El día
anterior había visitado las Cataratas de Iguazú desde el lado argentino. Mi idea
hoy era llegar y hacer el recorrido de las cataratas en el lado brasileño. Así que
cogí el autobús de la empresa Río Uruguay en la Terminal de Ómnibus de Puerto
Iguazú y me dispuse a cruzar la frontera a Brasil.
Durante el
camino deshice mis planes. Ya había visto las cataratas desde la tierra y me
habían impresionado mucho. Pensé en cómo sería verlas desde el aire y me picó
el gusanillo. Antes de cruzar la frontera y quedarme sin internet busqué vuelos
en helicóptero y reservé en ese mismo momento. Ya me había aficionado a este
medio de transporte después de mis vuelos por Nueva Zelanda y Kamchatka y ahora
tocaba Brasil.
El autobús me
dejó delante del Parque das Aves, justo en frente de la empresa de helicópteros
Helisul, la única autorizada del parque. En el recinto hay un cajero para sacar
reales y te dan una pequeña explicación de seguridad y una postal de recuerdo. Allí
esperas tu turno y… ¡a volar!
Una de las 7 maravillas
naturales del mundo se ve a tus pies, humeante. El salto de agua parece como si
se abriera la tierra y se cortara. Es impresionante.
El vuelo dura
tan sólo unos diez minutos y es caro (unos 100 €), pero te aseguro que merece
la pena. Verlas desde los miradores no tiene nada que ver con admirarlas desde
arriba. Es una experiencia única.
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