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Corea: 10 lugares imprescindibles que ver en Busan


Busan es una ciudad enorme y NO es fácilmente accesible ni a pié, ni en transporte público, debido a su extensión. Tenlo en cuenta a la hora de planificar vuestro itinerario porque se pierde muchísimo tiempo viajando en metro, en autobús y en transbordos.

Qué ver en Busan

1. Templo del agua - Haedong Yonggungsa: uno de los templos más impresionantes de Corea del Sur. Se construyó en 1376 por el asesor del rey de la dinastía Goryeo, Naong Hwasang. Su popularidad es enorme y siempre está lleno de turistas y de peregrinos que acuden allí por la creencia de que quien va al templo y hace peticiones de corazón, tendrá sus deseos cumplidos. 
🕑 Horario: 5’00 – Puesta de sol. Gratis.


2. BIFF Square: su nombre procede del Busan International Film Festival y hoy se ha convertido en una gran atracción turística.  La zona va desde Buyeong Theater en Nampo-dong, hasta Chungmu-dong y está dividida en Star Street y Festival Street. En el suelo se encuentran las huellas de manos de estrellas de cine coreanas. Puestos de comida callejeros, puestos de videntes, centros comerciales, tiendas… la hacen ideal para pasar la tarde. Metro Línea 1 hasta Jalgachi, salida 7. 
🕑 Horario: 19’30 – 24’00


3. Yeongdusan Park: en la zona alta del parque, al que se accede a través de unas escaleras mecánicas, se encuentra Busan Tower, con sus 120 metros de altura. Su cima se construyó inspirándose en una de las pagodas del famoso templo Bulguksa, de Gyeongju. Delante de ella se ve la estatua del Almirante Yi Sun-SI, la Campana de los Ciudadanos, un reloj floral y el busto de uno de los activistas pro-independencia, Baeksan An Hee-je. 
🕑 Horario: 10’00 – 23’00. Precio: 8.000 W.


4. Gukje Market: comenzó siendo un grupo de puestos organizado por los refugiados que llegaron a Busan tras la Guerra de Corea y hoy es uno de los mercados más grandes del país. aquí encontraráss de todo: souvenirs, comida preparada, pescados, electrónica… Su calle más famosa es la de Gwangbok-dong Food Street, una calle llena de restaurantes al aire libre. Metro; Línea 1 hasta Jalgachi, salida 7.  


5. Gwangan Bridge: con sus 7’4 km de largo, sus dos pisos y sus ocho carriles de ida y vuelta, conecta la Plaza Nº 49 de Namcheon-dong de Suyeong-gu con Centum City de U-dong en Haeundae-gu, atravesando el mar. Si por el día impresiona, por la noche lo hace aún más, a través de un gran espectáculo de luces que cambian a diario y por estación. Metro: Línea 2 Estación de Seomyeon – Bajar en Gwangan y caminar 5 minutos.

6. Igidae Park: esta antigua zona de maniobras militares, abrió al público en 1993 y hoy es un inmenso parque frente al pico Jangsanbong. Desde él se puede ver la costa entre rocas y acantilados.      Cómo llegar: Desde la Estación de Choryang del metro de Busan, salida 12: Caminar 63 m, tomar el autobús 27 y bajar en la parada Igidae Ipgu (16 paradas). Cruzar la calle y caminar 1,08 km hacia el parque.


7. Oryukdo Skywalk: se encuentra en el área de Seungdumal, en el punto divisorio entre el Mar del Este y el del Sur. Desde la plataforma, construida sobre un acantilado de 35 metros, se pueden disfrutar de unas vistas increíbles del mar, a través de su suelo transparente, y de la isla de Oryukdo. 
🕑 Horario: 9’00 – 18’00. Gratis.


8. Haeundae Beach: la playa más famosa de Corea tiene 1’5 km de largo. Es de arena fina y en ella se encuentra la Plaza Folclórica, en la que se pueden practicar juegos tradicionales, como el neolttwigi (sube y baja que se acciona con saltos), lucha coreana, tuho (tiro de flecha), el juego de la cuerda y yutnori (semejante al juego del ludo). Autobuses: 139, 140, 239, 240, 302.

9. Shinsegae Centumcity: ha entrado en el Libro Guinness de los Records como el mayor complejo comercial del mundo. Tiendas, un gran spa, varios cines y una pista de patinaje sobre hielo complementan la visita. Metro: Línea 2 Centumcity.

10. Gamcheon Cultural Village: sus edificios de colores la han hecho famosa en todo el mundo. Una vez en el pueblo, puedes comprarte el Stamp Tour, una postal que para ir rellenando con los sellos que te encuentres por el camino y, así, llevarte un bonito recuerdo a casa.

Desde Goejeong Station (Metro Línea 1), Salida 6. Tomar el autobús Sakha 1 o Sakha 1-1 hacia Gamcheon Elementary School.
▪ Desde Toseong Station (Metro Línea 1), Salida 6. Tomar el autobús Saha 1-1, Seogu 2 o Seogu 2-2 hacia Gamcheon Elementary School.


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Corea: Día 6 – Visitando el Templo Bulguksa y la Gruta Seokguram



Después de desayunar fui a la estación de autobuses de Gyeongju para coger el autobús 700 hasta Bulguksa. Está muy bien anunciado en el autobús, por lo que no tiene pérdida. Bulguksa es uno de los templos más impresionantes del país y Patrimonio de la Humanidad. Se encuentra a unos 16 km al este de Gyeongju.  En él se encuentran siete tesoros nacionales de Corea, incluidas las pagodas de Dabotap y Seokgatap, el Cheongun-gyo (puente de la Nube Azul) y dos estatuas de buda de bronce bañado en oro. El templo es considerado como una obra maestra de la edad de oro del arte budista en el reino de Silla.


En el parking hay una oficina de turismo en la que dan información sobre el templo, sobre el autobús que lleva a Seokguram y sobre el camino que atraviesa la colina y lleva también a la gruta. Si no hubiera hecho tanto calor, hubiera optado por este último para pasear tranquilamente entre tanta naturaleza.


Bulguksa está construido en la ladea de Tohamsan. Para acceder a él hay que atravesar varias escaleras y un puente. En total, se tienen que subir 33 escalones que representan los 33 pasos que llevan a la iluminación. Estos escalones están divididos en dos secciones: el puente de la Nube Azul y el de la Nube Blanca.


En el interior hay dos pagodas, una de ellas aparece en la moneda coreana de 10 wones.


El edificio más importante es el Daeungjeon, la Sala de la Gran Iluminación. Justo detrás de ésta, se encuentra la Sala de las No Palabras, que ensalza la creencia de que las enseñanzas de Buda no se enseñan tan sólo con palabras. Es uno de los edificios más antiguo del complejo.


Lo que más me llamó la atención es que en las tiendas que había a lo largo del templo, lo que más se anunciaba para vender eran tejas.


Una vez fuera del templo, justo al lado de la parada de autobús en la que para el número 12, que lleva a Seokguram, hay un lugar lleno de restaurantes y tiendas de recuerdos. Sus precios no son muy caros para estar donde están. Sin embargo, si quieres comprar recuerdos coreanos, déjalo para Seúl. Allí encontrarás muchos de los que se venden aquí y a un precio de risa, en comparación.


Después de unos 15 minutos de viaje en autobús, llegué a la Gruta de Seokguram.  Junto a las escaleras que llevan al parking, hay una gran campana budista que puedes tocar tras pagar un donativo.


Esta cueva artificial se excavó en el siglo VIII para albergar una monumental estatua de Buda y también está considerada Patrimonio de la Humanidad. El entorno es excepcional y muy místico.


Su construcción comenzó en el año 742 y su tamaño, tan pequeño, hace creer a los estudiosos que probablemente sólo fuera utilizada por la realiza de Silla.

Seokguram representa el viaje espiritual hacia el Nirvana. Se supone que los peregrinos tenían que empezar su andadura aquí. Para que se pudieran refrescar, se construyó también una fuente a la entrada del templo. Dentro de la gruta, la antecámara y el pasillo representan la Tierra, mientras que la parte redonda representa el Cielo.


La visita comienza en el arco de entrada, sigue por la antecámara y por el pasillo y se llega a una zona circular desde la que se puede ver la imagen de un Buda sentado a través de un cristal. El techo está decorado con medias lunas y la parte alta con una flor de loto. En la cueva hay cuarenta figuras que representan los principios y enseñanzas budistas.

A pesar de tanta belleza, muchos quedan decepcionados al no poder ver la imagen bien, pues además de aparecer protegida por un cristal y se debe ver rápido. Tampoco dejan hacer fotos del interior de la cueva.

De vuelta a Gyeongju, la tarde la pasé visitando las Tumbas Cheonmachong y Daereungwon. En esta área hay 23 tumbas reales. Muchas de las reliquias incluidas en el catálogo de los Tesoros Nacionales Coreanos han salido de este territorio. Algunas de ellas y el interior de la Tumba de Chunmachong se pueden ver para conocer más los estilos y costumbres funerarias de la dinastía Silla.


Para acabar el día, paseé un poco por Gyeongju pueblo, que no tiene nada que ver con el centro histórico. Grandes edificios, barullo, mercadillos por doquier, centros comerciales… Y volví para dormir en el nuevo hotel de estilo hanok que había elegido para esa noche.


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Corea: Día 5 – Visitando el pueblo tradicional de Yangdong


Por la mañana temprano, fui andando desde el hotel hasta la estación de autobuses para coger el número 203, que era el que me llevaba directo a Yangdong. Pero, por más que esperé, no apareció. Así que me monté en otro que también ponía que tenía parada allí. Pero, no fue así exactamente. El autobús me paró en mitad de la carretera. El conductor me insistió en que era allí, pero yo no vi el pueblo por ningún lado.


Caminé un buen rato por un camino que salía paralelo a la rotonda en la que me había dejado y llegué al parking de Yangdong. Allí había una parada de autobuses, que era donde me tenía que haber dejado el autobús, pero resulta que sólo el autobús 203 es el que lo hace.  Los demás paran en la carretera. Tenlo en cuenta.

Mientras caminaba hacia el Centro de Visitantes, recibí un aviso en mi móvil.


Me acojoné. Lo único que entendía era que era un aviso del Gobierno coreano. ¿Qué habría ocurrido? Como era época de inundaciones, temí por eso y porque hubiera algún problema con mi pasaporte. Escribiendo palito a palito en el traductor, al final resultó que el gobierno me avisaba de que tuviera cuidado con el calor. Si esos avisos son para los extranjeros que visitan el país, deberían, al menos, poner en inglés algo más...

En el Centro de Visitantes de Yangdong hay una cafetería, baños y un pequeño museo de dos plantas en el que explican la cultura y costumbres del pueblo. Es bastante interesante.

Desde allí parte un camino que lleva al pueblo. Antes de llega,r pasé por una taquilla que estaba abandonada. Yo creía que se tenía que pagar entrada, y antiguamente era así. Pero ya no.

Yangdong es un poblado tradicional coreano considerado Patrimonio de la Humanidad. El pueblo parece sacado de una postal, con sus casas de piedra y tejados de paja, todas bien colocadas a lo largo de una especie de terrazas en la ladera y base de una pequeña colina. En el pueblo quedan en pie unas 180 de estas casas pertenecientes a los yangban, una clase social hereditaria fuertemente ligada al mundo académico, a la aristocracia y a las autoridades de la zona. 


Este enclave se fundó en el siglo XV bajo el mando de Son So y allí mandó construir las casas donde viviría el clan Wonseong Son, dando lugar a una las 18 sagas de Corea, Yi Unjeok.

Se preservan 54 hogares históricos y aún siguen manteniendo sus costumbres, así como algunas edificaciones de la dinastía Joseon. Otros edificios importantes son sus pabellones y su escuela. También custodia el Tonggamsokpyeon, un libro considerado Tesoro Nacional.

Los hogares de los clanes  Wolseong Son y Yeogang Yu se localizan en la parte superior de la colina. A las clases más bajas pertenecen las casas con los tejados de paja que hay en las partes más bajas. La organización del poblado es un claro ejemplo de la severa estratificación social que existía durante la dinastía Joseon.

Yangdong sigue siendo un lugar habitado y el río lo atraviesa, dejando a un lado los huertos de las familias. Normalmente las mansiones están rodeadas por un muro, dentro hay un patio y, detrás, la casa. Las estancias más cercanas al patio eran las que pertenecían a los hombres, mientras que las más alejadas eran las de las mujeres.



Estos patios cuentan con un pequeño templo familiar, que tiene su propia puerta de acceso y que se encuentra a un nivel superior al de la casa. En sus puertas siempre aparece pintado un ying yang. Muchos patios se pueden visitar, pero las casas no, porque están habitada. Una de las excepciones es la de Gwangajeong, cuyo acceso sí que es libre.

A pesar de todos los turistas que había, que no eran muchos en comparación con otros lugares, el pueblo es tan tranquilo, inmerso entre tanta naturaleza, que te contagia. Al final, hasta acabas hablando bajito para no romper la armonía.



En una de las casas vendían una especie de bebida de arroz. Tenía mucha sed y había pocos sitios allí para comprar algo. Finalmente me acerqué de nuevo la casa y acabé comprando una botella de aspecto sospechoso. Estaba buena, salvo el final, donde estaba el arroz, que sabía muy amarga. Pero me hizo el apaño.


A la salida del pueblo, me dirigí a la parada de autobús para volver a Gyeongju. Allí había una pantalla que informaba del servicio, pero no funcionaba en inglés y era ininteligible. Estuve esperando allí un montón de tiempo al sol y acabé montándome en el primer autobús que vi que ponía Gyeongju en sus carteles.


No había nadie más en el autobús. Y éste prosiguió su marcha, pero en sentido contrario al que yo iba. Atravesó pueblos, campo, hasta llegó a un templo… Yo cada vez estaba más mosqueada. Y más cuando llegamos a un pueblecito y vi que el conductor apagaba el motor y se bajaba. En el autobús seguía sin haber nadie más. Al rato volvió, dio media vuelta y… volvió a la parada de autobús en la que yo me había montado. Me quedé a cuadros. Paró allí, se montó más gente y, por fin, pusimos rumbo a Gyeongju. Después de tanto trayecto, tardé más de una hora en llegar a la estación de autobuses. Por lo menos ese rato que me llevé al fresquito del aire acondicionado…

👉  Cómo llegar a Yangdong desde Gyeongju.
De regreso a la zona en la que se encontraba mi hotel, comí en uno de los sitios donde mejor he comido curry de toda Corea. El restaurante parecía bastante nuevo. Estaba en la segunda planta de una casita y se llamaba Snail Tail. Parecía muy kawaii, muy estilo japonés, al igual que sus camareras. Su especialidad es el curry y los vasos vienen acompañados de un bonito muñeco de un caracol. Lamentablemente no aparece en Google Maps.


Por la tarde me di un paseo por el centro de Gyeongju y llegué hasta el famoso puente Wolkeonggyo, una construcción del año 760 que se hizo para unir la montaña de Namsan con el Palacio Real, salvando el arroyo Namcheon.


De vuelta a la avenida principal, cené en los puestos del mercadillo que se monta frente al parque y me compré una especie de churros rellenos de helado, que era lo más vendido en la zona.


👉 Mapa de Yangdong.

Corea: Día 4 - Visitando Anapji Pond en Gyeongju



El estanque de Anapji fue, sin duda, mi sitio favorito de Gyeongju. Este majestuoso palacio (Donggung Palace) se construyó en el año 679 para usarlo en los festivales, banquetes y como residencia del príncipe. Envuelto en un impresionante paraje lleno de naturaleza cuidada hasta el extremo, el rey Munmu también mandó construir un lago artificial que midiera 190 metros en las cuatro direcciones (norte, sur, este y oeste): el lago Wolji, que durante la dinastía Joseon pasó a llamarse Anapji. 


A los reyes de la dinastía Silla les gustaba impresionar a sus visitantes llevándolos a este excepcional lugar, por ello fue durante mucho tiempo un gran centro para la diplomacia de su reino. Su pabellón Imhaejeon era capaz de albergar a más de mil personas. Para impresionar a los enviados chinos de la dinastía Tang, mandaron construir miniaturas de las doce montañas más queridas en china, dispuestas en forma de terrazas alrededor del estanque.

jasonteale.com

Cuando el reino de Silla cayó, el estanque se abandonó y se recontruyó en 1974 como parte de un proyecto de renovación de los lugares históricos de Gyeongju. 33.000 reliquias históricas fueron excavadas mientras duró el proyecto. Más de 700 se pueden ver hoy en el Museo Nacional de la Ciudad.



Su importancia histórica y su gran belleza, hicieron que Anapji fuera declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.

Al otro lado del estanque Anapji, verás desde la calle un enorme jardín de loto al que se puede acceder de manera gratuita, a pesar de que en su entrada quedan los restos de una antigua taquilla. Te aconsejo que te pases al atardecer para disfrutar de los colores de la puesta de sol en este inmejorable entorno.


Autobuses: 11, 600, 601, 602, 603, 604, 605, 607, 609 y 700. 

Precio: 2.000 W.


Corea: Día 4 – Visitando el Centro Histórico de Gyeongju



Por la mañana temprano fui a la estación de trenes de Seúl y allí cogí el KTX hasta Gyeongju. El billete lo había comprado un mes antes a través de la página de Korail, por lo que no tuve ni que canjearlo. El tren estaba limpísimo y se parecía mucho a los españoles. Además, el wifi gratis funcionó perfectamente durante todo el trayecto y contaba con enchufes para cargar el móvil.

A las dos horas llegué a la estación de Singyeongju. Es un asco porque el KTX para aquí y no en la estación de Gyeongju, así que hay que salvar los 20 minutos que hay hasta llegar al centro, cogiendo un taxi o un autobús. En la Oficina de Turismo de la estación cogí un mapa y me informaron de dónde se cogía el bus al centro, el número 700.


Me bajé en la parada que creía que era más conveniente para ir a mi hotel y empecé a dar vueltas y más vueltas andando y cargada con la mochila. Los campos se sucedían y allí no aparecían más que casas en ruinas. A final resultó que el hotel no estaba en la dirección que aparecía en Google Maps y que si lo buscabas en un GPS Coreano o en el Naver metiendo el nombre en coreano, salía otra ubicación. Agotada, con el calor húmedo del mediodía en Corea en agosto, llegué al Serroa Guesthouse. Un hanok renovado, en el que había reservado una habitación con baño y cocina. El suelo, muy duro. Pero lo demás estuvo bien.

Después de ducharme y descansar un poco al fresquito del aire acondicionado, empecé a patearme el centro histórico de Gyeongju.

Gyeongju es conocida como el Museo sin paredes. Es el lugar con más tumbas, templos, pagodas… de toda Corea del Sur. En el año 57 a. C., al mismo tiempo que Julio César se apoderaba de la Galia, Gyeongju se convertía en la capital del reino de Silla, llegando en el siglo VII a ser la capital de toda la península coreana. Fruto de todo este esplendor hoy podemos ver muchos monumentos importantes en el centro de Gyeongju, en la vecina montaña de Namsan y en los alrededores, llegando su influencia incluso hasta el mar, en Gampo.

El hotel estaba a unos escasos 10 minutos del primero de los famosos monumentos de la ciudad: el Observatorio Astronómico. Para llegar a él, basta con cruzar la gran avenida y entrar al Parque de los túmulos (Tumuli gongwon), en el que se encuentran más de 23 tumbas de la familia real de Shilla. Por fuera parecen colinas, pero por dentro albergaban los restos fúnebres y tesoros (no se puede entrar en ellas).


A la entrada del parque hay un puesto de información turística en el que puedes coger un plano lleno de huecos donde poner los sellos de los monumentos que vayas visitando en Gyeongju, a modo de colección. También te puedes alquilar uno de los vehículos con forma de gusanos y otros bichos para recorrer el parque. Hay tanta afluencia de ellos, que resultan muy molestos.

El Observatorio Astronómico de Cheomseongdae fue construido en la época de la Reina Seondeok de Silla, en el siglo VII, siendo el observatorio astronómico más antiguo del este de Asia. Su forma de botella lo hacen muy característico.


Siguiendo el camino del parque y esquivando a todos los escarabajos con ruedas, llegué a otro gran parque lleno de flores. Estaba impresionante. Es un lugar muy especial, donde van los novios a hacerse fotos.


Un poco más adelante, subiendo una pequeña colina, aparecieron los restos de la Fortaleza de Wolseong. El lugar donde se alzaba el palacio real de la dinastía Silla es hoy un yacimiento arqueológico que sigue en excavación y estudio. Del palacio sólo quedan un nevero, partes de la muralla y un estanque (Haeja).



Mientras paseaba, me sorprendió un extraño ruido en el suelo, justo a mi lado. He aquí la culpable:


No puedes olvidar que Gyeongju está rodeada de naturaleza, lo que quiere decir: bichos. Así que iba de Goibi hasta las orejas, para evitar a los mosquitos.

Bajando de nuevo la colina, atravesé el Bosque de Gyerim.  Según la leyenda, un hombre que paseaba por este bosque fue sorprendido por el sonido de un gallo. Fue en su busca, pero, en su lugar, encontró una canasta de oro que contenía un bebé. Este hecho llegó a oídos del rey Talhae, quien le puso el nombre de Gim Al-ji, que derivó en Gyerim. 

Al final del bosque se encuentra el Gyochon Hanok Village. Ubicado donde estaba el palacio de la princesa Yoseok, hoy es un poblado ampliamente dedicado al turismo. Está lleno de casas tradicionales coreanas (hanok), restaurantes, cafeterías, talleres… y también una de las atracciones más raras que he visto en Corea, me dio grima. Eran una especie de robots con forma de ratones, que llevaban a los niños paseando. Parecía que estuvieran caminando. 


Saliendo del parque, volví a la avenida principal a comer en uno de sus puestos y a comprar el dulce más típico que tiene Gyeongju: los Hwangnam ppang, unos bollitos rellenos de pasta de judías rojas (anko: pasta dulce de judías de arroz). Se venden en cajas o en bolsas de, mínimo seis.


Después de descansar otro poco en el hotel, me dediqué a visitar la zona que, para mí, fue la más bonita de Gyeongju: el lago Anapji. 

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