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Japón - Día 6: Hakone - Los escarabajos gigantes de Gora Park


La estación de Gora parece de juguete. Es un pueblo de montaña precioso. Hay muchas cosas que visitar que entran gratis con el Hakone Free Pass o te hacen descuento. Yo decidí visitar Gora Park (9:00-17:00) que era gratis. Lleno de flora y fuentes, lo más llamativo es su centro de escarabajos gigantes, como los que aparecían en Samurai Champloo.




La entrada al recinto de los escarabajos se paga aparte pero, ¿quién se resiste si te lo van anunciando hasta la saciedad durante todo el recorrido? Dentro de la caseta puedes ver un montón de escarabajos enormes, puedes jugar a distintos juegos, tirar a una ruleta, intentar cogerlos con unas cuerdas, meterte entre unos arbolitos pequeñitos para cogerlos con la mano… Ahora, tienen muy mala leche, porque los arbolitos estaban llenos de niños bastante pequeños y a más de uno le hacían sangre con las pinzas. Aunque, ellos ni lloraban ni nada, ni se inmutaban. Con menos ya estoy yo llorando. Si eres capaz de cogerlos con las cuerdas te los puedes llevar.






También existen al otro extremo del parque varios talleres de artesanía, como uno de fabricación de vidrio. Todos ellos se pagan aparte.

Desde Gora volví a la estación para coger el Funicular hacia Shouzan: el Hakone Tozan Cablecar. Las salidas son cada 20 minutos y el trayecto dura tan sólo 10. Pero las colas son enormes. La gente se agolpa y te espachurran, tanto en la cola como en el funicular.




Conforme te bajes, empieza a hacer cola para el Hakone Ropeway. Está todo muy bien señalizado y casi todo el mundo va al mismo sitio, por lo que no hay pérdida. El teleférico sale cada 30 minutos, pero las colas también impresionan. Hasta ese momento no sabía lo que era la paciencia nipona, que culminaría con mi visita a DisneySea.



Merece la pena. Se pueden disfrutar de unas vistas que quitan el habla. Cuando hace buen tiempo, o sea, unos cuantos días al año (yo no tuve esa suerte) se puede ver el Monte Fuji a lo lejos y observar cómo se refleja en el Lago Ashi. De todos modos, si no está despejado las vistas del parque nacional también son espectaculares. 


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Japón - Día 6: Visita al Parque Nacional de Fuji-Hakone-Izu


Una de las excursiones más encantadoras que realicé en mi primer viaje a Japón fue ir a Hakone. Se tarda en torno a una hora y media en llegar al punto de partida desde Tokyo. Es aconsejable que compres el Hakone Free Pass para que te salga más barata la visita. Este billete vale para dos días, no existe la posibilidad de comprarlo para uno.  El pase permite usar siete tipos de transporte en esta región.

Si llevas el JRP no compres el Hakone Free Pass. En Shinjuku vale 5000¥, mientras que desde la estación de Gora vale 3900¥. Los trenes JR van por la línea Tokaido hasta Odawara cada veinte minutos, pero tienes que asegurarte  de que para en Gora. El Kodama sé seguro que para.


En Odawara debes cambiar a la línea Hakone-Yumoto y coger el Hakone Tozan Railway. Sale cada 10-15 minutos y tarda 35 en llegar a su destino. Aunque está a menos de 9 kilómetros, va muy lento porque es un tren de dos vagones antiguo que parece de juguete. Es impresionante ver cómo va subiendo más de 300 metros en pocos minutos, rodeado de una gran arboleda donde te olvidas de que Tokyo está tan cerca. Debes bajarte en la primera parada. De todos modos, como verán la pinta de turistas que llevas, ya sabrán a dónde quieres ir y el conductor seguro que te lo indica amablemente. 



Japón - Día 5: El barrio tradicional de Yanaka (Tokyo)


Moverse por aquí es un poco lioso. Para llegar a Yanaka Ginza desde la estación de Sendagi, hay que ir hacia la izquierda, cruzar la calle, girar a la derecha por la oficina de correos, seguir hacia la izquierda y la siguiente calle a la derecha. (Lonely Planet).

Como era de esperar acabé preguntado… Yanaka es un remanso de tranquilidad, casitas pequeñas, calles silenciosas, pequeños altares, tiendecitas, artesanía… Merece la pena para ver una zona tranquila que emula a los barrios de Tokyo de mediados del periodo Showa. Y así se quedó, sin muchas variaciones.


Tras visitar algunas tiendas y comprarme un helado de macha, o como me dijo la abuela que me atendió riéndose machá, llegué al Cementerio de Yanaka. Un cementerio tradicional donde vi a dos yakuzas que estaban muy afanados, limpiando a conciencia y con mucho respeto una de las tumbas.


Saliendo de Yudanaka hay dos templos magníficos: el Kannon-ji, para recordar a los 47 samuráis, y el Tennou-ji, el templo del Rey del cielo, con una enorme estatua de Buda en el patio.  



Japón - Día 5: Caminando entre los rascacielos de Roppongi (Tokyo)


De día, el barrio de Roppongi es bastante tranquilo, hay muchos rascacielos y japoneses de negocios de un lado para otro con su maletín. Pero de noche se transforma con strippers, discotecas, pubs, prostitutas...

Andando llegué a Roppongi Hills, una de las urbanizaciones más impresionantes de la ciudad. Con un montón de esculturas de arte moderno en plena calle, es una de las zonas más exclusivas para vivir. La Torre Mori, de 54 pisos, alberga algunas de las primeras empresas del mundo (Ferrari, Yahoo, Google…), el Mori Art Museum y el mirador Tokyo City View, cuya entrada cuesta y no tiene nada que envidiar a las vistas en el Tocho, gratis.


En la plaza de abajo se encuentra la sede central de la Televisión Asahi. La verdad es que me pilló de sorpresa, pero entré gratis cobijándome del calor asfixiante. Dentro puedes ver fotos y esculturas de estrellas de la televisión, un Shin Chan dorado y sellos que tienes que ir recolectando sin saber dónde se recogen ni para qué (algo usual, como ya me pasaría después en Odaiba). Al final, sólo conseguí coger un sello.



Dando vueltas por la zona de las embajadas, muy perdida, decidí pararme en una pastelería enorme. Disfruté de dulces típicos y me compré un dulce que había visto en muchas fotos y que lo acompañaban con helado. Para mi sorpresa, tan sólo era pan de molde, muy gordo, que se lo comen con helado en lo alto y decorado. Pero no deja de ser pan… y encima muy muy insípido.


Siguiendo por las avenidas llegué a la Tokyo Tower. Es 13 cm más alta que la Torre Eiffel, a la que tanto se parece, aunque está pintada de rojo y blanco. El primer piso tiene un acuario (1000¥) y en el tercero un museo de cera (870¥). La visita no merece mucho la pena y se suele decir que es la típica trampa para turistas. Allí vi  otro concurso de bikinis que no entendí muy bien, ya que toda la decoración era navideña. 😂



Terminada la mañana, decidí pasar la tarde visitando la parte más tradicional de Ueno: Yanaka

Japón - Día 4: De compras por Akihabara (Tokyo)


Con premura, ese día fui hacia Akihabara, el barrio paradigmático de Tokyo. Ya en la estación de tren todo me llamaba la atención: dibujitos manga por todos lados, ambiente friki, otakus, carteles, pantallas gigantes, música… Akihabara es un sinfín de tiendas de varios pisos, la mayoría de ellas sin ascensor y con escaleras estrechísimas, donde ver libros, libros y más libros, y figuritas de anime. Los japoneses que me encontré aquí no son como los que estaba yo acostumbrada a ver. La paciencia y la amabilidad que les caracteriza aquí se olvida. Todo el mundo va andando rápido, chocándose contigo, nadie se disculpa. Y los adolescentes, con el pavo a cuestas, están demasiado absortos en sus lecturas como para darse cuenta de que están molestando en el pasillo.



Akihabara empezó siendo igual que la Electric Street de Shinjuku, pero poco a poco la electrónica ha dado paso al manga. Los vendedores, al igual que en Shinjuku, salen a la calle a gritar por los megáfonos como si fueran tómbolas, pero mucho más estrafalarios y divertidos. Su ciudad electrónica se llama Denki-Gai. Las tarjetas de crédito se aceptan en prácticamente todos los establecimientos.






Las grandes cadenas de comida también están aquí. Así que aproveché para comer en un Yosinoya, barato y rico. Después entré en varios centros comerciales, como el edificio de Sega, el famoso Don Quixote, el Tokyo Anime Center o el    Yodobashi Camera, el centro electrónico más grande el mundo. Las Maids aparecen en cada esquina para ofrecer publicidad de sus cafés. La verdad es que tenía curiosidad por ir a uno, pero al final me dio cosa, porque muchos de ellos sólo permiten el paso a hombres. No entenderé nunca la costumbre de estos cafés, pero bueno…




Al final acabé entrando en un karaoke, muy chulo y barato. Las salas estaban tematizadas y con la entrada venían incluidas dos bebidas. 👉 Más información. 


Subí en el ascensor y me metí en una sala chulísima, llena de aparatos, una tele enorme, micros, tablets… Me trajeron la bebida, la carta no era cara. Y allí estuve haciendo el pavo durante 45 minutos. Cuando quedaban 5 minutos, el teléfono empezó a sonar. No sabía qué hacer. Abrí la puerta y le dije a un empleado: el teléfono está sonando. Me miró con cara de  “pues cógelo”.  Lo cogí, y me dijeron como pudieron que tenía 5 minutos para recoger las cosas y pagar en recepción.

Allí el karaoke se vive y lo que realmente se alquila es la sala. Luego cada uno se puede llevar lo que quiera. La gente iba con bolsas llenas de bebida y comida, plan botellón. 

También vi el Café Moco y el Café de los vampiros.



Es uno de los pocos sitios donde encontré una tienda de souvenirs para extranjeros. Hasta ese momento me había sido muy difícil encontrar recuerdos donde pusiera lo típico, el nombre la ciudad, algún monumento… Por suerte, muy cerca del edificio de Sega encontré uno con buenos precios, que vendían souvenirs de todo tipo.

Saliendo un poco del bullicio del anime busqué la Catedral de Nicholai. Una catedral ortodoxa rusa. No pega mucho con el resto del barrio y no te la esperas cuando aparece ante tus ojos. Está junto a la estación de Ochanomizu. Su nombre se debe a un misionero ruso que extendió la religión ortodoxa por Japón. Una rareza que merece la pena visitar.


Desde allí mismo cogí el transporte hacia Ueno, aún me esperaban mis dos kilometritos para llegar al hotel.