La verdad es que me he encontrado una sociedad que no me esperaba para nada. Se están occidentalizado a marcha forzada y el desfase se nota, algunos no se están sabiendo adaptar a un cambio tan rápido en pocos años. Tiendas de lujo, marcas exclusivas, coches impresionantes, tiendas de móviles hasta en los barrios más pobres… mezclados con chabolas, calles sin asfaltar, tendederos improvisados en el tendido eléctrico de la calle o pescados secándose en la acera.
Atrás quedaron los días en los que los adinerados debían ir
a Hong Kong si querían tener libertad para comprar productos. Hoy puedes
comprar de todo en todas partes.
La costumbre de escupir
Lo cierto es que el Gobierno está haciendo una labor
estupenda en cuanto a este tema. Hay pancartas, posters, anuncios en el metro…
para concienciar a la población de que no escupan en el suelo. Y la verdad es
que está funcionando. Si sienten la necesidad, al menos se van a un árbol, una
papelera o una alcantarilla.
Aun así, queda mucho por hacer. Sobre todo con las personas
mayores y con los campesinos que, acompañados de un fuerte carraspeo, escupen
donde les viene en gana.
En cuanto a los eructos, yo pensaba que en China no eran
usuales en público. Una vez más, me equivocaba. Como si nada, eructan en
cualquier sitio y de pedos ya ni hablo (hasta en los hoteles de 5 estrellas).
Haciendo colas en China
Aquí también está intentando el Gobierno concienciar a la
población de que respeten las colas en condiciones, pero todavía no he visto
ninguna mejora con respecto a esto.
Donde haya una puerta, habrá decenas de personas empujándose
por entrar. Normal que vayan llenos de moratones, al principio no lo entendía.
Se meten por la derecha, por la izquierda, saltan, por el
suelo, a veces hasta ponen a los hijos de escudo para hacer presión… es
impresionante. Pero al final te das cuenta de que o te vuelves como ellos, o no
entras. Lo más curioso es que una vez que han atravesado la puerta, ya no
tienen prisa. Es sólo por el hecho de pasar antes. Sigo sin entenderlo.
Lo mejor
Lo mejor que tienen es su amabilidad. Me han ayudado por
todas partes, aunque no supieran inglés. Usaban dibujos para explicarse, o incluso
llamaban por teléfono al hotel donde me iba a alojar para indicarme el
camino correcto. Impresionante.
Su afán por compartir es digno de mención también. Me ofrecían
toda la comida y bebida que llevaban sólo por ser amables, aunque no nos entendiéramos.
Si no sabían inglés, incluso hacían que los siguieras para
llevarte ellos andando hacia el camino correcto.
Los mejores para preguntar los caminos en caso de que te pierdas son los jóvenes, ya que la gran mayoría que me he encontrado hablaba
muy bien inglés (a excepción de Kunming, que no hablaba inglés ni el tato, ni
lo más básico).
Son un pueblo muy abierto, amable, alegre (no es extraño ver
mayores bailando en la calle con la música a tope), les encanta conocer a la
gente y te preguntarán miles de cosas sobre ti, te pararán por la calle
para hacerte fotos como si fueras una estrella de cine…
Por todo ello y por el gran patrimonio que tienen… VOLVERÍA.
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