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Rusia: 8 sitios imprescindibles que ver en Olkhon Island (Baikal)


Olkhon es considerada el corazón del Baikal y está llena de leyendas. Las frías aguas del lago la han preservado de los intrusos durante siglos y, por eso, ha mantenido intactas sus tradiciones durante mucho tiempo. Según cuentan, el primer chamán buriata (la etnia que habita la isla) consiguió sus poderes aquí. En tiempos de Genghis Khan, los chamanes mongoles que huían de los lamas se refugiaban en ella.


Qué ver en la Isla de Olkhon

1. Cabo Burkhan: también se le conoce como Shamanka. Es uno de los nueve lugares sagrados de Asia. Está situado a las afueras de Khuzhir. Según las creencias buriatas, el espíritu guardián de la isla vive en la cueva de este cabo. Por eso, los primeros chamanes eran quemados o enterrados cerca de él. También existe la creencia de que las mujeres deben estar por lo menos a dos millas de distancia del cabo porque éstas podrían tener un mal parto o, incluso, dejarlas estériles.


2. Museo de historia local de Khuzhir: es un pequeño lugar lleno de recuerdos y de antiguas posesiones de su fundador, Revyakin, el profesor de Khuzhir. La entrada cuesta 100 rublos.


3. Cabo Khoboy: es el punto más al norte de la isla. Desde él se puede ver una roca cuya forma sugiere la de una mujer. Los buriatas dicen que pertenece a una chica a la que los dioses transformaron en piedra por su naturaleza envidiosa. De ser un centro de meditación ha pasado a convertirse en una hilera tras otra de turistas ávidos de sacarse fotos. No es un lugar tranquilo.


4. Cabo Sagan Khushun: se le conoce como Cabo Blanco, porque el agua refleja una masa rocosa que parece de mármol blanco. Desde allí se pueden ver Los Tres Hermanos: según la leyenda allí vivían tres hermanos que fueron convertidos en águilas por su padre. Éste les dijo que lo único que tenían que hacer para mantener su poder era no comer carne de animales muertos. Sin embargo, cuando el hambre apretó, rompieron su promesa. El padre, furioso por ello, los convirtió en estas tres rocas que miran al Baikal. 


5. Lago salado Shara-Nur: el llamado Lago Amarillo, está en medio de la isla, a una altura de 750 metros sobre el nivel del mar. Es famoso por sus barros curativos.


6. Playa de Saraisky Bay: mide 3 millas y está flanqueada por inmensos pinos.


7. Iglesia de la Madre de Dios en Khuzir: la única iglesia que tiene Khuzhir, un pueblo de 1200 habitantes que hoy vive principalmente del turismo.


8. Pueblo abandonado de Peschanaya: a una hora de Khuzhir se encuentran los restos de este asentamiento habitado en la época soviética por prisioneros que trabajaban en la industria pesquera. Ahora sólo queda un puente y dos casas, el resto está cubierto por la arena. Aunque, como aquí paran todos los circuitos turísticos, ahora hay un bar, un servicio y una tienda de recuerdos.


Rusia: 8 cosas que hacer en Olkhon Island – Lago Baikal


Olkhon es la isla más grande del Baikal y la más grande en estar dentro de un lago. Tiene un área de 730 m2 y se encuentra 250 km de Irkutsk. En ella hay algunos asentamientos y 5 pueblos (Yalga, Malomorets, Khuzir, Kharantsi y Ulan-Khushin), habitados principalmente por buriatos. El centro geográfico y administrativo es Kuzhir. 

Por ser un lugar tan remoto, el teléfono, la radio e internet llegó todo al mismo tiempo: en 2005. Antes de ese año, no había electricidad durante las 24 horas del día. Los hoteles se abastecen por medio de autogeneradores y la mayoría tiene WC secos. 


Qué hacer en la Isla de Olkhon

1. Darse un paseo por el polvoriento Khuzhir: su nombre en ruso aparece como un conjunto de consonantes en los autobuses (XYXNP), pero su importancia en la isla es enorme, porque es el único centro importante habitado. Probablemente te sirva como centro de operaciones para las excursiones que hagas por Olkhon y por el Baikal. Más allá de esta utilidad, el pueblo no tiene mucho que ver. Calles polvorientas, curiosas construcciones y muchos negocios dedicados al turismo: restaurantes, cafés, bares de sishas, tiendas de souvenirs y dos grandes supermercados. Pese a estar tan aislado, no deja de estar vigilado en verano por coches de policía que recorren los destartalados caminos parando a todo el mundo y pidiendo visados. No dan mucha tranquilidad, la verdad. 


2. Hacerse una foto con el Cabo Burkhan: la estampa más famosa del Lago Baikal es, sin duda, el Cabo Burkhan. Es uno de los nueve lugares sagrados de Asia y en su cueva vive el Dios de Olkhon. Las fotos desde allí son maravillosas, sobre todo al amanecer y al atardecer. El acceso desde Khuzhir es muy sencillo, por un senderito corto que también te llevará a ver los lazos chamánicos. 


3. Probar el Omul, o pescarlo: este pez endémico del Lago Baikal  es una delicia para los turistas y para los autóctonos. Se puede comer en muchos restaurantes y también puedes contratar una excursión si tu pasión es la pesca. Se puede cocinar o ahumar. 


4. Contratar una excursión por la isla: Olkhon tiene un área de 730 metros cuadrados y está habitada por unos 1500 buriatas. Es uno centro de chamanismo local y tiene muchos sitios sagrados. Tanto si buscas espiritualidad, como si sólo estás interesado en disfrutar de increíbles paisajes, la isla no deja indiferente a nadie. Tiene una carretera de unos 70 km que la atraviesa por el noreste. Quitando ésta, todo lo demás son caminos imposibles que se adentran en los bosques. No te recomiendo alquilar un coche, salvo que seas un experto en 4x4 y te conozcas muy bien el terreno. Pero sí que puedes contratar una excursión con conductores buriatas expertos, alquilarte una bici o practicar senderismo acompañado de agua y un buen plano. 


5. Comer cheburek y pozi: el cheburek es una empanadilla hecha con harina, agua y sal, rellena de carne picada y frita (aunque a veces tiene otros rellenos).Los pozi son dumpling rellenos de carne procedente de la cocina buriata (los habitantes autóctonos de zonas como Olkhon Island). Hay muchos cafés y restaurante en Khuzir. Uno de los que más me gustó fue el Café Dalai, en el que hablaban inglés perfectamente. También tenían una carta en inglés. Sus platos eran enormes y baratísimos, y es el que más gente tenía siempre.


6. Entrar en una banya: estas saunas rusas  son muy populares en todo el país. En la playa que parte del Cabo Burkhan, sin embargo, hay unos curiosos remolques en medio de la arena de los que sale una chimenea. Son también unas extrañas saunas a las que la gente entra por un módico precio. La gracia está en entrar en ellas un rato y luego salir e ir corriendo a bañarse en las frías aguas del Baikal.


7. Asistir a un concierto de música buriata: el pueblo buriato es la minoría étnica más extendida de Sibera.  Sus rasgos confirman que son de ascendencia proveniente de Mongolia. Su terreno y población fueron anexionados en el Imperio Ruso mediante tratados en 1689 y en 1728, cuando las tierras en ambas márgenes del Baikal fueron separadas de Mongolia.  Desde la mitad del siglo XVII hasta finales del siglo XX, la población ha pasado de 27.700 a 300.000 individuos. Entre los famosos de origen buriato, destaca el actor ruso Yul Brynner. Por las noches, en la misma calle del gran supermercado, un poco más adelante, hay un café en el que se ponen a tocar y cantar canciones tradicionales en la terraza. La gente se arremolina para escucharlos desde la calle y no hace falta que consumas nada para disfrutar del concierto.


8. Comprar souvenirs en Khuzhir: entre restaurante y restaurante, Khuzhir está lleno de puestecillos y tiendas de souvenirs. Algunas de ellas son muy bonitas y tienen forma de yurta mongol. Lo más común son las figuritas de focas y la ropa típica para pasar el invierno. Si buscas té, comida o bebida más barata, puedes ir al gran supermercado de la ciudad, donde encontrarás de todo y se puede pagar con tarjeta. En muchos blogs y guías de viaje avisaban de que había que ir preparados a Khuzhir porque en ningún lado aceptaban tarjeta de crédito, ni había cajeros, ni bancos. Cuando yo fui, me aceptaron la tarjeta en el supermercado, en varios restaurantes y en todas las tiendas de souvenirs en las que entré .


Rusia: Cómo llegar a Olkhon Island desde Irkutsk


🚍 En autobús

Sólo en verano sale un autobús desde la estación de autobuses de Irkutsk a las 9’00 y a las 11’00. El viaje dura unas 8 – 9 horas y cuesta 500 rublos. El único problema es que tienes que comprar los tickets con varios días de antelación. Si no estás en Irkutsk antes, pídeselo a tu hotel. Suelen ofrecer este servicio por una escasa comisión.

🚌 En minibús

1. Sale un minibús desde la estación de autobuses. Hay que buscar los que lleven un cartel que ponga “Olkhon, Khuzhir”, en ruso y en inglés. Suelen parar en la parada de autobús que está a la izquierda del sentido del tráfico en la calle Timiryazev, cerca del café Master Grill. El viaje dura unas 5 – 7 horas y cuesta entre 800 y 1000 rublos.

En verano, hay cinco minibuses que salen cada 2 – 3 horas. En invierno, sólo salen dos (a las 10’00 y a las 15’00). Teléfono: +7 (3952) 67-20-20.

2. Desde Tsentralnyii rynok (el Mercado Central), sale otro minibús en el lado de la calle Timiryazev. Cuesta 900 rublos. Teléfono: +7 (3952) 720-007.

🚢 En barco

Sólo en verano, sale un ferry desde el embarcadero Raketa, en Solnechniy Microdistrict. Tarda en llegar a la isla entre 6 y 8 horas y cuesta entre 3.200 y 4.000 rublos. En su web aparecen los horarios. www.vsrp.ru

🚘 En coche privado

En los hostales, hoteles y apartamentos te pueden reservar un coche con conductor que te lleve a Olkhon. Tienes que dejar muy claro que no quieres ir al ferry, sino a tu hotel en Khuzhir. Muchos son unos jetas y te dejarán tirados en el ferry porque no quieren esperar a hacer la cola. ¿Problema? Que luego te tienes que buscar la vida para llegar desde el ferry a Khuzhir y a mí no me resultó nada fácil. Me cobraron 5000 rublos en total por el coche y 1000 más cuando, por fin, conseguí coger un autobús que me llevara desde la terminal de ferry hasta Khuzhir


Rusia : Día 11 – Visitando el polvoriento Khuzir en la Isla de Olkhon (Baikal)


Khuzir es un asentamiento muy pequeñito, con poco que hacer más allá de ser el punto de partida para realizar rutas por la isla. Empecé a andar por los caminos de tierra que son sus calles con mi mochila a cuestas.

El pueblo tiene un museo, una pequeña iglesia, varios supermercados, tiendas de souvenirs y muchísimos restaurantes. Hasta hay un puesto de reparto de comida a domicilio (increíble en un pueblo de cuatro calles).





Llama la atención que no tuvieran teléfono, radio, ni internet hasta hace muy poco. En el 2005 les llegó todo a la vez. Sin embargo, aún no tienen red eléctrica, ni un sistema de alcantarillado, ni de recogida de basura eficiente. Las casas se nutren de sus propios generadores, almacenamientos del agua de la lluvia y pozos ciegos para los aseos. En el Centro de Vacunación Internacional de Madrid me dijeron que, por eso mismo, no me fiara de tomar nada de verdura que fuera producido allí. Por lo dudoso del riego con agua adecuada. Al final me vería obligada a saltarme esa norma.




Debido a mi desafortunado viaje hasta Khuzhir, llevaba sin comer en condiciones todo el día. Así que me paré en el café que estaba más lleno de todo el pueblo: Dalai. Un joven chino atendía las mesas con calma (en Khuzhir todo se hace con mucha calma). Sabía hablar inglés perfectamente y, además, tenían una carta para extranjeros. Fue una muy buena elección y me hinché a comer por muy poco dinero.


Continué mi camino entre vacas y polvo y visité la iglesia por fuera y su pequeño museo. Hice un alto en varias tiendas para comprar souvenirs y en todas ellas me aceptaron la tarjeta de crédito. Hasta vi una competición infantil de boxeo.



Dejando atrás las casas, llegué al Cabo Burhan, uno de los nueve lugares sagrados de Asia. En lo alto hay unos lazos chamánicos que anuncian el lugar. Según una antigua leyenda buriata, los hijos del Dios Tengris, bajaron desde el cielo para juzgar los actos de los humanos. El mayor y el más fuerte de ellos, Han Khute-baaby, eligió la cueva que hay en este cabo para vivir. Durante mucho tiempo, no se le permitió a nadie que no fuera chamán entrar a la cueva. Ésta mide 12 metros de largo y 3-4 de ancho. Allí se siguen celebrando rituales sagrados.



Por un sendero pequeño, accedí a la cala del cabo y estuve haciendo unas cuantas fotos.

Al otro lado del cabo, por otro sendero, caminé hacia la playa de Saraisky Bay. En ella había muchos valientes bañándose, porque estaba bastante fría, y varias tiendas de campaña. A pesar de que había carteles instando a ser respetuosos con la naturaleza y hay tantas personas que van a Olkhon en busca de espiritualidad, cerdos hay en todas partes, y aquí no faltaba basura arrinconada entre las piedras.



En mitad de la playa encontré algunos remolques con chimenea que resultaron ser banyas, saunas improvisadas, en las que podías entrar previo pago. La gracia estaba en entrar un rato y salir corriendo acalorado a bañarte en las frías aguas del Baikal. Curioso.



Después de un largo y tranquilo paseo por la playa, disfrutando del agua y de la vegetación próxima a la playa, volví a Khuzhir.

Allí visité el supermercado más grande del pueblo. En él podías encontrar de todo y a un precio irrisorio. Chucherías, dulces, alcohol, té, noodles… Y aceptaban tarjeta de crédito. Hasta ahora había oído que en Khuzhir no la aceptaban en ningún sitio y que tampoco había bancos, ni cajeros. Lo último es cierto, pero lo primero no. Me la aceptaron en los restaurantes, supermercados y tiendas de souvenirs.


Me sorprendió lo bien vigilado que estaba Khuzhir por la noche. No paraba de dar vueltas un coche policía y, cada poco tiempo, paraba a los conductores para pedirles la documentación.



En mitad de la calle en la que estaba el supermercado, vi un montón de gente agolpada y escuché música. Me acerqué y resultó ser un concierto de música tradicional buriata. Los músicos estaban tocando y cantando en la terraza de un restaurante, pero para toda la calle. No hacía falta consumir nada. Luego me contaron que en verano tocan casi todas las noches, sobre todo en fin de semana. Fue una curiosa sorpresa.



Pasé por delante de un local extraño, oscuro y en el que se veía gente acostada en cojines como si tuvieran la cogorza de su vida, y en el que anunciaban sishas en la puerta, y busqué otro restaurante para comerme otro cheburek, muy típico de la zona. Así terminó mi primer día en Olkhon, después de la odisea que había vivido hasta llegar allí.



Rusia: Día 11 - El duro camino hacia Khuzhir desde Irkutsk


A las 8 de la mañana había quedado con mi conductor para que me llevara a Khuzhir por 5000 rublos.  Puntual, como es común en Rusia, llegó Iván, un fornido joven rubio prototipo del típico ruso grande que viene a la cabeza cuando piensas en porteros de discoteca.

El coche estaba impoluto. Iván me llevó durante 4 horas y media por la carretera que va de Irkutsk al ferry a  más de 140 km/h. Al principio íbamos despacio porque había un tráfico inmenso, pero cuando salió el primer desvío, la carretera se volvió mucho peor y más solitaria. Entonces empezó a correr como si no hubiera mañana, no había nada que lo detuviera: ni baches, ni líneas continuas, ni vacas en mitad de la carretera...

Cuatro horas después de baches interminables, y con un dolor de cuello importante, llegamos al ferry. Allí paró, vio la cola de coches que había esperando para montarse y... de repente, dijo que no me llevaba, que él se daba media vuelta y que ya me buscase yo la vida la vida para cruzar. Me quedé pasmada. Pero, mi  querido Iván se fue dejándome allí tirada. La cola no era para tanto a esas horas de la mañana. Como mucho hubiéramos tenido que esperar unos veinte minutos. 





Desconcertada, cogí mi mochila y me puse a la entrada del ferry. No hay que hacer cola si vas andando, tan sólo esperar a que llegue el barco, descargue y entrar. Es totalmente gratuito. El viaje dura unos cuantos minutos y el paisaje es inmejorable.



Cuando llegamos al otro lado, ya en Olkhon Island, toda la gente que venía conmigo en el ferry se empezó a organizar y a montarse en sus coches y en minibuses y autobuses que los estaban esperando. Intenté hablar con algunos y me dijeron que lo tenían todo contratado y que no cabía en ningún sitio. Vamos, que sus "Ivanes" sí que habían cumplido y los llevaban directamente a su hotel, no como el mío que había salido corriendo.

Desolada, entré en una de las tiendas que había allí. Compré algo de comer y pregunté a la dependienta cómo podía ir a Khuzhir. Me dijo que había un autobús que venía de Irkutsk, pero que no tenía hora fija. Que esperara allí hasta que viera alguno. Pero me advirtió que podría estar lleno y que a lo mejor no me cogía. La cosa se iba poniendo cada vez más interesante. 

Al rato aparecieron dos minibuses y varios coches que estaban esperando para recoger a los viajeros que llegaban en el próximo ferry. Todos me dijeron que no cabía, menos uno. Me dijo que por 4000 rublos me llevaba. Le dije que sí y me monté. Cuando le fui a pagar me dijo que había entendido mal, que eran 12000 rublos y se empezó a reír. Obviamente, me bajé. Que me timasen tan descaradamente y, encima, riéndose... Buff. 


A las dos horas de estar allí esperando llegó, por fin, el minibús de Irkutsk. No había plaza, pero le di  tanta pena al conductor que me dejó que subiera apretujándome. Yo me tuve que sentar abriéndome hueco entre el conductor y el copiloto. Haciendo maniobras para caber en el sitio, al lado de la palanca de cambios y compartiendo ese asiento con otro chico. Me cobró 2000 rublos.


El viaje desde donde llega el ferry hasta Khuzhir duró una hora. La carretera se acabó y empezamos a conducir por caminos de grava muy deteriorados. El conductor tenía que hacer mucha fuerza para sujetar el volante y, a veces, se le iba y patinábamos. Una gracia.

Después de un susto tras otro desde que salí de Irkutsk, había conseguido llegar a Khuzir. El autobús me dejó en la parada de en frente del supermercado. Y desde allí inicié mi camino por las polvorientas calles buscando mi hotel. El viaje por Olkhon había empezado mal, pero todavía me quedaban más sorpresas que pasar.


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Rusia: Día 11 – Cuidado con los hoteles de Khuzhir (Sobreviviendo en el Baikal)


Dos meses antes de llegar al Baikal empecé a organizar los alojamientos de mi viaje. La isla de Olkhon está súper saturada en verano y ya había alojamientos enteros completos. No fue una tarea fácil y me costó tres intentos contratar algo que pensaba decente: 

Intento 1 – Nikita’s Hostel

Intenté por todos los medios contactar con el famoso hostal de Nikita (toda una referencia en la isla) durante los dos meses anteriores a mi visita. La verdad es que fue un desengaño: tardaban mucho en contestarme, no se enteraban de nada y había que escribirles de nuevo, no tenían un sistema de reservas online y había que ir preguntando habitación por habitación para ver si estaban disponibles… Y, al final, casi me mandan a la mierda por no querer contratar una habitación con baño compartido. ¡Qué decepción! Será que la fama le viene grande y está saturados de clientes…

Luego descubrí que cobraban más a sus clientes por reservarles una plaza en el autobús que lleva de vuelta desde Khuzhir hasta Irkutsk. Entre los viajeros que íbamos en él, los que venían con el ticket del Nikita habían pagado mucho más que los demás.

Intento 2 – Robinzon i Pyatnitsa

Aparentemente un lugar paradisíaco. Así es como se anunciaba este camping a las afueras de Khuzhir. Las fotos en todas las webs de reservas eran excepcionales. Todo increíblemente bueno. Tan increíble, que resultó ser mentira.

En las fotos aparecían estas tiendas de campaña estilo glamping. Me puse en contacto con el alojamiento a través de Booking para ver si ellos organizaban excursiones por el Baikal y me podían reservar un transporte para la vuelta a Irkutsk. Contestaban rapidísmo. Muy amables en todo.



Conforme fueron pasando los días, el rating en Booking empezó a bajar escandalosamente y a tener comentarios malísimos. Todos los comentarios decían que no era un glamping, que las fotos nada tenían que ver con la realidad y que, una vez allí, los habían metido en unos barracones con catres mugrientos. ¡¡¡!!!


Nuevamente contacté con ellos preguntándoles directamente que cómo eran las tiendas de campaña en las que iba a dormir y qué tenían dentro. Sorprendentemente nunca me contestaron. Así que cancelé la reserva.

Intento 3 – Natalia Guest House 

Un hotel bastante bonito, que consistía en unas cuantas cabañas colocadas en el jardín de la casa de Natalia. El desayuno se compone de productos sacados de su huerta personal. A priori parecía bonito, pero tuvo muchísimos inconvenientes:

● Aunque yo sólo vi las cabañas, allí entraba gente de la calle (no sé de dónde venían) a ducharse y a usar el baño.

● El baño era un pozo ciego, como todos los de Khuzhir. A primera hora de la mañana estaba limpio, pero por la noche el olor era insoportable porque no limpiaban ni las papeleras.


● Internet sólo llega hasta su casa, no hay en el jardín, ni en las cabañas.

● La dueña y sus amigas hacían una hoguera en el jardín por la tarde y se ponían hasta el culo de alcohol hasta las doce de la noche o así. Las cabañas están en el jardín, por lo que las voces y las risotadas se escuchaban sí o sí.


● A veces alternaban y se ponían a beber en el comedor desde el que cogíamos el wifi. Cada vez que entrabas en el comedor a por el wifi, allí tenías a la dueña o a sus amigas detrás, vaso en mano, vigilando como si les fueras a robar algo.

● La dueña dice que habla inglés, pero lo único que hace es buscar en el traductor de Google. Y en ruso, al menos, no es bueno. Te lo aseguro.

Incidente con mi excursión:

Cuando contraté el alojamiento a través de Booking, le hice las mismas preguntas que a los del camping: que si me podían organizar la vuelta a Irkutsk y que si había alguna manera de ver las focas del Baikal contratando alguna excursión en barco. A todas las preguntas me respondieron que sí y les pedí que me lo prepara todo.


Cuando llegué al hostal le pregunté si lo tenía todo organizado para mí y me volvió a decir que sí. Me pidió el dinero por adelantado y quedamos en que me recogería una camioneta al día siguiente para llevarme a ver focas.

Ciertamente, la furgoneta apareció. Íbamos con todas las plazas ocupadas y un viejo señor que nos llevó por los caminos de Olkhon pegando botes por los baches. Hicimos varias paradas en el camino y llegó mediodía y nada de barco. Se paró en una playa y pensé que allí lo íbamos a coger, pero tampoco. Hizo una hoguera en el suelo y nos preparó una sopa de pescado. 😨No entendía nada. Busqué  fotos por internet de barcos y focas y se echó a reír. Nosotros no íbamos a hacer nada de eso.

Desde allí me puse en contacto con Natalia contándole lo que me ocurría y que no había barco por ningún lado. Y ésta fue la respuesta:

¿Que sólo había contratado el alojamiento? ¿Y quién le había pagado la excursión si no había contratado ninguna excursión? ¿Y quién me había prometido que iba a hacer un viaje en barco para intentar ver focas? Pues ella, que me había mandado el mensaje diciéndome que ella lo prepararía todo. O tenía pérdidas de memoria, o me estaba vacilando. 

Al llegar al hotel, salió enfurecida del comedor y en medio del jardín empezó a gritarme en ruso. La gente de las cabañas salió para ver el porqué del escándalo. Lo que más me sorprendió es que no paraba de decir que no entendía lo que era una SEAL. O sea, que todo este tiempo se había comprometido a prepararme una excursión para hacer algo que no tenía ni idea de lo que era. No sé cómo llegó a la conclusión de que lo que yo quería era ir con un señor mayor a comer sopa de pescado en mitad del campo!!!!! 😡😡😡


Después de todo el bochorno, me fui a mi cabaña y la dejé allí en el jardín gritando. Porque ella seguía gritando.

Por la noche, cuando pensé que la cosa estaba un poco más calmada, fui a aclarar lo de mi traslado a Irkutsk al día siguiente. Eso sí que me preocupaba. ¡Mira que si había entendido otra cosa y me llevaba a no sé dónde! ¡O me quedaba tirada en mitad del bosque por el berrinche que había cogido!

La interrumpí en su reunión de amigas y le pregunté. Nada, que no se enteraba. Le hice el siguiente dibujito:


Y no sabía a qué ferry  me refería. Pues al único que me puede llevar de vuelta a Irkutsk, si no hay otro. Se lo escribí en ruso. Nada. Inútil. De corazón no se enteraba. Cuando por fin lo pilló, le pregunté que cuánto me costaba. Me dijo que 800. Le pregunté que si por persona o en total. Nuevamente no se enteraba. Le hice los muñequitos de abajo y me dijo que no, que era por persona y que le tenía que dar al conductor 1500, porque eran 800 por dos personas que íbamos a ir. Me estaba tratando como mongola, pero la tuve que convencer con la calculadora del móvil de que 800 rublos x 2 personas = a 1600 rublos. Por eso está modificado en el dibujo que ves arriba. Para tirarse de los pelos.

Al día siguiente, para desayunar, no me agradó con los productos de su huerta (mejor para mí, porque el Centro de Vacunación Internacional de Madrid me había aconsejado no comer nada que hubiera crecido en huertos locales por lo insano del riego). Me deleitó con este exquisito plato, mientras a los demás huéspedes les ofrecía otra cosa. Obviamente, estaba cabreada conmigo.



Para beber, me intentó convencer su compañera (ella ya se había largado) de que la forma que tienen los rusos de beber café es parecida a la de los turcos, es decir, con todos los posos dando vueltas en la taza. Echas café en la taza y luego el agua hirviendo y te lo bebes sin colar. Sería una buena teoría de aspectos culturales, si no hubiera visto el café soluble y los sobres de Nescafé que se estaban bebiendo ellos para desayunar. Los posos para los turistas, que esto está más rico (que pensarían ellas). Yo le pedí una tetera. De perdíos, al río. 



En fin, mi experiencia con el hotel que elegí finalmente no fue muy afortunada. Los habitantes de Khuzhir se han sumado al carro del turismo y todo el que tenía una casa allí se ha convertido en hotelero, sin tener ni idea de regentar nada. Al menos esa fue mi impresión. Espero que otros hayan tenido más suerte.