Desde Jalgachi
Market, cogí el autobús hasta Igidae Park. Los conductores de autobuses
coreanos son gente muy amable. Aunque no entiendan inglés, siempre intentan
buscar a alguien en el autobús que vaya donde tú o cerca, y lo nombran tu guía
personal. Esa persona estará pendiente de ti en todo momento para avisarte
cuando tu parada esté cerca. En este autobús también me pasó lo mismo. Y en el
que tomé al día siguiente para ir al Templo del Agua, igual.
El autobús me
dejó en la parte baja de la montaña. Subí andando por la acera una gran cuesta
que iba paralela a la carretera y sin una puñetera sombra. ¡Menos mal que tenía
el mini-ventilador!
A la entrada
del parque vi un mapa con la red de senderos y empecé a subir por el camino,
que alternaba entre sendas y escaleras. Siempre cuesta arriba.
Mi idea era
hacer el camino de la costa hasta llegar a Oryukdo Skywalk, pero me perdí. Os
lo aseguro, los mapas que hay por allí no sirven para nada.
Al final
llegué a una gran explanada llena de abuelos equipados como si se hubieran
comprado toda la sección de senderismo del Decathlon: bastones, guantes,
camisetas largas (con la que caía) para que no les diera el sol, botas de andar,
mochilas con botellas de agua, sombreros… Más tarde me dijeron que este era un
parque muy concurrido por los mayores para mantenerse en forma. Y, os lo
aseguro, iban más rápido que yo.
Uno de ellos
me vio tan perdida, que se acercó para ver a dónde quería ir. Le enseñé el
nombre en coreano de Oryukdo Skywalk, que tenía apuntado en un folio y me dijo
que lo siguiera. Y anduve y anduve… Me llevaba con la lengua fuera. Y cada dos
por tres se paraba de sopetón, para indicarme que hiciera una foto en algún
lugar. Tenía buen ojo este señor, porque los lugares que elegía eran muy
hermosos. Sin quererlo, había contratado un guía gratis.
El señor me
llevo por senderos alternativos. A veces se paraba, pensaba, se rascaba la
cabeza y elegía el camino que parecía menos usado. Estaba guiándome por atajos.
¡Cuántas veces no habría venido por aquí con todo su equipamiento para
conocerse la montaña al dedillo!
Pues sí,
después de mucho andar, me señaló el Oryukdo Skywalk, que se veía justo debajo
de donde nos encontrábamos. Se despidió de mí y, antes de que me quisiera dar
cuenta, desapareció montaña arriba.
Este paraje se
encuentra en el área de Seungdumal, en el punto divisorio entre el Mar del Este
y el del Sur. Desde la plataforma, construida sobre un acantilado de 35 metros,
se pueden disfrutar de unas vistas increíbles del mar, a través de su suelo
transparente, y de la isla de Oryukdo.
Depende del día
y de la marea Oryukdo Island parece estar formada por cinco o seis islas. Compuestas
puramente de roca, cinco de ellas están deshabitadas.
La entrada al
Skywalk es gratuita. Te ponen unos patucos para andar por los cristales y das
la vuelta al camino marcado. Si tienes vértigo, abstente de caminar por él.
Delante hay una
oficina de turismo en cuya planta baja hay una exposición sobre la zona. Allí
me dijeron dónde tenía que coger el autobús de vuelta a Busan Station. Tardé más
de una hora en llegar.
Otra entrada que te puede interesar:
➤ Corea: Día 7 – Visitando el Barrio Chino de Busan y BIFF Square