Esta villa de
la Rioja Alta, en la ladera de la Sonsierra, está a tan sólo 35 km de Logroño. Con
unos mil habitantes, se alza sobre un cerro desde el que se ven las hermosas
tierras que riega el Ebro.
Aunque se sabe
que estuvo habitada desde el Neolítico, San Vicente de la Sonsierra como tal
nace como fortaleza militar en el siglo X, sirviendo como frontera entre Navarra
y Castilla y como defensa contra las tropas musulmanas.
Sin embargo,
en el siglo XI, el núcleo fue donado por Sancho Gascés III al monasterio de
Leire, al que perteneció hasta el XIV. Su periodo de más prosperidad fue
cuando los Reyes Católicos se anexionaron al reino de Navarra, en 1512. El
periodo de estabilidad como villa se rompió con la ocupación por parte de las
tropas francesas y con las posteriores Guerras Carlistas.
Hoy es un pueblo
lleno de encanto, famoso por su patrimonio artístico-cultural y por sus
célebres picaos, en el que no es raro que el viento frío y fuerte acompañe tu
visita por la villa.
Qué ver en San Vicente de la Sonsierra
1. Plaza
Mayor: presidida por una fuente con cisnes, en ella está el edificio del
Ayuntamiento y el palacio de los Gil Aguiriano, del siglo XVIII. Un pasadizo
une la Casa Consistorial con un Frontón. En ella también hay varios bares en los
que degustar el vino de las múltiples bodegas del pueblo, a un precio
excepcional, así como ricos pinchos riojanos.
2. Palacios: los
alrededores de la calle Mayor están llenos de casonas de piedras decoradas con
los escudos de las familias importantes que las habitaron, como el Palacio de
los Agüero, el Palacio de los Ramírez de la Piscina, el Palacio de los López
Cano o la Casa de los Davalillo.
3. Subida de
los Disciplinantes: la Cofradía de la Vera Cruz organiza desde el siglo XVI las
tradicionales cuaresmales, procesiones y flagelaciones rituales en Semana
Santa, Jueves Santo y Viernes Santo, Cruz de Mayo y septiembre. La tradición
más importante es la de los picaos, que consiste en una flagelación pública: con
la espalda desnuda comienzan a azotarse con un látigo de cuerdas de algodón.
Después los miembros de la cofradía les pinchan la espalda con vidrios para que
salga la sangre. Carlos III la prohibió en el siglo XVIII, pero el pueblo hizo
oídos sordos y la siguió celebrando de manera privada. Hoy su Semana Santa está
declarada de Interés Turístico Nacional.
4. Mirador del Ebro: punto privilegiado para observar el puente medieval del siglo XIII.
5. Basílica de Nuestra Señora de los Remedios: en la calle El Remedio se encuentra esta edificación barroca del XVIII. En una hornacina es posible ver la imagen de Santa María de la Piscina.
6. Ermita de
San Roque: es una pequeña construcción barroca de comienzos del siglo XVII y
reconstruida en 1775.
7. Recinto
amurallado:
A) Torre del
Reloj: se trata de la torre del homenaje del castillo, una torre vigía del
siglo XII. A su alrededor hay un espacio amurallado conocido como Recinto
Superior. Embutidas en las murallas quedan algunas lápidas y una inscripción en
el dintel de la puerta occidental que demuestra su uso como cementerio. Bajo el
patio se ubica un aljibe del siglo XIV, conocido como Cuarto de los moros.
B) Ermita de
San Juan de Arriba o de la Vera Cruz: junto a la Iglesia de Santa María la
Mayor, se trata de un edificio pequeño que
probablemente sirviera como capilla del castillo. Como la iglesia fue
construida por Castilla y la gente de San Vicente se sentía navarra, ellos se
casaban debajo del escudo y fuera de ella ya que en él se ve reflejado que la
villa siempre defendió a Navarra. Su construcción data de los siglos XIII-XIV. Desde
la mitad del siglo XVII es la sede de la Cofradía de Santa Vera-Cruz de los
Disciplinantes.
C) Iglesia parroquial
de Santa María la Mayor: de estilo gótico tardío, se construyó en el siglo XVI
en el patio de armas del castillo, por lo que está dentro del antiguo recinto
amurallado de la villa, junto con la ermita de la Vera Cruz. En su interior
alberga un magnífico retablo mayor renacentista.
D) Castillo de
San Vicente: castillo fortaleza medieval militar construido en
el siglo XII por el reino de Navarra para la defensa de su frontera sur con
Castilla, en el valle del Ebro. Formaba parte de la línea defensiva de
Laguardia a Labastida, siendo la mayor fortaleza de Navarra en el Ebro.