Tras comer algo, cogí el monorraíl hacia Odaiba. Este monorraíl no entra con el JRP, es de la línea Yurikamome, un tren elevado sin conductor que sale de Shimbashi, al sur de Ginza y cruza el Rainbow Bridge. El viaje es muy bonito, porque lo ves todo desde arriba y va bastante rápido.
Cuando llegué a Odaiba vi que aún seguía la feria, no
sabía de qué. Lo que más me había llamado la atención el primer día fue ver
la estatua de una caca gigante a lo lejos, pero no te dejaban acercarte porque
había que pagar un pase especial. Fui a un puesto y le pregunté que qué daban
con el pase. Me dijo que pegatinas.
¿Sticks? Me miró con
cara de “esta tía parece tonta” y me respondió en inglés “Sí, pegatinas. Se
pegan, mira (y saca una y la pega en un folio) ¿ves? Son pegatinas que se pegan”.
La miré con cara de “me estás vacilando”, pero al ver que lo
decía totalmente en serio le dije “Ahhh, en España no tenemos de eso”. Y me
sonrió muy orgullosa.
Compré mi pase y entré en la feria, que era una especie de gymkana. Tenías
que recorrer toda la feria, incluido el edificio de la Fuji TV, buscar los
sellos, ponérselos y volver al puesto. Entre medias podías ir pasando por
distintos stands para ver actuaciones, entrar a una exposición de One Piece, o
comer, como este helado con forma de barco de la serie.
En todos los juegos que quisieras participar había que pagar
a parte entre 300 y 500¥,
aunque tuvieras el pase ya comprado. En todos, menos en una cola que hice,
no sabía pa qué, pero que al final le di a una máquina de bolas y me dieron
una pinza de oso. De verdad que no
entendía nada de la feria ésta.
Y menos cuando todo el mundo empezaba a correr, a tener
prisa y a mirar el reloj. Entonces me di cuenta de que la feria cerraba en
media hora y de que sólo había encontrado un sello. Empecé a correr como
hacían todos, pero no tenía ni idea de pa qué, ni por qué, ni qué pasaba con
los sellos…
Acabé donde más gente vi corriendo: en la FujiTV. Allí
hice cola para subir en varios ascensores, hice cola para bajar, hice
cola para encontrar los sellos… y mientras la gente corriendo por todos lados.
Una familia empezó a organizarse. Los vi muy concentrados y decidí seguirlos discretamente. ¡A correr!
Bueno, al final me faltaron sólo dos sellos. Pero vi que a
esta familia le faltaba también uno y que el padre fue con el niño con cara de
pena al puesto inicial y se lo enseñó a la muchacha, y volvieron muy contentos.
Así que decidí intentarlo. Fui con cara de pena a la
tía de las pegatinas… le eché un trolón: “Mira, esta feria es muy importante
para mí… vengo de España expresamente a este evento…”
La tía lo estaba flipando. Al final me puso ella los sellos
que me faltaban y… tachán… el regalo eran las putas pegatinas y… ya está. No
había más. Normal que la tía lo flipara.
Tanto correr por unas pegatinas. Bueno, sigo sin comprender
aún el motivo de la feria, qué había que hacer, ni pa qué tanto. Y… lo más
importante: qué hacía la estatua de una caca gigante y muñecos de esta
caca paseándose por ahí.
Para acabar la noche recorrí el centro comercial Venus Fort a ritmo frenético
para gastar los yenes que me quedaban, que eran bastantes pero no quería cambiarlos. Compré un montón de tonterías que no sabía ni lo que eran,
como un sobre que parecía del estilo de “haz tus propias golosinas” y que
resultaron ser sales de baño. Menos mal que me di cuenta en España de que
ponía la señal de WARNING porque yo iba directa a comérmelos.
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