café tiene varios lugares bien diferenciados. En la planta baja, un señor te saluda como si pertenecieras a la realeza. Entras y te encuentras con la cafetería, donde se puede disfrutar de unos desayunos inmejorables.

1. La farmacia: en ella hay una gran colección de bustos de filósofos de la antigüedad, una máquina de escribir alemana digna de estar en cualquier museo, una de las primeras máquinas de coser y tazas de plata para servir chocolate caliente. Los domingos y los lunes por la noche un cuarteto de cuerda ameniza la velada.

2. El salón de la chimenea: decorado con pinturas de Nike, la diosa de la victoria.

3. La librería: mi sitio favorito. Un salón totalmente barroco, lleno de grandes estanterías abarrotadas de libros, que llegan hasta el techo. Entre la amplia colección de antigüedades que expone, destacan telescopios, microscopios, astrolabios y relojes de péndulo. El centro de la sala lo ocupa un enorme globo terráqueo. Todas las noches (menos los domingos y los lunes), la comida viene amenizadas con música clásica en directo.

4. La terraza de verano: desde ella se pueden disfrutar las vistas de los árboles del Tverskoy Boulevard y las cúpulas de la Iglesia de la Natividad, en la que Pushkin contrajo matrimonio.

5. La pastelería: en 2006 abrió este local junto al café recreando una antigua pastelería francesa. Está unida al restaurante mediante un antiguo pasadizo. Su interior barroco está decorado con porcelana y sus pasteles son famosos en toda Rusia. Todos se hacen con productos traídos directamente de Francia.


La comida

La idea original fue crear una carta que representara platos de la cocina rusa y francesa de los años en los que Alexander Pushkin paseaba por el boulevard. El dueño contrató para ello al reputado chef Andrei Makhov, quien realizó una meticulosa investigación de recetas históricas y las adaptó a los paladares de nuestro siglo.

Los precios no son excesivamente caros para la importancia del sitio. Y merece darse un lujillo aquí si se viaja por Rusia. Su plato más famoso es el Strogonoff.




















Hay que reservar con antelación si vas a comer en cualquiera de los salones (siempre están llenos), aunque para entrar a la pastelería o a la cafetería, no es necesario.

Para reservar, tienes que decidir primeramente dónde quieres comer. En función del salón, el menú puede variar, así como las exigencias de vestimenta:

▪ En la cafetería y la pastelería, no se requiere ninguna vestimenta especial.
▪ En la farmacia y la terraza, es necesario vestir casual, pero formal.
En la biblioteca, es necesario vestir de etiqueta. No se pueden llevar deportivas, los hombres deben llevar camisa o polo y todos deben vestir elegantemente. Al menos, eso me indicaron cuando hablé con ellos por teléfono.


Para mí fue una experiencia única. Mereció la pena la visita entera. Si puedes combinarla con una noche en el Bolshoi, la velada moscovita será mágica.


   CAFÉ PUSHKIN   
Tverskou Boulevard, 26A
125009   Moscú
+7 495 739-00-33
cafe-pushkin.ru