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Corea: 14 lugares imprescindibles que ver en Gyeongju



Centro Histórico de Gyeongju

Esta área comprende desde Anapji Pond al este, hasta Gyodong al oeste, y desde Namcheon al sur, hasta Cheomseongno al norte. Al ser en su día un enclave central para la capital del reino de Silla, en él hay multitud de sitios históricos importantes. Algunos de los más famosos son:

1. Cheomseongdae Observatory: fue construido durante el reinado de la Reina Seondeok de Silla, en el siglo VII, siendo el observatorio astronómico más antiguo del este de Asia. Su forma de botella lo hacen muy característico. Se encuentra ubicado cerca de la entrada de un gran parque, que se puede recorrer en unos vehículos con forma de bichos y que alquilan allí mismo.  Autobuses 60 y 61. Gratis.


2. Tumba del Rey Naemul: las tumbas del periodo de Silla se encuentran dentro de unos grandes túmulos de tierra y hierba, que marcan su ubicación. Se pueden ver desde fuera estos montículos, pero no acceder a ellos. El Rey Naemul vivió en el siglo IV y fue el 17º rey de esta dinastía. Su fama fue legendaria por haberse enfrentado en numerosas ocasiones a los invasores japoneses. Precio: 1.000 W.


3. Gyerim Forest: según la leyenda, un hombre que paseaba por este bosque fue sorprendido por el sonido de un gallo. Fue en su busca, pero, en su lugar, encontró una canasta de oro que contenía un bebé. Este hecho llegó a oídos del rey Talhae, quien le puso el nombre de Gim Al-ji, que derivó en Gyerim. Autobuses: 60 y 61. Gratis.


4. Gyochon Hanok Village: ubicado donde se encontraba el palacio de la princesa Yoseok, hoy es un poblado ampliamente dedicado al turismo. Está lleno de casas tradicionales coreanas (hanok), restaurantes, cafeterías, talleres… Autobuses: 60 y 61. Gratis.


5. Restos de la Fortaleza de Wolseong: el lugar donde se alzaba el palacio real de la dinastía Silla es hoy un yacimiento arqueológico que sigue en excavación y estudio. Del palacio sólo quedan un nevero, partes de la muralla y un estanque (Haeja). Autobuses 11, 60, 61, 600, 601, 602, 603, 604, 605, 607, 609 y 700. Gratis.


6. Wild Flower Garden: siguiendo el camino que sale desde el Observatorio Astronómico, llegarás a un impresionante jardín lleno de flores. Se puede caminar entre ellas, disfrutar y hacerte todas las fotos que quieras. Gratis.


7. Wolkeonggyo Bridge: hecho en el año 760, esta construcción aparece aún como un monumental puente palaciego que une la montaña de Namsan con el Palacio Real, salvando el arroyo Namcheon. Autobuses: 60 y 61.


8. Anapji Pond: mi sitio favorito de Gyeongju. Este majestuoso palacio (Donggung Palace) se construyó en el año 679 para usarlo en los festivales, banquetes y como residencia del príncipe. Envuelto en un impresionante paraje lleno de naturaleza cuidada hasta el extremo, el rey Munmu también mandó construir un lago artificial que midiera 190 metros en las cuatro direcciones (norte, sur, este y oeste): el lago Wolji, que durante la dinastía Joseon pasó a llamarse Anapji.  Autobuses: 11, 600, 601, 602, 603, 604, 605, 607, 609 y 700. Precio: 2.000 W.


9. Jardín de loto: al otro lado del estanque Anapji, podrás ver desde la calle un enorme jardín al que se puede acceder de manera gratuita, a pesar de que en su entrada quedan los restos de una antigua taquilla. Te aconsejo pasarte al atardecer para disfrutar de los colores de la puesta de sol en este inmejorable entorno.


10. Tumbas Cheonmachong y Daereungwon: en este área hay 23 tumbas reales. Muchas de las reliquias incluidas en el catálogo de los Tesoros Nacionales Coreanos han salido de este territorio. Algunas de ellas y el interior de la Tumba de Chunmachong se pueden ver para conocer más los estilos y costumbres funerarias de la dinastía Silla. Autobuses: 60 y 61. Precio: 2.000 W.



Fuera del centro

11. Templo Bulguksa: uno de los templos más impresionantes del país y Patrimonio de la Humanidad. Se encuentra a unos 16 km al este de Gyeongju. En este templo se guardan siete tesoros nacionales de Corea, incluidas las pagodas de Dabotap y Seokgatap, el Cheongun-gyo (puente de la Nube Azul) y dos estatuas de buda en bronce bañado en oro. El templo es considerado como una obra maestra de la edad de oro del arte budista en el reino de Silla. Autobuses: 10, 11, 12 y 700. Precio: 5.000 W.


12. Gruta Seokguram: a unos 15 minutos de Bulguksa, a ella te llevará el autobús 12. Esta cueva artificial se excavó en el siglo VIII para albergar una monumental estatua de Buda y también está considerada Patrimonio de la Humanidad. El entorno es excepcional y muy místico. Sin embargo, muchos quedan decepcionados al no poder ver la imagen bien, pues aparece protegida por un cristal y se debe ver rápido. Tampoco dejan hacer fotos del interior de la cueva. Precio: 5.000 W.


13. Yangdong Folk Village: merece mucho la pena el viaje en autobús hasta este poblado tradicional coreano considerado Patrimonio de la Humanidad. El pueblo parece sacado de una postal, con sus casas de piedra con tejados de paja todas bien colocadas a lo largo de una especie de terrazas en la ladera y en la base de una pequeña colina. En el pueblo quedan en pie unas 180 de estas casas pertenecientes a los yangban, una clase social hereditaria fuertemente ligada al mundo académico y a las autoridades de la zona.  Autobuses: 200, 202, 203, 205, 206, 207, 208, 212, 252. A pesar de que hay una taquilla, el acceso es gratuito. Antiguamente se cobraba entrada, pero cuando yo fui, ya la habían quitado.


14. Bomun Lake: es un centro turístico en el que se encuentra los grandes hoteles de Gyeongju, a pesar de que está a 5 km al este y de que se tiene que ir en coche o en autobús. El complejo se estructura en torno a un gran lago artificial y en verano suelen hacer allí conciertos de música y danza tradicionales, además de contar con parques temáticos y museos.

En los puestos turísticos que hay cerca del Observatorio Astronómico, puedes coger un folleto en el que aparecen monumentos de Gyeongju y los huecos para coleccionar sus sellos. Que están normalmente a la entrada de éstos.


Precios de las entradas a los lugares turísticos de Gyeongju


Corea: Día 3 - Segundo día visitando Seúl II


Después de comer y de descansar un poco en el hotel, fui andando hasta el Ihwa Mural Village. Me costó mucho llegar, porque el GPS se perdía constantemente y, al final, estuvo mucho más lejos de lo que marcaba. Subí cuestas y más cuestas hasta llegar a lo alto de una colina. El barrio es fruto de un proyecto que el Ministerio de Cultura llevó a cabo en el 2006 para revitalizar una zona en decadencia. Para su puesta en marcha se contó con más de setenta artistas que se dedicaron a pintar murales por todo el barrio. Su fama dio la vuelta al mundo. De hecho, yo incluí este lugar en mi itinerario atraída por esta pintura que salía en uno de mis libros de bachillerato y que se me había quedado retenida en la memoria desde entonces.


Busqué los peces por todos lados, vi un montón de murales, pero no estaban los famosos peces por ningún sitio. Al final, entré a una tienda y le pregunté al dependiente. Se rió y me dijo que ya no existían. La fama había sido tan grande que el turismo había venido en su faceta más destructiva. Hordas de turistas llegaban todos los días al barrio y molestaban a sus habitantes con gritos, haciendo fotos sin pensar si estaban molestando, no les dejaban dormir, ni descansar, ni siquiera leer tranquilos. Y… optaron por quitarlo. Los propios vecinos, hartos, pintaron encima de los murales más famosos. Aún quedan algunos de los que poder disfrutar hoy. Por favor, si vas, no olvides tus modales para que esto no vuelva a ocurrir. Ni aquí, ni en ningún sitio.


Decepcionada con mi excursión y con la gente que no sabe comportarse, llegué a Heunginjimun Gate, la Puerta de la Benevolencia Creciente, la más grande de las puertas de Seúl. Había entrado en el famoso barrio comercial de Dongdaemun.


En Dongdaemun está el estadio, hay grandes centros comerciales, un gran paseo que recorre el Canal de Cheongyecheon, un mercado nocturno y otro diurno. Y su edificio más famoso: el Design Plaza – DDP, uno de los lugares más modernos de Seúl, que tiene un diseño neofuturista caracterizado por formas curvas extrañas. Es el distrito más dedicado a la moda y al diseño que hay en la ciudad.


Mi última visita del día fue Namsangol Hanok Village. Llegué cuando estaba anocheciendo y la mayoría de establecimientos ya estaban cerrados. Pero, aun así, estaba bonito. Este famoso enclave se encuentra a los pies de la montaña de Namsan, en cuya cima se alza la N Seoul Tower. En este lugar se pueden ver cinco yangban, casas tradicionales hanok de las clases altas coreanas durante de era Joseon. Las casas han sido traídas desde distintos puntos de Seúl para ofrecer una visión conjunta de esta época y de su arquitectura.


El lugar es un oasis de naturaleza dentro de un lugar lleno de rascacielos. En él hay restaurantes, tiendas de artesanía, cafeterías y una zona donde se dan conciertos gratuitos.


Después de un dolor de piernas importante y de seguir con un calor abrasador a pesar de ser de noche, compré un melón coreano en un puesto de fruta (manjar que sólo se puede encontrar aquí) y acabé mi noche en el hotel.


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Corea: Día 3 – Segundo día visitando Seúl



Después de desayunar en el hotel y con un calor extremo para ser tan temprano, visité el Santuario de Chongmyo (Jongmyo). La entrada a este templo también viene incluida en el pase multipalacio que compré el primer día. Lo mejor es visitar Chongmyo y luego los Palacios de Changdeokgung y Changgyeonggung, porque está todo relativamente cerca y se puede ir andando de uno a otro sin cansarte mucho.

Al ser tan temprano el templo estaba vacío. Declarado Patrimonio de la Humanidad, El Templo de Chongmyo fue consagrado a los antepasados de la dinastía Chosŏn, y tiene actualmente el mismo aspecto que tenía en el siglo XVI. Custodia las tablillas que registran las enseñanzas de la anterior familia real. Ceremonias rituales que todavía unen a la música, el canto y la danza, se realizan allí, perpetuando una tradición que comienza en el siglo XIV. El templo está recorrido por un camino de piedra por el que no se puede caminar, porque está reservado para los espíritus y no queremos ponernos en su camino...


Lo más impresionante es Jeongjeon, el hall principal del santuario. Cuando un rey o una reina moría, se declaraban tres años de luto en el palacio. Transcurrido este periodo su tablilla se traía aquí para guardarla.


Desde allí, llegué caminando al tercer palacio: Changdeokgung Palace. Patrimonio de la Humanidad desde 1997, dentro se puede ver el trono del emperador y el Jardín Secreto. Para este último, es necesario apuntarse a la visita guiada que ofrecen en taquilla. El entorno es precioso, pero la visita no me mereció mucho la pena. La guía no hablaba muy bien inglés y se equivocaba muchísimo. La gente se aburría y empezaba a dar vueltas por allí y a molestar, un guardia tuvo que vigilar a nuestro grupo para que no hicieran el cabra… un desastre. En todo caso, la visita debería haber durado menos, para mi gusto (y la gente aprender a comportarse).


Después de caminar entre jardines durante un buen rato y dar mil vueltas, tuve que preguntarle a un guardia por la salida y a otro por la entrada del último palacio que me quedaba por ver, Changgyeonggung Palace. Están los dos tan unidos, que casi se solapan. Su origen se remonta al siglo XV, aunque a lo largo de su historia también fue un parque, un invernadero y un zoo. La verdad es que ya estaba cansada de tanto palacio. Los edificios son muy parecidos. De éste lo que más me gustó fue su invernadero, que era distinto a lo que había visto en los otros palacios.


Del fresquito de estar rodeada de naturaleza en los palacios, volví al tórrido calor de las aceras y al asfalto, paseé por grandes avenidas y calles hasta dar con el Templo Jogyesa, casi de casualidad. Me llamaron la atención unos farolillos que había en la puerta, y que estaba lleno de gente y de colorido. Entré por entrar y en su oficina de información me di cuenta de que era Jogyesa donde estaba. Es un templo pequeño, pero bastante original. Pertenece a la orden budista más importante de Corea y cuenta con un bonito patio lleno de farolillos y graciosas estatuas de Buda. Su entrada es gratuita. En la oficina atienden en inglés y te regalan una bonita postal.



Dentro había mucha gente sentada alrededor de una pagoda pequeñita, gente rezando y mesas donde estaban haciendo talleres con niños. Una mujer tenía un puesto en el que regalaba botellas de agua y té. Sería para sobrevivir a este calor.

Es uno de los templos más graciosos que he visto, por las estatuas de Buda tan bonitas que tiene.


De vuelta a los grandes rascacielos, paseé por el centro para acercarme a la zona de Seoul Plaza. Las esculturas que me encontraba a mi paso me encantaban, como ésta de una niña sujetando unos globos:


Ya en Myeongdong, opté por comer curry coreano con chapiñones en un restaurante especializado. Los tickets se compraban en una máquina y se le daban a la cocinera para que hiciera la comida. Al más puro estilo japonés. 



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Corea: Día 2 – Visitando la DMZ y el centro de Seúl


Me levanté muy temprano y me fui directamente al sótano del hotel para desayunar. Allí había de todo para elegir, junto a la habitación tradicional coreana.

A las 7’40 estaba esperando en el cercano Hotel President. Justo allí había quedado con los de la agencia tourdmz, con los que llevaba mandándome correos desde hacía dos meses, para pagar mi reserva de la excursión a la Zona Desmilitarizada.

Estaba bastante nerviosa por ir a la frontera más militarizada del mundo y, desde mi fatídica experiencia con las fronteras rusas, me dan un poco de respeto estos sitios. Pero, una vez en Corea, ¿cómo no iba a aprovechar la oportunidad de ver este lugar?

Para acceder la Zona Desmilitarizada, sobre todo a la Joint Security Area, es necesario contratar alguna excursión con una empresa autorizada por el gobierno surcoreano y por la ONU.


Más o menos, a las 18’00 llegamos de nuevo al Hotel President. Me paseé por los alrededores de Seoul Plaza, donde pude ver parar más autobuses llenos de policías (ya me estaba acostumbrando) y caminé hasta la Puerta de Sungnyemun.



De vuelta a Seoul Plaza empecé a callejear y me encontré con un mercado lleno de puestos en la calle y de actuaciones callejeras, al lado del río.



De noche, seguí callejeando hasta llegar a la zona comercial de Myeongdong, el centro neurálgico de la ciudad y una de las zonas con más vida. Para los amantes del K-Pop éste es uno de los mejores lugares para encontrar objetos relacionados con estos grupos de música que cada vez se están volviendo más populares en España. Además, Myeongdong es una de las zonas comerciales más especializadas en la venta de cremas, mascarillas y otros productos de belleza. Las mejores ofertas duran de viernes a lunes. 

Allí me encontré puestos de todos los tipos, procesiones en honor a Cristo de una sola persona (pero con un altavoz desde el que sonaban marchas procesionales a toda hostia), gente disfrazada, restaurantes curiosos...


Comí en sus puestos callejeros y acabé la noche en Seoul Plaza donde estaba teniendo lugar el Festival de música I-Seoul-U.



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➤ Corea: Día 3 – Segundo día visitando Seúl

Corea: Día 1 – Mi primer día visitando Seúl



Salí desde Madrid a las 7’20, hice una escala en Munich de dos horas y aterricé en Seúl a las 5’35. Mi vuelo lo contraté a través de Expedia por 992€, ida y vuelta con Lufthansa y tres noches de hotel.

Nada más llegar al aeropuerto, después de asombrarme con el robot que daba la bienvenida a los viajeros cambié euros por wones, compré en el hall de llegadas un pocket wifi y, en un conbini, la tarjeta T-Money. La cargué y me fui directamente a coger el tren que me llevaría a Seoul Station. Desde allí, hice transbordo a la línea verde hasta llegar a Euljiro. Salí en una gran avenida y me metí por una callejuela para llegar al hotel. La callejuela tiraba un poco para atrás, con todo en obras y un club sospechoso en la esquina. Sin embargo, mi hotel, aunque modesto, estaba muy bien.

En la recepción hicieron lo posible por darme una habitación a pesar de llegar tan temprano, pero no había ninguna libre. Así que dejé mi equipaje allí mismo y me dispuse a explorar la ciudad. Lo que más me sorprendió fue el calor húmedo que hacía a tan temprana hora de la mañana, me estaba asfixiando. Esta sensación me acompañó varias veces a lo largo de mis días en Seúl, tanto a la ida como a la vuelta. En ocasiones, aunque no estuviera planificado en mi itinerario, tuve que irme corriendo al hotel para ducharme con agua fría y descansar una media hora con el aire acondicionado a tope para volver a salir después a proseguir mi camino. Así evitaba los golpes de calor, a los que les tengo mucho miedo.

Caminando por una gran avenida llena de tiendas y restaurantes especializados en barbacoas, y atravesando zonas llenas de grandes rascacielos, llegué a Seoul Plaza 서울광장, frente al Ayuntamiento y a la Biblioteca Metropolitana. Allí había varia gente manifestándose en contra del gobierno actual y de los homosexuales.


En frente de Seoul Plaza, encontré el Deoksugung Palace 덕수궁, el primero de los cuatro palacios que iba a visitar en Seúl. En la taquilla opté por comprar un pase multipalacio por 10.000 W, en el que entraba también el ticket para uno de los templos más importantes de la ciudad, así como la visita guiada al Jardín Secreto en uno de los palacios. Deoksugung Palace se construyó como residencia para el príncipe Wolsan en el siglo XV. 

En su interior se puede ver un pequeño museo en el que dibujar tus propios sellos, y el Daehan Empire  History Museum, cuya entrada se compra aparte.

Algo importante cuando vayas a visitar Corea y Japón: llévate una libreta tamaño cuartilla si quieres tener un recuerdo con los sellos que te vayas encontrando. Los hay en todos los sitios relevantes y algunos son bastante bonitos.
A la salida del palacio, me di cuenta de que había una gran multitud esperando detrás de unas vallas. Me esperé ahí un rato expectante y, al poco, apareció una procesión de actores vestidos con ropa imperial. El espectáculo de cambio de guardia fue muy interesante y, al finalizar, dieron la opción de hacerte fotos con los artistas.



A la salida del palacio, continué mi camino por la gran Avenida Sejong Daeron (con sus grandes estatuas del Rey Sejong el Grande y de militar Yi Sun Sin). Toda estaba llena de grandes rascacielos y de manifestaciones. Allí paraban autobuses llenos de policías que se bajaban para controlar a los manifestantes.


Continuando por esta avenida, pronto vi la impresionante Puerta Gwanghwamun.


Justo en frente está la entrada a Gyeongbokgung Palace, el palacio más grande de la ciudad. En su interior paseé por sus jardines, me hice una foto delante de su pagoda (a la que no se puede subir) y me asombré con sus esculturas.




Por una de las salidas del palacio, llegué al National Folk Museum. Me pareció un oasis para descansar del calor y del sol aterrador, a la vera de su aire acondicionado y de su fuente. El acceso es gratuito y en él se exponen las formas de vida tradicionales coreanas. Desde las clases más bajas, como los agricultores, hasta la aristocracia. Hasta te puedes llevar una muestra de sal coreana.


Para comer, volví por a pasar por la gran avenida de antes, y me metí por una callejuela que estaba llena de restaurantes. Al final, acabé en uno especializado en curry coreano que, por mucho que se empeñen en decir, no sabe en absoluto como el curry japonés. Nada más sentarme me pusieron tres platos de entrante sin yo haberlos pedido (en Corea es muy común, siempre vienen incluidos en el precio) y agua fresquita. 


Mi siguiente destino fue Bukchon Hanok Village, uno de los barrios tradicionales más famosos de Corea. Este barrio, que significa El pueblo del norte, tiene unas 900 hanok, viviendas tradicionales coreanas, siendo el lugar de Seúl que más tiene. Allí me encontré con un señor mayor que, al escucharme hablar español, se me acercó y me dijo que había hecho el Transcantábrico con su hijo hacía dos años y que le había encantado Santiago de Compostela. Así, tal cual. Se quedó tan feliz y, después de despedirse, se fue.



Lo que más me llamó la atención de esta zona fueron los carteles que había por las calles pidiendo que los turistas se comportaran adecuadamente al ser un área residencial. 



Después de descansar un poco en el hotel y comer en un conbini unos cup-noodles de queso, que se parecían a los risketos y a los que me aficioné, salí a pasear de noche por el Canal Cheonggyecheoncon 8’4 km de largo, este arroyo fue inaugurado en septiembre de 2005 como un éxito en renovación urbana y embellecimiento. Ciertas especies de peces, aves e insectos han incrementado su población desde la remodelación. Además, también ayuda a bajar la temperatura de las áreas cercanas 3.6 C, en relación a otras zonas de Seúl. 


Y acabé mi día en Gwangjang Traditional Market. Aunque estaba casi todo cerrado, aún había puestos de comida abiertos en los que vendían Topkopi y la tradicional tortilla coreana. Con la mezcla de olores que había y la basura que estaba viendo por todos lados, no pude comer nada. Pero fue una visita curiosa antes de volver al hotel para dormir con el aire acondicionado a tope.



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